107 | LECTURAS | 23 de julio de 2003

El libro álbum en Argentina

por Cecilia Bajour y Marcela Carranza

Vamos a hablar de una ausencia

La ilustración de libros para niños y jóvenes tiene una rica e interesante historia en nuestro país que, sin embargo, hasta no hace muchos años no era valorada ni por las editoriales ni por los mediadores. Si bien hoy esa situación ha sufrido algún cambio, en términos generales, tanto de parte de las editoriales como de los mediadores, a la hora de seleccionar, editar o recomendar un libro persiste la hegemonía del texto por encima de la ilustración. La persistencia de este criterio (1) puede explicar en parte la no edición de libros álbum en Argentina y, como consecuencia, la falta de incentivo para la producción y creación de este género por parte de escritores e ilustradores. Esta situación no es compartida por otros países del mundo, algunos de ellos latinoamericanos —como México, Brasil y Venezuela—, en los que el libro álbum ha alcanzado un notable desarrollo (2).

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Portada de Historia de la ratita encerrada en un libro de Monique Felix (Caracas, Ediciones María Di Mase, 1981)

A partir de nuestra experiencia en cursos de capacitación para docentes, charlas y escritura de artículos y reseñas de libros álbum, pudimos comprobar el casi total desconocimiento del género por parte de los lectores y mediadores. En el caso de los docentes, principales intermediarios entre los libros y los chicos, hemos constatado que conocen muy pocos títulos y, ocasionalmente, algunos autores que llegaron a las escuelas ya sea por el Plan de Lectura o por bibliotecarios activos e informados que intentaron renovar los fondos de sus bibliotecas escolares. Los escasos libros álbum que se pueden hallar en algunos estantes pertenecen casi exclusivamente a la colección "Los especiales de A la orilla del viento" del Fondo de Cultura Económica de México (por ejemplo se pueden hallar algunos libros de Chris Van Allsburg, como Jumanji o La escoba de la viuda o de Anthony Browne, como la serie de su personaje Willy; no mucho más). Sin embargo, tanto los docentes como una gran parte de quienes pertenecen al campo de la literatura infantil y juvenil, desconocen la denominación del libro álbum y sus particulares características. Por lo tanto, no tienen la oportunidad de acceder a un objeto cultural que puede enriquecer enormemente la educación estética tanto de quienes se inician en la lectura como de quienes ya han avanzado en ella. Hasta antes del desencadenamiento de la crisis económica que estalló en diciembre de 2001, era posible comprar libros álbum a precios razonables en algunas librerías. Luego de ese momento, este género sufrió las consecuencias de la censura económica que padecen hoy los lectores de nuestro país: dificultades para la importación de libros extranjeros y precios exorbitantes para los pocos títulos que llegan. Un aspecto para destacar es que antes y después de esta crisis los lectores argentinos hemos tenido muy pocas oportunidades de leer obras de artistas de reconocimiento internacional como Maurice Sendak, Leo Lionni, Tomi Ungerer, David McKee, Tony Ross, Kvêta Pacovská, Etienne Delessert y otros.

El poco espacio otorgado en Argentina a uno de los géneros más pujantes y creativos de los últimos tiempos contradice la presencia significativa que éste tiene en importantes centros de difusión e investigación y en publicaciones sobre literatura infantil de todo el mundo; en los últimos años cada vez más teóricos especializados en literatura infantil de diversos países han publicado artículos que reflexionan sobre el libro álbum (3). A esto debemos sumar el trabajo de promoción que en nuestro propio país vienen realizando desde hace años organizaciones, bibliotecas infantiles y especialistas vinculados a la difusión del libro para niños. Paradójicamente este esfuerzo no ha obtenido los resultados deseables con respecto a la edición del libro álbum en Argentina, y su conocimiento por parte de los lectores.

¿Qué nos estamos perdiendo?

Para aproximarnos al libro álbum, de lo primero que debemos hablar es de su particular relación entre el texto y la imagen. Cuando tenemos un libro álbum en nuestras manos nos vemos sorprendidos por la presencia notable de la ilustración. Contrapunto de imagen y palabra, donde la imagen narra lo no dicho por la palabra, o la palabra dice lo dejado a un lado por la imagen. En un libro álbum la imagen es portadora de significación en sí misma y en diálogo con la palabra. Ilustración, texto, diseño y edición se conjugan en una unidad estética y de sentido. Nada es dejado de lado, el libro es un objeto artístico cuidadosamente elaborado en todos sus elementos.

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Fragmento de una ilustración de Anthony Browne para su libro Me gustan los libros (México, Fondo de Cultura Económica, 1992)

Frente a las predicciones apocalípticas del fin del libro a partir de la presencia hegemónica de la imagen, que supone el enfrentamiento de ambos lenguajes, algo así como libro vs. televisión, libro vs. Internet, nos encontramos con un tipo de libro que ha sabido reconocer la importancia de la imagen en nuestra cultura, haciendo de la conexión entre ambos códigos un lugar de experimentación e innovación de los libros para niños.

Un libro álbum se lee y se ve, o si se quiere, se lee de otra manera. ¿Limita la imaginación del niño lector la fuerte presencia de la imagen en estos libros? Así lo subraya una posición ampliamente difundida por algunas líneas didácticas que prohiben mostrar las ilustraciones de un libro durante la narración de un cuento infantil; posición que en definitiva desconfía acerca de las posibilidades imaginativas de los seres humanos.

Este tipo de libros nos sitúa en un concepto amplio de lectura no restringida al texto verbal, donde imagen y texto toman elementos del cine, la historieta, la publicidad, la plástica, los dibujos animados, los videojuegos, etc. El lector infantil entra así en conexión con diversas formas del acervo cultural actual y de la tradición, como parte del contenido de una historia pero también en la exploración de sus recursos y posibilidades formales.

Textos que se proponen como libros aparentemente destinados a los primeros lectores nos ofrecen las mayores rupturas estéticas dentro del campo de la literatura infantil.

Cuando la ficción habla de la ficción

Un texto ajustado a los modelos narrativos tradicionales, como suelen serlo los libros infantiles, tiende a volver invisibles sus técnicas de construcción. Lector y texto comparten ciertas reglas implícitas, cuyo ocultamiento permite el efecto de inmersión en la historia, empatía del lector con lo que se cuenta, más allá del cómo se cuenta, es decir de los procedimientos puestos en marcha en el texto. Sin embargo existen libros de literatura infantil que se proponen poner en evidencia la construcción de la ficción, tratando al texto como un artefacto construido mediante una serie de convenciones compartidas con sus lectores. Se trata de los textos que la crítica llama metaficcionales.

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Fragmento de una ilustración de Jörg Müller para su libro El libro en el libro en el libro (Barcelona, Ediciones Serres, 2002)

En el caso de la literatura infantil, un campo en el que prevalece un tipo de literatura conservadora, poco proclive a las innovaciones formales, las consecuencias de la literatura metaficcional son importantísimas. Muchos libros álbum transgreden y desenmascaran los presupuestos convencionales acerca de qué es lo adecuado o lo habitual en un libro destinado a los niños.

La metaficción produce un efecto desestabilizador en el lector, ya que al no siempre responder a sus expectativas sobre qué encontrar en el texto, desmonta no sólo la utilería de los textos sino también las herramientas con las que los lectores nos acercamos a ellos. En los libros infantiles esta invitación al lector es por lo general una invitación al juego, muchas veces también humorística. A partir de la lectura de estos libros metaficcionales los chicos pueden iniciarse simultáneamente en el conocimiento de las convenciones de la ficción, al mismo tiempo que leen distintas formas de transgresión de tales convenciones. Lo mismo podemos decir acerca de las referencias intertextuales, dado que a menudo los lectores infantiles conocen el referente citado a través de su parodia o aparición en un libro para chicos. Así por ejemplo Ensayo de un ballet en el escenario de Edgar Degas, puede llegar a un lector infantil a través de Olivia (4). En vez de considerar el desconocimiento de ciertas convenciones de la ficción, o la aparición de referentes nuevos, como un límite para la selección de los textos que leerán los chicos, es posible tomar estos textos como punto de partida para el acceso a tales convenciones y referentes (5).

El destinatario

Una de las características innovadoras del libro álbum es el destinatario que postula. No es fácil adoptar los usuales criterios de clasificación por edades con estos libros. Podemos decir que la distancia que separa los libros para chicos de los libros para adultos estalla cuando un lector tiene en sus manos un libro álbum. Las formas en que esto ocurre son diversas, pero podrían sintetizarse en el planteo de la lectura de este género como un juego en el que el lector está llamado a ser un partícipe privilegiado debido a que el significado sólo comienza a tramarse con él. Se puede decir que este encuentro lúdico ocurre con mucho de lo que se denomina arte, pero el libro álbum lo logra con procedimientos no muy hallables en la literatura infantil y juvenil, como los que antes detallamos.

Las ideas habituales acerca de lo que se considera leer son puestas en cuestión por este género. Como cuando la lectura de la imagen por parte de un niño que todavía no accedió a la comprensión del código escrito, le permite, gracias al juego propuesto por la imagen en algunos libros álbum, anticipar o contradecir el sentido que transmite el texto. Estos libros confirman que el niño sabe leer antes de leer, en el sentido clásico. En relación con estas posibilidades del libro álbum son interesantes las reflexiones del artista Ivan Pommaux (6):

"(...) es importante tener en cuenta la idea de que un niño que todavía no sabe leer, pueda comprender por sí mismo un libro que cuenta una historia actualizada, densa o compleja. (...) Por eso imagino a los padres de mi joven lector como rivales y trato de hacer todo lo posible por eliminar a esos rivales (aún sabiendo que nada reemplazará jamás la lectura que de un cuento hace la madre o el padre a su hijo)..." (7)

¿Por qué prácticamente no hay libros álbum en Argentina?

A las dificultades para acceder a los libros importados (8) (y ya no hablamos exclusivamente de los libros álbum), debemos sumar la ausencia de libros que, publicados en el extranjero por sellos editoriales con filial en Argentina, han dejado de distribuirse aquí. Este es el caso de libros de autores consagrados de la literatura infantil como Tomi Ungerer, Margaret Mahy, Michael Ende, Frank Tashlin, Janosch, Christine Nöstlinger, Roald Dahl, Katherine Paterson, Gianni Rodari, Arnold Lobel, Maurice Sendak, Helme Heine, por nombrar algunos.

La paradoja es tal que autores e ilustradores argentinos que publican en el extranjero, incluso en sellos editoriales con filial en nuestro país, no pueden ser leídos por los lectores argentinos.

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Fragmento de una ilustración de Chris Van Allsburg para su libro Los misterios del señor Burdick (México, Fondo de Cultura Económica, 1996)

En este oscuro panorama de títulos y autores ausentes, el libro álbum brilla por su inexistencia. Los libros álbum publicados en Argentina pueden contarse con los dedos de una mano. Sabemos que estos libros son caros en cuanto a su edición, pero no creemos que ésta sea una de las razones fundamentales y definitivas para impedir su publicación, más aún cuando entre los pocos libros álbum publicados en Argentina nos encontramos con un buen número perteneciente a editoriales pequeñas de poco poder económico. Este es el caso de Cándido de Olivier Douzou, de Ediciones El Hacedor y Ediciones del Cronopio Azul; El Señor Viento Otto de María Rosa Finchelman y Ayax Barnes, de Fínchelman Editora; 1492 de Jorge Cuello, editado por CEDILIJ; Los animales no se visten y Los animales no deben actuar como la gente de Judi Barret y Ron Barret, editados por Ediciones de la Flor; Los botones del Elefante de Noriko Ueno, de la misma editorial; la colección Ocho Lados de Ediciones del Cronopio Azul; la Serie del Tipito de Gustavo Roldán (h), Zoológico y Quiero ganar este concurso de Istvan, publicados por A-Z Editora.

Como hemos mencionado, el libro álbum implica un desafío. Desafío para el lector movilizado hacia nuevas formas de lectura que no se contentan con lo argumental y desvían la atención hacia su construcción formal, hacia el juego estético de los diversos lenguajes implicados. Desafío para los escritores e ilustradores de la literatura destinada a los chicos dispuestos a no poner límites a su búsqueda artística. Pero desafío también para los editores, mediadores (padres, docentes, bibliotecarios) y especialistas.

En el sistema de la literatura infantil actual en Argentina parece predominar la imagen de un lector cómodo en lo conocido. Se repiten colecciones y autores, cuando no mundos representados y temáticas cuya eficacia de venta, particularmente en las escuelas, parece estar ya probada. Ejemplo de esta tendencia es la proliferación en estos últimos años de libros literarios "políticamente correctos" que se ocupan de transmitir a los "futuros ciudadanos" contenidos sociales, ecológicos, etc. Libros que vienen como anillo al dedo para el desarrollo en las aulas de los contenidos curriculares. En otras palabras, cambiando de traje, más adecuado a los tiempos que corren, en los libros destinados a los niños y adolescentes es frecuente la preponderancia del elemento formativo por sobre su valor estético y literario, algo así como una idea de que los libros infantiles y juveniles deben servir para "algo más". Los temas cambian pero la intención y la posición paternalista del adulto frente al niño, libro mediante, permanece. Un niño lector al que se quiere instruir y sermonear. El problema radica cuando en los anaqueles de las librerías y de las bibliotecas, paulatinamente (y en este último tiempo de manera vertiginosa), los lectores descubrimos cada vez mayores ausencias, y que va quedando poco para elegir.

El libro álbum (9) no se adecua a este molde, a un estereotipo de "libro conveniente" para los niños. El libro álbum, como lo señalan especialistas de todo el mundo, rompe inercias, es heterodoxo (10), es desafiante; se sale de los cauces, implica búsquedas y riesgos. Aire puro para un lector respetado en su autonomía y libertad.


Notas

(1) Un síntoma de esta posición de inferioridad de la ilustración frente al texto es la aparición del nombre del ilustrador en letras pequeñitas en la contratapa del libro en algunas editoriales, incluso cuando se trata de libros en los cuales el papel de la ilustración es mayor que el del texto.

(2) Es necesario destacar la labor del Fondo de Cultura Económica de México, y su colección "Los especiales de A la orilla del viento", dirigida por Daniel Goldin, gracias a la cual hasta el año 2001 en Argentina disfrutamos de libros de excelencia artística y autores de reconocimiento internacional. En Venezuela, el Banco del Libro a través de Ediciones Ekaré difunde y publica libros de alto nivel estético tanto en su texto como en su ilustración y edición. Desgraciadamente Ekaré no ha tenido distribución en nuestro país.

(3) La mayoría de los trabajos teóricos realizados en torno al libro álbum no tienen distribución en nuestro país.

(4) Olivia, de Ian Falconer (México, Fondo de Cultura Económica, 2001; colección Los especiales de A la orilla del viento).

(5) En Imaginaria se publicó un listado bibliográfico sobre esta especie: "Libros álbum: libros para el desafío. Una bibliografía".

(6) Yvan Pommaux es un reconocido escritor-ilustrador francés de libros para niños. Es autor de la serie del detective John Chatterton, editada por Ediciones Ekaré de Venezuela: Detective John Chatterton (2000), Lilia (1999) y El sueño interminable (2002), entre otros libros álbum.

(7) Pommaux, Yvan. "La ruta de un artesano", en Enlaces con la crítica N° 4; Caracas, Banco del Libro/Conac, junio-septiembre de 2001.

(8) Los pocos libros importados que se encuentran en las librerías exhiben precios inaccesibles —producto de la devaluación de la moneda argentina frente al dólar o al euro— y, en consecuencia, no se venden y su distribución tiende a desaparecer en nuestro país.

(9) Nos referimos a las características innovadoras del libro álbum como género o tipo de libros, esto no excluye la posibilidad de encontrarnos con libros álbum pobres en su propuesta estética y/o literaria.

(10) "El álbum es heterodoxo, no sólo por lo que dice, sino sobre todo por cómo lo dice, y también por quien lo dice y para quien lo dice. Puesto que el álbum rompe inercias, tanto en la práctica editora como en la práctica lectora, ya que no siempre se puede precisar, cuando está entre tus manos, qué fue primero, si el huevo o la gallina, si el texto o la imagen, si la idea o el libro resultante, si se destina a un lector infantil o adulto..." Teresa Durán en "¿Qué es un álbum?", incluido en ¡Hay que ver! Una aproximación al álbum ilustrado (Salamanca, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 2000).


Bibliografía

  • A.A.V.V. El libro-álbum: Invención y evolución de un género para niños. Caracas, Banco del Libro, 1999. Colección Parapara-Clave.

  • Borrero, Lucía. "Narrativas de fin de siglo para niños y jóvenes". En Revista Latinoamericana de Literatura Infantil y Juvenil Nº 12. Bogotá, Fundalectura, julio-diciembre de 2000.

  • Colomer, Teresa. Introducción a la literatura infantil y juvenil. Madrid, Síntesis Educación, 1999.

  • Colomer, Teresa. La formación del lector literario. Salamanca, Fundación Germán Sánchez Ruiperez, 1998.

  • Durán Teresa. ¡Hay que ver! Una aproximación al álbum ilustrado. Salamanca, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 2000.

  • Guzmán, Mali. "Especiales A la orilla del viento. Entrevista con Daniel Goldin". En Revista Latinoamericana de Literatura Infantil y Juvenil Nº 12. Bogotá, Fundalectura, julio-diciembre de 2000.

  • Mariño, Ricardo. "Cambiando de tema...". En La Mancha. Papeles de literatura infantil y juvenil Nº 8. Buenos Aires, marzo de 1999.

  • Mariño, Ricardo. "El terreno donde crece la literatura infantil". En La Mancha. Papeles de literatura infantil y juvenil Nº 7. Buenos Aires, agosto de 1998.

  • Pommaux, Yvan. "La ruta del artesano". En Enlaces con la crítica Nº 4. Caracas, Banco del Libro/Conac, junio-septiembre de 2001.

  • Silva Díaz Ortega, Cecilia. "¡Qué libros más raros! Construcción y evaluación de un instrumento para describir las variaciones metaficcionales en el álbum". Tesis doctoral. Universidad Autónoma de Barcelona. Dir. Dra. Teresa Colomer Martínez. Barcelona, 2002.


Cecilia Bajour (cecibajour@infovia.com.ar) es Profesora en Letras. Se desempeña como docente en la Escuela de Capacitación (CePA), de la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Es miembro del equipo de coordinación académica del Postítulo de Literatura Infantil y Juvenil, y coordina la Cátedra Abierta "Nuevas miradas sobre la literatura infantil y juvenil contemporánea", ambas instancias organizadas por CePA. Participó como expositora en Jornadas y Congresos de la especialidad y coordina de talleres literarios infantiles y de adultos: Asociación La Nube "La calle de la lupa y el Ratón"; Trabajo cultural en barrios de la Ciudad de Buenos Aires; Programa "Filo y los pibes" de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires; Centro Cultural Borges; Centro Cultural La Salamandra.


Marcela Carranza es maestra y Licenciada en Letras Modernas de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). Como miembro de CEDILIJ (Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil) participó en el programa de bibliotecas ambulantes "Bibliotecas a los Cuatro Vientos" y en el equipo Interdisciplinario de Evaluación y Selección de Libros. Actualmente se desempeña como docente de literatura infantil en la Escuela de Capacitación (CePA) del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.


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