59 | RESEÑAS DE LIBROS | 5 de setiembre de 2001

Seres mitológicos argentinos

Adolfo Colombres
Ilustraciones de Luis Scafati.
Buenos Aires, Emecé Editores, 2001.

Portada de "Seres mitológicos argentinos"

Jasch'aklich
Ser mitológico nivaklé o chulupí. Es el Arco Iris. Fue originado por Vo't'itaj, la Tortuga, para que detuviera una larga lluvia que castigaba la tierra. Cuando ésta se fue secando pudo nacer Päsej, el primer hombre. Jasch'aklich viéndolo solo y desorientado, vagando por el monte en busca de alimento, hizo pie en un punto y se estiró por el cielo, como señalándole un camino. Päsej lo siguió y fue a dar así con Ta'ä.ö, la primera mujer, que acababa de alzarse del suelo.

Seres mitológicos argentinos es la suma, organizada a la manera de un diccionario, de casi quinientos seres de la mitología de nuestro país. Cada ser es caracterizado en su aspecto y su función, ubicándolo en su ámbito de pertenencia: la región geográfica, la cultura aborigen o criollo-mestiza a la que pertenece.

Si bien los seres mitológicos de origen mestizo o criollo no son pocos, el mayor número de seres proviene de las cosmovisiones aborígenes.

Dioses principales que dieron origen al mundo y a los astros, como Ñanderuvusú, "el que vino solo y se dejó ver en el corazón de las tinieblas", de la mitología mbyá-guaraní. Los héroes civilizadores, que explican el origen de técnicas, saberes y costumbres de la cultura, y aquellos que como El Coquena entre los diaguitas-calchaquíes protege a los animales castigando al hombre que se excede en su trato con la naturaleza. Personajes mágicos que provocan o curan enfermedades, que pueden hacer el mal y el bien indistintamente.

Son 45 los mitos recogidos en este libro que pertenecen a una cultura y un pueblo ya desaparecidos, los selk'nam de Tierra del Fuego. Otros persisten sólo en la memoria de algún anciano. Si bien hallamos seres sobrenaturales originarios de occidente (el Familiar, el Lobizón, el Basilisco, las Brujas), éstos no tienen en nuestro país las mismas características que en sus culturas originarias.

El mito, nos expresa el prólogo del libro de Colombres, es una forma de conocimiento. El hombre, más que un animal racional, es un animal simbólico; "ciertos hechos son sustraídos de la banalidad, convertidos en imágenes y fijados en el espacio de la intensidad y la luz; (...) se podría decir que el mito, más que un fruto del deseo y los sueños, es hijo del horror al vacío y al sentimiento de intrascendencia y fugacidad que rodea todo lo humano."

Como el arte, el relato mítico apela a la máscara y la polisemia para mostrar "flancos ocultos de las cosas, que es donde suelen residir las claves de la realidad."

Relegados por el pensamiento racionalista al ámbito de la superstición en un hacer de dominación de occidente sobre otras culturas, los mitos han perdido desde este punto de vista su fuerza y su sentido. Podemos decir que en la descripción que Colombres realiza de cada uno de estos seres, y en las ilustraciones de Luis Scafati, que acompañan a algunos de ellos, el sentido del mito se recupera en su valor cognoscitivo y artístico. Resulta curioso que muchos de estos personajes, según se indica en el prólogo, nunca antes habían sido dibujados, por lo que el ilustrador debió crear para ellos una imagen visual a partir de su caracterización en la palabra (1). Los seres "creados" por Scafati surgen de la mancha y el trazo en tinta negra, estremeciéndonos de terror y poesía.

El mito nos conmueve, nos conmueve su imagen, las palabras que lo definen, y nos adentra en otros modos de asombrarnos frente a la realidad. A través del mito podemos sentir e imaginar las formas mediante las cuales otros hombres se propusieron hablar del mundo y de sí mismos.

Marcela Carranza

(1) Anterior a éste, existe otro trabajo del mismo autor: Seres sobrenaturales de la cultura popular argentina (Buenos Aires, Ediciones del Sol, 1984; colección Biblioteca de la Cultura Popular), con 50 ilustraciones de Ricardo Deambrosi.


Marcela Carranza es maestra y Licenciada en Letras Modernas de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). Como miembro de CEDILIJ (Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil) participó en el programa de bibliotecas ambulantes "Bibliotecas a los Cuatro Vientos" y en el equipo Interdisciplinario de Evaluación y Selección de Libros. Forma parte del grupo de estudio "La Nuez", en el área de la literatura infantil y juvenil.


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