24 | LIBROS | 3 de mayo de 2000

Si ves un monte de espumas y otros poemas
Antología de poesía infantil hispanoamericana

Realizada por Ana Garralón.
Ilustraciones de Teresa Novoa.
Madrid, Anaya, 2000.
Colección Sopa de libros.

Portada de "Si ves un monte de espumas y otros poemas"

La franja de libros infantiles dedicados a la poesía es un espacio descuidado por las editoriales. Cuesta encontrar material que satisfaga las necesidades lectoras de este género. El tema es controvertido y uno de los argumentos más esgrimidos por los editores es afirmar que "la poesía no se vende". Quienes estamos dedicados a la difusión de los libros para niños desde hace tiempo sabemos que eso es sólo una muletilla que esconde una especie de círculo vicioso. No se vende porque tampoco se encuentra qué comprar. Esto se traduce en el desasosiego que invade a padres y docentes cuando intentan iniciar a los niños en la lectura de poesía. Tomando como ejemplo el panorama argentino, sólo bastaría citar a dos autoras prestigiosas: María Elena Walsh y Elsa Bornemann, para demostrar —con el éxito de venta de sus libros de poesías— que el interés del público es real y considerable.

Pensamos que esta introducción es necesaria para situar en su justa dimensión la aparición de la antología Si ves un monte de espumas y otros poemas. Un libro bienvenido y necesario.

Ana Garralón, crítica e investigadora española, fue quien realizó la selección de los poemas, los comentarios y las notas biográficas y bibliográficas. En el Prólogo del libro, explica el proceso de recopilación:

"Hace algunos años, cuando viví en América Latina, descubrí poemas y versitos que algunos niños recitaban y muchos adultos recordaban de su infancia y que, sin embargo, en España eran desconocidos. Muchos de esos poemas ya sólo se conseguían en viejos manuales escolares, en anticuadas antologías o en libros que descansaban en las estanterías de librerías de antiguo, es decir, justo donde los niños no miran jamás.

"Fui entonces coleccionando aquellos poemas que más me gustaron: por su ritmo, por su ingenuidad, algunos por las influencias de corrientes de la época, otros por la musicalidad con que las palabras se habían ordenado, otros por su popularidad.

"Los veintiséis autores que aparecen en esta selección han nacido en América Latina, bella tierra de largas distancias y grandes contrastes: de México a Tierra del Fuego, es decir, de Norte a Sur, hay más de diez mil kilómetros y muchas culturas diferentes. Sin embargo, todos nuestros autores tienen algo en común y es que en algún momento de sus vidas escribieron sus versos para niños. Algunos lo hicieron para niños que conocían, como Juana de Ibarbourou, que se los dedicó a la hija de un amigo, o José Martí, que los escribió para su hijo, a quien apenas veía. También Eliseo Diego escribió algunos poemas para sus tres hijos, a los que veía jugar en el gran árbol del jardín mientras él trabajaba. Otros escribieron mucho para niños y, como los conocían bien, sabían lo que les gustaba, como Mirta Aguirre cuando habla de una pájara que bien pudiera existir en cualquier lugar, es decir, en la imaginación de quien lo lee:

"Pájara pinta
jarapintada
limiverde
alimonada...

"¿Y qué clase de pájara es ésta? Los niños que leen poesía saben que el lenguaje se puede utilizar para inventar, sorprender, jugar y también expresar un sentimiento. Por eso no nos resulta extraño que los versos que escribe José Martí sean de un verde claro y de un carmín encendido porque, con esos colores que él conocía bien en su tierra cubana, muestra todo lo que se puede decir con una sola línea."

El libro reúne más de cuarenta piezas muy representativas del repertorio poético latinoamericano dedicado a los niños, las que fueron agrupadas con un particular criterio que explica la antóloga:

"Como hay diferentes momentos para leer poesía he escogido algunos poemas para el día, porque hay luz, jugamos, vamos a la escuela, pasamos el tiempo con nuestros amigos. Hay otros para la noche, cuando la oscuridad y el silencio lo invaden todo y los pequeños deben marcharse a dormir, aunque no lo quieran. Con esta división he querido sugerir que hay diferentes momentos para leer, y que uno a veces lee poesía cuando está triste y la poesía le acompaña porque encuentra en ella sentimientos parecidos, mientras que otras veces se lee poesía porque se está alegre o porque se quiere jugar, o porque la queremos compartir con los demás y la leemos en voz alta a los otros. En fin, que cada lector, cada lectora vaya coleccionando sus versos favoritos para leerlos cuando los necesite."

La obra tiene algunos aspectos más para destacar. Su diseño permite que al ser abordada por un niño, éste pueda deleitarse directamente con las poesías. También el lector adulto encontrará —en sendas secciones apartadas del material poético— la información complementaria sobre los poetas y las fuentes consultadas. Y para quien busque todavía más, dos pequeños reportajes, uno a la recopiladora y otro a la ilustradora.

El editor tampoco ha descuidado el aspecto gráfico: las ilustraciones de Teresa Novoa son sencillas y muy bellas. Esa hermosa sencillez encaja a la perfección con el espíritu poético de los textos.

Si ves un monte de espumas..., además de ser un libro infaltable en una biblioteca infantil, es también un genuino homenaje a la literatura infantil latinoamericana.

Recomendado a partir de los 7 años y para que los más pequeños también disfruten escuchando las poesías que les lean los adultos.

Roberto Sotelo


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