212 | LECTURAS | 1 de agosto de 2007

Entrevista con Beatriz Ferro, candidata por Argentina para el Premio Hans Christian Andersen 2008

por Graciela Perriconi


Beatriz Ferro.
Foto por Tamara Pinco

La Asociación Argentina de Literatura Infantil y Juvenil (ALIJA), sección nacional de IBBY (International Board on Books for Young People), nominó a la escritora Beatriz Ferro como candidata al Premio Hans Christian Andersen 2008. Los Premios Hans Christian Andersen son otorgados cada dos años por el IBBY a un escritor y a un ilustrador cuya obra completa signifique una contribución relevante a la literatura infantil y juvenil.

Para la categoría de ilustrador, ALIJA nominó por segunda vez a Isol, artista que en la última edición del premio (2006) quedó entre los cinco ilustradores finalistas.

El Jurado de los Premios Andersen 2008 está integrado por representantes de Argentina (la especialista Alicia Salvi), Bélgica, Canadá, Egipto, Francia, Nueva Zelanda, Rusia, España, Suiza y Estados Unidos. El anuncio de los ganadores se hará público durante la Feria del Libro Infantil de Bologna (31 de marzo de 2008) y la ceremonia de entrega tendrá lugar en el 31° Congreso Internacional de IBBY (7 de septiembre de 2008).

En este número de Imaginaria, ofrecemos una entrevista exclusiva con la escritora nominada, realizada por la editora y especialista en literatura infantil Graciela Perriconi, recientemente distinguida con el Premio Pregonero por su labor en la difusión del libro y la lectura.


Beatriz Ferro es, sin lugar a dudas, una de las más importantes autoras de literatura infantil que tiene nuestro país. Su aporte a la legitimidad del género ha sido por demás prolífico, como su producción. Beatriz, eficiente, meticulosa, obsesiva de sus propios escritos, nos ha regalado esta entrevista que ha cuidado mucho en que le sea "propia", sin dejar introducir bocadillo alguno para armarla.

Mi respeto a su trabajo constante y militante y a los aportes realizados no sólo en el campo de la escritura sino a ese secreto pacto entre ilustrador y autor que hacen que una obra infantil sea única e irrepetible si así fue tratada desde la edición, me inclinaron a hacerle algunas preguntas.

Desde su "precioso" Quillet de los niños (1), hasta la última de su obras publicadas, Beatriz consideró que la unión de la palabra con la imagen es una unión indeleble e imposible de eludir.

Los libros son productos estéticos y es allí donde ella ancla su paso por la literatura argentina en esta entrevista que, por cierto, es un fragmento de la mirada total que un especialista puede hacer de su obra.

Le agradezco a Beatriz sus libros, su profesionalismo y su sencilla y espontánea manera de responder; le agradezco que haya nombrado a tantos otros que nos hicieron disfrutar este género, a quienes la editaron como Boris Spivacow (2) y algunos artistas notables que ilustraron sus obras como Ayax Barnes, entre muchos, y especialmente la mención a Elena Torres, que creo fue y es su mejor intérprete.

—¿Cuándo y cómo se inició tu carrera de escritora para niños?

—Se inició mucho después de haber escrito una considerable cantidad de cuentos para chicos. En los primeros tiempos, urdir historias era un poco más que un pasatiempo que alimentaba mis flacos bolsillos con lo necesario para surtirme de óleos, témperas, blocks de dibujo, libros de arte y de los otros, y de todo lo relacionado con mis reales intereses: las artes plásticas, las artesanías, el diseño, y la arquitectura, con la que tuve un roce fugaz. También para gozar de un precioso tiempo libre en el que cumplíamos con la obligación de reformular el universo a partir de su recorte enmarcado por la ventana de un café.

Es curioso pero, como si la imagen me marcara el rumbo, mi primera entrevista con un editor —de Boris Spivacow se trataba— se debió a la iniciativa de una gran maestra del diseño, la ilustradora Agnes Lamm.

Lo cierto es que durante un buen tiempo me sentí embarcada en una nave que no recordaba haber abordado. Lo profesional llegó después, la palabra tardó en ganar espacio, y lo hizo, creo, no desplazando a la imagen sino apelando a nuevas formas y recursos que la instalaban en la escritura.

—¿Cuáles fueron o son los autores que alimentaron tu espíritu creativo?

—Yo diría que una disposición atenta, abierta, saca partido de todo, de lo más sublime y de lo calificado como vulgar. De joven uno picotea aquí y allá y todo es agua para el propio molino: Krazy Cat, el Quijote, Chejov, el Bagavad Gita, Baudelaire, Carson McCullers, Patoruzito, John M. Synge... (Tal vez también tendría que citar las Mil y una noches, el primer libro que debo haber manoteado como lo atestiguan mis garabatos infantiles que profanaron la bella edición.) ¿Autores que especialmente recuerde? En primer lugar, sin duda, está la autora de mis días; mi madre, dueña de una imaginación prodigiosa y gran sentido del humor, debería figurar como co-autora de mi libro Las locas ganas de imaginar (3).

—¿Cuántas colecciones creaste, cuántas están reeditadas y cuáles querrías volver a editar?

—Tengo muy presentes "Cuentos de Polidoro" en el Centro Editor de América Latina; El quillet de los niños en la editorial Arístides Quillet; "Los Cazacosas en Estrada; "Veo y Leo", junto a María Elena Walsh para Hyspamérica; "¡Arriba el telón!" para Página/12 (reeditada por el Grupo Editorial Norma) (4); "Historias fantásticas de América y el mundo", también a través de Página/12 (reeditada por Lugar Editorial) (5) y Pequeña Agenda (6) en Atlántida.

"Los Cazacosas", seis libros, acaba de reeditarse. Me encantaría que resurgiera Pequeña Agenda. Pero antes debo ocuparme de mis textos inéditos.

Portada
Tapa de Pulgarcita, de Hans Christian Andersen; traducido por Beatriz Ferro e ilustrado por Ayax Barnes (Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1967). Este fue el primer título de la colección "Cuentos de Polidoro", dirigida por Beatriz Ferro.

—Les has dado un lugar importante a la ilustración y al ilustrador. ¿Con quién trabajaste? ¿Cuáles fueron "los notables" que se formaron con vos y en qué proyectos?

—Supongo que el hecho de "formar" requiere la existencia de un maestro, y ese es un rol que al menos concientemente, nunca creí desempeñar. Más bien diría que, en ocasiones, me sentí bien acompañada cuando después de algunas reuniones y charlas los ilustradores acertaban, a mi criterio, con las necesidades del texto.

Entre los notables están Oscar Grillo que realizó sus primeros trabajos para nuestra colección de Eudeba y se "estrenó" luego en el Centro Editor; también Ayax Barnes que aquí se dio a conocer en "Cuentos de Polidoro", y Elena Torres que abordó por primera vez la ilustración con sus trabajos para la primera edición de Las locas ganas de imaginar. También Pez y Roberto Cubillas tuvieron sus primeras oportunidades en colecciones a mi cargo.

Además de los nombrados, en diferentes editoriales mis textos contaron también con las magníficas contribuciones de Sábat, Amengual, Oski, Clara Urquijo, Enrique Breccia, Carlos Nine, Alicia Charré, Ruth Varsavsky, Oscar Rojas, O'Kif, Gustavo Roldán...

Y, sin nombrarlas, pienso ahora en otras personas de gran talento que por circunstancias personales o exigencias del mercado debieron renunciar a su arte.

Por si aún quedan dudas sobre el lugar que ocupa lo visual en mi caso, aclaro que, en tareas de asesoramiento y dirección editorial, prácticamente todas mis propuestas fueron expresadas a través de los propios bocetos, ilustraciones y diseños de páginas.

También se ha dado el caso —Zapatos caminadores (7) es un buen ejemplo— de que, en el proceso de creación, mis bocetos y dibujos llevasen la delantera, y el texto apareciera luego como feliz acompañante.

—¿Hay algún ilustrador que te interprete? Si así fuera: ¿cómo lo hace y por qué creés que se identifica con tu forma de "mirar el texto"?

—No es fácil responder. Elena Torres es ejemplo de muy buen entendimiento. Pero también suele ocurrir —hablo de otros ilustradores— que tal trabajo diste mucho de lo que una había imaginado; a pesar de lo cual, con el tiempo, las imágenes me van domesticando, convenciendo, hasta casi seducirme. Suele ocurrir.

No hay un ilustrador ideal; cada texto plantea sus propias necesidades y formas de insinuarse.

—En tu escritura hay una progresión de temas, abordajes, personajes. ¿Podés hacer una evaluación de tu discurso literario?

—Nunca me lo planteé; no siento la necesidad ni sabría hacerlo.

—¿Cómo ves la inserción del ilustrador en la actualidad, sobre todo con la explosión de los libros-álbum?

Una forma de estímulo, bienvenido si es generador de la palabra, el relato hablado, comentado.

Sería lamentable que esas historias visuales sin texto alguno tuvieran como principal objetivo facilitar su comercialización a nivel mundial a espaldas de las diversas formas culturales y en calidad de única expresión válida o deseable.

—Has producido obras en todos los géneros, ¿cuál es el que más te satisface?

—El cuento y la poesía. Y no renuncio a la idea de poner en escena un espectáculo con mis canciones, entre juglaresco y circense. Como próximo paso, no estaría mal.

—No, no estaría mal... Sería una manera de insertarte en otro género... ¿Esperamos, Beatriz?


Notas de Imaginaria

(1) El quillet de los niños, obra lamentablemente agotada y descatalogada en la actualidad, es una enciclopedia de seis tomos que ideó, dirigió y redactó Beatriz Ferro. Y para darle ese carácter de "única e irrepetible", que menciona Graciela Perriconi en la entrevista, Beatriz convocó a cuatro grandes: Ayax Barnes, Enrique Breccia y Oski, para realizar las ilustraciones, y a Oscar "Negro" Díaz para componer el diseño gráfico. El quillet de los niños fue publicado por Editorial Argentina Arístides Quillet en Buenos Aires en 1970.

Portada(2) Para obtener más información sobre Boris Spivacow, editor legendario de la cultura argentina, se recomienda la lectura del libro Boris Spivacow. Memoria de un sueño argentino, entrevistas de Delia Maunás, con apéndices de Víctor Pesce y Carmen González de García (Buenos Aires, Ediciones Colihue, 1995. Colección Signos y Cultura).

Portada(3) Ferro, Beatriz. Las locas ganas de imaginar. Ilustraciones de Gustavo Roldán. Buenos Aires, Editorial Estrada, 1994. Colección Los Cazacosas.

 

Portada(4) Ferro, Beatriz. ¡Arriba el telón! Ilustraciones de Elena Torres. Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2002. Colección Torre de Papel, serie Torre Amarilla.

 

Portada(5) Ferro, Beatriz. Colección "Historias fantásticas de América y el mundo". Buenos Aires, Lugar Editorial, 2006. 9 títulos (El misterio de la caja de coco, El cisne rojo, El fuego y los cuentacuentos , Los dioses campeones, Aventuras de pícaros y honrados, Samba, el fanfarrón, La visitante de la Luna, Cuentos chinos de fantasmas y Una visita a los gigantes).

Portada(6) Ferro, Beatriz. Pequeña Agenda completa para las vacaciones y el colegio. Ilustraciones de Clara Urquijo y Julia Díaz. Buenos Aires, Editorial Atlántida, 1981. Reeditada por Aique Grupo Editor (Buenos Aires, 1989). Actualmente se encuentra agotada y descatalogada.

Portada(7) Ferro, Beatriz. Zapatos caminadores. Ilustraciones de Oscar Rojas. Buenos Aires, Editorial Estrada, 1994. Colección Los Cazacosas.


Graciela Perriconi (gracielaperriconi@fibertel.com.ar) es Licenciada en Letras y Filosofía y Doctora en Filosofía. Se ha especializado en literatura para chicos y cuenta con una extensa trayectoria como docente, editora y autora de ensayos educativos y literarios. También escribió cuentos para niños y poesía de forma ocasional, no sostenida. Dirigió colecciones de literatura infantil, de formación docente, coordinó el Área de Lengua, asesoró publicaciones y estuvo al frente del Departamento de Educación de la editorial El Ateneo. Fue la creadora de los Ateneos bibliotecarios, grupos de capacitación a cargo de los propios docentes bibliotecarios. En 1983, fue Coordinadora y autora del primer proyecto de formación de docentes para el Jardín Maternal. Actualmente se desempeña como profesora en institutos de formación docente, en el profesorado de disciplinas industriales de la Universidad Tecnológica Nacional, y como asesora de Lengua y directora de colección de literatura infantil en la editorial e.d.b. Se encuentra escribiendo una tesis en literatura infantil sobre los cambios que se produjeron en la literatura de nuestro país a partir de 1983. Entre los libros de su autoría se encuentran: El libro infantil: una propuesta crítica , Cómo formar chicos lectores, La poesía infantil (en coautoría), Sólo para adolescentes —editados en El Ateneo—, Cómo formar chicos escritores (Buenos Aires, Cesarini Editores) y Cuentos cortitos (Buenos Aires, Magisterio del Río de la Plata).

En 2007 la Fundación El Libro, organizadora de la Exposición Feria Internacional de Buenos Aires-El Libro del Autor al Lector, le otorgó el Premio Pregonero, distinción que se concede anualmente a los difusores de la literatura infantil y juvenil.


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