120 | LIBROS | 21 de enero de 2004

Libro de los prodigios

PortadaEma Wolf
Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2003. Colección Torre de Papel, serie Torre Amarilla.

Al estilo de las obras medievales —inspiradas en fuentes árabes, orientales, latinas, eclesiásticas y tradicionales— Ema Wolf nos presenta su nueva colección de relatos: el Libro de los prodigios [del que se han publicado dos textos en Imaginaria], título que, por analogía, nos remite al Libro de los ejemplos o al Libro de los proverbios de Don Juan Manuel, máximo representante del género, durante el siglo XIV, en lengua castellana.

En esta, su más reciente producción, Ema Wolf —nominada al Premio Hans Christian Andersen por la calidad de su obra literaria— parodia el repertorio de narraciones que solían escribirse en la alta Edad Media: colecciones de exempla y de sententiae, que traducidas o imitadas del árabe, tuvieron gran difusión en el siglo XIII y fueron recogidas luego por Don Juan Manuel. No obstante, en el libro de Ema Wolf, más allá de la forma, no existe ninguna intención didáctica ni moralizante.

Con una escritura impecable, empleando frases sobrias y concisas, Ema Wolf cuenta de manera dinámica una serie de hechos sobrenaturales, combinando diferentes niveles lingüísticos. Es así como en medio de una explicación enciclopédica o de un comentario solemne, se filtran expresiones coloquiales del argentino medio: "Hermanita. Papá. Ídola", "Top top", o "es chata como una baldosa".

Al mismo tiempo, términos cultos, arcaicos o infrecuentes en el habla cotidiana, coexisten en sus textos con locuciones de la actualidad (menhir, graffiti, parsi, cartonero, homúnculo, mosquete, ordenador, zampoña, clon, lactobacilos).

Ema Wolf incluye datos históricos y del saber científico que pueden ser tan reales como fantásticos, de modo que compone un discurso que remeda las observaciones naturalistas y las crónicas del Viejo Mundo.

Conforma el libro un engarce de textos breves, de temática muy variada, donde abunda el doble sentido, la burla y la ironía, junto a definiciones y clasificaciones de la ciencia, cuyo resultado es un trabajo paródico en el que la información no empaña a la metáfora.

Una piedra fugitiva que "se hace evidente" porque "la delata su ausencia"; una santa hacedora de milagros de poca monta; tortugas que son islas e islas que son tortugas; un engendro de topo y alcaucil que se resiste a un destino de maceta. Tigres portadores de mensajes divinos en sus cabezas escritas, que ningún sabio chino alcanza a descifrar, a través de las esforzadas lecturas de sus ambiguos caracteres. Un héroe mutilado que se inmortaliza en una estatua incompleta; un genio del piano cuyo sueño sólo consiste en poseer un rabo, y hasta un mono cartógrafo, gracias al cual es posible estudiar la geografía de los hemisferios cerebrales, son algunos de los relatos que integran esta galería de portentos.

Desde Plinio el Viejo y su Historia Natural, los martirios de San Juan Nepomuceno, la fundación de Pedro de Mendoza, un pasaje evangélico en el que Cristo camina sobre las aguas y hasta la película El cartero de Neruda, surgen de un corpus en el que la intertextualidad se une a la fantasía.

Entre otras de sus estrategias, la autora inserta en sus textos un diálogo didáctico, un caso, o una leyenda, y pone fin al relato con un remate tan insólito como ingenioso.

En la obra de Wolf se advierten sustratos de lecturas académicas, así como de las novelas de aventuras —Umberto Eco, Borges, Melville, Salgari, por nombrar algunos—, dando por resultado un trabajo sólido y renovado.

Al igual que en sus libros anteriores, afectos a curiosidades (¡Qué animales!, Los imposibles, Nabuco, etc. o Historias a Fernández, en el Libro de los prodigios, el humor se une a la maravilla, el absurdo a la reflexión.

Como si fuera una cronista, la autora también emplea recursos de la narrativa oral: cláusulas explicativas, apelaciones y valoraciones personales, todas dirigidas a un lector activo y dispuesto a descifrar ambigüedades y misterios.

El ilustrador, Matías Trillo, sintetiza en la tapa —con acierto— el desborde imaginativo de los textos.

Además de original y divertido, el Libro de los prodigios es un despliegue de sucesos milagrosos, capaces de asombrar a chicos y a grandes, que aún creen en los encantamientos.

Recomendado a partir de los 12 años.

Claudia Sánchez


Foto de Claudia SánchezClaudia Sánchez (claudiahsanchez@fibertel.com.ar) es Profesora en Letras, egresada de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Se especilizó en Literatura Infantil y Juvenil y se capacitó en Coordinación de Talleres de Lectura y Escritura para adolescentes y adultos. Coordinó talleres de escritura para niños a través de editoriales y dictó seminarios de capacitación docente en el nivel terciario. Desde 1992 hasta 1995 colaboró en la sección "Libritos" del Suplemento Cultural del diario El Cronista, en crítica de libros para niños y jóvenes.

Además de escribir ficción para niños y adolescentes, se dedica a la investigación de Literatura infantil y juvenil y a la crítica literaria. Participó en mesas redondas y realizó ponencias en congresos sobre la especialidad. Actualmente se desempeña como profesora de Lengua y Literatura, y Literatura Hispanoamericana y Argentina en el nivel secundario, y coordina talleres de escritura para adultos. Es miembro de la Comisión Directiva de ALIJA (Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de Argentina).


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