135 | RESEÑAS DE LIBROS | 18 de agosto de 2004

PortadaNarradores de la noche

Rafik Schami
Traducción de Antón Dieterich.
Madrid, Ediciones Siruela, 1990. Colección Las Tres Edades.

En las páginas de Narradores de la noche se pueden leer estas palabras reveladoras: «El desierto de Arabia no permite ninguna riqueza de colores ni de formas en los ojos y manos de sus habitantes, pero al mismo tiempo inspira con su monotonía la lengua de los árabes con una magia narradora singular». Tal capacidad extraordinaria de fabulación es lo que nutre el conjunto de la obra de Rafik Schami. En Narradores de la noche asistimos a un despliegue de esa magia que despierta en el lector la completa fascinación por la sucesión de unos cuentos que se entrecruzan, se interrumpen, reaparecen o solamente se insinúan. Existe una continuidad fluida entre fantasía y realidad, reflejo de una cultura en la que la tradición oral aún conserva su plena vigencia como pauta de comportamiento e interpretación válida de la vida social y los misterios de la existencia.

El libro aparece situado con precisión en su localización y cronología: arranca en agosto de 1959, en el barrio antiguo de Damasco. El tío Salim, un viejo conductor de carretas retirado y maestro en el arte de contar cuentos, enmudece súbitamente a causa de una intervención de carácter mágico. Sus siete amigos, tan ancianos como él, deberán contarle a lo largo de sucesivas veladas otras tantas historias que obren el milagro de hacerle recuperar el don de la palabra.

Estamos ante una actualización del ciclo narrativo de Las mil y una noches, en la que el papel de Scherezade es representado por los siete amigos y el del terrible sultán Shariyar, por el amable Salim. El libro abre su perspectiva, desde lo sobrenatural y lo fantástico, hacia la conflictiva realidad de unas sociedades en tránsito de la tradición a la modernidad. Con un estilo ágil, cercano a la oralidad, Schami muestra su crítica radical hacia unas formas políticas autoritarias y corruptas que sumen al pueblo en la pobreza y le condenan a la disolución de su milenario acervo cultural. El humor es el elemento que ayuda a conjurar los males que atenazan a unas gentes que muestran la sabiduría de un pueblo antiguo.

Diego Gutiérrez del Valle

PortadaArtículo extraído, con autorización de los editores, del libro Cien libros para un siglo, del Equipo Peonza (Madrid, Editorial Anaya, 2004).


Diego Gutiérrez del Valle (peonza@ono.com) es maestro, narrador oral, y forma parte del Equipo Peonza.


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