192 | LECTURAS | 25 de octubre de 2006

La abuela de Harry Potter
La apasionante historia de E. Nesbit, la escritora que inspiró a J. K. Rowling para la saga del niño mago

por Martín Mazzini

Foto de Edith NesbitDesafió todos los prejuicios de su época, fines de siglo XIX. Pero para que la leyeran publicaba ocultando su condición de mujer. Se convirtió en un clásico de la literatura inglesa.

"Cuidado con leer cuentos y novelas porque generalmente muestran escenas que nunca existieron, salvo en la voladoras imaginaciones del cerebro", escribió su abuelo Anthony en su Introducción a la Gramática Inglesa . Como toda niña que se precie de serlo, E. no le hizo caso y escribió cientos de ambos —también poemas—. Hoy la idolatra la escritora de fantasía más popular del siglo XXI: J. K. Rowling.

La mamá de Harry Potter suele citar a E. como su mayor influencia a la hora de inspirarse y crear a Harry Potter: "La autora con la que más me identifico es E. Nesbit. Es fabulosa, hizo geniales y graciosas historias de fantasía. Sus niños son muy reales y fue muy innovadora en su tiempo", dijo. Pero, ¿quién es E.?

Pequeña E.

Edtih Nesbit nació el 15 de agosto de 1858 en una Londres todavía rural. Fue la menor de seis hermanos que, al igual que sus padres, la llamaron Daisy —en inglés, Margarita— toda su feliz infancia. El primer signo de que su mente volaba ocurrió durante su bautismo: la niña de tres años dejó caer sus zapatos en la fuente bautismal para que navegaran "como botes". E. creció en el campo, donde su padre dirigía la primera escuela con orientación para agricultores. El hombre fue pionero y experto en fertilización y publicó libros sobre el tema, pero murió cuando E. tenía cuatro años. La enfermedad de su hermana mayor llevó a E. de acá para allá por Inglaterra, España y Francia, donde tuvo su primer encuentro con el terror: fue a visitar un museo de momias esperando encontrar la estética egipcia, y terminó en una catacumba, rodeada de doscientos cadáveres con la piel colgando, niños incluidos. E. le tuvo miedo a la oscuridad hasta que tuvo sus propios hijos.

Por sus continuos viajes, descubrió que los chicos de otras clases no eran seres de otro planeta, como creían sus coetáneos de la época victoriana. La parte más fea de su infancia la pasó en colegios donde era pupila. Con frecuencia la mandaban a la cama sin comer o la dejaban sola en un aula sin calefacción. E. era intolerante con las pequeñas convenciones y esnobeadas de los seminarios "como lo sería de las de la sociedad", escribió Doris Langley Moore en E. Nesbit, Una biografía (1), de 1996.

E. bohemia

No se sabe bien cómo, pero el dinero familiar empezó a escasear y para cuando se casó, embarazada, a los 21, E. pertenecía a la bohemia más pobre de Londres. Poco después, cuando esperaba a su segundo hijo, su marido, Hubert Bland, enfermó, y su socio lo estafó. E. tuvo que recurrir a todo lo que sabía hacer para mantener la casa: pintaba tarjetas de Navidad, recitaba —un arte valorado en la época— y sabía escribir. Fue entonces cuando su editor la convenció de que, debido a los prejuicios de la época, nadie iba a leer aventuras escritas por una mujer, y decidió quedar en la historia de la literatura como E.

Junto a Hubert, fundó la Sociedad Fabiana, un grupo de socialistas prácticos que creía en la redistribución material como medio para elevar el nivel espiritual de la gente. Aunque se pasaba la mayor parte del tiempo en debates y conferencias, E. era generosa hasta la inconsciencia a la hora de ayudar a la gente que conocía. Nombró a su siguiente hijo Fabian. Y se codeó con los intelectuales más renombrados de la época, como George Bernard Shaw, que boxeaba con su marido y describió a E. así: "Siempre era pura diversión".

Para horror de sus vecinos, E. era una mujer avant-garde. Andaba en un aparato novedoso —la bicicleta—, recibía jóvenes admiradores en su casa, se vestía sin corset, con ropas supuestamente para hombres, se cortó el pelo corto, y fue una de las primeras mujeres que fumó en público —murió en 1924 de cáncer de pulmón—. Encima, dejaba correr a sus chicos descalzos y sin guantes.

E. escritora

Desde que fue pobre, E. escribió —sola y con su marido— para todas las revistas y publicaciones que le pagaran una guinea. Hizo de todo: historias de terror para adultos, románticas y en dialectos; poesía para recitar en público, para leerle a los chicos y de propaganda socialista, además de poemas personales; libros de cumpleaños, un volumen sobre perros, pequeñas obras de teatro y reseñas de libros. Hasta sus últimos días, E. siempre se sintió una escritora de poesía obligada a ganarse la vida con otros géneros. Y no fue hasta los cuarenta años que alcanzó el éxito con sus libros infantiles. El viaje de Colón fue el primero, al que le siguió Los buscadores de tesoros, el primero donde aparece un grupo de hermanos —los Bastables— que protagonizaría mucha de sus historias. A partir de 1899, el libro se reeditó casi todos los años, y E. empezó a hacer plata.

E. clásica

Tanta, que se compró una enorme casa en Eltham, que aparecería en sus libros como la Casa Roja o la Casa Moat. Pero todavía le esperaban más tragedias: Fabian murió a los 16 años, después de una operación de amígdalas. También Hubert, su marido, murió joven, y E. se casó con T.T. "The Skipper" Tucker, un hombre que no escribía pero se ocupó de conservar la obra de su mujer, hoy un clásico de la literatura inglesa.

Rowling tiene razón en afirmar que las historias de Nesbit fueron un quiebre en la literatura para chicos. Aunque sus personajes son puros, honorables y menos codiciosos que los chicos reales; y los adultos piden perdón con más frecuencia que los del mundo real, las moralejas están implícitas, no sermoneadas. Y aunque abundan la ironía y sutilezas demasiado complejas para que las entienda un chico, nunca los subestima. Ella misma explicó su método en una carta a su amiga Berta Ruck: "Es una cuestión de honor para mí nunca subestimar a los chicos. Algunas veces, a propósito, pongo una palabra que sé que no vana a entender para que le pregunten a un adulto el significado y, de paso, aprendan algo". A E. también le gustaba inventar palabras y creó al Psammid, una pequeña criatura prehistórica capaz de cumplir los deseos de los chicos que la descubren bajo la arena. El Psammid es el "Eso" de Cinco niños y eso (2) , uno de los libros —el otro es Historias de Dragones (3)— que la editorial Andres Bello acaba de publicar en nuestro país, como punto de partida de una colección que incluirá Historia de un amuleto (4), El castillo encantado y La ciudad mágica. Antes de Psammid, ninguna historial infantil había reunido a un ser tan sobrenatural con una típica familia inglesa. Después vendría Harry Potter enfrentando a monstruos y fantasmas. Pero esa ya es la historia de J.K., no de E.

Artículo publicado en la revista Veintitrés (N° 405; Buenos Aires, 13 de abril de 2006). Agradecemos a su autor, Martín Mazzini, su gentileza y autorización para reproducir este texto en Imaginaria.


Notas de Imaginaria

(1) Langley-Levy Moore, Doris. E. Nesbit. A biography. Philadelphia, Chilton Books, 1966.

Portada(2) Nesbit, E. Cinco niños y eso. Ilustraciones de Emiliano Pereyra. Traducción de Márgara Averbach. Buenos Aires, Editorial Andrés Bello, 2006. Colección E. Nesbit. En este número de Imaginaria publicamos el primer capítulo de este libro, aquí .

Portada(3) Nesbit, E. Historias de Dragones. Ilustraciones de María Delia Lozupone. Traducción de Graciela Equiza. Buenos Aires, Editorial Andrés Bello, 2006. Colección E. Nesbit.

Portada(4) Nesbit, E. Historia de un amuleto. Ilustraciones de Emiliano Pereyra. Traducción de Rosa Corgatelli. Buenos Aires, Editorial Andrés Bello, 2006. Colección E. Nesbit.


Martín Mazzini (martinm@veintitres.com) nació en Buenos Aires el 9 de octubre de 1974. Se dedica al periodismo, en las áreas de información general, sociedad, espectáculos, cine y música. Estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires y Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires. Escribió en el efímero periódico Ciudad XXI, en el diario Página/12 y en la revista Veintitrés desde el primer día (cuando se llamaba Veintiuno); actualmente es editor de la sección de Espectáculos de este medio. Como ganador del Premio para Jóvenes Periodistas de la Embajada de Italia en Buenos Aires, en 2004 trabajó en el diario La Repubblica, en Roma.


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