La colección “Telones y entretelones del teatro para niños en la Argentina” de Libros del Quirquincho

A mediados de los años ’80, la crítica Ruth Mehl —recientemente fallecida (Ver artículo en la sección “Eventos”)— dirigió en la editorial Libros del Quirquincho una colección de obras de teatro para niños que “intentó una nueva búsqueda de acercamiento entre el público y las buenas creaciones”. Esta colección (ocho libros publicados entre 1987 y 1990) congregó a los más representativos autores y directores de la dramaturgia argentina para niños. Por Roberto Sotelo.

Informe preparado por Roberto Sotelo.

 
El martes 18 de mayo de 2010 murió la crítica y especialista en literatura infantil y juvenil Ruth Mehl, “decana del teatro infantil en Argentina”, como la definió el periodista Juan Garff en el artículo que en su homenaje publicó el diario La Nación y que reproducimos en este número de Imaginaria.

Ruth Mehl realizó un invalorable trabajo —de más de 30 años— de crítica de espectáculos teatrales para niños desde su columna semanal en la sección de espectáculos de La Nación. Una labor pionera y excepcional ya que los espacios dedicados a la crítica y al comentario de las producciones artísticas y culturales destinadas a la niñez no se sostienen en el tiempo en los medios periodísticos argentinos.

Gracias a esa trayectoria y especialización en el género teatral, a mediados de los años ’80, la escritora Graciela Montes —en ese momento Directora de Publicaciones de la editorial de Libros del Quirquincho— le propuso a Ruth Mehl la coordinación de una colección de obras de teatro para niños. Así nació “Telones y entretelones del teatro para niños en la Argentina”. Y así Ruth, en su rol de directora de colección, se encargó de la selección de obras, los estudios críticos sobre las mismas, y del cuidado en la edición de cada uno de los ocho libros que se publicaron entre 1987 y 1990.

“Telones y entretelones…” intentó una nueva búsqueda de acercamiento entre el público y las buenas creaciones porque, como decía Ruth Mehl, “para los chicos lo que es un poco menos que bueno, ya es malo”.

Los fundamentos de la colección se resumían en la contratapa de los libros:

“Porque sabemos que hay necesidad de buenos libretos, de probada eficacia entre el público infantil.

Porque nos parece indispensable ir formando una conciencia reflexiva acerca del quehacer teatral destinado a los niños.

Porque quisimos revelar el apasionante mundo de trabajo que hay del otro lado del escenario.”

La colección congregó a los más representativos autores y directores de la dramaturgia argentina para niños: Ariel Bufano, Enrique Pinti, Mane Bernardo y Sarah Bianchi, entre otros.

Cada libro contenía el guión de la obra, un estudio crítico de Ruth Mehl (acompañado por fotos de las representaciones), y un “Pequeño Vocabulario Teatral” preparado por Andrés Bazzalo. Oscar “Negro” Díaz fue el diseñador de la colección y Delia Contarbio la autora de la bellísima ilustración de tapa de los libros.

A partir del alejamiento de Graciela Montes de Libros del Quirquincho en 1992, la editorial discontinuó algunas colecciones, entre ellas “Telones y entretelones…”. Así quedaron inéditos algunos de los títulos anunciados en la primera etapa, como Pulgarcita de Mane Bernardo y Sarah Bianchi, o La tragicomedia de los cabezones de Rubén Vilela. Tras el cierre definitivo de Libros del Quirquincho en 1999, solo unos pocos títulos fueron reeditados años después (*), pero la mayoría todavía espera un merecido rescate editorial.


Telones y entretelones…

por Ruth Mehl

 
Texto de la nota introductoria que se incluía de cada libro de la colección.

Con esta colección les proponemos aproximarnos a algunas obras que han hecho y hacen emocionar a tantos niños argentinos con la ternura, la poesía, la aventura, la imaginación o la pura risa.

Han sido elegidas entre muchas que andan haciendo magia en los teatros del país por sus valores integrales, sus contenidos, su capacidad para conmover, su forma de utilizar el lenguaje del teatro y, principalmente, porque ya hace tiempo que los mismos chicos les han dado su voto de confianza.

Claro, leerlas nunca será lo mismo que vivirlas…

El teatro es un hecho vivo, caliente, palpitante estremecido.

Se gesta en el sueño del autor, un sueño que a veces sale de sus mismas entrañas. Toma forma en las visiones del director, el escenógrafo, el músico. Se alimenta de la sangre que corre por las venas del actor, su sudor, sus emociones. Y se hace verdad en la energía que genera el público y que en cada función es nueva.

Entre escenario y platea se establece una corriente, un fluido comunicante que a veces es denso, echa chispas y produce en el actor una especie de delirio porque al recibir la carga siente la necesidad de devolver más y más, y la unión es total, la emoción una, la alegría dilata el corazón y una gran plenitud estalla en el aplauso.

Cuando esta catarsis completa se cumple, el artista y el público se separan realmente satisfechos.

Este hecho mágico no se puede envasar. Hay que generarlo de nuevo cada vez, y cada función será distinta porque el grupo que comparte el rito será diferente.

El carácter ceremonial del teatro es sin duda uno de sus rasgos más potentes y atractivos y especialmente para los chicos, ritualistas por antonomasia.

Y las obras buenas pueden producir un placer muy grande, una emoción muy auténtica, una experiencia inolvidable. Como son hechos vivos, no sólo necesitan estar bien concebidas y bien actuadas: necesitan ser vistas con ese sentido de ceremonia.

Habrá que leerlas también así, integrando una gran platea imaginaria, dándole toda la libertad al vuelo de la fantasía, alimentándola con toda la información que corresponda, para que cada obra se levante viva en la imaginación y recree, cuantas veces se lo desee, una función nueva, íntima, propia.

Por eso hablamos de telones…

Además, todas las obras tienen una vida única que les pertenece, que es la que las hizo profesionalmente posibles: son, a su vez, personajes con una historia. Sus autores las aman, las singularizan, sufren y gozan con ellas, y las entregan a la vida como padres y madres a sus hijos. Y nos han contado cómo nació cada una, cuáles fueron sus primeros pasos, cómo cambiaron, cómo crecieron, cómo les fue.

Por eso los invitamos a que juntos vayamos detrás de las bambalinas a conocer los entretelones: allí nos encontraremos con los creadores, con el germen mismo de la magia, con el por qué y el cómo, con algo que es irremplazable en todo acto de arte: el amor, la lucha con el ángel de la creación, la entrega y el renunciamiento para lograr la victoria.


Títulos publicados en “Telones y entretelones del teatro para niños en la Argentina”

  • La Bella y la Bestia, de Ariel Bufano.
  • La hormiga Tomasa, de Andrés Bazzalo.
  • Todo de a dos, de Manuel González Gil
  • Juguemos con el sol, juguemos con la luna, de Roberto Uriona
  • Mi bello dragón, de Enrique Pinti
  • El dueño del cuento, de Silvina Reinaudi y Rolando Serrano
  • Toribio se resfrió, de Mane Bernardo y Sarah Bianchi
  • Títeres para todos, de Carlos Martínez


Nota
(*) Obras que fueron reeditadas posteriormente al cierre de “Telones y entretelones…”:

  • Todo de a dos. Un pequeño cuento de amor, de Manuel González Gil, con ilustraciones de Alberto Pez. Buenos Aires, Ediciones del Eclipse, 2003; colección Subiendo a escena, Serie de Teatro para Niños.
  • La Bella y la Bestia, de Ariel Bufano, con ilustraciones de Juan Deleau y fotografías de Jorge Fama. Buenos Aires, Editorial Estrada, 2005; colección Azulejos.
  • Mi bello dragón, de Enrique Pinti, con ilustraciones de Sanyú. Buenos Aires, Ediciones Colihue, 2005; colección Mascaritas.

Artículos relacionados:
Eventos: Murió Ruth Mehl, crítica y especialista de teatro para niños en Argentina.

Un comentario sobre “La colección “Telones y entretelones del teatro para niños en la Argentina” de Libros del Quirquincho”

  1. Gerardo Quintana dice:

    Desearia saber donde puedo conseguir la obra de teatro para niños La hormiga Tomasa de Andres Bazzalo