163 | LECTURAS | 14 de agosto de 2005

Fotografía de Andrés Pucheu publicada en Punto de partida N° 10

Punto de partida, una revista de educación inicial que busca su poética

por María Emilia López

 

La revista Punto de Partida es una publicación mensual dedicada a la Educación Inicial y destinada a docentes y distintos profesionales que trabajan con niños pequeños. Teniendo en cuenta la cuidada línea editorial de la revista y la calidad de su contenido —con muchos artículos dedicados a la literatura y a los libros para niños— la Fundación El Libro le otorgó el Premio Pregonero 2005 en la categoría "Pregonero a Periodismo Gráfico".

En este número de Imaginaria ofrecemos el texto de la ponencia que María Emilia López, directora-editora de Punto de partida, presentó en las V Jornadas de extensión universitaria "La Literatura Infantil y la Escuela", organizadas por el grupo Jitanjáfora, del Departamento de Documentación de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata, y realizadas en la ciudad de Mar del Plata los días 16, 17 y 18 de junio de 2005.

Además, en la sección "Publicaciones", ofrecemos el análisis del contenido de los últimos cinco números de la revista.

Hay variadas maneras de interpretar, leer, pensar, representarse, el punto de partida: ¿el Jardín de Infantes como inicio del sistema escolar?, ¿los primeros pasos?, ¿el fundamento de una práctica?, ¿el inicio de un encuentro?, ¿la planificación?

Hay también algunas razones que le otorgan su sentido propio a nuestro punto de partida: pensar una revista de Educación Inicial, fundar el proyecto que le otorga un cauce, definir su profundidad, su orientación, su voluntad, a la luz de una mirada contemporánea sobre los chicos, las maestras y los maestros, las instituciones, las madres y los padres, los proyectos educativos, el nivel inicial.

Punto de partida se propuso ser una experiencia de lectura, una experiencia de pensamiento, una experiencia vincular con sus lectores, que esperábamos deviniera en un aporte a la experiencia de juego, aprendizaje, vínculo, arte, entre los chicos, los maestros, y todos aquellos que transitan los jardines de infantes y maternales.

Toda experiencia implica una transformación, no es una simple repetición de hechos. Varias de las propuestas que fuimos incluyendo en la revista tienen ese carácter; son situaciones atravesadas por el pensamiento que produjeron nuevos modos de abordaje para distintas problemáticas. Muchas veces ante la necesidad de realizar una intervención las sensaciones de un maestro se parecen bastante a la página en blanco. ¿Por dónde empezar? ¿Desde dónde partir? Punto de partida intentó ser una compañía para partir hacia algún lado.

El mundo en el que vivimos es un lugar complejo. No son tiempos fáciles para andar solos. No es sencillo tampoco intervenir, enseñar, inventar, en este contexto que nos trastoca tanto. No nos propusimos, entonces, decir "cómo se hace", sino crear un diálogo con nuestros lectores, intentando recuperar las inquietudes, temores, necesidades, huecos de conocimiento que se volvían más visibles, poniéndolos a trabajar en las letras de distintos profesionales.(1)

¿Por qué Punto de partida como un gran gesto de confianza en la intervención desde "la palabra"? ¿Qué aporta, qué dice, qué hace, qué logra, qué toca, qué busca la palabra? ¿Cuánta trascendencia implica su presencia en la vida de los que hacemos el jardín de infantes?

Giorgio Agamben dice que "en tanto que tiene una infancia, en tanto que no habla desde siempre, el hombre no puede entrar en la lengua sin transformarla radicalmente, sin constituirla en discurso" (2). Hacer de la lengua un discurso es comenzar a tener una voz; hacer de la lengua un discurso es apropiarse del lenguaje y transformarlo en experiencia. Hablar, escuchar, leer y escribir desde la perspectiva que propone Punto de partida, son posibles si un niño se encuentra con su propio discurso, si puede sostener su propia voz, si logra desarrollar la capacidad necesaria para hacer de la palabra un soporte y un reflejo de su propia subjetividad, de su propia creatividad.

La voz de la experiencia, la voz de la vida cotidiana, la voz de la imaginación: "Dicen que si el hombre no pudiera soñar por las noches se volvería loco; del mismo modo, si a un niño no se le permite entrar en el mundo de lo imaginario, nunca llegará a asumir la realidad. La necesidad de relatos de un niño es tan fundamental como su necesidad de comida y se manifiesta del mismo modo que el hambre", agrega Paul Auster. (3)


Fotografía de Andres Pucheu. Detalle de la tapa de Punto de partida N° 12

Con sus aspectos cognitivos, afectivos, creativos, poéticos, subjetivos, sociales, el lenguaje nos enlaza, nos sostiene, nos vincula, nos permite pensar, nos da existencia.

Porque en definitiva —siguiendo a Michèle Petit—, "...el lenguaje no puede ser reducido a un código, a una herramienta de comunicación, a un simple vehículo de informaciones. El lenguaje nos construye. Cuanto más capaces somos de darle un nombre a lo que vivimos, a las pruebas que soportamos, más aptos somos para vivir y tomar cierta distancia respecto de lo que vivimos, y más aptos seremos para convertirnos en sujetos de nuestro propio destino. Pueden quebrarnos, echarnos e insultarnos con palabras, y también con silencios. Pero otras palabras nos dan lugar, nos acogen, nos permiten volver a las fuentes, nos devuelven el sentido de nuestra vida" (4). Las palabras, las de todos los escritores de Punto de partida, al servicio de pensar, hablar, narrar, escribir, leer, decir, crear, imaginar, dialogar, en fin... hacer del lenguaje una morada para habitar el ser humano de cada uno y el nosotros. (5)

Pero, ¿qué hacer con las palabras? ¿Cómo hacerlas habitables? ¿Cómo transformarlas en un gesto transformador (valga la redundancia), en un mundo tan vacío de lenguaje con sentido y sentimiento? Sabemos que no cualquier palabra se convierte en un acto de enunciación. Tal vez porque para tejer un texto "generalmente el punto más usado es el más cómodo. Es el que nos hace sentir seguros. Pero no siempre es el mejor. Huir del lugar común. Para eso hay que reconocerlo. Explorar puntos nuevos, juegos de tensiones, muchas formas de tejer. Apasionarse en esa búsqueda. Hay zonas que casi no encuentran sus palabras, entonces hay que inventar nuevos procedimientos, punto de vista, recursos, lazadas dobles que aparecen como inocentes acomodamientos del hilo en una trama tranquila. Esta búsqueda es lo mejor que tiene un texto". (6)

Esa búsqueda sea tal vez lo mejor que tiene nuestra profesión, si tenemos en cuenta lo importante que es lograr eficacia en un trabajo que implica nada menos que tejer la trama de la infancia. Pero ¿qué es la eficacia en esta práctica? Allí sin duda residirá el quid de la cuestión. Allí probablemente se producirá la mayor zona de tensión entre modelos, esquemas, expectativas, proyectos, exigencias. Y allí estamos nosotros intentando producir algún movimiento que abra, que alimente, que aclare, que potencie, y que también nos alivie en la enorme demanda que implica la difícil tarea de educar. (7)

En Punto de partida los lectores encontraron un día petroglifos de la zona de Zapagua, marcas-signos cincelados en las piedras por los hombres que vivieron hace más que muchos años en esa zona de Jujuy. Encontraron obras plásticas de Manuel Cruz, un artista salteño que busca la esencia de su pueblo en los colores y las formas de la tierra. Encontraron reflexiones y pensamientos sobre los miedos infantiles actuales, sobre los bebés y los imperativos de su condición, sobre los sentimientos de los maestros que trabajan con niños muy pequeños, sobre didáctica de la lectura, la escritura, la plástica, propuestas desde la expresión corporal, la música, el cine, el funcionamiento institucional, la grupalidad de chicos y grandes… Encontraron también poemas, cuentos, canciones, títeres, de autores reconocidos y de autores noveles, de adultos y de chicos escritores; ilustraciones de los grandes dibujantes argentinos, las voces de los importantes hacedores de nuestra literatura infantil teorizando sobre su mundo, su idiosincrasia, nuestra literatura, el espacio poético de chicos y grandes. (8)

También encontraron entrevistas (muchas), como por ejemplo a Laura Devetach. Decía entonces Laura:

"—Yo tomo a la poesía como una forma de vida, una forma del conocimiento, una forma de andar por el mundo, y que consiste probablemente en concebir lo poético en un sentido amplio. Creo que las personas tenemos que aprender a reconocer para nosotros mismos y para los demás y sobre todo para nuestros vínculos con los demás, la posibilidad de desarrollar el diálogo poético, de construir el espacio poético, entendiendo por espacio poético aquel lugar que nos hace descubrir los mecanismos internos más auténticos, más genuinos, y ofrendarlos, ofrecerlos. Armarlo primero para nosotros, instalar nuestro espacio como si fuera un círculo de tiza mágico, crecer creativamente pero no en círculos cerrados, sino en círculos conectados. Yo no creo en la cuestión absolutamente individual, creo que un individuo que ha sabido reconocer sus potencialidades, si las puede desarrollar y las puede poner en palabras, ahí sí puede influir en el medio. Creo absolutamente en el trabajo con el medio. Pero para eso tenemos que empezar —como se decía antes—, con ‘la caridad bien entendida empieza por casa’. Estaba dicho en un sentido más mezquino —creo—, en un sentido que apunta a la sobrevaloración de la propia acumulación de riqueza. Creo mucho más en otro capital: en el capital del afecto, de la creatividad, en la valoración del conocimiento unido a la solidaridad."

Yo comenté entonces con Laura que en general se publica muy poca poesía, que ese no es un terreno demasiado explorado desde la edición.

Y Laura acotó: "—Claro, porque aquí entramos en otro tema, que es el del mercado, pero esto no es nuevo, es histórico. Acá hay un muy buen piso poético sobre el cual hoy podemos pararnos. Nosotros podemos hablar sobre Javier Villafañe, sobre toda la gente que estudió mucho la poesía, sobre todo la poesía española, la poesía clásica del mundo. (...) Y tener poetas como Macedonio Fernández, Oliverio Girondo, Gelman, Juarroz, por nombrar sólo cuatro. Eso pasó a la historia por varias razones. La más cercana —y que no es poco— es la dictadura militar, y luego el advenimiento del liberalismo, la década menemista, lo más prosaico, pequeño y mezquino que pudo haber tenido el país en los últimos años. Entonces ahora manda la ley del mercado, mandan más los vendedores que los que piensan y crean con la palabra y la comunicación, su belleza o su ideología. ¿Y los vendedores en qué piensan? En vender. Entonces sus parámetros son bastante pequeños, y eso se ve especialmente en los espacios mediáticos, en la calidad de nuestros programas de televisión, y de alguna manera estamos haciendo de todo lo mismo, como si un libro de poemas o una novela fuera un producto comercial, no cultural, con una marca que compite con otra marca. Por lo tanto, aquello que temen que no se venda no es publicado, pero no hay parámetros adecuados para medir la necesidad de poesía de la gente. Por eso yo creo más en dar vida a las bibliotecas populares, a las bibliotecas escolares. Ojalá las bibliotecas lleguen a recobrar su buena salud y su protagonismo, y puedan ofrecer esa otra literatura que hace tanta falta, y que los chicos no la van a encontrar en el mercado." (9)

Eso decía Laura, y yo pensaba en los objetivos que me planteé cuando comencé a esbozar el Proyecto base de Punto de partida. Una revista de educación inicial. Como trabajadora de ese ámbito desde hace muchos años, como conocedora del campo, como investigadora, saltaba a la vista ante mí la necesidad de producir un cambio radical en el tipo de publicaciones que circulan en el mercado, que sólo obedecen a las leyes del mercado. El mercado genera un tipo de subjetividad consumista; la subjetividad consumista busca el aquí y ahora, la inmediatez, todo lo que es objeto de consumo se "consume" rápidamente, se tira y se compra otra vez, porque esa es precisamente la ley del mercado, su razón de ser; el mercado impulsa el "uso" (y cuanto antes se desgaste el producto mejor).

Pero sabemos que la verdadera literatura está muy lejos de identificarse con un bien de consumo. Como dice Ivonne Bordelois, "contrariamente a los bienes de consumo, el lenguaje jamás se agota, recreándose continuamente; por lo tanto, compite con ventaja con cualquier producto manufacturado. Es también un bien solidario: lo comparte toda una comunidad, por un espontáneo sistema de trueque. Y por fin, es un bien absolutamente gratuito, ya sea en su apropiación como en su circulación. En otras palabras, es un bien totalmente subversivo, porque siendo como es, el bien más importante para los seres humanos —ya que es el don propio de la especie, el que nos diferencia de otros animales— su naturaleza se opone a la de todos los otros bienes de consumo, que en lugar de ser gratuitos, solidarios e inagotables son, sin excepción, agotables, costosos y no compartidos. En ese sentido, el lenguaje es un amenazante peligro para la civilización mercantilista, por su estructura única e indestructible, que ningún mercado puede poner en jaque. Por eso, para los sectores del poder es perentorio, dada la resistencia del lenguaje, volverlo invisible e inaudible, cortarnos esa fuente inconsciente y solidaria de placer que brilla en el habla popular, en los chistes que brotan como salpicaduras en las conversaciones entre amigos, en las nuevas canciones hermosas, en las creaciones auténticas que surgen todos los días en el patio del colegio, en la mesa familiar, en la charla de un grupo de adolescentes". (10)

Yo agregaría que para el mercado neoliberal cualquier revista que se precie de exitosa debe hacer gala de esos valores que el mercado promueve: mire, recorte y pegue, luego tire a la basura los bordes de las páginas de eso que era una revista, ya es material de deshecho. Y entonces la revista desapareció, sólo quedan para su "uso" unas por lo general estereotipadas imágenes, absolutamente pertinentes para la unidad didáctica que el calendario indica que todo Jardín de infantes debe transitar para ese entonces. De palabras, casi ni hablar. De lecturas, un poco menos. De literatura, vaya uno a saber qué demonios era eso. De arte plástico ni las huellas; de creatividad, de duda, de curiosidad impertinente, poco o nada parece ofrecer el material y poco a poco casi nada parece pretender un docente hallar allí. Un conformismo que funciona casi como un círculo vicioso. Los editores leen en esa situación que "lo que hace falta", "lo que la gente quiere", es figuritas para pegar y recortar, o un recetario de actividades. "La gente no quiere leer", escuché decir muchas veces cuando estaba dando forma a Punto de partida; "que un texto no exceda los 10.000 caracteres, nadie lee más que eso", decían otros a viva voz. Pero Punto de partida pretendía más que eso. Pretendía, entre otras cosas, reinstalar ese espacio de lectura que ofrece un libro de texto, además de enriquecer el mundo visual con una gráfica cuidada, artística, heterogénea, sin oportunismos didácticos, al servicio de la imaginación y del enriquecimiento del capital cultural de cada docente o chico que se acercara a ella.

Como escribía Gustavo Roldán en algún número de la revista: "En un mundo donde se derrumban los valores, todavía quedan los libros como un baluarte de la dignidad. Claro que en los cuentos o en los poemas no están todas las soluciones, pero está la posibilidad de descubrir pensamientos más abiertos, con más propuestas, más lleno de posibilidades y de dudas. Se podría pensar que es imposible ignorar la barbarie ilimitada que nos rodea. Pero al parecer no es tan difícil, basta con cerrar los ojos o mirar para otro lado. Y la muestra de lo fácil que resulta está en que la barbarie sigue a nuestro alrededor y sólo nos alarma cuando suceden extremos de violencia que vulneran los límites de lo que ya hemos aceptado como una realidad cotidiana. Ese día organizamos marchas, llevamos pancartas, velas encendidas, grandes carteles, gritamos enfurecidos, exorcizamos por un rato la barbarie y volvemos a descansar con la conciencia tranquila, satisfechos por el deber cumplido. Mañana los diarios, los noticieros de la televisión, las radios, pondrán en evidencia el éxito de las manifestaciones, mostrarán las docenas de miles de participantes, y sentiremos algo así como una alegría porque comprobamos que vivir en democracia tiene múltiples ventajas. No objeto las marchas, las protestas, los gritos, las manifestaciones. Me preocupan cuando son apenas una descarga que se satisface a corto plazo y volvemos —los que podemos volver— a la paz de la mesa bien servida." (11)

Esto que pienso y digo hoy lo pensé ya muchas veces, en distintos tiempos, es decir que son pensamientos con bastante historia. Cuando Punto de partida apareció ante mí como una posibilidad de creación, algo de lo que dice Gustavo resonó en mi cabeza: es una oportunidad de producir un movimiento, más allá de la protesta cansina cada vez que pienso el mundo de la pedagogía y el arte en la infancia; es una ocasión responsabilizante y responsabilizada de asumir el desafío de desafiar las leyes del mercado, y apostar a romper parte de ese círculo vicioso: hay poco, tome poco, desee cada vez menos, deseche cada vez más rápido, lea lo menos posible, conviértase cuanto antes en un insensato, en fin, sea exitoso.

Entonces pensé: ¿cómo desarrollar una poética del discurso en una revista de educación inicial? Pero antes que nada: ¿qué es una poética? "La poética se propone elaborar categorías que permiten comprender a la vez la unidad y la variedad de todas las obras literarias. La obra individual será la ilustración de esas categorías, su condición será la de ejemplo y no de término último. Por ejemplo: la poética procurará elaborar una teoría de la descripción que pondrá en evidencia lo que tienen en común todas las descripciones y lo que les permite ser diferentes, pero no se preocupará por dar cuenta de la descripción de un texto particular. Por consiguiente, la poética podrá definir un encuentro de categorías aunque por el momento no se conozca ninguna manifestación de tal encuentro. En este sentido, el objeto de la poética está constituido tanto por las obras virtuales como por las obras reales." (12)

Punto de partida aparecía allí como una obra virtual. ¿Cuál es la poética de una revista de educación inicial? ¿Existe un pensamiento al respecto? No es una revista de arte, no es una revista literaria, no es una revista de poesía, es una publicación mensual para docentes de nivel inicial a los que sus chicos les hacen preguntas difíciles, algunos llegan sin comer, otros nunca tuvieron un libro en sus casas, otros se quedan al cuidado del televisor durante muchas horas, otros creen que la hamburguesa es un corte de la vaca, otros ejercen la violencia física sin parar y no pueden evitarlo, otros ven empobrecida su imaginación y casi no pueden jugar, otros se hacen pis a cada rato, otros lloran mucho porque son bebés, otros necesitan muchos más maestros que uno solo en la sala, otros están desamparados, pero todos son potencialmente ricos, creativos, inteligentes, imaginativos, sociables, deseantes, lúdicos, afectuosos… Para esos chicos y para sus maestros intentamos crear una poética, la poética de Punto de partida.

Y lo que pasó fue mucho más allá de la utopía. Muchos son los lectores que han sentido que el encuentro y el diálogo son posibles, escribiéndonos desde sus preocupaciones, pensamientos, inquietudes, deseos de vínculo, y también estimulándonos a pensar, crear y producir de ese modo en que nos aventuramos con esta publicación. Radicalmente diferentes se volvieron entonces las conversaciones, porque ya nada indica que el lenguaje deba ser práctico ni medido ni informativo; se habilita a ser poético, demiúrgico, atrevido, vibrante y virante, pomposo o globozo, intelectual o político, según quién sea cada uno de los "él" o de las "ella" que lo pone en juego y las circunstancias que los habiten en cada conversación. (13)

La conversación se transformó entonces en una "intervención". La conversación entre alguien que proyecta la escritura en un papel y la echa a rodar, y alguien que lee esas marcas mes a mes, que las espera con ansiedad, da muestras de la riqueza del pensamiento compartido. Una hipótesis que arriesgo: tal vez cada maestro que se encuentra con Punto de partida se sienta pensado por otros, tal vez perciba que en cada texto o en cada imagen alguien o algunos están pensando a sus alumnos. Tal vez por eso se materializa el diálogo, por eso existe una topía.

Los chicos, para aprender a pensar, necesitan antes ser pensados, y si para aprender a pensar hace falta esa instancia previa, y pensar en alguien es tener una preocupación sobre él, ¿qué será de la capacidad de pensamiento de tantos chicos que transitan por nuestros jardines en condiciones tan rígidas como desprovistas de preocupación? ¿Qué será de esos maestros tan desamparados en el acompañamiento de sus chicos, en un mundo cada vez menos poético? ¿Estaremos pudiendo pensar realmente qué hacer frente al empobrecimiento intelectual y subjetivo que estamos percibiendo y sufriendo todos en general? (14)

Generar una idea —por humilde que sea— y acariciarla, macerarla, transformarla; recuperar las ideas de los chicos, enseñarles a acariciarlas, macerarlas, transformarlas; acariciar el pensamiento, por cuidado y por afecto, tal vez una manera eficaz de alojar a cada uno, niño o maestro, en la experiencia de lectura que nos proponemos con nuestra publicación. O como decía Xul Solar, y adueñándonos con extrema humildad de sus palabras: "si no hay país sin angustia para mí, todo yo, dentro de mis pensamientos, para mis hermanos, me haré un mundo". (15)


 

Notas

 

(1) Texto referido al editorial de Punto de partida Nº 1 (Buenos Aires, Editora del Sur, marzo de 2004).

(2) Agamben, Giorgio. Infancia e historia. Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora, 2001.

(3) Auster, Paul. El libro de la memoria. Barcelona, Editorial Anagrama, 1996.

(4) Petit, Michèle. Lecturas: del espacio íntimo al espacio público. México, Fondo de Cultura Económica, 2001.

(5) Texto referido al editorial de Punto de partida Nº 3 (Buenos Aires, Editora del Sur, mayo de 2004).

(6) Devetach, Laura. Oficio de palabrera. Literatura para chicos y vida cotidiana. Buenos Aires, Ediciones Colihue, 1991.

(7) Texto referido al editorial de Punto de partida Nº 7 (Buenos Aires, Editora del Sur, septiembre de 2004).

(8) Texto referido al editorial de Punto de partida Nº 13 (Buenos Aires, Editora del Sur, mayo de 2005).

(9) "Chimichurri, chimichurri. Picadito y en zigzag. Conversaciones con Laura Devetach". En Punto de partida Nº 7 (Buenos Aires, Editora del Sur, septiembre de 2004).

(10) Bordelois, Ivonne. La palabra amenazada. Buenos Aires, Libros del Zorzal, 2003.

(11) Roldán, Gustavo. "La aventura de leer". En Punto de partida Nº 10 (Buenos Aires, Editora del Sur, diciembre de 2004).

Nota de Imaginaria: El artículo "La aventura de leer" es el texto de la conferencia pronunciada por Gustavo Roldán durante el Congreso Mundial de Bibliotecas e Información IFLA 2004 "Bibliotecas: Instrumentos para la Educación y el Desarrollo" (Buenos Aires, Argentina, agosto de 2004) y también fue publicado en Imaginaria, aquí.

 

(12) Ducrot, Oswald y Todorov, Tzvetan. Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje. Buenos Aires, Editorial Siglo XXI, 2003.

(13) Referencia al editorial de Punto de partida Nº 14 (Buenos Aires, Editora del Sur, junio de 2005).

(14) López, María Emilia. "Recibir, alojar, sostener". En: Punto de partida Nº 11 (Buenos Aires, Editora del Sur, marzo de 2005).

(15) Referencia al editorial de Punto de partida Nº 14 (Buenos Aires, Editora del Sur, junio de 2005).


Foto de María Emilia LópezMaría Emilia López (maremil01@yahoo.com.ar) es Profesora de Educación Inicial. Licenciada en Letras. Especialista en Educación Temprana. Directora-editora de la revista de educación inicial Punto de partida (Premio Pregonero 2005). Fundadora y Directora del Jardín Maternal de la Facultad de Derecho (UBA). Formadora docente. Asesora de instituciones educativas. Autora y Coordinadora de Programas de Educación por el Arte para niños. Autora de varias publicaciones sobre pedagogía, arte, infancia, instituciones.


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