210 | RESEÑAS DE LIBROS | 4 de julio de 2007

PortadaToby

Graciela Cabal
Ilustraciones de Pez.
Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 1997. Colección Torre de Papel, serie Torre Azul.

Una de las formas más arriesgadas y difíciles de poner en cuestión las construcciones sociales acerca de la normalidad es la expresión artística del problema. Producir textos sobre la diferencia que no estigmaticen o celebren acríticamente al diferente no se podría hacer a través de una ideología explícita que suele basarse en una actitud dogmática y renuente a pensar la alteridad de un modo que invite a cuestionarnos. Las ficciones que ponen toda su batería narrativa en designar al diferente como si en ese acto cumplieran con un fin redentor, no hacen más que congelar el conflicto, dejarlo sin preguntas, aunque aparentemente tranquilicen algunas conciencias.

No parece ser el caso de Toby, la nouvelle de la autora argentina Graciela Cabal, en la que un niño que no revela su edad hasta el final cuenta en primera persona su historia en la que la diferencia marca su forma de ser en el mundo, de sufrirlo y de lucharlo.

No se puede contar la historia de Toby desde afuera, tal como se suele hacer en una reseña, porque el mundo del narrador está en la lengua que la autora inventó para él.

Sabemos por este niño, por lo que cuenta y por cómo lo dice, que entre su pensamiento y su lenguaje, sobre todo el que le permite comunicarse con la mayoría de los adultos que lo rodean, hay una distancia que lo aleja de la posibilidad de una vida "normal".

Toby nos dice en su narración entrecortada, fragmentaria como su manera de pensar, que vive con su abuelo relojero con quien comparte el cuarto y con una tía, hermana de su madre muerta. Su padre, hombre de mar, aparece poco. Sabemos por el niño que los adultos lo miran compasivamente: para ellos es el "pobrecito querido", el que no puede leer o hablar bien, o el tema difícil del que se habla puertas adentro. En cambio con su abuelo hay una relación entrañable que se revela en los cuentos que el hombre le narra por las noches y en la confianza en las posibilidades de Toby al enseñarle a arreglar relojes.

Al principio del relato, el niño cuenta que su abuelo le ha regalado un pisapapeles de cristal que contiene una casita instalada en un pequeño jardín. Durante toda la nouvelle, la historia de Toby se entrelaza con las descripciones de los cambios fantásticos que el niño imagina en el interior de ese pisapapeles. Ese objeto simbólico se transforma al compás de las vivencias complejas de Toby y a la vez, es el lugar donde el niño atesora su capacidad de imaginar, donde todo parece posible. Las ilustraciones de Pez, unos dibujos en tinta con cierto tono nostálgico, son más atractivas cuando toman partido por acompañar el contrapunto imaginario del protagonista que cuando ceden ante la representación realista.

El lenguaje de Toby es la materia con la que el lector, sin la distancia que implicaría un relato a cargo de un narrador externo o aun un focalizador, entabla una relación con el quiebre producido entre el pensar y el decir. Los recursos utilizados para hacer verosímil ese quiebre son los que suelen caracterizar al habla infantil (aunque luego nos enteremos de que Toby tiene casi trece años): el hipérbaton que antepone el objeto al sujeto, el polisíndeton tan resistido por los maestros en la escritura escolar, la reiteración, el uso de expresiones aniñadas como "tan dificilísimo", etc.

La construcción de este discurso invita al lector a posicionarse del lado del protagonista y a pensar sobre su conflicto junto con él. La voz de los adultos y las ideas comunes en torno a los diferentes son intermediadas por el estilo indirecto libre o por la reproducción de los diálogos a cargo del propio Toby. Lejos de protegerlo o sentenciar sobre las dificultades de convivir con la diferencia, esta opción narrativa sumerge al lector en la problemática.

Sin embargo el final, en el cual Toby sorprende a todos al haber logrado reparar un viejo reloj, parece olvidar la confianza concedida a la libre construcción de significados ya que el abuelo le regala un cartel para encabezar el negocio de reparación que compartirá desde ahora con su nieto que dice: "Aquí se arregla lo que no tiene arreglo". La excesiva explicitación de la restauración del orden con un cierre casi moralizador ensombrece la búsqueda original que venía caracterizando a la propuesta tanto en el plano formal como temático.

Cecilia Bajour


Cecilia Bajour (cecibajour@gmail.com) es Profesora en Letras. Es miembro del Equipo de Coordinación Académica del Postítulo de Literatura Infantil y Juvenil organizado por CePA (Escuela de Capacitación Docente, Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires), y coordinó la Cátedra Abierta "Nuevas miradas sobre la literatura infantil y juvenil contemporánea". Coordina el Programa de Capacitación para Maestros Bibliotecarios de la Ciudad de Buenos Aires (también dependiente de CePA). Dicta el Seminario de Literatura Infantil en la Licenciatura en Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad Nacional de San Martín. Participa como expositora en Jornadas y Congresos de la especialidad.


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