227 | RESEÑAS DE LIBROS | 5 de marzo de 2008

 

por Marcela Carranza

En la sección "Lecturas" de este número, publicamos el artículo "El predominio de 'lo nacional' en la edición y lectura de libros para niños y jóvenes", preparado por Marcela Carranza. En la nota, la autora analiza algunos aspectos sobre la edición y circulación de la literatura infantil en nuestro país. Para acompañar con algunos ejemplos esas reflexiones, Carranza comenta a continuación tres obras que lamentablemente no son asequibles en Argentina:

  • Tristán encoge, de Florence Parry Heide con ilustraciones de Edward Gorey (Editorial Alfaguara / Descatalogado).


Los tres bandidos
Tomi Ungerer
Ilustraciones del autor.
Traducción de Marc Taeger.
Valladolid, Editorial Miñón, 1975. (Edición histórica, descatalogada.)
Madrid, Editorial Alfaguara, 1977. Colección Infantil Alfaguara; Serie Álbumes de bolsillo. (Reedición histórica, descatalogada.)
Sevilla, Kalandraka Editora, 2007. Colección Libros para soñar. (Reedición actual.)

Los tres bandidos fue editado por primera vez en 1961 y traducido a treinta idiomas. A cuarenta y seis años de su aparición este libro-álbum continúa siendo innovador tanto si consideramos la caracterización de sus protagonistas, como la historia que se cuenta o la originalidad de sus ilustraciones.

El predominio de negros y azules en las imágenes de Tomi Ungerer da como resultado una estética poco habitual en los libros para niños.

Azules y negros para construir la ambientación nocturna que da marco a las andanzas de los terribles bandidos, así como el halo de misterio que los envuelve desde su misma presentación en la tapa del libro.

"Eranse una vez tres feroces bandidos de negra capa y negro sombrero."

Con estas palabras se da inicio a la historia, una pocas palabras que resultan suficientes para caracterizar a los protagonistas; sin embargo es su representación gráfica la que otorga a estos personajes su inolvidable identidad: una línea ondulante que diferencia las capas negras del fondo azul, tres sombreros con forma de hongos, algunas líneas para definir los cabellos y delimitar el rostro, y por debajo de los sombreros los ojos apenas asomados. La imagen gráfica de los tres bandidos, al igual que las pocas palabras que los esbozan, se construyen a partir de una síntesis despreocupada de toda representación realista y que otorga a las siluetas extremadamente enigmáticas de estos personajes un halo de humor y candidez verificable en la detallada explicación de su ingeniosa técnica delictiva.

Como sus protagonistas, la historia también hace gala de una extrema sencillez y buscada ingenuidad: los terribles bandidos, ante cuya vista hombres, perros y mujeres huyen de miedo, se encariñan con Úrsula, una niña huérfana, la única que no se asustó al verlos y no sólo deciden quedarse con ella, sino que por primera vez resuelven qué hacer con el dinero acumulado producto de sus fechorías. Convertidos en verdaderos filántropos, los tres bandidos deciden comprar un castillo precioso donde llevar a vivir a todos los niños abandonados. La última imagen del libro nos muestra la ciudad surgida de la acción caritativa de los ex bandidos. En ella destacan tres imponentes torres coronadas por techos con la forma de los sombreros característicos. Un cierre humorístico para esta historia de tiernos criminales que nunca se dejaron tomar demasiado en serio.


La aventura formidable del hombrecillo indomable
Hans Traxler
Ilustraciones del autor.
Traducción de Miguel Azaola.
Madrid, Ediciones Altea, 1981. Colección Altea benjamín. (Edición histórica, descatalogada.)
Madrid, Editorial Anaya, 2007. Colección Sopa de libros. (Reedición actual.)

(La revolución humorística) "Es una subversión profunda y definitiva, porque pretende abrirnos las cárceles más herméticas, que son las de nuestra mente. Y a la cabeza de esta magna revolución, en busca de esta libertad flamante, marcha el humorismo absurdo, que se burla de la rigidez de la lógica, acompañado con frecuencia por la poesía."

Eduardo Stilman

El humor absurdo es una de las formas más inquietantes de la literatura, y también una de las más recurrentes en la literatura infantil tanto en su vertiente oral como escrita. Edward Lear (1812-1888) y Lewis Carroll (1832-1898), dos grandes de la literatura universal, dedicaron su obra para niños a este género. Y los niños (mientras más pequeños mejor) se desenvuelven en el mundo del sin sentido con una soltura envidiable.

Según señala Eduardo Stilman (1), el humor absurdo emplea dos métodos principales: uno, utilizado por Carroll en sus Alicias, pero también por Franz Kafka en gran parte de su obra, "consiste en la representación metafórica del caos, en la postulación de un universo regido por el desorden". El otro, frecuentemente identificado con la poesía, "se limita a la enunciación desapasionada del disparate", y ha dado lugar a la literatura del nonsense. Esta última variante, quizás más amable que la primera, es la que parece guiar al indomable hombrecillo del checo Hans Traxler (1929) a través de sus aventuras en este pequeño libro.

En La aventura formidable del hombrecillo indomable gran parte del peso humorístico recae sobre la ilustración que domina cada página y en particular sobre la figura del protagonista: un anacrónico hombrecito de sombrero panamá, nariz y orejas enormes, bigotes, medias a rombos hasta las rodillas, traje con remiendos, zapatones y bastón. Personaje que parece escapado de una vieja película del cine mudo, un pariente cercano de Buster Keaton o los Hermanos Marx.

La ridícula grandilocuencia del título del libro coincide con la apariencia del digno caballero que en la tapa estruja una esponja gigante.

El acontecimiento que inicia la historia no podría ser más nimio: "Un hombrecillo un verano / encontró una esponja a mano". Pero la ilustración nos muestra que aquí todo es exagerado y está fuera de lugar.

Textos e imágenes desenvuelven vertiginosamente una cadena de situaciones alucinantes e imprevisibles. Cada página, cada imagen nos presenta un escenario diferente, con personajes y acontecimientos inesperados que aparentan estar enlazados tan solo por la musicalidad de la rima; sin embargo no podemos decir que los acontecimientos padecidos por el indomable hombrecillo carezcan de relaciones lógicas. Si en nuestra vida cotidiana organizamos los hechos mediante relaciones de causa y efecto, de igual modo sucede en esta historia donde todo tiene su por qué, aunque las causas y los efectos no son los acostumbrados y esperables. En el mundo del hombrecillo indomable las esponjas pueden causar inundaciones si son estrujadas, una multitud de gallinas complacientes pueden transportarnos al otro lado del mundo.

Una vez iniciada la lectura, personaje y lector se ven arrastrados de manera involuntaria a lo largo de toda clase de acontecimientos "formidables", sólo queda aceptar la suerte y esperar resignado lo que vendrá. Eso sí, no habrá lugar para el descanso o éste será muy breve, incluso cuando las correrías del hombrecillo parecen haber finalizado en la placidez de un cráter lunar.


Tristán Encoge
Florence Parry Heide
Ilustraciones de Edward Gorey.
Traducción de Agustín Gervás.
Madrid, Editorial Alfaguara, 1986. Colección Infantil Alfaguara; Serie Álbumes de bolsillo. (Edición histórica, descatalogada.)

"Aunque, sin embargo, con todo y con ello, si bien, naturalmente, se puede admitir esto y lo otro y lo de más allá, es posible incluso… Porque, claro ¿dónde no suceden cosas absurdas? Y es que, no obstante, si nos paramos a pensar, seguro que hay algo en todo esto. Se diga lo que se diga, sucesos por el estilo ocurren en el mundo. Pocas veces, pero ocurren."

Nicolai Gogol (La nariz)

En 1977 Tristán encoge recibió el Premio Gráfico Per L' Infanzia Fiera Di Bologna por las ilustraciones de Edward Gorey y hoy, treinta años después, ya no existe en las librerías. Siguiendo el estilo que domina su obra, Gorey recurre en las ilustraciones al trazo de tinta negra sobre papel, aunque a diferencia de otras obras en este libro el blanco suele dominar la imagen, y el rayado minucioso se limita a algunos detalles como alfombras y vestidos de los personajes. Si bien no es suyo el texto (2), la temática del niño solitario en un mundo de adultos indiferentes hasta el absurdo a sus necesidades y requerimientos continúa la línea de muchos de los libros en los que Gorey es autor integral. La imagen del empequeñecido Tristán apenas asomado al borde de la mesa del desayuno puede recordarnos incluso al pequeño Neville de The Gashlycrumb Tinies (Los pequeñines macabros).


Ilustración de Tristán encoge.


Ilustración de The Gashlycrumb Tinies (Los pequeñines macabros).

El título no podría ser más lacónico ni preciso: este niño, a diferencia de la gran mayoría, en lugar de crecer está disminuyendo de tamaño. Semejante acontecimiento sucede en el más normal de los ámbitos: el de una familia de padres ocupados en sus asuntos, de docentes cuya lógica del mundo no les permite ver ni actuar más allá de lo esperable, de adultos cuyo discurso plagado de lugares comunes se vacía de sentido bajo circunstancias en las que no puede sostenerse, aún cuando nadie parece notarlo.

Frente a su disminución el único que está sorprendido y preocupado (aunque no tanto como era de esperarse) es Tristán. Ante el hecho consumado de su paulatino empequeñecimiento Tristán decide irse adaptando a las circunstancias: se viste con ropa del año anterior, guarda sus pertenencias en estantes más bajos de los habituales... La situación es terrible, encoger tiene un límite: la desaparición. Y sin embargo estamos ante un texto humorístico. Que un hombre pierda su nariz y ésta ande por allí como consejero de Estado, para finalmente regresar como si tal cosa a las mejillas de su dueño es de hecho un imposible, a la vez que algo bastante morboso y aterrador. Pero que nadie parezca demasiado sorprendido ante semejante escándalo de la razón es el colmo de la literatura; como bien lo señala el narrador de "La nariz" de Gogol al finalizar su relato. Más o menos de este modo suceden las cosas en el cuento de Parry Heide. De este cortocircuito entre el acontecimiento que desafía las reglas y las palabras con las que solemos organizar el mundo "real" y la indiferencia de todos los que participan del mundo del texto surge el efecto humorístico.

En el mundo de Tristán los adultos sólo se preocupan por acatar las reglas. La normativa adquiere de este modo valor en sí misma más allá de su aplicación o no a las circunstancias. De este modo una especie de "deber ser" absurdo y cruel se impone a Tristán, en una sordera generalizada que ignora lo que el niño está padeciendo.

"Cuando entró en clase, su profesora dijo: «La clase de párvulos es al fondo del pasillo, bonito.»

«Soy Tristán», dijo Tristán.

«Si eres Tristán, ¿por qué estás tan pequeño?», dijo la profesora.

«Porque estoy menguando», dijo Tristán. «Estoy encogiendo».

«Bueno, pase por hoy», dijo la profesora. «Pero ocúpate de solucionarlo para mañana. En esta clase no menguamos.»"

Cambiar de tamaño y perder con ello la seguridad de la propia identidad es algo que ya les ha sucedido antes a otros personajes célebres de los libros para niños. Como Alicia, Tristán descubre que puede regular su tamaño, sólo que para ello en lugar de beber el contenido de una misteriosa botellita o ingerir un hongo, debe mover las fichas en el tablero de "El GRAN JUEGO PARA LOS NIÑOS QUE CRECEN", un juego adquirido a través de una caja de cereales. Un desenlace tranquilizador en la medida en que ofrece un motivo, sobrenatural, algo ridículo, pero motivo al fin, y una forma de controlar el hecho inaudito parecieran dar cierre al cuento. Sin embargo y afortunadamente la historia no finaliza allí. Tristán descubre que nuevamente algo extraño le está sucediendo a su cuerpo, sólo que esta vez decide no decírselo a nadie. "Si no lo digo, no lo notarán" reflexiona para sí el niño, y efectivamente las palabras de la madre de Tristán con las que finaliza el relato, lo confirman.


"La madre de Tristán entró. «Por favor, cariño, baja un poco el volumen», dijo. «Vienen los Smedley a jugar al bridge. Y por favor, cariño, péinate antes de que lleguen», dijo su madre mientras volvía hacia la cocina."


Notas

(1) Stilman, Eduardo (Selección y notas). Nota introductoria a El humor absurdo. Buenos Aires, Ediciones Siglo Veinte, 1977. Pág. 9.

(2) Nota de Imaginaria: Edward Gorey también ilustró el libro El tesoro de Tristán (Madrid, Alfaguara, 1988), otra historia de Florence Parry Heide con el mismo niño protagonista.


Foto de Marcela CarranzaMarcela Carranza (garrik@fibertel.com.ar) es maestra, Licenciada en Letras de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina), y Magíster en Libros y Literatura para Niños y Jóvenes (Universidad Autónoma de Barcelona-Banco del Libro de Venezuela-Fundación Germán Sánchez Ruipérez). Como miembro de CEDILIJ (Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil) formó parte de la coordinación del programa de bibliotecas ambulantes "Bibliotecas a los Cuatro Vientos" y del equipo Interdisciplinario de Evaluación y Selección de Libros. Publicó artículos en revistas y participó como expositora en congresos de la especialidad. Actualmente se desempeña como coordinadora de talleres en el área de la literatura infantil y juvenil en la Escuela de Capacitación Docente (CePA), de la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y profesora tutora en el Postítulo de "Literatura Infantil y Juvenil" de la misma institución.


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