166 | LECTURAS | 26 de octubre de 2005

Conversación abierta con Graciela Montes
Invitada especial del Foro de Imaginaria y EducaRed


Monteiro Lobato

Ana Gilka

Hola Graciela. Antes de todo me gustaría decir que te descubrí hace muy poco, pero ya estoy encantada con tus ideas y palabras, por veces tan incomunes y siempre tan fantásticas. Además de ser fan tuya, ando buscando alguna información sobre el Centro Editor de América Latina y de Boris Spivakow, que según me dijeron, fue la Editorial que publicó a Lobato en Argentina. Yo soy brasileña y vivo en México y estoy estudiando la posibilidad de hacer una nueva traducción de Lobato al español. Si tú sabes de algo, avísame por favor.

Graciela Montes

Hola Ana. Gracias por tu buena voluntad hacia mis palabras. Acerca de Boris puedo hablar un largo rato, pero no cabría en el foro. Te sugiero la página www.gracielamontes.com/ literatura y sociedad, donde hablo de Boris y del Centro Editor, y también la Galería, donde hay una foto lindísima de Boris, que parece que estuviera ahí, hablando con una... También podés conectarte con Fabiola al mail lafabiola@ciudad.com.ar, es una gran especialista, y una especialista apasionada, que ya es más raro...
Pero te tengo que decir que no fue Boris el que publicó a Monteiro Lobato. Las ediciones en español eran, creo que casi todas, de Americalee. Ojalá hicieran una nueva traducción de esos espléndidos textos. Los lectores van a disfrutarlos.

Amara

Hoy encontré en la biblioteca de la escuela varios libros muy antiguos de Monteiro Lobato, ¿cuál recomendarías? Estaba buscando El Quijote, encontré varias ediciones, una gordita y amarillenta de Losada (parece que es el texto original), otra de Billiken (esos que no le gustan a Gracie porque son versiones abreviadas), flaquita como el Quijote y con algunas ilustraciones de Doré y El Quijote para niños de Monteiro Lobato (¿habré leído bien?). Vamos a ver si le ponemos imagen al Quijote y a Sancho Panza, estaba pensando en esculturas...  

Graciela Montes

Amara, yo conozco la edición de Americalee, que era buena... Roberto Sotelo ha de saber un montón al respecto.
A mí su Quijote, esa mirada que tiene sobre los textos, los diálogos con los chicos... me gusta mucho. Era una persona de una cultura muy rica Monteiro Lobato, y de gran generosidad... además de frescura, un humor fino y un lenguaje muy vigoroso...


El turno del escriba

Paula Irupé

Quiero agradecerte por tu última novela, me sentí muy bien mientras la leía, me hacía muy feliz pensar en los logros del personaje escriba, de sus logros hacia la libertad y pensar en dos escritoras que siempre he admirado logrando cosas juntas. Quería preguntarte qué te ha hecho vivir esta novela que no habías vivido antes con tus otras obras.

Graciela Montes

Paula, gracias. No necesito decirte lo mucho que le vale al que escribe la opinión del que lee...
Bueno, El turno... tuvo varias novedades... La escritura a cuatro manos (o, como dicen los mexicanos y que a mí me gusta más, "al alimón"), por ejemplo. No era la primera vez que trabajaba con otros (trabajé con Graciela Cabal en un libro de lectura hace muchos años, compartí muchas veces trabajo con especialistas, en mi papel de divulgadora, etc.). Pero nunca había construido ficción con alguien par, mano la mano, como un partido de truco... También fue nuevo el exhaustivo trabajo de documentación acerca de una época tan remota... Sí me documenté mucho para El umbral, pero todo era más cercano, en el tiempo y en el espacio...
Y también fue nuevo ganarse un premio así... Una queda muy expuesta, lo mismo que la novela, muy, muy, demasiado expuesta. ¿Viste cuando la luz duele? Bueno, así.

Eariel

Graciela, voy a ser sincera, El turno del escriba me costó muuuuuuuuuuuuuucho, no lograba terminarlo. Me gustó muchísimo más todo lo demás que leí con tu nombre...
Sin embargo, me encantaría saber cómo fue el proceso. ¿Se sentaban las dos juntas, charlando y tipeando? ¿Escribían un "cachito" cada una y se lo iban pasando y corrigiendo y agregando? ¿Sabían a dónde querían llegar e iban agregando lajas en el camino o nada más dejaban que el libro se fuera escribiendo?

Graciela Montes

Lo dicho para Paula Irupé también vale para vos, Eariel, aunque te haya resultado insoportable. ¿Llegaste hasta el final estoicamente? Sería interesantísimo si pudieras contar algo de tu lectura, yo al menos lo agradecería. Hasta ahora la cosa viene así: lectores a los que les gusta muchísimo (muy variados) y lectores que no están dispuestos a hacer el esfuerzo de atravesarlo.
No, no tipeábamos juntas. Escribíamos por separado, básicamente un capítulo cada una. Con mucha discusión general antes de empezar a escribir la novela y periódicas discusiones y negociaciones al final de cada capítulo y, muchas veces, en el medio. La que escribía entregaba su escritura bastante cruda, no cerrada, a la otra, para que leyera de manera incisiva, con intervenciones, sugerencias, etc. Esa versión revisada volvía a la que había escrito primero, que a su vez modificaba, deshacía, hacía de nuevo, etc. Y vuelta. A veces cuatro o cinco veces. Después se resolvía hasta qué punto de la peripecia se iba a avanzar en el capítulo siguiente y la que había leído pasaba a escribir, y la que había escrito, a ser la primera en leer...
El libro se fue escribiendo de alguna manera, ya que una de las reglas de oro para poder aguantar esta forma de trabajo sin mufarse era aceptar el imaginario del otro, de la otra. El asunto general: la escritura de ese libro, en esas circunstancias y en ese momento histórico (esos nueve meses muy bien señalados) estaba convenido de antemano. Todo lo demás: las circunstancias menores, los personajes, los sucesos puntuales, etc. se fue haciendo.
La artesanía más delicada en realidad no era la ficción sino el lenguaje. El tono, el punto de vista, los períodos, la música del texto... Sabíamos que estábamos eligiendo, éramos muy conscientes (tal vez más de lo que es uno cuando escribe a solas. Sabíamos también que elegíamos a un lector y no a otro...
Bueno, espero no haberme olvidado de nada.

Paula Irupé

Graciela: A vos que te gustan las opiniones de lectores y las opiniones desparejas, te cuento que el otro día discutía con alguien porque "extrañaba" a Marco Polo en tu novela y a mí me encanta el lugar que ustedes le dieron, me encanta cómo Rustichello lo toma como excusa, como fuente, como diamante en bruto y cómo arma alrededor suyo lo que es propio del que la escribe, no del que "vive" la aventura. Me fascinan las decisiones del escriba, sus luchas interiores, sus avances sobre el carcelero y sobre el tiempo rutinario y sobre la adversidad "económica".    Si querés todas las flores juntas también soy fana de Otroso y de Casiperro. Tengo en las paredes de mi casa los retratos y los laberintos que mis "lectores a cargo" producen cada año

Graciela Montes

Es como decís, Paula. Rustichello es todo, la sustancia, el motor, la trama... Y Marco Polo, tan famoso, tan hombre de acción, tan seguro, tan elocuente según algunas tradiciones, queda ahí a un costado, en silencio, plegado como un papelito, pura excusa... Un vaciamiento si se quiere, pero deliberado, en favor del escriba. Magra justicia, pero justicia al fin, que tal vez a algunos les despierte una sonrisa. Mierda con este pobre tipo... está viejo, está ladeado... no viajó, no sabe... no puede... pero resulta que deja marcas, y se vuelve el dueño del cuento.
¿Escribas, hambres y laberintos...? Bueno, Paula, sos de las mías...

Jesica

¿Cuánto tiempo tardaron en escribirlo? ¿Tuvieron algún momento en que no se pudieron poner de acuerdo en algo?

Graciela Montes

Tardamos cinco años, entre investigación y escritura. Por supuesto hubo discusiones, y sobre todo negociaciones. Nunca sentimos que no hubiera salida. Como el libro nos importaba mucho, no éramos demasiado caprichosas...

Valentina

Estuve leyendo y a mí me pasó lo mismo con El turno del escriba. Me lo compré muy entusiasmada en la feria del libro, pero todavía no lo pude terminar. Yo creo que leí la mayoría de las cosas que escribiste. Soy admiradora tuya, pero con la novela no pude. La pienso leer en el verano mas tranquila. ¿La pensaste para un público más culto?

Graciela Montes

No, Valentina. No es que pensáramos en un público más culto... Lo que pasa es que la historia que queríamos contar nos obligó a construir un mundo, a recordar un mundo remoto y muy complejo, muy sutil, en todos sus pormenores... En ese tiempo había una gran mezcla de lenguajes, un constante ir y venir de mercadería y también de ideas, noticias de otros lugares, muchos nombres de reyes y príncipes y notables, muchos oficios... Todo eso está, pero está usado literariamente, no como erudición... a veces alcanza con recibir el sonido de las palabras, el sonido solo, mirá lo que te digo. Dejarse ir, dejarse envolver...
Pero vos no te preocupes demasiado. Tal vez tengas ganas de leerlo más adelante. O no... en una de esas tenés más ganas de leer otra cosa.
Ahora, si en el verano querés insistir... eso también habla muy bien de vos, los lectores somos gente empecinada.
Los lectores son soberanos, ellos mandan sobre su lectura.
Vos, tranquila, y abrazo.

Eariel

Te cuento mi experiencia con la lectura de El turno del escriba. Ahora que leo lo que escribís en tu respuesta a Valentina, te puedo decir que encontré bastante de lo que ustedes pusieron.
Iba leyendo la novela, y me encantaba "cómo sonaba". Muchos párrafos los leí de nuevo, por la belleza de las construcciones, y de las descripciones.
Pero soy una lectora impaciente, y "exijo" que me enganche algo más que las descripciones y las anécdotas. Y me costó "apropiarme" de Rusticello, o más bien que él se apropie de mí, lo sentí casi tan lejano como a Polo, como si fuera sólo una herramienta para seguir describiendo lugares exóticos, cosas que pasan y gente fea. Como una excusa para la prosa poética.
Soy cabeza dura y rara vez dejo un libro sin terminar, siempre espero "la sorpresa a la vuelta de la esquina". Cada vez que pensaba "ahora, ahora viene" (como con la compañía teatral, o con el plan, no cuento más para no arruinarle la trama a nadie) me quedaba con las ganas. Y eso me iba haciendo más y más difícil seguir leyendo, y cualquier cosa con letras y olor a tinta concentrada y papel viejo que pasara por ahí me parecía más interesante.
PD: Hay teorías que dicen que Rusticello en realidad inventó a Marco Polo...

Graciela Montes

Mirá, creo que, como vos decís, vos tenés tus exigencias, y el libro, este, El turno del escriba, tiene las suyas... Las exigencias no encajaron, simplemente. O, en una de esas, para sacarlo del terreno del mandato, digamos que vos hiciste tus apuestas (de lectura) y El turno las suyas (de lectores). Y eran apuestas diferentes. Esas cosas pasan.
Te doy un contraejemplo al que imagino que vas a ser sensible: mi lectura de Tolkien.
Recibí The lord of the rings, en tres tomos y en una edición preciosa, en 1978 o 1979, enviado por mi hermano desde Boston. Lo empecé a leer enseguida y no me pasaba nada, literalmente, no conseguía entrar, y la verdad en ese momento no me parecía que valiese la pena el esfuerzo de entrar, lo encontraba alambicado, artificioso y, sobre todo, ajeno... Y como en ese tiempo yo tenía 30 años y un hijo de un año y muchísimo trabajo y lecturas obligadas, lo dejé (no soy especialmente esforzada).
Lo retomé casi diez años después porque a Maite Alvarado le gustaba mucho (hasta ese momento no había encontrado ninguna afinidad (de lecturas) con los fanáticos de Tolkien, de los que conocí alguno. Pero con Maite teníamos mucho en común, me era muy cercana, entonces lo retomé.
Ahí me di cuenta de que ese libro pedía otra posición, una posición si querés más primitiva, o más inocente, la que yo tenía a los nueve o diez años cuando devoraba toda la mitología griega, y me sentía dueña de ese mundo, y conocía las genealogías y las geografías de los dioses al dedillo, y sus atributos y pequeñas miserias... Algo de esa confianza se había quebrado para mí. La habían quebrado las lecturas ulteriores. Incluso Homero, o sobre todo Homero, la convirtió para mí en otra cosa, en algo de otro orden. Bueno, tuve que volver a ser esa vieja lectora para apreciar el libro... No quiero decir que para todos sea así, para mí fue así.
Todos esperamos que "nos pasen cosas" cuando leemos un libro, no sólo que pasen cosas sino que NOS pasen, a nosotros (porque en realidad en un libro lo que pasa son palabras...), y siempre es frustrante que no pase nada. No sé qué decirte, supongo que te entiendo...


Andrés 1530

Bueno, si leen a Marco Polo (pero primero El Turno del Escriba), verán que está lleno de bolazos, piedras que flotan en el aire por ejemplo; y ni les cuento lo que contaba Colón...Y permítanme la digresión, pero estoy ante una editora y experta en Marco Polo; tengo una teoría: Que Cristoforo Colombo creció leyendo Los viajes de Marco Polo y que esa lectura le calentó el bocho para siempre, después de todo fue un best-seller... ¿habrá sido así?

Graciela Montes

Todo verdad, Andrés. Puro cuento todo, cuento que cuentan otros a los que a su vez les contaron... Y los cuentos calientan la cabeza, a Colón también se la calentaron.

fionori

Leer estas reflexiones sobre la lectura me hizo pensar en lo importantes que han sido Aníbal Gobi y el gato de bolsillo, el ratón feroz y su familia, la familia de la soga, en la construcción del vínculo afectivo con mi hijo, siempre los llevaremos en lo más profundo y con ellos a vos, por supuesto. Esas noches compartidas donde los hacíamos aparecer a nuestro antojo, donde jugábamos con el "buuuuuuuuuuuu" y mi hijo leía sin saberlo, porque sabía de memoria cuándo debía entrar a escena. Probablemente la postergación de la lectura de El turno... sea una imposibilidad mía de leerte desde otro lugar... Sin embargo, ahora me dieron ganas, será porque leyéndote-escuchándote en el foro, me doy cuenta que siempre hacés vibrar ese sonido único y especial que llevo adentro Muchas gracias. 

Graciela Montes

Gracias por el lugar que me das, fionori, muchas gracias.
Y con respecto a El turno, tranquila, que puede esperar su ídem.

Eariel

Graciela: la primera vez que leí El señor de los anillos, me pareció "una medieval más", y preferí el Ivanhoe... ahora soy miembro de la Asociación Tolkien Argentina. Prometo leer El turno del escriba en cinco años...

Amara

yo soy de las que están guardando El turno del escriba para las vacaciones (o para cuando me tome unos días en el Delta). Hago muchos intercambios librescos con familia y amigos, me regalan, voy a la Feria, compro libros curiosos donde sea así que se me van juntando pilas. Lo que pasa es que los que puedo leer más rápido son los más delgados, por una cuestión de "transporte". A veces veo gente leyendo en el subte (¡parados!) y me da una alegría, me parece que todo puede mejorar. Yo leo en la lancha, en un rincón hasta que me vence el sueño. Y hablando de lugares ¿tenés tu cuarto de escritura? ¿Y horarios, esa organización que tienen algunos escritores?

Graciela Montes

Amara, yo hago lo mismo. Junto libros para las vacaciones. Algunas de las lecturas más memorables (libros de inmensa cantidad de páginas, como Tolstoi, o Dostoievsky, o Proust...) fueron de las vacaciones. No hay duda, la vacancia predispone...
Lo que nunca hice fue leer en el río... ha de ser muy bueno, porque el río también predispone.
Escribo, ahora, en mi casa (mis dos hijos ya viven por su lado y sobran cuartos...); antes de ahora en una piecita (llamémoslo estudio) en Federico Lacroze, donde sigue estando buena parte de los libros, y antes de antes de ahora en mi casa, en un pasillo donde habíamos puesto mi computadora... No soy maniática y no me cuesta mucho fabricarme un hábitat en cualquier sitio.
Lo mismo con el tiempo. Rutinas rígidas no hay, pero son muchas las horas frente a la pantalla. La hora más fructífera, hoy, suele ser la de la siesta. En otros tiempos, cualquiera en la que fuera posible conseguir silencio y un poco de recogimiento.

Mariano

A todos: ¿por qué habría de ser fácil leer El turno del escriba? ¿Tan fácil como Los imposibles, tan fácil como El ratón feroz? ¿Tan  fácil como  Otroso, como  A la sombra...., tan fácil como Pollos de campo, tan fácil como un Odo, tan fácil como Elisabet, tan fácil como Hay que enseñarle.......?     Vamos.... ¿quién dijo que leer es fácil?  Quien lea El turno... sepa que está leyendo literatura.

Diegojavier

Mariano, me parece excelente tu apreciación, nada es fácil en el tema literatura. Pasa que cada vez leemos menos literatura y nos dejamos tentar por el mercado leyendo cada porquerías que al terminarlas nos enojamos con nosotros mismos por perder el tiempo leyendo eso. Tengo un monstruo... Amadeo.... no son nada lineales. Es literatura y tanto hinchar con el facilismo que no nos lleva a ningún lado. ¡¡¡Aguante la LITERATURA!!



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