26 | RESEÑAS DE LIBROS | 31 de mayo de 2000

Pancitas argentinas

Guillermo Saavedra
Ilustraciones de O'Kif.
Buenos Aires, Alfaguara, 2000.
Colección Infantil.

Portada de "Pancitas argentinas"

Pancitas argentinas es un libro para leer en voz alta, casi declamando. Entonces la diversión estará garantizada y también la de quienes escuchen la lectura. Su autor, el poeta, editor y periodista Guillermo Saavedra, debuta en la literatura infantil con un subgénero poco transitado: el versicuento. Hay buenos ejemplos de estas piezas —que cuentan una historia en versos— en la obra de María Elena Walsh, Javier Villafañe y Elsa Bornemann, sin olvidarnos de los Cuentos en verso para niños perversos (Madrid, Ediciones Altea), del gran Roald Dahl.

Guillermo Saavedra ofrece ahora diez poemas para deleite de los lectores (o escuchas, según se prefiera). La primera parte del libro, Vidas ilustres, está compuesta por poesías dedicadas a niños increíbles como Miguelito, estrella del fulbito; o Paula Primera, la reina soltera. Niños capaces de hazañas inverosímiles o destrezas absurdas. En Tremendas historias, la segunda parte, los personajes también se disparan hacia lo fantástico y maravilloso: un gato que quería comprar zapatos, una casa hecha ¡con queso!, una princesita china en Argentina y un monstruo totalmente estrafalario. Saavedra funde en estas hermosas composiciones la gracia del lenguaje cotidiano con la musicalidad poética. Y para que el lector no se quede en ascuas, vaya un fragmento de muestra:

Increíbles rutinas de Pancitas argentinas

(fragmento)

Todo el mundo tiene panza,
de la Argentina al Japón;
es un bultito que avanza
encima del pantalón.
Hay panzas casi invisibles
y otras muy desarrolladas,
pancitas indescriptibles
y panzas embarazadas.
Unas parecen tablitas
de tan chatas y escondidas
y otras están bien llenitas
de panchos y otras comidas.
Hay gente que nunca muestra
su panza si va a la playa,
y conozco una maestra
que tiene la panza a rayas.
Pero sobre todo hay tres
hermanitas adorables:
al derecho y al revés,
tienen panzas memorables.
Ésta es la historia incompleta
de esas muchachas divinas
y sus panzas en chancletas:
las Pancitas argentinas.
Para empezar, les comento
sus dulces nombres de pila
que son tres golpes de viento:
Grisel, Débora y Yamila.
Y ahora querrán saber
por qué les dicen Pancitas:
es que, de tanto comer,
están un poco gorditas.
Es por eso que hacen danza
con un profesor danés,
a ver si bajan la panza
moviendo mucho los pies.
Yo les digo que no importa,
que sus panzas son perfectas:
mejor comer una torta
que dedicarse a hacer dieta.
Y las corro siempre en broma,
tratando de hacerles mimos
en esas panzas que asoman
como frutas en racimos.

Recomendado a partir de los 8 años.

Roberto Sotelo

 


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