154 | LECTURAS | 11 de mayo de 2005

"Cuando imagino a quién llegará el libro, me gusta pensar en una mente inquieta y juguetona más que en un lector de una edad determinada. En un par." Entrevista con Isol

por Roberto Sotelo

Dibujo de IsolIsol ilustra, escribe y diseña libros para niños y, además, su actividad abarca otras disciplinas artísticas: plástica, poesía, historieta y también música (es la voz del trío musical Entre Ríos y forma parte como soprano de un grupo de música barroca y renacentista). Sus libros, como autora o ilustradora, circulan por el mundo dentro de los catálogos de importantes editoriales de México, España, Francia y Argentina.

En la sección "Autores" preparamos un informe sobre su trayectoria y su obra, y también publicamos la reseña de Marcela Carranza sobre su libro Piñatas, obra que ganó el Premio Destacados de ALIJA 2004, en la categoría "Libro Total", por la calidad de su texto, ilustración y diseño. Completando este panorama, nos entrevistamos con Isol para conocer su opinión sobre temas relacionados con la literatura y la edición de libros para chicos y jóvenes.

—Tu primer libro para chicos, Vida de perros (1), aparece siendo vos muy joven y en una colección de lujo (2), al lado de figuras legendarias en el libro para niños como Anthony Browne, Chris Van Allsburgh o Satoshi Kitamura. ¿Cómo llegaste a publicar ese libro que dio comienzo a tu trayectoria como autora de libros-álbum?

—La verdad es que tuve mucha suerte, ya que empecé publicando en la editorial que me parece la más importante de América latina, y donde veía estos a grandes autores publicados. Quizás por eso me animé a presentarles mi primer proyecto en su concurso "A la orilla del viento", porque me parecía que se animaban a editar cosas originales y artísticas. El premio no lo gané, pues el jurado consideró que mis personajes eran demasiado alocados para ellos (aunque creo que utilizaron la palabra "psicóticos") pero el editor, Daniel Goldin, se enamoró del libro. Recibí una mención honorífica y fue publicado. Yo estaba en las nubes, de cualquier forma, aunque tuvimos muchas discusiones acerca de los dibujos ("que achicara las sonrisas", "que los colores", etc.). Tuve que entender sus códigos y explicar muchas veces mis elecciones, pero todo salió muy bien. A partir de allí publiqué en el Fondo de Cultura Económica a menudo, con mucho respaldo por parte de la editorial. Creo que me tomaron como su "descubrimiento",¡y yo, feliz de que me descubran!

—Ya que mencionás la figura del editor me gustaría preguntarte cómo es —en tu experiencia— la relación editor-autor; ¿cómo sentís el trabajo del editor sobre tu obra?

—Me gusta trabajar con editores apasionados por lo que hacen, siento que van a respaldar el libro una vez que salga, que van a defenderlo como una opinión propia, y eso es muy importante. Porque un libro puede ser bárbaro pero si nadie lo mueve, o si sale mal impreso, no existe, y eso es muy triste.

Me gusta poder respetar a mi editor y que él me respete como autora, en cuanto a que cada uno sepa que el otro sabe lo que hace y tiene confianza en eso. Con Daniel Goldin (ex director de la parte de libros infantiles del Fondo de Cultura Económica) tuve algunas discusiones tremendas, pero aprendí mucho porque el nivel de las discusiones te obliga a plantearte muchas cosas, y a aprender del otro. Por eso podemos seguir trabajando bien juntos, por esto del respeto mutuo.

Creo que un buen editor se nota en los libros, en la calidad de una colección, y como siempre busco editoriales a las que elijo por su producción, en general he tropezado con excelentes editores. También una colección es la mirada del director, así que es muy importante que éste sea sensible e inteligente, y para mi caso, que esté buscando un perfil más artístico que comercial, ¡lo cual no quiere decir que esto no pueda luego redundar en un éxito de ventas! Pero hay que saber cómo colocar este tipo de productos.

Una mención especial es para Vicente Ferrer, editor de Media Vaca (3), quien ha inventado esa maravillosa editorial que ha ganado todos los premios, y se involucra de una manera totalmente íntima con cada proyecto, también porque él mismo se ocupa de todo (¡así está, medio quemado!). Es cierto que sacan unos pocos libros al año, pero cada detalle está cuidado al máximo. Trabajamos muy bien juntos.

Acá en Argentina, Istvansch y Rosario Charquero, de Del Eclipse, están apostando por una línea de libros-álbum, y les está yendo muy bien. Porque la apoyan, no tienen dudas de que lo que están publicando está buenísimo, que va a ser un éxito, y esa sensación nos la transmiten a los que publicamos, y te alienta a dar lo mejor de vos. Y cuanto más propio, mejor, y cuanto más rompas tus propios límites, mejor. Con editores así, me da un vértigo loco por hacer cosas.

—Prácticamente toda tu obra como autora integral (realizando tanto el texto como las ilustraciones de los libros) se encuentra en catálogos de editoriales extranjeras. ¿Esto tiene una explicación o sólo es casualidad? (La pregunta sí tiene una explicación y te la formulo porque creo que el tipo de libro que vos producís encuadra perfectamente en la categoría de "libro-álbum" y esa categoría —por varios motivos— tiene serias dificultades para editarse en nuestro país.)

—Bueno, en realidad, fui a buscar trabajo adonde veía que hacían lo que yo quería hacer, o sea libros-álbum, con textos e ilustraciones de calidad y buena edición, y en mi biblioteca no había casi ninguno de esas características publicado acá recientemente. Y yo compro bastantes libros. Entonces naturalmente, uno va a las fiestas donde siente que lo están invitando ¿no?

También tuve la oportunidad de viajar y ver lo que se estaba haciendo en Europa (especialmente en España, Francia y Alemania), en una línea que me entusiasma mucho, y esos libros no se veían aquí, por cuestiones de presupuestos pero también porque los editores recién ahora están apostando por libros más personales, no didácticos, con pretensiones artísticas que van más allá de si son para niños, jóvenes o ancianos. Y en estos viajes pude mostrar mi trabajo y hacer algunos contactos que de a poco fueron dando frutos. También el respeto hacia el autor en estos países es más grande, y el trabajo se hace con tiempo y dedicación, cosas que lamentablemente a veces faltan en nuestro querido país. Por ejemplo, cuando empecé a trabajar con Fondo de Cultura Económica (en 1997), ellos tenían muy claro que el ilustrador cobra derechos de autor, y aquí todavía hoy, algunos editores y escritores te miran con caras raras. También hay miedo a correr riesgos artísticos, todo tiene que ser un negoción, y todo el tiempo te encontrás con imposibles. Y es cierto, estamos en un país pobre y las editoriales no tienen subsidios como en otros países. Pero habiendo tanta gente talentosa, la pobreza artística en la producción parece inexplicable.

De todos modos, esto está cambiando drásticamente. De hecho, en el 2004 publiqué con Sudamericana de Argentina y, al año siguiente, con Ediciones del Eclipse, en las condiciones en que me gusta trabajar, lo cual me pone muy contenta (4). Porque es muy elegante decir que una publica afuera, pero da pena que no puedan verlo los amigos, tu entorno, tu mundo cercano.

Lo que apena también es que muchas de los colegas y amigos que más me ayudaron y con quienes compartía miradas, (como Gustavo Roldán hijo, Elenio Pico, Ral Veroni, Sergio Kern, y otros más) ahora viven en España. Pero la otra cara de la moneda es que los que se quedaron empiezan a montar proyectos editoriales irreverentes, como el sello Pequeño Editor (con Diego Bianki a la cabeza) y la colección "Libros-álbum del Eclipse" (¡donde Istvan está poniendo toda la carne al asador!) y de pronto estos mismos amigos emigrantes publican ahora acá desde allá, como una vuelta del destino.

Pero cerrando la respuesta a tu pregunta, la verdad es que me manejo por proyectos que me interesan, y se fue dando que las mejores propuestas surgieron de editoriales extranjeras. Como tengo la suerte de poder trabajar desde aquí, y además la paga es mejor, no me preocupé por no publicar acá, salvo de vez en cuando en alguna revista.

—Los casos argentinos que citás son proyectos muy recientes —también pequeños en su dimensión— y de editoriales independientes. ¿Qué pasa aquí con las grandes editoriales? ¿Qué respuestas obtiene un autor cuando, como en tu caso, se presenta con la maqueta de un libro-álbum bajo el brazo?

—La verdad es que no tengo mucha experiencia con eso, porque no lo he intentado, al tener ya trabajo para estas grandes editoriales de afuera. Creo que eso mismo (tener material publicado), me ayudaría en caso de que quisiera publicar acá, no sé, últimamente me están ofreciendo cosas. El año pasado trabajé con Sudamericana, que editó El cuento de Navidad de Auggie Wren, pero no fue un proyecto desde cero, ellos me llamaron porque querían editar este texto, y al fin se decidieron a usar las ilustraciones que yo había hecho para la edición que hizo Lumen en España (son del mismo grupo editorial) (5), con algunas nuevas que hice especialmente. La editora Mariana Vera (6) se apropió del proyecto y eso fue muy bueno. Pero a la vez, al estar dentro de una editorial grande, los directores de colección no siempre pueden hacer o "arriesgarse" a hacer cosas distintas de las que funcionan comercialmente o son baratas de producir.

Creo que la respuesta a esta pregunta la podés obtener cuando ves que estas pequeñas editoriales nuevas están captando gente que no sentía esa libertad o cuidado para sus proyectos en otros lados.

—Existe una polémica (velada, pero que recurrentemente aflora a la superficie y trasciende) entre editores, escritores e ilustradores sobre el cobro de derechos de autor. Creo que falta mucha discusión entre las partes sobre este tema tan delicado y que, de alguna manera, repercute negativamente en la calidad de la producción editorial. Para vos, ¿por dónde habría que buscar la punta del hilo para desenredar la madeja? Dicho de otra forma, ¿es una cuestión que se resolvería estableciendo porcentajes entre las partes? ¿Todo libro ilustrado entraría en este patrón? Por tu experiencia con editoriales extranjeras, ¿es un conflicto local o también se repite en otros países?

—Cuando empecé a trabajar, al venir del cómic (donde el dibujante cobra más que el escritor), realmente me pareció que era obvio que el dibujante era "autor" en un libro-álbum, y no me preocupé por el tema porque mis primeros libros fueron también escritos por mí. Pero luego me enteré por otros, y en alguna reunión con escritores lo vi, que los escritores se sentían avasallados en sus derechos por este tema del ilustrador como autor. El tema es complejo, y creo que lo tiene que legislar alguien que sepa, para que sea justo para todos. Que no sea una decisión subjetiva de las editoriales. En México, España y Francia, la división (de los derechos de autor) es en mitades iguales, por lo menos en los libros-álbum. Pero a veces el porcentaje es mayor para alguno si ése es más reconocido —por ejemplo Paul Auster— y ahí uno verá si le conviene o no, si redunda en otro tipo de ganancia posterior aparte de los derechos puntuales.

Creo que hay que ubicarse cada uno con respeto hacia el otro y su trabajo, y desde ahí discutir qué es lo justo.

Pero como muchas personas no saben leer imágenes, no notan el trabajo de concepto que puede haber tras ellas, la cantidad de variables que hay que tener en cuenta, toda la responsabilidad que tiene el dibujante de un libro. La misma que el escritor. Así, habrá textos más brillantes y menos, e ilustradores más lúcidos que otros, pero lo básico es que la legislación esté clara, que haya un acuerdo básico para empezar luego a discutir segun cada libro en particular.

Me da risa cuando oigo a un escritor decir ¡pero yo traje la IDEA del libro!, como si la idea argumental de un libro fuera lo más importante. ¿Y la IDEA gráfica? Esa no la trae el escritor, y el mismo texto puede dar pie a miles de tratamientos distintos. En el cine es claro, con un guión se puede hacer muchos tipos de películas, y quizás el argumento no cambie. Y nadie duda de que el director es "autor" en un film ¿verdad?

Creo que, de a poco, estas discusiones cambiarán a partir de entender y respetar y conocer el trabajo de los ilustradores. Y nosotros como dibujantes, tenemos que ocupar ese sitio de autores, con toda la responsabilidad y libertad que eso también trae.

—Si es que lo hacés, ¿en qué tipo de lector pensás cuando estás trabajando en un libro? ¿Existe ese referente en el momento de la creación o bien durante la producción de una obra?

—La verdad es que lo único que pienso es que el libro tiene que ser bueno. Y el criterio que uso para definir esto es básicamente mi gusto personal, como cuando hacía cuadros o poesía. Sé que estoy dentro de un género, que sería el libro-álbum, que tiene que ser comprendido por un niño, pero que eso no implica que no pueda tener varios niveles de lectura. Esos son los libros que yo adoro, y que me marcaron de niña.

A nivel ilustración, me manejo de acuerdo a mis referentes pictóricos (son muchos y cambian, pero debo mencionar a DuBuffett, la pintura oriental, Schiele, Miró…) y también tengo mucha escuela de cómic de autor, como la obra de Breccia, o Winsor McKay (el de Little Nemo), aparte de todo lo que se va produciendo ahora y que me interesa. En algún lugar, yo pienso en esas miradas, las de mis maestros, en la de la gente que admiro.

Eso me lleva a ser bastante exigente conmigo, pero así pienso que será el lector que lea el libro, no lo subestimo nunca.

Mi deseo es que lo que hago pueda evocar ese tipo de placer como el que yo siento al ver esas obras que tanto disfruto, esos libros. Un placer que te entusiasma y te da ganas de hacer y pensar cosas que no habías previsto. Lo mismo me pasa con los textos, que trabajo desde mi amor por determinada poesía absurda, intentando hacer textos potentes e inteligentes, y nunca solemnes. Cuando imagino a quién llegará el libro, me gusta pensar en una mente inquieta y juguetona más que en un lector de una edad determinada. En un par.

—Antes mencionaste los libros de tu biblioteca y aquellos que te "marcaron de niña". ¿Quiénes son esos autores o esas obras que te influenciaron desde pequeña? Y también —porque uno se nutre de lecturas constantemente— quiénes te atraen ahora?

—A ver…Una experiencia importante fue tener una colección completa de "Los Cuentos de Polidoro", que editaba el Centro Editor de América Latina. Cuentos mágicos y leyendas latinoamericanas, canadienses, inglesas, etc.; ilustrados por gente como Sábat, Napoleón, Alba Ponce, I. Corbalán, Amalia Cernadas, Ayax Barnes, contados por Beatriz Ferro, Cristina Gudiño Kieffer, y otros. ¡Todos los cuentos están ilustrados de una manera tan personal y creativa!, con diferentes técnicas y maneras de mirar muy expresivas. Es un trabajo excelente, que mezcla grabados, pintura, crayones, marcadores, estilo románico, pop... Los miro ahora y todavía me parecen de una calidad increíble. ¡Qué suerte que aún los tengo! La fecha de impresión dice "Septiembre de 1968". ¡La imaginación había tomado el poder, realmente, en esta editorial! Y cómo se nota lo que pasó después, qué desastre…en fin.

Lo hermoso es que los chicos que tuvimos estos libros nos acordamos mucho de estas imágenes con tanta potencia, y algunos hoy somos ilustradores tal vez a partir de la libertad y alegría que pudimos ver en estas obras. No sé si Polidoro nos crió y la vida nos juntó pero ha sido una sorpresa encontrar que muchos de mis amigos habían tenido estos libros.

También tuve la suerte de que mis padres tuvieran muchos libros de pintura. Recuerdo uno que se llama Modern Primitives, un libro con obras de Rousseau, entre otros, que me encantaba mirar de chica e inventarle los títulos a los cuadros (que figuraban en inglés).

Las historias que leía de niña podían ser variadas, pero Los Caballeros de la Mesa Redonda fue un libro que nos leyó mi papá un capítulo por noche antes de dormir, y siempre me encantó. Esas aventuras de ir a lo desconocido, de simbolos y destinos inexorables, y magia; de gente que no se sabe si es mala o buena, o son las dos cosas.

De más grande, por supuesto Alicia en el País de las Maravillas y A través del espejo, con esa nena que se veía en un mundo ridículo, al cual había que seguirle la corriente para no ahogarse, sin saber si el riesgo es en serio o no, pero por si acaso... Esa sensación me es muy próxima, y mis personajes tienen esa característica de estar un poco peleados con la realidad, de desconfiar un poco de lo que les dicen que es lo real. Quizás por esto en mi adolescencia me enamoré de los dadaístas y surrealistas, con toda su carga de rebelión y juego. Y leo aún a Prevert y Michaux si quiero entusiamarme un rato. También vuelvo a Boris Vian. Y me gusta la poesía zen, los haikus, ya que son tan abiertos y misteriosos (por lo menos para mí) que me airean la cabeza un poco.

En general compro bastantes libros álbum cuando viajo, tengo una colección que me enorgullece y me encanta compartir. Lo último que compré fue un libro de Chris Ware (hace cómics, pero eso no dice lo que hace, en verdad), y otro de pintura japonesa. Sigo recomendando a Sartre más que a Houellebecq, creo que he leído todo lo de Raymond Carver y Salinguer. Me gustan cosas de Paul Auster (La invención de la soledad y La música del azar, en especial) y John Irving. Leo novelas, cuentos y poesía, muy desordenadamente porque en estos tiempos no tengo mucho tiempo libre de trabajo. También disfruto mucho de escuchar buenas letras de canciones, como las de Nick Cave, que son muy visuales y todo el tiempo me dan ganas de hacer algo con ellas (aparte de cantarles encima, claro). Y voy muchísimo al cine, me interesa mucho ese medio narrativo y me gustaría alguna vez hacer algo al respecto.


Notas

(1) Isol. Vida de perros. México, Editorial Fondo de Cultura Económica, 1997; colección Los especiales de A la orilla del viento.

(2) Nos referimos a la colección de libros-álbum "Los especiales de A la orilla del viento", de la editorial mexicana Fondo de Cultura Económica, dirigida en esa época por Daniel Goldin.

(3) Editorial Media Vaca, de Valencia, España (www.mediavaca.com). Para esta editorial, Isol realizó las ilustraciones del libro Aroma de galletas, de Antonio Fernández Molina (1999).

(4) Isol se refiere a los libros El cuento de Navidad de Auggie Wren, de Paul Auster (Buenos Aires, Sudamericana, 2003) y Piñatas. (Buenos Aires, Ediciones del Eclipse, 2004; colección Libros-álbum del eclipse.

(5) El libro de Paul Auster fue editado por Lumen como El cuento de Auggie Wren (Barcelona, 2003).

(6) Mariana Vera realizó la traducción y edición de El cuento de Navidad de Auggie Wren, de Paul Auster (Buenos Aires, Sudamericana, 2003).


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