63 | LECTURAS | 31 de octubre de 2001

Cuando el bufón ocupa el trono
Las irreverencias del humor en El pulpo está crudo de Luis María Pescetti

por Marcela Carranza

Portada de "El pulpo está crudo"¿Qué pasaría si... en un libro de cuentos para chicos no hay un narrador "confiable" que conduzca al lector a través del relato o, simplemente, no hay un narrador?

¿Qué pasaría si... los personajes cambian de identidad continuamente, se metamorfosean, tienen diferentes nombres, lo que afirman en un instante es negado en el siguiente?

¿Qué pasaría si... cada tanto diálogos y paréntesis se alternan con la narración o la suplantan, y nos encontramos con los apartes y las acotaciones escénicas propias del teatro mientras leemos un cuento?

En El pulpo está crudo, de Luis María Pescetti (1), pasan estas cosas y muchas más, porque se trata de un libro donde la materia, la palabra, deja de ser un medio para transformarse en objeto del relato.

En uno de sus cuentos, "Aquella peligrosa ocasión", el protagonista narra acontecimientos, supuestamente vividos, bajo las marcas estereotipadas de una película de acción, y el cine de acción se convierte en el molde parodiado a partir del cual leer la "realidad". A través de las relaciones intertextuales de la parodia, el cuento permite una relectura de las convenciones de un género clásico del cine y la televisión.

Pero la relectura que el libro de Pescetti realiza de las convenciones es aún más profunda.

En El pulpo está crudo no existe la preocupación por el verosímil, por la "verdad" del mundo representado. Se suceden acontecimientos insólitos narrados con total "naturalidad", aceptados como partes de un mundo donde rigen otras leyes diferentes a las acostumbradas.

"El Capitán Malatranca cambió de táctica. Dejó su arma y se convirtió en perro (¡el típico recurso de convertirse en perro!). Tomé una de mis superpastillas y también me transformé en perro. Entonces él se transformó en un pájaro que me atacaba (¡el típico recurso de cambiar de animal!)."

Las metamorfosis se suceden, hasta que el malo de la película comete el "típico error" del final de la historia y una vez transformado en papel, un viento lo tira adentro del tacho de la basura y se lo lleva un basurero.

Se entremezcla la parodia del cine de acción con un recurso propio del género maravilloso: la metamorfosis. Pero a diferencia de este género, donde las nuevas reglas son respetadas en su coherencia interna, estas nuevas leyes se modifican y contradicen, se suceden y reemplazan entre sí continuamente, brindando al lector una sensación vertiginosa de cambio e inestabilidad. De este modo resulta imposible aferrarse a ninguna certeza; cuando algo es afirmado, inmediatamente después se lo niega. La contradicción forma parte de la "realidad" contada.

Tanto en "Charlando un rato" como en "Parichempre" (en cuyo encabezamiento se indica: "Debe ser leído en voz alta"), la transgresión de las reglas ortográficas se vincula a la oralidad. Los textos toman la forma del diálogo entre dos amigos con la ausencia absoluta del narrador, y de este modo la escritura se aproxima al género cotidiano de la conversación.

En "Charlando un rato", significantes y significados se enredan en un juego que pone en crisis la función del lenguaje como vehículo de la comunicación.

"—¡Ve! Ahí es donde usté se equivoca; estábamo hablando de comer chancho y usté me salió con el mate.

"—Yo no salí con el mate. ¡Usté salió!

"—¿Con quién?

"—Con el mate...

"—¡Ah! Si será zonzo ¡Cómo voy a salir con un mate! Con mi mujer puede ser, pa' Navidá... estábamo hablando de comer chancho y me dice de ir a pasiar con un mate..."

En "La perra y la señorita", se invierten las relaciones habituales del mundo y los perros sacan a pasear a los hombres atados por una correa (2). Es el mundo al revés, es la inversión de las jerarquías que organizan lo oficialmente aceptado como "real".

El título El pulpo está crudo no refiere al contenido del libro, y el relato termina donde el lector quiera, o bien la voz del autor ficcionalizada ofrece varias posibilidades de finales. El "autor" reconoce no saberlo todo sobre el cuento que está escribiendo (3). De este modo, el proceso de construcción del texto se transforma en un juego participativo para el lector (4). Nos encontramos frente a la desacralización del proceso creativo, frente al destronamiento del autor.

La creencia momentánea en el absurdo

Macedonio Fernández, en "Para una teoría de la humorística" (5) define como "humorismo conceptual o absurdo" (el único, para él, genuinamente artístico) a aquel que "libere al espíritu del hombre, por un instante, de la dogmática abrumadora de una ley universal de racionalidad."

Porque si bien, agrega Macedonio, la racionalidad actúa en el hombre como sinónimo "de seguridad general de la vida y conducta (...) basta que se la presente como una ley universal inexorable para que sea un límite a la riqueza y posibilidad de la vida."

De este modo, un procedimiento artístico, el humor absurdo, conmueve "nuestra seguridad ontológica y nuestros grandes 'principios de razón', nuestra seguridad intelectual."

En otros términos, la creencia momentánea en el absurdo libera al lector de la fe en la lógica que habitualmente organiza su vida.

En El pulpo está crudo pilares para la construcción de la realidad, tales como el principio de identidad del sujeto y su historicidad, son puestos en crisis.

"Había una vez un niño que gustaba de comer flores. (...)

"Su madre le decía: 'Si seguís así, cuando seas grande vas a ser un tiburón'.

"Ahí se asustaba y se aguantaba un poco, pero después le volvían las ganas y se comía un ramo.

"Cuando llegó a grande se transformó en tiburón." (6)

Las relaciones causales no sirven para entender esos mundos donde el lenguaje no aclara, no explica, no enseña. Y el narrador no guía, no ayuda a entender, o está ausente. Los finales no son conclusivos, no cierran la historia, no tranquilizan.

Las únicas leyes que parecen funcionar son las de los géneros de ficción (muchos de ellos no literarios) y estas mismas leyes son parodiadas, exageradas en su estereotipo. La "realidad" se reviste de ficción absurda.

Los eufemismos, adjetivos y metáforas que en las relaciones sociales se utilizan para una supuesta comunicación, leídos en clave de ironía mostrarán la capacidad del lenguaje para oscurecer y distorsionar, para ocultar más de lo que muestra y comunica (7).

Se fracturan las relaciones unidireccionales y autoritarias entre el narrador como representación de la voz adulta, y el lector infantil. Al leer el libro, al lector le será imposible la pasividad porque no hay a quién delegar la responsabilidad del sentido de lo que está leyendo. Porque no hay una certeza o verdad única e irreemplazable.

El humor, en lugar de evadir la realidad, la pondrá en crisis. Moldes acostumbrados de nuestra cultura (dentro y fuera del sistema literario) para leer el mundo reciben la mirada crítica de la parodia, y se produce un efecto de distanciamiento que permite cuestionar lo habitualmente incuestionable.

El trono es ocupado por el bufón, y la risa reemplaza a la seriedad pedagógica en un libro para niños.


Luis María PescettiNotas

(1) Pescetti, Luis María. El pulpo está crudo. Ilustraciones de O’Kif. Buenos Aires, Editorial Alfaguara, 1999. Colección Infantil; serie Morada.

(2) Cuento "La perra y la señorita" (El pulpo está crudo, pág. 39).

(3) "Pongan donde más les guste la palabra FIN...", en el cuento "Aquella peligrosa ocasión" (El pulpo está crudo, pág. 19). "Aun cuando soy el que escribe este cuento, no se me ocurre qué fue lo que pasó...", en el cuento "El señor escondido" (El pulpo está crudo, pág. 44).

(4) "El taller de escritura tal como se lo hace con niños es una práctica sumamente rica y transformadora. Una de sus consecuencias es que democratiza el proceso creador. Le quita su aura de fenómeno oscuro, secreto, de don reservado a unos elegidos. Le quita ‘monarquía’ y le agrega ‘construcción’." Pescetti, Luis María. "No es de juglares portarse bien", en Canciones de siete leguas, en http://www.pescetti.com/.

(5) Fernández, Macedonio. "Para teoría de la humorística"; en Teorías. Buenos Aires, Ediciones Corregidor, 1997.

(6) Cuento "El chico que comía flores" (El pulpo está crudo, pág. 41).

(7) Cuento "Correspondencia" (El pulpo está crudo, pág. 47).

Nota de Imaginaria: El cuento "El piedrazo", incluido en el libro El pulpo está crudo, fue publicado en Imaginaria en esta dirección: http://www.imaginaria.com.ar/01/3/pescetti.htm Y también, en la página web del escritor Luis María Pescetti (http://www.pescetti.com/), el navegante encontrará cuatro cuentos completos del mismo libro. Los cuentos son: "El narrador", "Ese coro", "El señor escondido" y "Parichempre", y se pueden leer en esta dirección: http://www.pescetti.com/pulpo.htm


Marcela Carranza es maestra y Licenciada en Letras Modernas de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). Como miembro de CEDILIJ (Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil) participó en el programa de bibliotecas ambulantes "Bibliotecas a los Cuatro Vientos" y en el equipo Interdisciplinario de Evaluación y Selección de Libros. Forma parte del grupo de estudio "La Nuez", en el área de la literatura infantil y juvenil.


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