Libros recomendados

Elegimos y recomendamos cuatro libros de Kalandraka que, a nuestro juicio, merecen ocupar un lugar en los estantes de cualquier biblioteca infantil o juvenil: La historia de la manzana roja, OH!, ¿Todavía nada? y ¡Yo no he sido!. Aquí una reseña de cada uno de ellos, preparada por Marcela Carranza.

En cada entrega de esta sección se ofrece un listado de libros que, a nuestro juicio, merecen ocupar un lugar en los estantes de cualquier biblioteca infantil o juvenil. Su objetivo es colaborar con la tarea de selección bibliográfica del padre, docente o bibliotecario, señalando títulos, brevemente reseñados, que se destaquen por su calidad. Los libros que se incluyen en esta sección no son únicamente las novedades editoriales sino también aquellos que por distintos motivos se encuentran agotados o descatalogados. Pensamos que la formación de una buena biblioteca es también una pasión de coleccionista; no podrían faltar entonces aquellas piezas entrañables que seguirán fascinando a los lectores de todos los tiempos.
Reseñas de Marcela Carranza


La historia de la manzana roja
Jan Lööf

Ilustraciones del autor.
Traducción de Jarna Piippo y Ramón Nicolás.
Sevilla, Kalandraka Ediciones Andalucía, 2008. Colección Libros para soñar.

Jan Lööf, nacido en Trollhättan, Suecia, en 1940, es ilustrador, actor, autor de historietas y músico de jazz.



Autorretrato de Jan Lööf.

Felix, creada en 1967, fue la historieta con la que ganó mayor popularidad.


Portada de Felix.

De sus libros para niños dos títulos tuvieron difusión a nivel mundial: Mi abuelo es pirata y La historia de una manzana roja, ambos publicados por primera vez en 1974. Los dos títulos fueron editados en español en 1982 y luego descatalogados (1). Pero recientemente, la editorial Kalandraka rescató del olvido a La historia de una manzana roja. Se trata de una cuidada edición en tapas cartoné que resalta las cualidades de este libro-álbum.

Los vínculos que el álbum manifiesta con otros géneros —donde la imagen y el texto comparten la narración: el cine y el cómic—, se vuelven evidentes en este libro de Jan Lööf. Así no cuesta imaginar cada una de las ilustraciones como una viñeta con los diálogos en globos (2), o bien dejarse llevar por la sucesión de imágenes al estilo de las viejas películas mudas.

Las acciones, con la manzana como protagonista, se suceden en una cadena vertiginosa de causas y efectos regidos por el azar. Se trata de una serie de circunstancias insólitas que finalizan en el punto de partida de manera favorable para el personaje que ha sido víctima de un engaño, sin que éste se de cuenta de nada.


Ilustración de La historia de una manzana roja, de Jan Lööf.

El señor de traje a rayas es engañado por el frutero y compra una manzana de plástico (3). La manzana puesta en el alféizar de la ventana para madurar es arrojada por el papagayo y golpea a una anciana. Ésta culpa a un niño que casi es atropellado por el coche del director de la escuela. Rota la valla del jardín del frutero por el accidente, otro niño roba la manzana que su dueño cuida con esmero. El niño lleva la manzana a su maestra, pero un ladrón oculto en el aula huye robando la fruta. Accidentalmente la manzana cae en las manos de un bombero que pasaba por allí para ir a rescatar a un gato. El bombero ocupado en su tarea, decide dejar la manzana en el alféizar de una ventana…

Acciones que parecen irrelevantes se transforman eslabones imprescindibles en la cadena de acontecimientos. Algunas de ellas son narradas por el texto y la imagen, mientras otras, como el robo y la huída del ladrón durante el accidente, tan sólo son narradas por la imagen.  Este último recurso mediante el cual la imagen se hace cargo de la narración más allá de lo dicho por el texto, permite a los lectores descubrir aquello que los personajes y el narrador ignoran. El pequeño lector, por ejemplo, sabe dónde se oculta el ladrón de barba postiza y anteojos de sol, mientras el policía pregunta por él a los niños y la maestra.


Ilustración de La historia de una manzana roja, de Jan Lööf.

La apelación en el texto al lector durante la última escena se transforma en un guiño de complicidad entre quien narra los hechos y quien los lee, más allá de los personajes, ignorantes de lo sucedido. El frutero confundido que se sienta a cavilar bajo el manzano y el despreocupado señor del traje a rayas dispuesto a disfrutar de su paseo y su manzana son los protagonistas de un simpático final donde el azar parece haber hecho justicia.


Detalle de la ilustración final de La historia de una manzana roja, de Jan Lööf.


OH!
Josse Goffin

Ilustraciones del autor.
Sevilla, Kalandraka Ediciones Andalucía, 2007. Colección Libros para soñar.

Las interjecciones, nos dice el diccionario, son una clase de palabras que manifiestan alguna impresión súbita como por ejemplo: asombro o sorpresa y sirven también para apelar al interlocutor. El título nos revela de este modo dos ingredientes centrales del libro de Josse Goffin: sorpresa y apelación al lector.

Abrimos el libro y hallamos una imagen a doble página. La imagen se recorta sobre el vacío de un fondo blanco, se trata de un objeto claramente delimitado, no parece decir mucho. Sus posibilidades se manifiestan cuando el lector descubre, al extender la segunda página desplegable, que aquello que veía con claridad inmediatamente deja de ser lo que era y se convierte en otra cosa.


Esquema del mecanismo del libro OH!, de Josse Goffin.

Así una taza se transforma en un trasatlántico con un pez a su derecha y al dar vuelta la hoja dicho pez se convertirá en un pato con un broche en el pico… Las páginas sin desplegar ofrecen un objeto anticipado en la ilustración anterior permitiendo de este modo el encadenamiento de las imágenes y la invitación al lector para prever lo que vendrá.



El recurso utilizado por la imagen para su metamorfosis proviene de un uso muy particular de una de las formas retóricas del lenguaje: la sinécdoque. Este tropo consiste en la estrategia de nombrar a un objeto reemplazándolo por unas de sus partes. Sin embargo en el caso de OH!, no podríamos hablar de sinécdoque propiamente dicha, ya que la parte mostrada se combina en el instante en que las páginas aún no han sido desplegadas con una segunda parte formando un primer objeto, luego al desplegar la hoja, dicha parte vuelve a combinarse para revelar un todo insospechado para el lector. De este modo cada vuelta de página encierra un instante de seguridad, para luego dar lugar al suspenso y, por último, la sorpresa. Efecto de lectura complejo para un libro que hace de la sencillez uno de sus principales atributos.


¿Todavía nada?
Christian Voltz

Ilustraciones del autor.
Traducción de Kalandraka Andalucía.
Sevilla, Kalandraka Ediciones Andalucía, 2008. Colección Libros para soñar.

 

¡Yo no he sido!
Christian Voltz
Ilustraciones del autor
Traducción de Luisa Morandeira.
Pontevedra, Kalandraka Editora, 2003. Colección Libros para soñar.

Hay ilustraciones que nos deslumbran por la maestría en el dibujo, otras por el uso de la luz, del color, por su estilo y también las hay de las que ponen en un primer plano la técnica y los materiales utilizados llegando a definir de este modo la identidad de un artista. Este último caso puede aplicarse a estos dos libros de Christian Voltz editados por Kalandraka (4). El autor recurre a la técnica del collage con elementos reciclados como alambres, telas, papeles, hilos, tuercas, resortes, trocitos de madera y de chapa… materiales que gracias a una edición muy cuidada invitan al tacto desafiando la bidimensión del papel en el que han sido impresos.

El ingenio con el que Voltz explora las posibilidades de los materiales forma parte del goce de la lectura de estos libros. En ¿Todavía nada? todas las páginas del libro están divididas por dos mitades de papel. Una celeste o negra, según sea de día o de noche, oficia de cielo y la otra, amarilla, de tierra. Esto permite a los lectores tener una visión muy particular de lo que sucede. El lector puede ver el accionar del personaje que actúa en la línea horizontal divisoria entre ambos papeles y también aquello que el personaje no puede ver: el desarrollo de la semilla “bajo tierra”. El efecto humorístico del texto se sitúa en este plus de conocimiento del lector por sobre el personaje.

El señor Luis una mañana plantó una semillita, luego empapó la tierra y día a día se acercó para ver el nacimiento de la planta. Mientras el señor Luis se siente defraudado porque “no había nada que ver”, los lectores observamos bajo tierra brotar la semilla e ir creciendo hasta por fin emerger del suelo. Lamentablemente un segundo personaje va a intervenir en la historia y el señor Luis nunca sabrá de la flor que los lectores vimos crecer.


Junto a la maestría en el uso de los materiales también se destacan los juegos con la tipografía. Estos recursos tipográficos dan la impresión de ser por momentos una especie de guía para la entonación y el ritmo a seguir durante la lectura en voz alta del texto, como en el caso del uso de negritas y el aumento o disminución del cuerpo de la letra, o la distribución de las palabras en el espacio similar a los versos de la poesía. Si las palabras escritas prevén la sonoridad de la lectura, también se integran a la ilustración y participan de las acciones de los personajes; como por ejemplo cuando su distribución radial imita el riego de la semilla, o su ondulación, el vuelo del pájaro. Si las palabras se aproximan al juego sonoro de la poesía, también saben de silencios y de manera estratégica desaparecen de escena en los momentos de mayor suspenso de esta pequeña historia. No habrá palabras en las dobles páginas en las que finalmente el brote sale a la superficie y se transforma en flor, en esos momentos tampoco habrá testigos, sólo la flor y el lector comparten el secreto de su nacimiento. Las palabras se sitúan por lo general en el espacio superior donde habitan los personajes, sin embargo “bajo tierra” y entre paréntesis hallamos una especie de notas aclaratorias. Sabemos de los excesos aclaratorios en muchos textos destinados a los pequeños lectores, pero aquí las aclaraciones no vienen a explicar nada, por el contrario, establecen un acuerdo lúdico con el lector contándole acerca de las apetencias de las semillas y los sentimientos del pájaro.

En ¡Yo no he sido! el texto nuevamente se aproxima a la poesía, pero esta vez asumiendo la forma de la retahíla. Este encadenamiento de personajes y acciones que se van sumando página a página logra su síntesis en la ilustración donde el mosquito, el pollo, el gato, el perro, el cerdo, el burro y la vaca asemejan una especie de “choque automovilístico” en cadena. También en este libro Voltz recurre al cambio en el cuerpo de la letra y el uso de negritas para enfatizar la sonoridad de algunas palabras, así como la distribución en verso que hace más evidente la suma de elementos encadenados y repeticiones propios de la retahíla. La escena inicial se construye a partir de dos acontecimientos: la muerte de la araña por la mujer y la cornada de la vaca dada a este mismo personaje. El desenlace torna circular la historia cuando la pesquisa acerca de quién ha provocado la cornada finaliza de un modo inesperado para la protagonista.


Notas

(1) Mi abuelo es pirata e Historia de una manzana roja fueron editados en castellano por Editorial Miñón (Valladolid, 1982) y luego descatalogados. Ediciones Susaeta (que tomó parte del fondo bibliográfico histórico de Miñón) reeditó Mi abuelo es pirata (Madrid, 1991) pero luego también lo descatalogó.

(2) Originalmente Jan Lööf creo La historia de una manzana roja con formato de cómic.

(3) El almanaque en la verdulería nos informa que es 28 de diciembre, es decir “El día de los inocentes”. Un sutil detalle en la ilustración de Jan Lööf para explicar la conducta del frutero. Es interesante observar que en la edición anterior del libro (Editorial Miñón), el almanaque señalaba el 1 de Abril, fecha equivalente a nuestro “Día de los inocentes” en el país de origen del autor. La modificación de la fecha —realizada en la edición de Kalandraka— permite a los lectores españoles e hispanoamericanos comprender la pista dada por Jan Lööf.

(4) Nota de Imaginaria: Otros títulos de Christian Voltz editados por Kalandraka:

  • Como cada mañana (2004)
  • La caricia de la mariposa (2008)
  • ¿Dónde está? (2009)

Artículos relacionados:

Reseñas de libros: Kalandraka Editora: Libros para soñar, por Antonio Ventura.

Lecturas: La artesanía del silencio, por Cecilia Bajour.

6 comentarios sobre “Libros recomendados”

  1. Blog K» Archivo del Blog » EN ‘IMAGINARIA’ dice:

    […] el siguiente enlace se pueden leer las reseñas, de las que se extraen a continuación algunos […]


  2. Virginia dice:

    Hola! Dón de puedo conseguir libros de la editorial Kalandra en Buenos Aires? Gracias y saludos


  3. Roberto Sotelo dice:

    Una buena parte del fondo editorial de Kalandraka se consigue en las librerías argentinas. Actualmente sus libros son distribuidos por Ediciones Iamiqué: http://www.iamique.com.ar


  4. susana dice:

    HOLA. NADA MAS QUERIA EXPRESAR MI AGRADECIMIENTO POR CONTAR CON UN BOLETIN COMO IMAGINARIA, CON la excelencia e sus articulos Y COLABORADORES Y LA infinidad de recursos que nos brinda a los que disfutamos de la literatura infantil y juvenil con los chicos. MUUCHAS E INFINITAS GRACIAS NO DEJO DE RECOMENDARLA¡¡


  5. Alina dice:

    Donde compro todavia nada en buenos Aires ?


  6. admin dice:

    Alina: Es posible (pero no seguro) que esté en El Libro de Arena, Aráoz 594.