119 | LIBROS | 7 de enero de 2004

Para jugar con el absurdo y el disparate

por Graciela Pérez Aguilar

Artículo extraído, con autorización de su autora y los editores, de Ñ, la revista de cultura del diario Clarín (Año I, N° 3; Buenos Aires, 18 de octubre de 2003).

PortadaHistorias de los señores Moc y Poc
Luis María Pescetti
Ilustraciones de O’Kif.
Buenos Aires, Editorial Alfaguara, 2003. Colección Próxima Parada Alfaguara, Serie Naranja.

¿Las uvas son enemigas naturales de la Luna? ¿Los peces flotan aunque no hablen? ¿Los negocios inmobiliarios destrozan los nervios de las ardillas?

A éstas y a otras conclusiones por el estilo llegan los señores Moc y Poc, dos vecinos y amigos, que recorren este libro conversando sobre la distancia de la Tierra a la Luna, imaginando respuestas sin preguntas y enloqueciendo a los vendedores inmobiliarios. También se ocupan de imaginar explicaciones delirantes sobre el origen de los terremotos y trastornan a las telefonistas, transeúntes y bomberos con sus reclamos desorbitados. Y es que los señores Moc y Poc ejercen el arte de preguntar sin miedo a lo obvio y emplean la lógica sin temor a lo absurdo. No necesitan un mundo ordenado según las leyes convencionales y su ¿genuina? ingenuidad hace estallar tanto las convenciones como el equilibrio mental de sus ocasionales interlocutores. Moc y Poc son extravagantes pero, ¿qué los salva de ser insoportables? Que son contenidos y correctos, como Buster Keaton en sus mejores películas. Su extravagancia no nos invade porque son muy respetuosos y jamás nos piden ni siquiera que los queramos o aceptemos.

El libro nos dice que su autor, Luis María Pescetti, oriundo de San Jorge, provincia de Santa Fe, es un hombre de varios mundos. Trashuma a la vez por Latinoamérica y España y ha obtenido varios premios nacionales e internacionales, entre ellos el Casa de las Américas. Además, conduce programas radiales y actúa en espectáculos para niños. Su libro Natacha (1), también publicado por Alfaguara, reproduce, bajo la figura de una nena insoportable, esta curiosa vocación que tienen los personajes de Pescetti por enloquecer a los adultos hasta el paroxismo.

Pero volviendo a las Historias de los señores Moc y Poc (2), este es un libro que contiene a la vez muchos discursos diferentes (cuentos, diálogos, cartas, tests de elección múltiple, diccionarios de onomatopeyas) y muchas situaciones donde el pensamiento común se pone en jaque. Luego, el libro en sí propone la exploración del lenguaje como un juguete. No como un juguete vano, así como el que juega con la comida porque ya no tiene hambre, sino como un juguete de verdad, del que disfrutan quienes se entretienen con acertijos o juegos de ingenio para alimentar sus ganas de desafiar los límites del idioma y de la lógica cotidiana. Como dice su autor en un comentario acerca de esta obra: "Intenté hacer algo donde el humor, la poesía y el absurdo estuvieran juntos. Cuando el absurdo nos muestra cómo deberían ser las cosas, de alguna manera nace algo del orden de la poesía; al menos de esa parte de la poesía relacionada con mirar las cosas como si fuera la primera vez. Finalmente, quería llegar al disparate por la vía de la exageración del sentido común. Estos personajes son tan aferrados al sentido común que terminan siendo absurdos, pero tienen todos aquellos condimentos que los tornan queribles respecto de sí mismos: contención, corrección y sensibilidad."

Tal vez sera por la larga trayectoria de Pescetti como comediante, que es fácil imaginar muchos de los textos que componen este libro como números breves de café concert donde el humor es un cable a tierra que busca la complicidad del público y donde el condimento poético evita el patetismo del ingenio forzado de los comediantes de turno.

En suma, Historias de los señores Moc y Poc no es un libro de fácil lectura para jóvenes poco avezados en el desciframiento de la lógica delirante ni para aquellos que quieran encontrar anéctodas ni aventuras a granel. En cambio, puede significar un verdadero disfrute para adolescentes y adultos que desconfían de las apariencias y piensan que todo, absolutamente todo lo que nos rodea, puede ser motivo de preguntas incómodas y de respuestas provocadoras.


PortadaNotas de Imaginaria

(1) Pescetti, Luis María. Natacha. Buenos Aires, Alfaguara, 1998. Colección Infantil, Serie Naranja. Ilustraciones de O'Kif.

Portada(2) La primera edición de este libro fue realizada por Editorial Sudamericana (Buenos Aires, 1997), con ilustraciones de Carlos Varela.

 


Foto de Graciela Pérez AguilarGraciela Pérez Aguilar (sandokan1@uolsinectis.com.ar) nació en la ciudad de Buenos Aires en 1947. Es profesora y licenciada en Letras. Trabajó como docente en escuelas secundarias para adultos y desempeñó tareas editoriales de redacción y edición de libros de texto, y dirección editorial de libros para chicos. Escribió libros para la enseñanza de la Lengua en la escuela media y numerosos artículos sobre creatividad, juegos y literatura infantil. Formó parte del comité fundador de la revista La Mancha, papeles de literatura infantil, y es miembro del comité organizador de la Feria Infantil y Juvenil de Buenos Aires.

Entre sus libros para niños y jóvenes se encuentran Había una vez un delfín (Libros del Quirquincho), Los dragones y otros cuentos (Sudamericana), El constructor de sueños (Alfaguara) y El peludorrinco (Sudamericana). Tuvo a su cargo la coordinación del libro Cuentos Argentinos. Antología para gente joven (Alfaguara).


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