138 | LECTURAS | 29 de septiembre de 2004

La mirada poética en la biblioteca: una experiencia de Ateneo para bibliotecarios

por Cecilia Bajour

Texto de la ponencia presentada por la autora en la mesa redonda "La biblioteca: ¿se forman lectores en las bibliotecas escolares?", realizada dentro del marco de las Jornadas para Docentes, Bibliotecarios y Profesionales del Área de la Salud "Escenarios para la promoción de la lectura" en la 15ª Feria del Libro Infantil y Juvenil (Buenos Aires, julio de 2004).

Las ilustraciones de este artículo son de Cristian Turdera y pertenecen al libro Canción decidida de David Wapner y Cristian Turdera (Buenos Aires, Pequeño Editor, 2003. Colección Fuelle).

Dibujo de Cristian Turdera

Desde hace más de dos años formo parte de un grupo de trabajo que desde la Escuela de Capacitación (Cepa) (1) lleva adelante un proyecto muy intenso de capacitación sobre literatura y otras temáticas para bibliotecarios escolares de esta ciudad. En todas las propuestas intentamos propiciar un diálogo entre las distintas experiencias y materiales de lectura, literarios o no, con el rol específico y cada vez más importante que juegan los bibliotecarios en las instituciones escolares. Pusimos un acento muy fuerte en lo que respecta a la reflexión sobre su hacer cotidiano en cada caso concreto. También intentamos evitar análisis generales y atemporales de las situaciones que viven a diario los bibliotecarios proponiendo en cambio un vínculo estrecho con el momento socio-cultural difícil y desafiante en el que hoy se viven las prácticas pedagógicas.

Paralelamente comencé a formar parte de otro equipo de Cepa que lleva a cabo una modalidad de capacitación que se convirtió para mí en una de las experiencias pedagógicas más plenas y productivas: el Ateneo Pedagógico. A grandes rasgos se puede definir un Ateneo como un ámbito de intercambio profesional sobre distintos aspectos de la enseñanza en la escuela donde el eje fundamental pasa por el análisis de la práctica en relación con el eje que el coordinador de una determinada disciplina o área elige para trabajar. El eje elegido siempre intenta representar una problemática que está presente en el trabajo cotidiano del docente o que se quiere suscitar como problema. Un Ateneo entonces es un escenario privilegiado para reflexionar entre pares acerca de la práctica pedagógica.

Cuando terminamos junto con la profesora Alicia Salvi (2) un curso de poesía para bibliotecarios en el que desplegamos lecturas y propuestas de escritura poéticas diferentes a las prácticas escolares tradicionales en torno a lo poético, el entusiasmo fue enorme (3). El programa que propusimos partía de la sensibilización de los bibliotecarios como lectores de poesía contemporánea y la exploración de nuevas formas de abordar el texto poético. La idea era salir de las líneas que privilegian en forma exclusiva los poemas rimados y las temáticas ligadas al universo escolar o a lo sentimental. Muchos de estos poemas suelen estar alejados de la sensibilidad y las formas de vivir el mundo de los chicos. El acercamiento por medio de lecturas y actividades de taller de escritura a las experiencias y reflexiones surgidas de las vanguardias poéticas de la primera mitad del siglo XX y de expresiones de la poesía actual, tanto de poetas argentinos como extranjeros, produjo un gran impacto en los bibliotecarios por el camino que se les abría para trabajar con el lenguaje poético en toda su amplitud y riqueza. De este modo, el espectro de lecturas poéticas ya no se restringía sólo al universo de la poesía escrita para chicos, que por otra parte no abunda en las propuestas editoriales, aún cuando está demostrada en la vida de las bibliotecas escolares la avidez con que los chicos reclaman, devoran y disfrutan la poesía. Se expandía también hacia aquellos poemas escritos por poetas que no pensaron en un destinatario infantil y que los bibliotecarios como lectores encontraban interesantes para compartir con los chicos. Además de la apertura del canon poético predominante en las escuelas propusimos una nueva mirada sobre los recursos poéticos. En las propuestas de taller las metáforas, las preguntas retóricas o las elipsis, entre otras figuras, cobraban sentido en la propia escritura. La posterior reflexión sobre las estrategias textuales puestas en juego permitía indagar sobre qué forma le va mejor a cada exploración temática. De este modo nos apartábamos de las viejas didácticas sobre la poesía que obligaban a diseccionar un poema con un cuestionario desangelado que se recordaba con rencor.

Esta relación con la poesía, considerada novedosa por la mayoría, provocó en los bibliotecarios participantes la inquietud de profundizar las formas de llevar a la práctica estas ideas y propuestas. ¿Cómo se leía y se escribía con los chicos en las actividades de biblioteca a partir de esta nueva manera de considerar la poesía? ¿Cómo reinventar para los chicos una experiencia que conmovió y transformó a los bibliotecarios?

Dibujo de Cristian Turdera

El interés de los bibliotecarios por la práctica fue una ocasión para proponer una continuación de este curso, esta vez con la forma de Ateneo, modalidad totalmente novedosa para ellos. Se realizaría en encuentros quincenales de tres horas con dos grupos, con los bibliotecarios que habían participado de la primera parte, todos pertenecientes a escuelas del sur de la ciudad de Buenos Aires, muchas de ellas atravesadas por la crisis económica y social de una manera más honda que las de otras zonas. Por mi parte, iba a ser la primera vez que coordinaba un Ateneo en horario escolar ("en servicio", como se dice en la jerga de capacitación), ya que mis otras experiencias habían sido fuera de servicio. Esto se convertiría en una ventaja, ya que a pesar de que los bibliotecarios salían de sus escuelas para hacer este ateneo, la situación de estar en horario escolar realizando el curso en una biblioteca que funcionaba como anfitriona, los llevaba a tener una mirada más cercana a la práctica de todos los días, cosa que no siempre ocurre con los cursos fuera de servicio (4).

Al planear el Ateneo, traté de pensar cuál era la forma más adecuada para crear una alquimia entre múltiples elementos. En primer lugar, una secuencia de trabajo que pusiera en escena el enfoque sobre lo que significa la mirada poética en la escuela y en la biblioteca. En segundo lugar, unas prácticas de taller en las que los bibliotecarios participantes pudieran probar a partir de su propia lectura y escritura algunas consignas relacionadas con el camino propuesto. Estas prácticas de taller entrarían en relación con una reflexión sobre cómo hacer esas mismas propuestas u otras inspiradas en ellas con los chicos en la biblioteca. Por último, unas narrativas donde dieran cuenta de las decisiones, hallazgos, interrogantes y vicisitudes de su implementación. En estos relatos, en forma de diario, podrían reconstruir el camino que habían recorrido desde la formulación de las consignas hasta su realización, además de incluir las voces y las escrituras de los chicos.

Por otra parte, quedó planteado que los análisis de las prácticas traerían a la discusión las diversas formas en que aparecía la especificidad del rol del bibliotecario en las prácticas, su lugar real y simbólico en la institución y cómo estas nuevas propuestas explicitaban en ciertos casos algunas dificultades para reconocer tal lugar por parte de distintos actores de la escuela donde se desempeñaban. Lo que se buscaba no era producir prácticas ideales con la poesía como protagonista, sino prácticas posibles con todas las dificultades y pequeños y grandes triunfos.

La idea de la que partió este proyecto tenía que ver con la instalación de una mirada poética en la biblioteca. O sea, ir más allá del tratamiento del género, más allá del conocimiento de los resortes de un poema (aspecto que no quedó excluido sino tratado de un modo diferente al tradicional), para pensar en los caminos que abren a una visión poética del mundo. De acuerdo con el especialista Georges Jean (5), no se trataba aquí sólo de "descubrir los métodos apropiados para ayudar a los niños, adolescentes o adultos, a adquirir conocimientos más completos y refinados del tipo de discurso considerado como "poético", sino de sentir y de saber cómo entrar en poesía".

Dibujo de Cristian Turdera

Este "entrar en poesía" significó ya desde el comienzo de este Ateneo una condensación de preguntas y de transformaciones acerca de la relación entre la poesía y la pedagogía escolar. ¿Cómo hace para entrar la poesía (sobre todo la contemporánea) caracterizada por el juego, por la incomodidad, por la subversión de las reglas, por inventar una nueva forma de nombrar el mundo, en una escuela que en la mayoría de los casos tiende a dejar en un segundo plano al juego por gratuito y perturbador? ¿Cómo entra la desordenada poesía a una escuela que transmite un orden de los discursos (o un discurso del orden) que rápidamente tamiza todas las irreverencias a los géneros y a los usos diversos y personales de la lengua? Si bien todos los bibliotecarios coincidían en que dentro de la institución escolar, la biblioteca se abre para los chicos como un espacio diferente, muchas veces un espacio de libertad, donde las reglas de juego son diferentes a las del aula y donde los lectores se reencuentran con sus voces interiores y sus deseos, también estaban de acuerdo en que por su propia formación y por la de los maestros que interactúan con ellos en las propuestas de biblioteca, les resultaba muy difícil "desestructurarse" con respecto a un modo diferente de trabajar con poesía.

Un ejemplo de esto fue cuando para jugar con la actitud interrogativa y extrañada ante el mundo y sus objetos, con la que es posible inaugurar la actitud poética, propuse algunas consignas a partir de la lectura del Libro de las Preguntas de Pablo Neruda (6). En uno de los diarios donde los bibliotecarios narraban y reflexionaban sobre lo que ocurría al llevar a la práctica estas consignas con los chicos, surgió fuertemente el desacomodamiento de los alumnos ante un tipo de poesía totalmente diferente al que se lee habitualmente en la escuela. Cuando la bibliotecaria repartió las fotocopias con los poemas-preguntas de Neruda, "hubo un movimiento de extrañeza, manifestado en sus gestos y expresiones como: 'Ay seño, no tiene estrofas!', 'las estrofas son cortitas!', 'hay versos sueltos...', y '¿dónde están las respuestas?'" (7). Esta inquietud por la ausencia de respuestas se manifestó en otros relatos de experiencia. Los bibliotecarios sacaron la conclusión de que la estructura pregunta-respuesta está muy arraigada en las formas de organizar el discurso en general y sobre todo el escolar. Pero la resistencia y la incertidumbre iniciales que produjo en los chicos la pregunta retórica fueron transformadas rápidamente en una actitud lúdica y enseguida se sintieron conquistados por el arte de preguntar. Algunos completaron comienzos de preguntas de Neruda de este modo: "¿No será nuestra vida un túnel... entre dos amigos invisibles?", "¿No sientes también el peligro… en la vida de las margaritas?", "¿Trabajan la sal y el azúcar... construyendo arroz?" (8).

Otras formas de la actitud de extrañamiento se pusieron en juego luego de leer en el Ateneo fragmentos de diarios del poeta Francis Ponge (9). Allí y en su poesía propone tomar partido por las cosas o ponerse de parte de ellas. Su mecanismo consiste en "situar el objeto escogido (...) en el centro de 'mis preocupaciones'; abrir una especie de trampa en mi mente para pensar en él con ingenuidad y fervor (amor)". A partir de su rescate poético de objetos simples y relegados por la cotidianeidad, propuse hacer hablar desde la escritura a objetos que aparecieron en la mesa de la biblioteca como extranjeros en la escuela. Sin haber hablado antes de metáforas, aparecieron como una necesidad en las escrituras de las bibliotecarias al darle voz a estos objetos. Luego buscaron poemas de todas las épocas donde el tema central fuera un objeto. Se sorprendieron al ver cómo la poesía, sobre todo la contemporánea, no sólo puede hablar sobre objetos sublimes o sentimentales, sino que se mete con objetos cotidianos, incluso aquellos desarmados de prestigio, abandonados por cierta idea de belleza que se limita a lo clásico.

Cuando los bibliotecarios llevaron a sus bibliotecas objetos vinculados al mundo cotidiano que no suelen mirarse (además de poemas sobre objetos), en las escrituras de los chicos apareció muy fuertemente un préstamo de sus propias curiosidades, miedos y angustias a la voz de cada objeto.

La mirada poética entonces, decían los bibliotecarios, tenía otra ventaja, la de entusiasmar a los díscolos, a los tildados de "difíciles", a los silenciosos, a los que se les consideraba "carentes de vocabulario". La poesía daba la palabra a todos. Como dice Georges Jean, "resulta con harta frecuencia que los niños con mayores carencias, en todos los sentidos, encuentran en la poesía respuestas a misteriosas preguntas que se plantean, experimentando el deseo de decir diferentemente lo que sueñan, lo que les obsesiona, lo que les atormenta o lo que les falta." (10)

Esta posibilidad de tener la voz y de ser escuchado es característica de esta forma de escribir y leer poesía. En estas propuestas hay un momento para bucear entre las formas propias de decir y un momento para hacerse escuchar y escuchar a otros. La relación entre la escritura y la lectura es indisoluble.

El carácter comunitario de la poesía se entretejió con mucha naturalidad con el carácter comunitario del Ateneo, ya que en los dos casos se practica el arte de escuchar a los otros.

Otro punto en común fue el de la mirada extranjera sobre el mundo y sobre la propia experiencia. Despojar a nuestra lengua y a nuestros modos de ver de los usos congelados y cristalizados, de los clichés y de los prejuicios se puede hacer tanto en la poesía como en el análisis de las prácticas pedagógicas. Por eso, creo que la mirada poética, la mirada del arte cuando encuentran un lugar en la biblioteca y en la escuela tienen consecuencias que van mucho más allá de la unidad dedicada a la poesía en un programa. Es una de las formas más potentes y desenfadadas en las que el mundo y sus múltiples formas de ser nombrado pueden colarse en la vida escolar.

Dibujo de Cristian Turdera


Notas

(1) La Escuela de Capacitación (CePA) depende de la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (Argentina).

(2) Alicia Salvi es Profesora de Literatura, especializada en Literatura Infantil y Juvenil, y fue Presidenta de ALIJA (Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de Argentina).

(3) Los destinatarios de esta primera parte del curso de poesía y luego, del Ateneo, fueron bibliotecarios de los Distritos Escolares 13º, 19º, 20º y 21º de la ciudad de Buenos Aires.

(4) Me parece necesario aclarar que en este proyecto integral de capacitación para bibliotecarios todas las acciones son en servicio. Lo nuevo es la posibilidad de hacer un Ateneo en horario escolar.

(5) Jean, George. La poesía en la escuela. Hacia una escuela de la poesía. Versión española de Ana Garralón y Francisco Lapuente. Madrid, Ediciones de la Torre, 1996. Colección Proyecto Didáctico Quirón, Comunicación y Lenguaje.

(6) Neruda, Pablo. Libro de las preguntas. Buenos Aires, Editorial Planeta, 1994.

Nota de Imaginaria: Sobre el Libro de las preguntas:

  • En Internet hay varios sitios con textos del Libro de las preguntas de Pablo Neruda. Por ejemplo, en la página web de la Universidad de Chile, en el sector "Obra de Pablo Neruda" se encuentra una buena selección de la obra.

  • La primera edición del Libro de las preguntas fue publicada por la editorial Losada (Buenos Aires, 1974).

  • La editorial chilena Andrés Bello publicó una selección para niños titulada El libro de las preguntas (Santiago de Chile, 1993; colección Estrella de los Andes).

(7) Diario de la maestra bibliotecaria Alicia Trezza (Escuela N° 21, Distrito Escolar 20º).

(8) Idem.

(9) Ponge, Francis. Métodos. Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora, 2000.

(10) Jean, George. Op. cit.


Cecilia Bajour (cecibajour@infovia.com.ar) es Profesora en Letras. Se desempeña como docente en la Escuela de Capacitación (CePA), de la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Es miembro del equipo de coordinación académica del Postítulo de Literatura Infantil y Juvenil, y coordinó la Cátedra Abierta "Nuevas miradas sobre la literatura infantil y juvenil contemporánea", ambas instancias organizadas por CePA. Participó como expositora en Jornadas y Congresos de la especialidad y coordina de talleres literarios infantiles y de adultos: Asociación La Nube "La calle de la lupa y el Ratón"; Trabajo cultural en barrios de la Ciudad de Buenos Aires; Programa "Filo y los pibes" de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires; Centro Cultural Borges; Centro Cultural La Salamandra.


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