35 | AUTORES/LECTURAS | 4 de octubre de 2000

Foto de Silvia SchujerSilvia Schujer

 

La revista Contratapa entrevista a Silvia Schujer

Entrevista extraída, con autorización de los editores, de Contratapa, revista de literatura infantil y juvenil, N° 2. Buenos Aires, Editorial Alfaguara, junio de 1995.

Contratapa: ¿Cuál es, a tu juicio, la diferencia entre la literatura infantil y la literatura para adultos?

Silvia Schujer: La pregunta del millón. Ojalá pudiera responderla sacando algunas conclusiones de mi producción personal, es decir, como resultado de un rastreo profundo y paciente de mis propios mecanismos de escritura. Sin embargo, no puedo, o mejor dicho, no quiero. Reconozco que para pensar la literatura me cuesta encarar cualquier tipo de autoexploración: equivocada o no, siento que al desentrañar las causas y motivaciones últimas de mi experiencia creativa me expongo a la posibilidad de atravesar y destruir esos fantasmas que me atormentan y movilizan, o a la pérdida de ciertos misterios e iluminaciones mágicas, en mi caso, tantas veces ligadas a la más feliz de las ignorancias.

Aunque no parezca, el pirmer esbozo de respuesta andaría por allí. En la anterior y nada inocente mención de la literatura. Porque así como en la literatura para adultos no se suele especificar a los destinatarios, en la literatura para chicos sí. Y a tal punto que cuando se habla de ella se hace más hincapié en los chicos que en la propia literatura. A mi juicio la literatura es una sola y debe abordarse —en cualquier caso— poniendo el acento en el lenguaje y sus bellas, asombrosas y variadas capacidades.

Ahora bien, puesto en claro el elemento central, se me ocurre que la única diferencia que existe entre la literatura para chicos y la otra, es el horizonte de recepción. Si el horizonte de recepción transforma o no a la literatura para chicos en un género específico, no lo sé. No descarto que tenga sus propias reglas de juego y hasta —si se quiere— ciertos límites (cualquier género los tiene y a veces los desborda) pero en ese caso, yo no sabría explicarlos. No suelo ajustarme a nada que no sea la idea de lo que voy a escribir y a su propio verosímil.

C.: En tu novela Las visitas y en otros libros tuyos, planteás temas difíciles: la separación de los padres, un padre preso... ¿Cuáles son los límites o las formas en que esos temas se les pueden proponer a los chicos?

S.S.: Cada vez creo menos en lo que comúnmente y sólo si se trata de literatura para chicos se ha dado en llamar los "temas difíciles o tabú". Personalmente, nunca me propongo un "tema" a priori, es decir, el "tratamiento" de cuestiones como la vida, la muerte, la adopción, lo que sea. Se me ocurre una historia y la desarrollo. Es a lo largo de este desarrollo donde, si corresponde, se desata o no algún conflicto de los que llaman "difíciles". Para mi gusto, que un conflicto esté bien o mal tratado depende por completo del conjunto del texto que lo contiene.

C.: ¿Qué otras perspectivas te interesaría explorar en literatura?

S.S.: Actualmente (un actualmente que viene durando varios años) estoy trabajando en un libro de cuentos muy breves y bastante extraños en los que el personaje es siempre el mismo. Este personaje sólo es lo que le ocurre en cada historia. Y cada historia, como si fuera un videoclip, constituye una unidad particular, cerrada y vertiginosa. Mi perspectiva es terminar este libro alguna vez en la vida y, en el futuro, tratar de abordar nuevamente el género novela.


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