189 | LECTURAS | 13 de septiembre de 2006

Los maestros, los profesores y los bibliotecarios pueden jugar un rol esencial en la formación de lectores críticos

por Aidan Chambers
Traducción de Laura Canteros

Foto de Aidan ChambersDurante el mes de septiembre en Argentina, las efemérides escolares anuncian varias celebraciones relacionadas con la docencia: los días del maestro, del profesor y del bibliotecario y, además, coincidiendo con la llegada de la primavera a nuestro hemisferio, el 21 de septiembre es el día del estudiante. En Imaginaria nos pareció oportuno sumarnos a los festejos con este texto de Aidan Chambers, un escritor inglés a quien por su sostenida presencia en nuestra revista ya consideramos un amigo.

A continuación ofrecemos el texto del discurso pronunciado por Chambers en la ceremonia de entrega del Premio Michael L. Printz 2003, durante la Conferencia de Verano de la American Library Association en Toronto, Canadá. Esta importante distinción, que concede anualmente la American Library Association (ALA) [Asociación Estadounidense de Bibliotecas], le fue otorgada por la novela Postales desde tierra de nadie, libro que comentamos en este número.

Agradecemos a Aidan Chambers su autorización para la traducción y publicación de este artículo.


Es para mí un honor excepcional recibir el Premio Michael L. Printz y agradezco al jurado por su reconocimiento. Lo recibo en un momento muy especial de mi carrera, como podrán juzgar por el siguiente email que me ha enviado un lector de 15 años.

"Sr. Chambers: Nuestro profesor nos ha solicitado leer su libro Postales desde tierra de nadie. Ahora debo redactar un comentario. Visité su sitio Web y me sorprendió saber que usted todavía está vivo. También me he dado cuenta de que ya está en edad de jubilarse. ¿Significa esto que ya no tendré que leer ningún otro libro suyo?"

Tuve el placer de informar a este joven que seguiré escribiendo más libros, pero lo tranquilicé al añadir que me lleva tanto tiempo producir una novela que para el momento en que se publique la próxima, él ya será lo suficientemente mayor como para que nadie lo obligue a leerla en la escuela. Le conté también acerca del Premio Michael L. Printz y el gran estímulo para continuar escribiendo que significa para mí recibirlo.

Sin embargo, además de estímulo, el premio me produce un placer especial y una satisfacción particular por motivos que quisiera explicar.

Existen una persona y dos instituciones sin las cuales no hubiera podido escribir ninguno de mis libros, y mucho menos la obra que es objeto de distinción en el día de hoy. Más aun, la persona a quien me refiero e instituciones similares a las que aludiré son esenciales, a mi criterio, en las vidas de todos aquellos que nos hemos convertido en lectores críticos. Por "lectores críticos" entiendo a quienes abordamos la lectura no sólo como pasatiempo y no sólo como medio para obtener información, sino a quienes leemos por el hecho mismo de leer o, como afirmaba Gustave Flaubert, a quienes leemos para vivir.

En mi caso, esa persona esencial se llamaba Jim Osborn. Fue mi profesor de Lengua Inglesa durante mis últimos cuatro años de enseñanza secundaria. Hasta que lo conocí, yo era la clase de lector que deseaba que todos los libros contemplaran mis intereses porque sólo de esa manera me podrían gustar. Jim me enseñó que la mejor literatura exige que el lector o la lectora se entregue a ella. Me enseñó cómo transformarme en el lector que el libro esperaba que fuera. Me enseñó a convertirme en aliado del escritor y a realizar la grata tarea que el escritor me había encomendado. Y me enseñó a llevarla a cabo con el criterio reflexivo que otorga comprensión sin perder su carácter crítico y que produce el máximo placer. Jim me enseñó a vivir como lector.

Pero como es obvio, ningún lector puede serlo si no tiene libros para leer. Y es allí donde aparecen las dos instituciones esenciales a las que me refiero.

La primera de ellas es la gloria de contar con un sistema de bibliotecas públicas gratuitas. Provengo de una familia muy pobre. Sin el beneficio de una biblioteca pública gratuita nunca hubiera tenido acceso a todos los libros que quería leer ni a los que Jim me recomendó. Más aun, no me hubiera desarrollado como lector mediante la invalorable auto-formación que otorga la búsqueda personal. En mi adolescencia, el recorrido semanal por los estantes de la biblioteca central de mi pueblo me llevó a descubrir escritores de quienes no tenía noticia, escritores como Balzac y Colette, Thomas Mann y Flaubert, Steinbeck y Turgenev, Viginia Woolf y Emily Dickinson, junto a muchos otros.

Si la biblioteca local hubiera tenido por objetivo ser simplemente un depósito de libros para satisfacer el gusto establecido del público con best-sellers de demanda frecuente, seguramente no hubiera albergado a esos escritores. Pero en aquellos días de las décadas de 1940 y 1950, el sistema de bibliotecas públicas de Gran Bretaña se consideraba un ámbito donde todo el mundo podía encontrar el más amplio espectro de la literatura, no limitado a material popular o pasatista. No estoy seguro de que tengamos tanta suerte en estos tiempos, debido a que la depredación del populismo filisteo y la cruda contabilidad de mercado se han aplicado a la provisión de servicios educativos y de bibliotecas. Sin embargo, aunque a algunos no les guste, sigue siendo válido juzgar a las democracias y a sus políticos según el grado en que hayan impulsado y financiado un sistema público de bibliotecas gratuitas. De hecho, si deseamos que existan escritores de diversas orientaciones, si aspiramos a brindar una educación de calidad, si deseamos crear una literatura que nos represente a todos, que sea innovadora y que se caracterice por su riqueza, no podremos prescindir de la generosa usina cultural que proporciona una extensa red de bibliotecas.

La segunda institución esencial durante mi juventud fue la editorial Penguin Books. Todas las semanas recorría los estantes de la biblioteca local y cada semana me lanzaba sobre la sección de libros en edición económica de la librería local. Como todo lector crítico, quería ser dueño de los libros que me interesaban. No podía comprarlos todos —de hecho, no podía comprar ninguno—, en edición de tapa dura. Penguin Books fue un regalo de la providencia. Ellos publicaban prácticamente todos los libros que deseaba leer a un precio que me permitía comprar uno e incluso hasta dos ejemplares por semana con la escasa suma que me daban para mis gastos. Estaban diseñados con una simplicidad tan clásica que los hacía modernos. Me sentía orgulloso de que me vieran leyendo alguno de esos libros.

Si aspiramos a una democracia que también sea literaria —una democracia que satisfaga las necesidades de lectores críticos pertenecientes a hogares carenciados—, entonces debemos contar con ediciones económicas de toda nuestra literatura, tanto de lo raro y lo difícil como de lo fácil. Y necesitamos que se la publique con tanto cuidado en el diseño y la tipografía e impresión como los libros de precio más elevado.

Ya ven ustedes por qué me da tanta satisfacción recibir el Premio Michael L. Printz. Recibo un premio otorgado bajo la égida de un sistema de bibliotecas públicas, evaluado por bibliotecarios con especial interés en literatura para jóvenes y que lleva el nombre de un bibliotecario escolar.

Michael Printz fue un profesional muy respetado quien, como Jim Osborn, sabía despertar el interés de los jóvenes por la literatura. Pudo lograrlo porque era un lector crítico, tenía conocimientos de literatura en general y de literatura para jóvenes en particular, sabía presentar libros de manera atractiva y promovía el placer de la comprensión crítica.

El premio que lleva su nombre es otorgado por especialistas en literatura para jóvenes de la American Library Association [Asociación Estadounidense de Bibliotecas]. Ellos son los herederos de los bibliotecarios que, cincuenta años atrás en mi pueblo natal, mantenían vivo el sistema que me nutrió y me proporcionó los libros que mi maestro Jim Osborn me invitaba a descubrir. Los bibliotecarios merecen el mayor de los reconocimientos y todo el estímulo y el apoyo que podamos brindarles.

Por experiencia sé cuánto esfuerzo demanda y cuánta satisfacción brinda la tarea de bibliotecario escolar. Lo sé porque yo he sido bibliotecario escolar durante siete años en la década de 1960. Mi compromiso con esta tarea es de tal magnitud que unos días después de mi regreso a casa de este encuentro me haré cargo de la Presidencia de la British School Library Association [Asociación Británica de Bibliotecas Escolares] durante nuestra conferencia anual de verano. Por ello, tengo el agrado de transmitirles el saludo de sus colegas en Gran Bretaña.

Más aun, Postales desde tierra de nadie, el libro que hoy es objeto de distinción, fue publicado por Dutton, un sello de Penguin Books. Para esta misma fecha el año que viene, en junio de 2004, se lanzará la edición en rústica. Entonces, los lectores críticos que, igual que yo a su edad, no pueden pagar ediciones de lujo, estarán en condiciones de comprarlo. El hecho de que lo publique Penguin Books aumenta mi satisfacción al recibir este premio.

Como pueden ver, el premio sintetiza mis inicios como lector y como escritor, y rinde homenaje a no solamente a mi persona sino a todas las personas que hicieron posible que yo escriba libros. Entre esas personas hay alguien que añade una nueva dimensión a la satisfacción personal que me brinda el premio. Mi esposa, Nancy, nació y se educó en Estados Unidos y sigue siendo ciudadana de ese país, aunque haya vivido en Inglaterra desde 1965. Comenzó su carrera en Horn Book. Nos casamos poco después de que ella se instalara en Inglaterra y desde 1970 ha coordinado y publicado Signal, su propia revista sobre literatura infantil. Sin su colaboración y apoyo, para no mencionar su criterio editorial, seguramente no hubiera llegado a crear los libros que me han deparado la Medalla Carnegie, el Premio Hans Christian Andersen y ahora el Premio Michael L. Printz. Nancy me brindó apoyo y estímulo durante todos los años previos, cuando nadie más pensaba que mis libros tuvieran algún mérito.

Por último, mi agradecimiento a los docentes que nos ayudan a descubrir aquello que no estamos en condiciones de descubrir solos. Mi agradecimiento a los bibliotecarios que preservan nuestra literatura, que permiten a los lectores superarse a sí mismos y que atienden las necesidades de todos nosotros, pertenezcamos tanto a las minorías como a las mayorías. Mi agradecimiento a los editores que asumen el riesgo de publicar obras que exceden los límites de lo instantáneamente popular y lo redituable a corto plazo. Y mi especial agradecimiento a Nancy y a los compañeros y editores como ella que brindan apoyo a los escritores durante su etapa de formación en la que no gozan de reconocimiento.

Y, si me lo permiten, quisiera concluir con unas palabras que me envió otra joven lectora; esta vez se trata de alguien con una opinión más alentadora que la del joven que cité al comienzo. "Me gustan sus libros", escribió, "porque cada uno de ellos es una pequeña parte de una larga vida".

Muchas gracias por honrar a una de las pequeñas partes de la que espero será una vida mucho más larga, aun cuando ya haya llegado a la edad en que soy lo bastante mayor como para jubilarme.

© Aidan Chambers 2003

El presente texto cuenta con autorización expresa de Aidan Chambers para su difusión en lengua castellana sin fines de lucro.


Premio Michael L. Printz a la Excelencia en Literatura para Jóvenes

Logo del premioEl Premio Michael L. Printz se otorga anualmente a obras literarias que se destacan por su excelencia y que tienen por destinatarios a jóvenes lectores. La American Library Association (ALA) [Asociación Estadounidense de Bibliotecas] realiza la selección entre las obras publicadas el año precedente. El Premio lleva el nombre de un bibliotecario escolar de Topeka, Estado de Kansas, quien desarrolló una extensa labor en la Young Adult Library Services Association (YALSA) [Asociación de Bibliotecas para Jóvenes], una de las dependencias de ALA.

El Premio está patrocinado por Booklist, órgano de ALA. El desarrollo y la promoción del Premio Michael L. Printz se financian con el aporte de las siguientes editoriales: Farrar Straus Giroux, HarperCollins Publishers, Little Brown and Company, Random House Children's Publishing, Scholastic, Inc. y Simon & Schuster.

Ganador de la edición 2003

  • Postcards from No Man's Land (Postales desde tierra de nadie) de Aidan Chambers.

Menciones de Honor 2003

  • The House of the Scorpion [La casa del escorpión] de Nancy Farmer, publicado por Simon and Schuster/Richard Jackson.

  • My Heartbeat [El latido de mi corazón] de Garret Freymann-Weyr, publicado por Houghton Mifflin Company.

  • Hole in My Life [Hueco en mi vida] de Jack Gantos, publicado por Farrar, Straus and Giroux.

Los ganadores de ediciones anteriores al año 2003 fueron: A Step from Heaven de An Na (2002), Kit's Wilderness de David Almond (2001) y Monster de Walter Dean Myers (2000). Entre las menciones de la edición 2001 figura el libro Stuck in Neutral [En punto muerto] de Terry Trueman, incluido en la selección de Libros destacados para niños y jóvenes con necesidades especiales 2001 de IBBY.

En 2004, la ganadora fue Angela Johnson, con The First Part Last, en 2005 Meg Rosoff, con how i live now, y en 2006 John Green con su primera novela Looking for Alaska .

Foto de Michael Printz¿Quién fue Michael Printz?

"Mike", como lo llamaban sus amigos y colegas, fue durante muchos años bibliotecario escolar en la escuela secundaria Topeka West del Estado de Kansas, EE.UU. Se jubiló como docente en 1994. Hasta el momento de su prematura muerte en 1996, se desempeñó como asesor comercial para la editorial Econo-Clad Books.

Mike tuvo una activa participación en YALSA, donde integró los comités de selección de los Mejores Libros para Jóvenes y del Premio Margaret A. Edwards. Era un apasionado de los libros y la lectura. Encontrar el libro adecuado para el alumno adecuado en el momento adecuado no era un simple enunciado para Mike sino una actitud de vida. Para demostrar su reconocimiento a los autores de libros para jóvenes creó el programa de escritor-residente en la escuela donde trabajaba. Uno de esos escritores fue Chris Crutcher, a quien lo unió una profunda amistad. Chris recuerda los buenos momentos que pasó con Mike hablando sobre su concepción de la literatura para jóvenes y el papel que desempeña en la vida de los lectores, y destaca: "El dolor que siento [al enterarme de la muerte de Mike] me hace desear que haya conseguido para sí el lugar que con tanto entusiasmo nos otorgó, a lectores y a escritores por igual: un lugar en el círculo de la alegría y la tristeza que dan forma a la narrativa".

YALSA ha creado un lugar, un círculo podría decirse, para preservar la memoria y destacar la tarea de Mike: ese lugar es el Premio Michael L. Printz. También ha publicado A Printz of a Man [La impronta de un hombre ], volumen de artículos escritos por amigos y colegas de Mike en 1997. Ejemplares de esta obra se entregaron a los asistentes a la preconferencia de YALSA, Lectura Popular, dedicada a Mike y celebrada en San Francisco. Esta publicación se encuentra a disposición de los lectores (en inglés) en el sitio Web de ALA: www.ala.org/ala/yalsa

Texto elaborado por la American Library Association
Traducción de Laura Canteros
Reproducido con autorización.


Aidan Chambers nació en Durham (Inglaterra) el 27 de diciembre de 1934. Entre sus obras se encuentran las novelas Contratiempos (Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2005) y Postales desde tierra de nadie (Barcelona, Muchnick Editores, 2001). También escribió para el teatro, la radio, la televisión, y para muchos periódicos y revistas de Gran Bretaña y otros sitios. Chambers y su esposa, la editora Nancy Lockwood, crearon la editorial Thimble Press, donde publicaron más de treinta libros y editan Signal, una revista sobre literatura infantil y juvenil. Por sus servicios a los libros infantiles, Aidan y Nancy recibieron el Premio Eleanor Farjeon en 1982. En 2002, el IBBY (International Board on Books for Young People) le otorgó el Premio Hans Christian Andersen por su trayectoria.

En Imaginaria publicamos un amplio informe biográfico y bibliográfico sobre Aidan Chambers.


Laura Canteros (lauracanteros@ciudad.com.ar) es Profesora para la Enseñanza Primaria y docente de idioma inglés; Traductora Literaria y Técnico-Científica en inglés e Intérprete Simultáneo. Es integrante de la Comisión Directiva de ALIJA (Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de Argentina), y desde hace veinte años se dedica a la investigación independiente en el área de literatura y medios para niños y jóvenes. Realiza crítica bibliográfica para diversas publicaciones y asesoramiento editorial en temas de traducción. Ha diseñado guías para el docente con propuestas para escritura creativa y compilado tres antologías de cuentos populares de Argentina. En mayo de 2002, recibió la Primera Mención del Premio a la Traducción Científico Técnica del Cono Sur 2001-2002 otorgado por Unión Latina a la obra Alumnos con dificultades. Guía práctica para su detección e integración de Marilyn Friend y William Bursuck.

En 2006 recibió el premio Destacados de ALIJA 2005 por la traducción al castellano de la novela Contratiempos de Aidan Chambers.


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