129 | Foto de Esteban ValentinoLECTURAS | 26 de mayo de 2004

Conversación abierta con Esteban Valentino
Invitado especial del Foro de Imaginaria y Educared (http://www.educared.org.ar/imaginaria/foro/)

 


Bienvenida

Esteban Valentino

Bueno gente, aquí estoy. Tenemos varios días para charlas sobre literatura o sobre los temas que vayan saliendo. Esto es apenas el puntapié inicial Ahora les toca a ustedes patear al arco. Veremos qué tan buen arquero soy- Un abrazo y los espero, Esteban.


Starosta

Gracias por tu presencia.

Por la hora que es y yo laburando, me merezco un cuento, o no?

PD: Soy zurdo, pero pateo con la derecha.Y ahora?


Andrés 1530

Vamo´lo´muchacho´ ¿arrmamo un picadito Esteban?.

Che Esteban, entrá en la cancha, no te quedés en el arco.

Bueno, voy a leer tu biografía en una revista electrónica que cono cemos y luego nos vemos.

En serio, gracias por venir.


Sofía

Qué bueno, Esteban, tenerte en el foro. Yo leí un montonazo de cuentos tuyos, algunos muy tristes... ¿A vos te parece que a los chicos se les puede contar "cuentos" sobre la muerte, sobre situaciones de la política del país (como las cosas que pasaron durante la dictadura, por ejemplo) y otros temas que no suelen aparecer en la literatura infantil?


Esteban Valentino

Bueno, mi viejo, pare la oreja que aquí va un viejo cuento sobre fútbol y disculpe las fallas de tipeo pero es medio largón pero no es para pibes.

Racionalizar el conflicto

La cosa era con el turro del Pipa, que se había metido con la Sandra y que parece que hasta la había manoseado. La Sandra no decía nada pero se le notaba en la cara. Esas cosas se les notan en la cara a las mujeres. Son así. A un tipo se le va la mano y a ellas se les nota en la cara. A la Sandra le pasaba eso ahora. Y no es que por una pendeja uno fuera a hacerse el loquito y al final terminara en cana por una pavada más o menos como esa, de una pendeja que además todo el mundo sabe lo calentona que es pero es una hermana y el Pipa sabía en la que se metía. El quilombo era no hacer un despelote gigante y que acabara con medio mundo con las tripas afuera porque no daba para tanto. No daba, no daba. Pero si el Pipa la liga solo, la barra de ellos se nos va a dejar caer y esto va a ser de nunca acabar. No, así perdemos todos y la cosa es con el Pipa, que se la manoseó a la Sandra y que no a querer pelearme limpio porque sabe que pierde. Lo sabe el muy turro y no va a querer pelearme limpio porque sabe que le gano y se acabó el problema y el Pipa. Eso sí que está bueno, me quedó lindo, se acabó el problema y el Pipa. Chau, Pipa, chau problema. Pero no va a querer, no va a querer porque sabe que pierde.

-Un partido. Un desafío. En la canchita de la bodega, que los domingos está desocupada.

-¿Y si empatamos?

-Ay muere. No pasó nada y listo. Pero igual a la Sandra no te le acercás más ¿tamos?

--Tamos.

......................................................................

Y fue parejo. La verdad fue parejo. Eran más duros de los que habíamos pensado. Meta pata y pata y no pasaba nada. Y menos mal que llegó el frentazo ese del Ruso, que no lo agarra ni dios. En serio, palabra. Ni Dios lo agarra, si fue para abajo y al lado del palo, que la va a agarrar si ni Dios. Palabra. Y justo que va a terminar el partido ese penal para ellos que me comía la camiseta. Justo que terminaba, si era para suicidarse. Si ya terminaba. Yo sabía que 1-0 no es diferencia pero igual ya terminaba y encima lo patea el Pipa, el muy turro bueno, se hizo lo que se pudo, mala leche. el Pipa pateó siempre muy bien los penales, el muy turro. Y encima el referí dice que patea el Pipa y se acaba el partido, si es para comerse la camiseta. No hay nada que hacer, no hay justicia. Pero sí hay porque pegó en el palo. En el palo pegó y se fue al carajo. Así que nomás 1-0 con el cabezazo ese del Ruso que ni Dios y justo al final y encima el Pipa viene a errar un penal pendejo se lo merece por pendejo un penal así no se puede errar en el último minuto y para empatar, así que no me costó nada porque se levantó la camiseta toda mojada que estaba por la transpiración y me dijo no me hagas sufrir mucho, al pedo me lo dijo porque yo no soy ningún turro y no me meto con las hermanas de mis amigos y además con el cuchillo soy un maestro, no como él, que los penales más importantes iba y los erraba.

Bueno, compañero, Espero que le haya gustado este cuento sobre fútbol y marginalidad que escribí hace varios años. Un abrazo, Esteban y buena jornada de trabajo.


Esteban Valentino

Sofía: No sólo creo fervientemente que se puede hablar sobre todos esos temas con los pibes, sino que pienso que se debe hacer. Los grandes temas del hombre no siempre son amables y las cosas que nos pasan - y que por lo tanto les pasan a ellos- no siempre son amables- Yo también hablo de solidaridad, de amistad en serio, pero sí es cierto que siempre lo hago con un dejo de tristeza. ¡Qué se le va a hacer, es mi castigo!. No, en serio, acepto que es así pero es que así debo ser yo o en todo caso así es la literatura que me sale del alma. No puedo escribir de otra forma que como lo hago. Así, medio tristona, incluso en el humor. De eso hablo en la entrevista pero la podemos seguir en los próximos días. Un abrazo, Esteban.


Andrés 1530

Esteban, leí el reportaje que te hicieron acá y me desilusioné un poquito.

¿Así que a vos todavía te pasa que releés lo que escribiste y no sabés muy bien de dónde salió?

Creía que a los escritores profesionales no les sucedía.

Estoy en el intento de escribir para chicos y a mí también me pasa, pero creía que era por novato.

Al final hay que creer en la musa, (y actuar cono si no existiera)

Salvo en la grande de musa con anchoas y aceitunas, que es un rito religioso en sí mismo (regado con lo que quieras).

Con cierta pretensión de darte un regalillo. (primera vez que lo hago acá en el foro) te quiero dejar un microcuento que entiendo comparte tu "tono", aquí va:

La Bondad y el Sacrificio

de aquella famosa Liebre:

Llegó segunda.

Hasta luego. Andrés


starosta

Esteban: para ser sincero, no sé si me merecía tanta suerte. Mil gracias por tu maravilloso cuento. La verdad que si empezamos así, no quiero ni pensar en lo que se viene (o sí, y me encanta).


Sofia

Acabo de leer el cuento ese del fútbol... es hermoso. ¿Dónde está publicado? ¿Por qué decís que es un cuento viejo? Me hace acordar a Rodolfo Walsh, al "Imaginaria" digo... en algo... en lo marginal quizá. ¿Tenés cuentos para adultos también? Quiero decir: otros cuentos para adultos, además de ese hermosísimo...


Esteban Valentino

Andrés: Me encantó tu microcuento. Es casi un haiku. y es cierto que tiene que ver conmigo. Habla de una perdedora casi mítica, como es la liebre. En cuanto a tu desilusión, nola entiendodemasiado- ¿Por qué ha de estar mal eso de extrañarse ante lo propio? Creo que precisamente es lo único que nos puede despertar extrañeza. Nada como la comprobación de los propios fantasmas para saber hasta qué punto nos resultamos desconocidos y desconocibles. Pero también me parece que allí está lo verdaderamente maravilloso de respirar todos los días. En ir abriéndole puertitas a esa oscuridad. Y allí está el arte, cualquier arte, cualquier intento de arte. Porque es el gran barco que nos lleva, el gran caballo que nos transporta a través de la selva. Brindemos por eso con lo que sea y démosle un más que justificado fin a esa grande de muzarella que ha nacido para perecer entre nuestras garras de guerreros salvajes, sin cubiertos y con la servilleta quemándonos los dedos, gracias.

Starosta: Te agradezco el elogio al cuento. Yo también espero que lo que se venga sea maravilloso, aunque te digo que este primer día fue bien satisfactorio y divertido. Voy a prepararte algunas cosas cortas -y para chicos, qué caramba- para que tus noches sean más cálidas, con este fresquete que se vino y te las voy a mandar en los próximos días. Escribime para recordármelo y para tener bien desde donde contestarte.

Sofía: Digo que es viejo porque simplemente lo es. Lo escribí en Neuquén hace quince años y no está publicado en ningún lado. Lo de Rodolfo es otra caricia para mí, ¿no? Casi que me da pudor eso que decís. En cuanto a si tengo más cuentos para adultos a esta altura no tengo muchos porque me dediqué a fondo a la cuentística para chicos y jóvenes pero mi libro Un desierto lleno de gente está diríamos en el borde. Si tengo otro a mano te lo voy a pasar con mucho gusto. Pero al final me van a resultar unos chicos a los que les gusta que les lean cuentos para dormir, mis queridos. ¿Dónde iremos a parar así? ¿Y la madurez eh, donde queda la madurez?

Bueno gente, ya que les gustan los cuentos nocturnos, aquí va uno que los empapados en mis libros conocerán y los no empapados, pues, que se mojen un poco.

Los pájaros mudos

Con dieciséis años recién cumplidos, el Físico desmentía dos cosas: su edad y su apodo. Tenía la cara de un pibe de trece y cuando le dijeron en el Centro de Estudiantes que tenía que elegir un alias porque en 1975 en Buenos Aires no era saludable andar por allí con su nombre verdadero, él se miró al espejo, tragó aire para inflar el pecho, dobló hacia arriba los brazos con su máximo esfuerzo para hacer nacer dos globitos de morondanga y dijo:

- Con este cuerpo privilegiado sólo pueden llamarme de una manera, el (y remarcó el artículo) Físico. Así que olvídense de Gastón Albiolea. Desde hoy, además de presidente del Centro de Estudiantes de esta escuela de cuarta soy.... ¡el Físico!

Todos se rieron y dijeron que además no estaba mal. Serviría para despistar a los grupos que insistían en correrlos a cadenazos gritándoles de todo pero sobre todo zurdos, mala -por no decir terrible- palabra en esos días. ¿A quién se le ocurriría identificar al número uno del Centro, el desde entonces temible Físico, con ese alfeñique que no llegaba a los 60 kilos y que encima usaba anteojos porque si no, no reconocía a su madre a dos metros?

Todos se rieron y dijeron que además no estaba mal. Todos, hasta Lucía Nievas, que aprovechó para pensar que si se le sacaban los anteojos y se le desordenaba un poco el pelo, el Físico podía ser bastante pasable.

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El año pasó rápido. Cuarto se pasa siempre rápido. Tal vez eso de ser la víspera del último de secundaria le dé un aire de listo se acabó ya terminamos. Quién sabe. Pero pasa rápido. Cuando uno se quiere acordar ya empezó noviembre y quien dice noviembre dice verano. Las materias no fueron un problema para el Físico. Dos a examen que fueron aprobadas en diciembre: matemática y literatura española. Nada serio. Lucía ni eso. Su pequeño cuerpo de ciento cincuenta y cinco centímetros deliciosamente distribuidos en un exterior de bailarina de cajita de música albergaban el conocimiento desde siempre. Los saberes eran naturales en ella como las bromas en el Físico. No. Las materias no fueron un problema para ninguno de los dos.

El Centro de Estudiantes fue algo más complicado. Las cosas se fueron poniendo cada vez más difíciles y ya cerca de fin de año cualquier actividad era francamente peligrosa. Una noche, bordeando mediados de noviembre, se juntaron en el aula exterior que les habían dado en la escuela para que funcionaran. No faltó ningún delegado de ningún curso. De a uno fueron llegando el Tano, Bocón, Chelo, Gabi, Pili, Lucía (que se negó sistemáticamente a ponerse un apodo alegando que eso era para los chorros y que ellos no le robaban nada a nadie), Alemán, Quijote y Sancho (nombres perfectamente elegidos. Estaban siempre juntos y uno era alto y flaco y el otro era gordo y petiso) y el Che. Al final llegó el Físico y empezó la reunión.

Afuera hacía un calor que empezaba a ser pegajoso pese a que la noche se había instalado con autoridad. El Che, vicepresidente del Centro, abrió la charla:

- Esto se volvió bastante fulero. Los grupos de choque de la derecha ya nos dieron varias palizas y nosotros nos estamos quedando casi sin respuestas. A los chicos el trabajo en el Centro cada vez les da más miedo y la verdad que a nuestros viejos también. Para venir aquí yo tuve que mentir en mi casa y decir que iba a una fiesta en lo del Alemán, que no tiene teléfono y no pueden averiguar si es verdad o no. Y encima...

No pudo seguir hablando. Las luces del aula hicieron un leve parpadeo y la claridad se fue para siempre. La mano de Lucía buscó la mano del Físico en las tinieblas y allí él supo que sabía y que ella sabía que él sabía. Pero todo lo que pasó por su mente en ese instante iba a tener que esperar. Después se hablarían. Después, si había tiempo. Cuando vieron a las cinco figuras en sombras que avanzaban por el patio y vieron las siluetas de los palos que cargaban, el Físico no dudó y ordenó salir corriendo por la puerta que daba al campo de deportes. Primero las chicas, después los muchachos, el Físico al final. Mientras corría para dejar atrás los palos y el miedo, él pensó que esa noche ya no la vería a Lucía y que entonces las palabras que había imaginado cuando se quedaron sin luz iban a tener que esperar mejor oportunidad para salir al aire. Pero se equivocaba. Cuando llegó a la calle de las vías la vio recortada contra la luz de la luna y se dijo que esperar un corno, esperar un pepino y que además hablar para qué si lo que él menos quería en ese segundo cuando llegó junto a ella y la miró largo largo a los ojos era hablar y así, sin decir agua va ni agua viene le estampó un beso como para hacerle doler. Y ella, cuando pudo separarse y respirar un poco hizo al fin lo que tantas veces había querido hacer: le sacó los anteojos y le desordenó un poco el pelo. Y después pensó que tampoco quería hablar, que ya estaba todo claro como esa luna enorme que los iluminaba y que dos pibes tan flaquitos y petisos como ellos bien podían edificar un amor que tuviera muy poco de flaquito y petiso y quien sabe si tanto de pibe.

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Se sabe. Bah, la historia lo sabe. El año no empezó bien. El 24 de marzo fue el Golpe y Lucía y el Físico tuvieron que acostumbrarse a oír hablar de los plazos del gobierno, de la guerra que vivía el país, de la salvación que llegaría más temprano que tarde. Y sobre todo tuvieron que acostumbrarse a no trabajar más en el Centro de Estudiantes, que la escuela cerró antes de empezar las clases. Lucía y el Físico se dedicaron entonces a prestarse atención a ellos, a construir su historia llena de asombros y descubrimientos, de estupores y dudas. Pero un día supieron que la realidad empezaba a cercarlos y no encontraron la manera de salir corriendo por la puerta que daba al campo de deportes. Sucede. La realidad suele ser más certera que cinco grandotes armados con palos. Pasó así. O sea, pasó que una tarde el Che no llegó a gimnasia.

- Te digo que lo conozco bien, Lucía -decía Gastón, ya recuperado su viejo nombre- y él no se perdería jamás una clase de gimnasia si el profe había prometido un partido. Hoy a la mañana andaba bien, así que enfermo no está. No sé, amor, tengo miedo.

- Bueno, no nos apuremos, que puede estar en cualquier lado. Vos sabés cómo es. En una de esas se fue con Alejandra a vagar por allí.

- Porque sé cómo es me preocupo. Ni Alejandra puede hacer que el Che se pierda un partido. Ojalá que haya pasado lo que decís pero yo siento como algo feo aquí en el estómago.

Lucía no tenía razón. El Físico sí. Dos días después el Ché seguía sin aparecer y ellos empezaban a vivir otra vida. Aunque todavía no lo sabían.

La clase de gimnasia que se había perdido el Che había sido un lunes, el primer lunes de un abril todavía cálido, todavía más fin de verano que comienzo de otoño. El jueves, Lucía y Gastón caminaban tomados de la mano por una calle cercana a la escuela. La hora de la siesta, los camiones llenos de soldados que pasaban a cada rato y el temor habían dejado a la tarde casi sin habitantes. La primera en darse cuenta de que algo no andaba bien fue Lucía. Miró para arriba y no vio ningún pájaro cantando sobre los árboles, ninguna paloma volando cerca de los tejados.

- Gastón, se callaron los pájaros.

- Pero estás vos, amor, que sos más hermosa que todas las aves del mundo, que las gaviotas de todos los océanos, que los papagayos más coloridos de todas las selvas, que las mariposas...

- Tonto... le gritó ella riéndose mientras le tiraba un carterazo suave a la cabeza. Pero esta vez Lucía tenía razón. Lucía y los pájaros. Porque así, jugando a golpearse, a olvidarse del mundo de afuera, a descansar por un segundo del dolor que sentían por la ausencia del Che, no se dieron cuenta del auto grande, blanco, estacionado en la vereda de enfrente, con tres hombres adentro y que arrancó despacito, sin hacer ruido, en cuanto ellos pasaron.

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La luz se reducía a una lamparita mortecina colgando lejana de un techo negro de hollín. Cuando el Físico pudo abrir los ojos notó que le dolía todo el cuerpo y que tenía una mancha de sangre seca justo encima de su ceja izquierda. Se sentó en el pedazo de suelo que le habían reservado, lleno de sobresalto y buscó a Lucía entre los bultos más cercanos que dormían acurrucados sobre sí mismos. Pero allí no había chicas. Recordó entonces que no podía asegurar que los hubieran llevado juntos. Eso lo tranquilizó. Tal vez lo habían traído sólo a él. Una bota parada delante de su línea de visión lo volvió al galpón semioscuro.

- Vos, vení -dijo la bota. El fue.

Lo llevaron por un pasillo todo sucio que parecía interminable hasta algo parecido a una oficina y allí, detrás de algo parecido a un escritorio estaba alguien parecido a un jefe. Dijo que se llamaba simplemente “el Capitán” y que así debería nombrarlo cada vez que se dirigiera a él.

- Pero no, lamento decepcionarte, pero no soy el jefe. Apenas soy el que te va a mandar a....Por ahora a eso. A mandar. Después vamos a ver a dónde te puedo mandar. ¿Así que vos sos el famoso Físico? Gracioso el nombre que te buscaste.

- Señor -empezó a decir Gastón...

- Capitán -lo corrigió el hombre.

- Bueno, Capitán. Yo no creo que sea famoso. Creo que están equivocados.

- No, pibito. Que algo te quede claro desde ahora. Nosotros no nos equivocamos nunca. Vos son el Físico, alias Gastón Albiolea, presidente del Centro de Estudiantes de una escuela que vos mismo definías como de cuarta y que desde hace unos meses sale con Lucía Nievas. Como ves, no estamos equivocados. Ahora andá, volvé a tu pabellón que ya nos vamos a volver a ver. Ah, a partir de ahora sos 179. Cada vez que oigas este número vas a tener que pararte y hacer lo que se te ordene. Olvidate de Gastón, de Físico y de la mar en coche. Lo único que tenés que recordar es ese número, 179. Llévenlo.

Gastón se pudo parar sin que lo agarraran, se acercó a la puerta pero antes de irse quiso sacarse una duda.

- Se....eh...Capitán...

- ¿Qué pasa, 179?

- Lucía.....estaba conmigo...

- Sí. También está aquí. En otra parte.

Recién pudo verla dos semanas más tarde. Las excesivas demostraciones de afecto estaban prohibidas en aquel lugar pero no les importó. Se abrazaron como locos y rodeados por los demás prisioneros para ocultarlos a miradas ajenas se besaron como para que la eternidad se pusiera celosa. También a ella la habían golpeado desde el día aquel de los pájaros pero su cuerpito de ciento cincuenta y cinco centímetros había demostrado ser más enérgico de lo que ella pensaba. Ahora hacía varios días que nadie la tocaba. Habían llegado nuevas prisioneras que requerían toda la atención y además Lucía no era demasiado importante.

- Me preguntaban todo el tiempo por vos, amor. Por vos y por el Centro.

A partir de ese pudieron verse casi todos los días. Empezaron a aprender los códigos de la telaraña. Y supieron que sesión era tortura, que visita era llegada de nuevos prisioneros y sobre todo que traslado era el final, o sea la palabra más temida. Pero también descubrieron que podían engañar a la telaraña y robarse segundos para ellos. En esos momentos sólo se miraban como queriendo entrar por los ojos del otro y dejaban que las manos recorrieran el cuerpo amado sin censura. En esos días sin mañana decidieron fabricarse un porvenir privado, que no tuviera nada que ver con los presagios que venían de la oscuridad que los rodeaba.

- Vamos a tener dos hijos. No, tres -decía él.

- Y vamos a estudiar las carreras que más nos gustan: vos veterinaria y yo bioquímica -decía ella.

- Y vamos a mirarnos así como ahora pero en una casa que va a estar junto al río- decía él.

- Y la casa va a tener un árbol enorme que le dé sombra a todo el jardín, que va a tener el pasto cortadito y una hamaca paraguaya -decía ella.

Así se pasaban horas, creando todas las variantes posibles del futuro que se regalarían en cuanto volvieran a la calle de los pájaros callados.

-Que de paso ya no van a estar nunca más sin cantar decía ella.

Pasó el tiempo.

Y un día fue 29 de junio. Un día como ese, pero hacía 16 años, Lucía Nievas había llegado al mundo. Era su cumpleaños.

Todo el día anterior estuvo Físico rompiéndose la cabeza, buscando un regalo que le revelara a ella todo lo que se le revelaba a él cada vez que tenían sus fiestas de miradas. Cerca de la medianoche tuvo una iluminación. Tomó una hoja blanca, grande, que había encontrado unos días antes y fue pidiendo por todo el galpón, susurrando para que no lo descubrieran, lápices de colores. Después se puso a trabajar. Terminó cuando empezaba la madrugada, hizo un rollo con su obra y lo escondió entre las mantas que le servían de colchón.

A la mañana del 29 el lugar se llenó de revuelo, miedo y presentimientos. Por primera vez desde que estaban allí reunieron a todos los hombres y mujeres, los chicos y chicas que repletaban los galpones. Lucía no podía decirle a nadie que era su cumpleaños y sobre todo no podía decirle a Físico que si a la tarde pudieran estar diez minutos solos, ella sería casi feliz. Estaban en el mismo patio cerrado pero muy lejos uno del otro. El Capitán se paró en un extremo con un micrófono y dijo lo que nadie quería escuchar. Lo dijo corto, seco. Lo dijo sin retorno.

- Lo que sean nombrados preparen sus cosas. Van a tener un traslado.

Y empezó la lista: 26, 37, 141, 145, 146, 147, 164, 172, 179... Físico sintió que las piernas se le caían, que le nacían unas enormes ganas de vomitar y empezó a llorar sin ruido. Pero apoyándose en un tipo grande que lo sostuvo logró seguir de pie, sobre todo cuando se saltearon el número de ella. Se dijo que al menos Lucía volvería a oir sus pájaros cuando dejaran de ser mudos y se dijo que antes de ir hacia la fila de los trasladados tenía algo que hacer. Aunque estaba prohibido, cruzó todo el patio y se instaló delante de las lágrimas de ella, que eran también su homenaje, su despedida más amada, su adiós de los ojos, el rincón de ella que mejor lo iluminaba. Y Físico, alias Gastón Albiolea, le dijo a Lucía Nievas, su niña mujer, antes que los guardias que corrían hacia ellos pudieran impedirlo.

- Haceme dos favores:....

La primera patada lo tiró al piso...

-...viví...

... la siguiente le dobló el estómago a Físico, el presidente del Centro, pero desde el suelo sucio pudo mirarla por última vez a los ojos y decirle el segundo favor que necesitaba que ella le hiciera...

- ....y fijate en mi colchón.

Lucía no paró de mirarlo mientras lo llevaban, sintiendo que adentro se le quemaba la garganta, el estómago, las piernas. Comprendió que en esa mañana de su cumpleaños toda ella se había convertido en una gran herida interminable.

Después dieron la orden para que todos volvieran a sus lugares, a sus mantas tiradas, al escaso territorio que les correspondía en la telaraña. Pero antes de ir a su pabellón, Lucía se escabulló hasta el lugar donde Físico dormía. Y pudo encontrar a través de ese agua persistente que no dejaba de nacerle de sus ojos, un rollo de papel que escondió entre sus ropas para irse hasta su pequeño lugar en el mundo. Esa noche, con sus pupilas más necesitadas de él que nunca, más exigentes de la mirada de Gastón, desenrolló la hoja blanca y grande que Físico había encontrado. Era una especie de cuadro, con una dedicatoria. Arriba decía: para los ojos, que ven por mí, feliz cumpleaños, Físico.

Y abajo estaba el dibujo de un árbol enorme, que llenaba de sombra a todo un jardín con pasto cortado y una hamaca paraguaya y en las ramas más altas del árbol varios pájaros que estaban unidos con líneas a una inscripción, sólo tres palabras, sólo trece letras garabateadas con lápiz negro: estos sí cantan.


Andrés 1530

Esteban, hoy sí que me voy a dormir sin chistar, con tu elogio a mi microcuento me alcanza.

Así que me voy a dejar tu cuento para mañana a la noche, y mientras, disfruto de la expectativa.


starosta

Esteban: lo tuyo es más que hermoso

No voy a parar de llorar hasta que termine el día, la semana, el foro, algo

celebro haberte conocido


Sherlock

Gracias por los pájaros, señor escritor.


starosta

Espero que mi mensaje anterior no se malinterprete

Hablaba en serio

Estoy conmocionado por el texto (que no conocía)

Después de leerlo y releerlo, mis recuerdos me han vuelto de pronto vulnerable, por lo tanto toda esta pirotecnia literaria se me ha vueltoinsensible, fatua, estéril, casi innecesaria

La polenta de tus relatos resuelve, a mi gusto, el enigma de casi todos los devaneos literarios de por aquí

Y, ante eso, no tengo más que decir


Esteban Valentino

Starosta: Y a mí me conmocionó tu texto conmocionado. Espero que no cumplas tu amenaza y sigas diciéndonos cosas desde el lector sensible que sos. Yo al menos quiero seguir leyéndote. Un abrazo

Sherlock, bienvenido a la cofradía, nuevo forista y se agradece las gracias. Por cierto, tu sobrenombre me hace memorar mi primera novela, El hombre que creía en la luna, protagonizada por Chelo Olmos y su amigo Guaso, por obvias razones. Un abrazo.


Eariel

¡Hola Esteban!

Cuando leí tu nombre me dije "mmm, justo alguien de quien no leí nada".

Me puse a "hojear" los artículos sobre Imaginaria que nos apuntó Gracie y me di cuenta de que mi cuento favorito en la primaria (aunque no recuerdo si estaba en mi propio libro de lectura o en alguno de mis hermanos o compañeros de micro) lo escribiste vos.

Y eso me trae a una pregunta que se puede tomar por algo mal intencionada, pero que conste que no es la idea...

¿Qué se siente saber que tantos chicos leen tus cuentos "por obligación"?

Acabo de leer "Los pájaros mudos". ¿Lo de empaparse es por las lágrimas? Me tuve que ir a la máquina de café para tomar fuerzas (y secarme los ojos) antes de seguir trabajando.

Muchas veces este tema se trata de una manera burda, con un estilo que llamo"Yo se" de Feliz Domingo para la Juventud (¿se acuerdan?). Pero tu cuento es perfecto. ¿En qué libro está?


Esteban Valentino

Eariel: tu nombre me trae reminiscencias de Tolkien, autor que ya he dicho varias veces, es de mis favoritos en la épica mítica. Primero, sacame de una duda, ¿de qué cuento de tu primaria hablás?- En cuanto a la aparición de varios de mis relatos en textos tipo manual, creo que es un vehículo más y punto. Y eso que te pasó a vos me pasa bastante seguido con muchos chicos así que la repercusión parece razonablemente positiva. Es un buen medio de llegada. Yo sé que muchos están en contra. Yo no. En cuanto a Los pájaros mudos, es uno de los cuentos de Un desierto lleno de gente. Bueno, ahora les voy a dejar otro cuento de regalo, tal vez en tu otro mensaje o en este. Espero que les guste. Un abrazo, Esteban.

La noche y la lluvia

La noche caía sobre los campos como una paliza. En noches como esa, la tormenta es una especie de castigo para la tierra y entonces los animales buscan esconderse donde se pueda. Las víboras y las vizcachas bajo tierra, los pájaros en los huecos de los arboles y los insectos entre los pastos mas anchos. El viento acompaña a la lluvia y todo se hace difícil para el bicherío. Así estaban las cosas cuando los caracoles sintieron que el fin del mundo estaba a un paso de ellos. A la bronca que se había agarrado la naturaleza vaya uno a saber por qué ahora se agregaba ese ruido terrible que se acercaba como una prueba de matemáticas y esas hierbas que se iban abriendo bajo un peso terrible. Y entonces lo vieron. Delante de ellos. Los bichos colorados se apretujaron contra las caparazones de los caracoles, las lombrices trataron de meterse bajo tierra con la rapidez de...bah de una lombriz y las vaquitas de San Antonio se disfrazaron de lunar de las plantas para que nadie las notara.

Un gigante.

Bueno. Un gigante, lo que se dice un gigante...-.No, no era. Pero ¿ustedes vieron alguna vez un caracol, un bicho colorado, una lombriz o una vaquita de San Antonio? Claro, para ellos cualquier cosa es un gigante. Hasta Renato, que es el que había llegado a la mata que les servia de refugio a tanto bicho. Y Renato tiene siete años. Es decir, está bastante lejos de ser un tipo grandote. Ni siquiera es demasiado alto..Pero algo no debía andar muy bien que digamos porque al agua de la lluvia se le agregaba otra que le caía por la cara y que no tenia ni medio que ver con las nubes. Pero Renato era un pibe valiente. Así que se sentó en el suelo todo mojado y después de mucho mirar para abajo pudo decir.

- Estoy perdido.

Y repitió dándole un golpe a la tierra.

- Pucha, estoy perdido.

Se sabe que los insectos no conocen mucho de humanos. Ya con eso de confundir a Renato con un gigante se pueden dar una idea de lo despistados que andaban en ese tema. Pero de lágrimas y de tristeza si sabían bastante porque parece que la pena de un caracolito no tiene mucha diferencia con la pena de un nene y el miedo a los truenos de una lombriz chiquita se parece bastante a lo que les pasa a las nenas cuando el mundo se viene abajo. Pero no hicieron nada porque los caracoles, los bichos colorados, las lombrices y sobre todo las vaquitas de San Antonio se toman su tiempo antes de mover una pata (salvo las lombrices, que no tienen patas pero que igual se toman su tiempo).

Se ve que Renato estaba perdido desde hacia bastante porque no aguantó mucho más con su rabia y su agua de los ojos. Buscó un árbol con hojas anchas y se acomodó abajo para mojarse lo menos posible. El sueño y esta cosa que tienen los pibes de dormirse en los lugares más increíbles hicieron el resto.

A los cinco minutos Renato roncaba como si estuviera al lado de una chimenea. Las primeras en actuar fueron las lombrices, que empezaron a hacer una zanja alrededor del cuerpo de Renato para que el agua no le llegara. Después los caracoles llenaron la zanja de baba para que al agua resbalara bien y no lo mojara. Los bichos colorados lo picaron por todas las piernas porque habían oído a un cazador que las picaduras activan la circulación y el nene precisaba eso para no tener frío y las vaquitas de San Antonio formaron una gran señal roja para que los papas de Renato se pudieran orientar en la noche.

Cuando a la mañana siguiente un grupo de gente grande lo vio bajo el árbol, Renato estaba empapado hasta la uña del dedo gordo, la zanja y la baba habían ya terminado de rodear su pie derecho y las siete ronchas de las piernas le picaban un montón. Se fue en brazos de los papas que no paraban de acariciarlo y nunca se enteró del enorme trabajo que se tomaron por él una noche unos bichitos perdidos en una mata de pasto.

O sí se entero y por eso cada vez que miraba las ronchas de las piernas se reía.

Y los animalitos jamás supieron que su terrible esfuerzo de casi la mitad de su vida -porque ellos viven apenas un día- no sirvió de nada,

O sí. Siempre lo supieron. Y pensaron que a veces los bichos como la gente (o como los bichos) tienen que hacer cosas así, que no sirven para nada pero que hacen mas linda la vida entre el pasto.


Andrés 1530

¡Qué grandes los bichitos!

Esteban, me gustaría que nos pudieras contar sobre el tema de lo "políticamente correcto" y su influencia en la literatura para chicos.

Me refiero a varios rubros del saber estructurado; pedagógico, psicológico, político, etc, etc.

¿No los ves, en lo que se publica generalmente, como un gran salvavidas de plomo y una fuente de autocensura en los escritores?


Esteban Valentino

Andrés: Puede ser, tal vez esa posición sea de alguna manera la nueva didáctica, la nueva exigencia a los textos infantiles. Pero me parece que en Argentina muchos escritores sortean esa impronta. Con talento y compromiso. Gustavo Roldán, Graciela Montes, Margara Averbach, María Cristina Ramos, María Teresa Andruetto, Silvia Schujer creo que eluden las dos censuras: las que intenta imponer el mercado y cierta marca de pretendido progresismo.


Diana009

Esteban: Gracias por los tres cuentos que nos ha regalado. Hace poco leí su "Caperucita Roja II" y me pareció re-genial. Me encanta la literatura infantil y admiro a autores como Ud., Gustavo Roldán, Silvia Schujer, Adela Basch, Elsa Borneman, Lilia Lardone...

Los escritores mezclan realidad y fantasía (a veces): en el cuento "Los pájaros mudos"(sé que hubo muchos Físicos y muchasLucías) sus personajes, ¿corresponden a personas concretas que Ud. conoció?

Le envío un cariñoso saludo.........


Sofia

Mira, yo justo anoche fui al cine, y anduve recorriendo con angurria las librerías de Corrientes. Y en el tema que nos toca, la literatura infantil, me mató: todos los libros eran los mal llamados clásicos: Caperucita, Cenicienta, Blancanieves, en pésimas versiones pero súper atractivas. Revisé y revisé (te hablo de las librerías de usados) y había muy poco de buenos escritores (algún Rodari por ahí, pero carito)... Había dos maestras que comentaban que iban a llevar unos libros para armar la biblioteca del aula: ¡y se conformaron con esos! compraron varios. Yo me pregunto: ¿el librero no es también responsable, porque actúa como mediador?


Esteban Valentino

Diana: En el caso concreto de Los pájaros mudos, sí están basados en dos amados compañeros, El Negro Gabriel y Alcira, que forman parte de los 30 mil. Pero tam biés es cierto lo que decís, que hubo muchos Físicos y muchas Lucías y que cualquiera de ellos pudo haber sido protagonista de ese cuento-

Sofía: Es que ya no quedan libreros. Más de 700 títulos por semana llegan a una librería de Buenos Aires. Es imposible conocer siquiera datos menores de todo lo que lleva en un mes. Y encima los que las atienden no siempre aman lo que hacen ni se creen libreros sino simples vendedores de libros. Y esas maestras también hacen lo suyo. Porque si a esta altura de la historia, se inicia una biblioteca comprando malas versiones de los clásicos en la calle Corrientes es que tampoco aman lo que hacen ni se toman en serio su laburo. Pero ahora les quiero hacer otro regalo. En este caso un texto teórico. Espero que les sirva. Un abrazo, Esteban.

Marginalidad y lectura o la cultura de la conquista

“Por que he hallado quien creyó y cree que asesinando personas asesina también los
pensamientos y los sueños y en veces son
palabras y en veces son silencios. Quien
así cree en realidad teme y ese temor
adquiere el rostro del autoritarismo y la
arbitrariedad”
Subcomandante Marcos

Cuando se les pregunta a los argentinos cuáles son los temas que ocupan el centro de sus preocupaciones y desvelos hay uno que supera largamente a los demás: la violencia. Esa preeminencia, en un país que muestra un índice de desocupación y subocupación que supera con amplitud el 30 por ciento no deja de ser significativo. Pero no, el tema económico ocupa un segundo y rezagado lugar. ¿Por qué esto? ¿Por qué un asunto público que hasta no hace mucho sólo tenía presencia masiva en las páginas policiales de los diarios, de golpe ha ocupado el centro absoluto de la escena? De la respuesta a estas preguntas dependerán muchas de las acciones que tomemos en nuestro accionar cotidiano. Desde elegir el lugar en donde viviremos hasta la ropa que usaremos. Y claro, qué actitudes tomaremos en la escuela, qué cosas leeremos en el aula, cómo nos pararemos ante el fenómeno los que trabajamos con grupos de adolescentes de los que se nutre la marginalidad, la gran acusada a la hora de diseccionar a la violencia social.

Lo primero que deberíamos analizar es cuál es la génesis de los masivos procesos de marginación que se han producido en los últimos años. Según estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo, trabajan en la Argentina unos 180 mil niños de entre 5 y 14 años, o sea, alrededor del 1,5 por ciento de la población económicamente activa. A ese número de la más infinita injusticia debe agregársele uno igual de adolescentes que hoy no tienen cabida en el mercado laboral ni quieren tenerlo. Según la UNICEF, los servicios de la deuda de los países pobres a los países ricos provoca que las peores consecuencias de esas deudas recaigan sobre el desarrollo físico y mental de la infancia del mundo pobre.

A esta realidad, el discurso oficial opone futuros inmediatos de potenciales reinados de la equidad. Pero las certezas estadísticas refutan esas palabras tan cargadas de esperanzas como de mentiras: en los últimos 20 años el número de hogares que se ubica por debajo de la línea de pobreza creció del 3 por ciento a más del 20 por ciento. El poder, los centros de decisiones, resolvieron, y de sus deliberaciones surgió un mundo nuevo que nos afectó como un tornado a nuestras débiles vidas de paja. Dice Alfredo Mofat que cuando el poder determina qué sectores existen y cuáles no crea lo que el llama “desaparecidos sociales”. Los desaparecidos de hoy están en las villas, donde habitan los delincuentes a los que hay que extirpar. Hace varios años, en un chiste de Quino, Susanita, la amiga de Mafalda se escandalizaba de la vida de los pobres. Ante la actitud de su amiga, Mafalda compartía su preocupación y apuntaba que era necesario darles trabajo y viviendas dignas. A lo que Susanita respondía “¿Para qué?, Bastaría con esconderlos”. Algo así se está gestando en las respuestas que vastos sectores medios dan ante el problema de la violencia. Según Loie Wacquant, sociólogo francés, discípulo de Pierre Bourdieu se ha producido un brutal desplazamiento del Estado de Bienestar, que intentaba paliar la miseria, al Estado Penal que la criminaliza.

Como bien apunta Galeano, en las aguas del mercado son más los náufragos que los navegantes. Si hoy los ciudadanos somos antes que nada consumidores queda bastante claro que quienes no consumen no son ciudadanos.

Ahora bien, este estado de exclusión que se ha instalado con la fuerza de las verdades reveladas entre nosotros genera, claro, violencia. Porque quienes quedan afuera del sistema tienen infinidad de vasos comunicantes que les dan cuenta de los privilegios ajenos. Vuelvo a Galeano. "Para los millones de condenados a la desocupación la publicidad no estimula la demanda sino la violencia. Los avisos proclaman que quien no tiene eso no existe”. Pero esta violencia, cara externa de la marginalidad, ¿es la de siempre aunque algo extendida y aumentada o es otra, la marca de una nueva realidad surgente?

Yo sostengo que estamos ante esta segunda hipótesis. Acuerdo con Wacquant cuando afirma que quien equipara la línea de pobreza con los bajos ingresos ignora las dimensiones simbólicas de los procesos de exclusión y la cadena de condiciones que conducen a los procesos de marginación social.. Para Ignacio Lewcowicz podemos leer nuestra contemporaneidad bajo el agotamiento de la ficción del lazo social. No asistimos a variaciones de grado o incrementos de los índices de violencia sino a un cambio sustancial en la naturaleza misma de la violencia. El espacio privilegiado se ha volcado sobre los espacios públicos no sólo como una metáfora de los tiempos sino como una actualidad geográfica concreta. Cuando yo era chico era habitual bañarse en las costas de la zona norte del Río de la Plata. Hoy, los clubes privados, las marinas y las casas con vista al agua impiden que la gente común tenga acceso al río, violando disposiciones legales que ordenan dejar la costa para uso común. No es extraño que este avaance del universo privado sobre el universo público y otras actitudes violentas de la cultura dominante genere esa violencia de signo diferenciado de la que hablábamos.

Lo que se ha producido a mi entender en los últimos años del siglo pasado es la aparición de una situación novedosa: algo que he llamado “la cultura de la conquista”, haciendo un parangón con la primera ocupación de nuestra América por parte del poder central europeo. Hasta el surgimiento del mercado como evangelio del poder, podía entenderse a la marginalidad como una subcultura de la cultura dominante. Los sectores marginales aspiraban a ocupar espacios más beneficiados con la propia evolución o al menos con la de los hijos. En ese proceso la escuela ocupaba un sitio central. Pero ya esa institución, como afirma Apple, ha perdido su condición de trampolín y lo que era el gran territorio del progreso social es hoy apenas un trámite administrativo que debe ser cumplido para acceder a ciertas posibilidades laborales de menor relevancia.

Pero ese deseo de pertenencia es hoy inexistente. Los sectores marginales se viven a sí mismos no ya como subculturas de los espacios de privilegio sino como culturas autónomas, con su ética propia y sus códigos distintivos de pertenencia. Mis alumnos adolescentes reivindican permanentemente su condición de habitantes de los suburbios de la sociedad dominante como oposición a los chetos que viven en los barrios centrales de esa sociedad. No es extraño ese afán de demarcación de territorios sociales. ¿no fue acaso Francis Fukuyama, hace algo menos de diez años, el que habló del fin de la historia y que señaló que el neoliberalismo en auge representaba el estadio último y más elevado del desarrollo de la especie humana? Si el poder se legitima a sí mismo con semejante fatuidad, ¿por qué ver a los intentos de reivindicación de los sectores marginales como una incitación al delito? Muy simple, porque Fukuyama significa un peligro para la existencia de los sectores medios pero ese peligro no es tangible. El adolescente de pelo largo con un cuchillo en la mano no deja espacio para la duda en cuanto al riesgo que significa. Por eso mismo las textualizaciones que representan a esa imagen, como varias letras de cumbias que mencionan en términos cuasianimalescos al acto sexual o que oponen el “no hacer nada” al chetaje que trabaja y estudia son vividas como la traducción simbólica del propio riesgo a extirpar.

Ahora bien, ¿cómo podemos involucrar en este análisis a los distintos procesos de textualización, lectura y escritura, que se dan en las escuelas mayoritariamente habitadas por estos sectores que hemos nombrado como nueva cultura marginal? Si es verdad esto que afirmo y la cultura marginal se visualiza a si misma como una cultura independiente, la cultura dominante, opuesta, es vivida como la cultura del conquistador y la escuela como el espacio en el que ambas culturas chocan, antes que interrelacionarse. La textualización tiene entonces tres caminos a recorrer: o se convierte en la biblia de los adelantados renacentistas, acompañando a las ametralladoras que penalizan la miseria en lugar de las espadas de entonces, o se inserta en la nueva cultura emergente y acepta a los textos surgidos de ella que reivindican la violencia sexual masculina y elevan la inacción creadora y la ebriedad y la droga como valores deseables o transita una tercera vía que pueda servir de puente entre ambas realidades.

Wacquant da cuenta de la existencia de toda una economía informal en las Villas relacionada con el delito. ¿Por qué los jóvenes eligen esta opción para ocupar su tiempo? Porque ya la escuela no ofrece posibilidades para obtener empleos valorizados. Pero los que nos relacionamos cotidianamente desde la enseñanza de la lengua con esta realidad vivimos una especie de paradoja. Tenemos que abrir espacios a los distintos procesos de textualización y tratar de no convertirnos en los nuevos evangelizadores de la cultura dominante. Tenemos que intentar romper con esa economía informal dolorosa y trabajar para valorizar otras capacidades teniendo como tenemos la certeza de que el poder no abre todas las puertas necesarias. Pero además, como dice Laura Devetach, abogamos por la lectura de literatura y no creamos las condiciones para leerla del modo que la literatura debe ser leída. Es decir, si en la institución como tal la lectura encuentra obstáculos derivados de la propia y sacralizada práctica institucional, en las escuelas marginales se suma la necesidad de armonizar dos realidades culturales, distintas muchas veces y no pocas antagónicas.

En lo personal, creo que es evidente que una cosa es proponer como lectura a Harry Potter y otra muy distinta sugerir a Irulana, que no es lo mismo leer Amie, el niño de las estrellas a leer Las visitas. Nunca es lo mismo. En ninguna escuela. Pero cuando la práctica exige una función de puente cultural definitivamente es diferente. En ciertas instituciones de sectores más o menos privilegiados del entramado social, Harry Potter puede oficiar como ventana a la lectura de textos más trascendentes. En las escuelas de los barrios periféricos sólo funcionaría como la nueva biblia de la cultura conquistadora.

En Ruanda, nación africana llena de gorilas y de misterio, los tutsis y los hutus convivieron pacíficamente durante siglos hasta que las potencias coloniales europeas les enseñaron a odiarse y matarse entre ellos. Paralelamente, el discurso del poder en nuestro país está enfrentando a sectores damnificados por el mismo sistema injusto como los sectores medios y bajos en un combate de chetos contra negros que sólo puede generar más desencuentro. La escuela, como última institución puente entre ambas culturas en pugna y dentro de ella los procesos de textualización que generen posibles puntos de acercamiento tienen una misión clave que cumplir. Ayudar a crear hombres que se pongan de pie y puedan pensar juntos formas para romper la maquinaria dominante y capaces de generar mecanismos alternativos de equidad. Retomo a Laura: “los conflictos nos abruman. bajamos la cabezaO bajamos la cabeza y seguimos

O bajamos la cabeza o seguimos, sabiendo con modestia que muchas cosas que uno aporta valen y que es mejor aportarlas que guardarlas”.

Obviamente el replanteo de nuestros procesos de textualización debe ser permanente cuando estamos ante la presencia de las nuevas culturas urbanas. Y ese replanteo abarca desde la elección de los textos hasta la seccionalización cronológica que hacemos de nuestros lectores potenciales.

Cuando empecé a escribir mi última novela sobre dos chicos de barrios marginados me encontré un día preguntándome sobre los límites de mi lector virtual. ¿La historia de un robo llevado prolijamente adelante por un pibe de trece años, le va a interesar a un pibe de trece años que compra libros y que, por lo tanto -en general- no roba? Los pibes de trece años que no roban ni compran libros, ¿qué son? ¿Todos los pibes de trece años tienen los mismos intereses? O más exactamente, ¿tienen los mismos trece años todos los pibes de trece años?

Con semejante caudal de inseguridades, dudas y preguntas todavía sin respuesta me lancé a una casera y primaria investigación de campo. Por mi trabajo tengo acceso a muchos chicos de esa edad de distintos sectores sociales, incluyendo no pocos barrios “duros”, con muchos padres sin trabajo y problemas sociales serios que van desde distintos tipos de adicciones hasta la delincuencia. La devolución que recibí a la lectura de unas pocas partes de la novela, aunque esperable, puede permitir algunas reflexiones. Los chicos de las escuelas que vivían realidades afines con lo narrado tuvieron una respuesta más activa y más comprometida con el texto que los otros, que lo vivieron más como un nuevo ejemplo de la violencia urbana que ellos suelen escuchar antes que vivir.

Mi pequeña prueba terminó de convencerme -por si hacía falta- de que hablar de trece años no quiere decir demasiado. Hay realidades y crecimientos dispares que producen motivaciones e intereses dispares. Llevado el tema a una última simplificación de mercado, tal vez mis chicos más cercanos a la realidad narrada hubieran comprado ese texto -de haber podido, claro- y los otros no. Aunque este es un tema ajeno al acto concreto de la creación no deja de ser paradójico que historias que retratan porciones importantes de nuestra sociedad puedan presagiar un comportamiento pobre en términos de repercusión de mercado.

El asunto me parece, roza también el compromiso que como artistas y como docentes tenemos ante nuestra gente y nuestro tiempo. Si de algún modo funcionamos como espejos de nuestra historia colectiva no podemos limitarnos por tipologías sociales que se imponen desde el mercado. El desafío, creo, es aceptar que hay pibes y pibes y que nuestros libros, los que creamos y los que elegimos para leer con nuestros jóvenes y chicos, tienen que despertar magia y compromiso en todos. Aunque hablemos de cosas catalogadas culturalmente como “no para chicos”. Aunque se vendan poco.

Decía Marco Denevi que si bien la infancia y la juventud a veces eran paraísos de cuento, muchas otras eran también infiernos de porquería. ¿Para qué infancia escribimos, para qué juventud leemos? Ya sabemos que las segundas no compran libros. Nos queda resolver si eso va a pesar en nuestra función especular. Me parece que, como quería Valle Inclán, tenemos todo el derecho de ser espejos deformantes. Lo que no podemos es darnos el indigno lujo de ser espejos demediados


starosta

Esteban:cuando leí tu ponencia (ésta),hace unos días, antes de comenzar el foro, me quedé pensando un par de cosas relacionadas con la exclusión, que, luego de tu primer cuento (que incluso epilogaste con algo así como fútbol y marginalidad) acentuó una idea que me daba vueltas:

¿Qué posibilidad de puentes hay entre esas culturas disociadas? (¿podría ser una pregunta, no?)

Yo creo que el fútbol, justamente, como discurso, como código, hoy funciona como tal. Y también la música.

Paradójicamente, en ambos casos: la canción que todos cantamos, el pogo que nos envuelve con el sudor del otro, la remera que me hermana con mi prójimo (léjimo diría Benedetti)

Como en algún momentofueron la militancia o las banderas sociales (democracia, derechos humanos, etc.)

Entiéndanme que no hablo "sociológicamente", cosa que no podría, sino en forma "casual", informal, tratando de entender qué nos quedó de esa mística encerrada en el nada mántrico vocablo: "nosotros", osus derivaciones: "juntos", "todos"y eso

Y de hacer literatura en ese contexto va la cosa.

Pues, a esta altura, habría que preguntarse para qué... (sí, ya sé, es la pregunta del millón)

Como decían tus encuestas por allí, (que reconozco que a veces fallan, pero aún así nos ordenan la vida),

Induzco: señores escritores, ¿qué hacer?

¿Vamos aescribir a pesar de todo, de nadie, de alguien?

¿Vamos a elegir nuestro target, o el que la editorial sugiera?

¿Ignoramos a los ignorados?

¿Incluimos a los excluidos?

Cuéntenme cómo se les ocurre....

Si se les ocurre...

Si se les…

Si

PD:"solamente muero los domingos, y los lunes,...ya me siento bien"


Marianidis

"Si es verdad esto que afirmo y la cultura marginal se visualiza a si misma como una cultura independiente, la cultura dominante, opuesta, es vivida como la cultura del conquistador y la escuela como el espacio en el que ambas culturas chocan, antes que interrelacionarse".

Esteban: acerca de este párrafo de tu ensayo, pienso que no siempre la escuela es lugarde choque o confrontación, porque no tenemos una escuela única como institución, sino una escuela del conquistador y otra del excluído. En muchos casos, si se pudieran ubicar los edificios en una transparencia, el mapa coincidiría con el de las escuelas privadas y las públicas.

En una obra de Berger y Luckman, titulada"La construcción social de la realidad"aparece la concepción de "aniquilación conceptual" como previa a la aniquilación real.Este es un procedimiento llevado a cabo desde el Estado, sobre todo, en situación de guerra o de lucha contra lo que se considera un enemigo interno.Lo segundo lo vivimos en la última dictadura.

Ahora se produce unaaniquilación conceptual que viene encubierta devarios modos. Uno de ellos -lo citaste- es la publicidad alienante que comunicaun mismo mensaje: quien no consume esto, no existe. Y la impotenciaque genera en la cultura excluída se traduce en violencia.

En la novela "Ciudad de Dios", del brasileño Paulo Lins, se puede ver como en un espejo hasta dónde lleva esa impotencia,llegando a crear una cultura subterránea con códigospropios, por demás bestiales.El autor vivió hasta los dieciocho años en una zona marginal con barrios dominados como "territorios" por adolescentes armados para quienes la vida no tenía ningún valor.Y yo creo que muchos rincones de nuestro país van en esa dirección.

Vos, que podés hablar con autoridad sobre este tema: ¿quéte parece que se puede aportar paracambiar el diagnóstico? ¿o se trata de una realidad inevitable en la que sólo podemos aspirar a atenuar las consecuencias?


Esteban Valentino

Starosta: Bueno, parece que este día se las trae. Mirá, yo creo que, como dice Mario por allí, uno no siempre puede hacer lo que quiere pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere. Y además, ¿qué otra nos queda? Nosotros (y hablo así porque en estos días de tanta charla uno termina conociendo algo de los que lee) no servimos para la aceptación a tabla rasa o a libro cerrado, así que no tenemos escapatoria. En algún punto estamos jodidos pero no es del todo una mala jodedumbre. Tenemos que escribir lo que escribimos porque no nos sale Harry Potter o Juan Salvador. Tal vez si nos saliera estaríamos jodidos para el otro lado pero el tema es que no nos sale. Me dirán que el éxito quien sabe y tal vez nuestros soles mentirosos o a veces las sombras o pahicaplapas se vendan como la puta que lo parió pero si alguna vez pasa veremos para qué lado pateamos. Yo creo que en ese caso seguiré pateando para el mismo arco. Esos son los puentes que yo puedo construir. Y ya sé que son insuficientes. Porque del otro lado están las víctimas y a ellas mucho no se les puede exigir. Algo parecido me pasó cuando el caso Blumberg. Yo no estoy de acuerdo con nada de lo que propuso pero al viejo no se le puede pedir más. Bastante civilizado ha sido. Tal vez yo en su lugar hubiera sido mucho más fascista. El problema no son las víctimas sino los que las han creado, los que nos han victimizado en estos últimos 30 años y que ahora piensan cómo dinamitar a sus criaturas porque resulta que dan miedo. Yo acuerdo con lo que decís sobre la música y el fútbol, pero son puentes levadizos. La escuela es otro pero está tan impregnado de este lado que el otro entra con desconfianza. El único puente que podría funcionar de verdad es la justicia y a ese no lo quieren edificar. Mientras tanto yo voy a seguir escribiendo sobre lo que me sale porque no puedo hacer otra cosa. Esto que nos pasa ahora es la gran victoria de la dictadura y ninguno de nosotros se dio cuenta. Y encima los imbéciles o los canallas piensan que perdieron porque tienen un par de sus bastardos en cana. Un abrazo y me parece que me extralimité un poco. Perdonenme.

Carlos: Te remito a la respuesta que le di a Starosta porque reiteraría conceptos pero no soy demasiado optimista en lo inmediato sobre el cambio del diagnóstico, sobre todo porque son muchos los que quieren matar al enfermo. Pero yo no sería tan precario con eso de "atenuar las consecuencias". Si pudiéramos lograr eso creo que estaríamos dando un paso enorme. Lo que pasa es que no sé si incluso eso es ya demasiado posible. Acuérdense de 1789. Luis 16 y los suyos deben estar todavía preguntándose qué pasó. Bueno, un abrazo a todos, mañana les mando otro cuento.


Andrés 1530

Hola a todos, estuve leyendo atentamente sobre "el escribir para chicos", coincido en general, pero hace rato que tengo una "brújula", cuando intento escribir algo que les interese a los chicos. Por supuesto que hay que hablar sobre "algo" que los chicos ya tengan, una primera obviedad sería el idioma, otra más general es algún tema que ya esté en lo que podríamos llegar a llamar el "inconciente colectivo", y a partir de allí la libertad de creación creo que sería vastísima.

Voy al tema: ¿Creen en las Parábolas?, yo sí creo en las parábolas, por ejemplo en la parábola que hacía la pelota en los goles que hacía de tiro libre sobre la barrera Maradona o Chilavert.

Creo que casi siempre en arte, la única manera de meter un perdurable gol es darle parábola a la pelota.

Hay un libro muy interesente que tiene un montón de cuentos de amor. Odio, sangre, padres, hijos, muerte etc. etc.; ese libro está lleno de parábolas perdurables… ¿cómo era que se llamaba?


Sofia

A decir verdad no entendí lo de las parábolas: ¿será porque no me copa el fútbol o porque soy despistada?


Esteban Valentino

Sofía, Andrés: se me debe haber copiado el despiste de Sofía porque tampoco entendí lo de las parábolas. Es decir, sí entendí lo del fútbol porque a mí sí me gusta mucho y recuerdo que en la altura la pelota no hace parábolas, o sea, por encima del nivel del mar Jesús habría tenido flor de líos para predicar. Segundo, ¿darle parábola a la pelota o darle pelota a las parábolas? Tercero, tampoco entendí lo del libro. Muchachos, seamos más claros a esta altura del partido, sobre todo porque quién sabe qué puede pasar con las parábolas de las pelotas en el precitado encuentro.


Andrés 1530

Parábola: nombrede un tipo de curva, por ej: la curva que hace la trayectoria de una flecha.

Parábola: pequeño relato polisémico que se puede encontrar, por ejemplo, en un libro llamado Biblia.

Gracias por la sinceridad de decir que no se entiende.

Lo que quise decir es que si en arte vas "derecho viejo como con regla" lo más probable es que nunca levante vuelo, en cambio si "vas por la parábola" nadie te asegura nada pero quizá, si tenés suerte das en algún blanco.


starosta

Esteban: para cerrar el tema de ayer un proverbio zulú dice:

"si avanzar es morir y retroceder es morir,

más vale avanzar y morir"

por lo que aún sabiéndonos jodidos y sin escapatoria,

¿cómo renunciar a que nuestros puentes imperfectos

lleguen a algún lugar, algún día?


Diana009

Esteban: Soy una humilde lectora, es la primera vez que participo en un foro, y quiero agradecerte tu atención y tus cuentos. ¡Es tan lindo que te cuenten un cuento..............! Que no es lo mismo que te "hagan" el cuento................

Me hace feliz que quieras y que puedas "escribir lo que te sale"; una mano tendida también es un puente. Chau. Mucha suerte.


Sofia

Creo que después del mensaje de Diana009 nos quedamos mudos... Bajó los decibeles, se cortó la parábola y el fútbol, pero se extendió, larga y felizmente, un hermoso puente: tu literatura, Esteban, honesta y entera. Ese es un puente que no se construye así nomás.

Después de haber participado (y de haberme divertido, no lo niego) en este foro, usted se merece, Valentino, que le agradezca infinitamente el poder creer en que hay gente que con "la pluma y la palabra" pueden cambiar el mundo de los chicos. Me conformo con eso: con el cachito de alegría y de ilusión que les das a los chicos que te leen. Un placer, maestro.


Andrés 1530

Esteban, me vine hasta un locutorio ¿o escribitorio?, para decirte que valoro de corazón tu generosidad, ¿sabés que sos el primero de los invitados que nos regaló cuentos?

Personalmente sentí que no te guardaste nada y por favor no te pierdas, de ahora en más teesperamos como forista, vas a poder participar sin la urgencia de las "partidas simultáneas".

El partido de potrero estuvo muy bueno, creo que va a tardar un rato en asentarse el polvo.

Un abrazo. Andrés


Esteban Valentino

Andrés. Se lo dije a Sofía y a todos en otro tema pero te lo digo aquí también a vos. Para mí fue un largo masaje para el alma de diez días y ejercitación profunda para mi mente, para estar a tono con las profundas participaciones de ustedes, cargadas de inteligencia y de ganas de hacerle bien al otro y el otro en este caso eran todos, los que estábamos del otro lado y los que jamás entraron. O sea, buena gente, A mí me gusta mucho la buena gente. Un abrazo.



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