150 | RESEÑAS DE LIBROS | 16 de marzo de 2005

Los mejores relatos de Roald Dahl

PortadaRoald Dahl
Traducciones cedidas por Editorial Anagrama y Editorial Debate.
Madrid, Editorial Alfaguara, 1997. Colección Alfaguara Juvenil; Serie Roja.

El humor y el terror parecen dos planetas muy distantes pero cada tanto los encontramos juntos: entre los antiguos sardos, por ejemplo, era costumbre matar a los ancianos en rituales que incluían risas y carcajadas.
Ricardo Mariño

Roald Dahl es uno de los escritores de libros para niños de mayor reconocimiento mundial; autor entre otras historias de Charlie y la fábrica de chocolate, Matilda, James y el melocotón gigante, y Las Brujas, por nombrar sólo aquellos textos que han sido llevados a una versión cinematográfica. (1) Pero Dahl también es autor de excelentes relatos para adultos. (2)

Resultado de una selección destinada al público juvenil, de la colección completa de relatos para adultos del autor, es este libro que Alfaguara edita bajo el título Los mejores relatos de Roald Dahl.

La antología se inicia con "Katina", cuyo subtítulo señala: "Apuntes sobre los combatientes de la RAF en los últimos días de la primera campaña griega" (3), y de eso precisamente se trata, de apuntes autobiográficos destinados a relatar lo sucedido durante un puñado de días en plena guerra, bajo la preponderancia de las fuerzas alemanas. En este marco de impotencia frente a un enemigo poderoso, de destrucción y muerte, la historia gira en torno a Katina, una pequeña rescatada por los pilotos de los escombros de una ciudad griega. "Katina" es uno de los relatos más conmovedores del libro, pero que a su vez sorprende por el tono despojado de crónica con que ha sido escrito. Es esa distancia entre el horror de lo narrado y la descripción casi objetiva con que se lo narra, la que permite al lector vislumbrar la intensidad de ese horror que las palabras a duras penas permiten transmitir.

Pero "Katina" es una excepción dentro de este grupo de textos, la mayoría de los relatos que integran la selección no participan de la autobiografía y transitan otro tono: el del humor negro, el de la ironía mordaz y el sarcasmo, unidos en algunos textos al terror.

En ocasiones el humor toma la forma de la anécdota realista, como es el caso de "El mayordomo", o "El hombre del paraguas". En el primero, un nuevo rico con ínfulas de grandeza es puesto en ridículo por un distinguido mayordomo. Historia que nos recuerda aquellas caricaturas de la aristocracia británica delineadas en la obra de otro grande del humor negro inglés: Saki (4). "El hombre del paraguas" tiene por narrador a una niña, y es esta voz la que pondrá al descubierto la figura del pícaro: el viejo del paraguas; pero también la de la madre, quien no duda en sacar provecho de la situación más allá de pruritos morales. Esta alianza con la perspectiva infantil para la observación crítica del mundo adulto, nos resulta familiar al Dahl que conocemos en sus textos para niños. "La señora Bixbi y el abrigo del coronel" y "El placer del clérigo" son dos cuentos que comparten la figura del burlador burlado. En el primer caso se trata de la esposa infiel y calculadora que termina siendo engañada por un marido presentado hasta el final como un inofensivo sacamuelas que nunca vio más allá de su sonda de dentista. En "El placer del clérigo", el señor Boggis, un inescrupuloso anticuario, está a punto de hacerse millonario a partir del engaño de un grupo de campesinos. El lector es testigo de la excesiva actuación del anticuario frente a sus víctimas, y de las elucubraciones que en su imaginación van sumando fama y dinero, gracias a la adquisición de una valiosísima cómoda del siglo XVIII. El desenlace de la historia, de la que el protagonista no es testigo, provoca en el lector un efecto risueño no exento de su cuota de sadismo; es inevitable sentir placer al anticipar el sufrimiento del anticuario y el desmoronamiento de sus planes.

En otros textos el humor se codea con el terror y la risa juguetea con la muerte. Este es el caso de "La subida al cielo". Esta vez los protagonistas son una pareja de ancianos, cuyo extraño modo de relacionarse genera una atmósfera tensa al límite del estallido. Tensión oculta bajo la aparente calma y cordialidad de una venerable pareja de ancianos. Como aquel matrimonio sostenido durante décadas por un mundo de cosas no dichas, del mismo modo, el cuento va desarrollándose en el filo entre lo dicho y lo no dicho. El lector deberá estar muy atento a las leves pistas, los silencios y los gestos aparentemente inocentes de los personajes, para ir reconstruyendo aquellos sentidos que le permitirán la comprensión de un desenlace tan sorpresivo como ambiguo.

En "La patrona" y "Jalea real" el crimen y el terror aparecen apenas sugeridos, lo que vuelve aún más escalofriantes los relatos (5). Un joven decide alojarse en una pensión, su ingenuidad o quizás su juventud no le permite leer los indicios que sí puede leer el lector para descubrir detrás de la mujercita amable que lo atiende a una asesina serial. "Jalea real" tiene por protagonistas a una joven pareja y a su bebé recién nacida. Todo parece de lo más normal, salvo la angustia de los padres ante la falta de apetito de la pequeña, pero poco a poco el lector irá descubriendo al mismo tiempo que el personaje de la madre, una realidad monstruosa revestida de las buenas intenciones y los deseos de su marido. En estos relatos no hay explicaciones, ni desenlaces explícitos, los finales abiertos dejan lugar al juego de las interpretaciones, pero la información es suficiente para que el lector pueda imaginar el horror infinito de lo no dicho.

Completan esta antología los relatos: "El gran gramatizador automático", "Hombre del sur", "La Venganza es Mía, S. A.", "Lady Turton" y "El sibarita". Trece historias diversas, para ser leídas por quienes disfrutan de los desafíos que una excelente narración impone a sus lectores.

Recomendado a partir de la adolescencia.

Marcela Carranza


Notas

(1) Ver el artículo "Los libros de Roald Dahl y el cine", de Marcelo di Marco. En:

Imaginaria Nº 26 (http://www.imaginaria.com.ar/02/6/dahl.htm). Próximamente Charlie y la fábrica de chocolate tendrá una nueva versión cinematográfica dirigida por Tim Burton con Johnny Deep como protagonista.

(2) En castellano han sido publicados por Anagrama, la novela Mi tío Oswald y los libros de cuentos: Historias extraordinarias, Relatos de lo inesperado, El gran cambiazo y Dos fábulas.

Nota de Imaginaria: En la bibliografía que acompaña al informe sobre Roald Dahl publicado en nuestra sección "Autores", los interesados encontrarán la lista completa de sus libros destinados al público adulto.

(3) Dahl participó en la Segunda Guerra Mundial como piloto en la Royal Air Force (RAF). Combatió en Libia, Grecia, Palestina, Siria, Irak y Egipto. Sufrió graves lesiones como consecuencia de un aterrizaje forzoso en el desierto de Libia, y debió pasar seis meses hospitalizado en Alejandría con una fractura de cráneo. En Washington empezó a escribir sus aventuras durante la guerra, el Saturday Evening Post las publicó y de este modo Dahl inició su carrera como escritor.

(4) Saki, seudónimo de Hector Hugh Munro (Birmania, 1870-Francia, 1916). Cuentos que ironizan con mordacidad el comportamiento de los miembros de la elite británica (entre otros): "Esmé", "Tobermory", "El Alce", "Té". En: Saki. Cuentos de humor negro (Bogotá, Grupo Editorial Norma, 1997; colección Cara y Cruz), y Cuentos crueles (Buenos Aires, Ediciones Colihue; colección Libros del Malabarista).

(5) Muchos de los relatos de Roald Dahl han sido adaptados por Alfred Hitchcock para la televisión; entre ellos "Cordero asado" ("Lamb to the slaughter", 1958).


Marcela Carranza es maestra y Licenciada en Letras Modernas de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). Como miembro de CEDILIJ (Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil) participó en el programa de bibliotecas ambulantes "Bibliotecas a los Cuatro Vientos" y en el equipo Interdisciplinario de Evaluación y Selección de Libros. Actualmente se desempeña como docente de literatura infantil en la Escuela de Capacitación (CePA) del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.


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