63 | RESEÑAS DE LIBROS | 31 de octubre de 2001

Lunas del Caribe

Luis Mateo Díez
Ilustraciones de Tino Gatagán.
Madrid, Editorial Anaya, 2000.
Colección Sopa de Libros; Serie Negra.

Portada de "Lunas del Caribe"

Lo imaginario es un refugio que nos salva de muchas cosas y, a la vez, nos compromete más con la vida. El que más lee es el que más vive, porque es el que vive con más conocimiento de causa.

Luis Mateo Díez

Lunas del Caribe, del prestigioso escritor español Luis Mateo Díez, es un relato desde la memoria de la infancia y también una profunda reflexión acerca de la lectura, el lugar de lo imaginario como forma de conocimiento, su relación con la vida y la muerte.

Este libro forma parte de una nueva serie dentro de la colección Sopa de Libros: la Serie Negra (1). La novedosa propuesta de Anaya es la de abrir la colección a todos los públicos, con relatos y ensayos inéditos de autores españoles consagrados, que tienen por objeto la creación literaria.

Para Mateo Díez, según lo expresa en la entrevista al final del libro, la materia prima de la escritura es: "imaginación, memoria y palabra". De un modo coherente a esta concepción, su relato se va estructurando a partir de la memoria de los amigos del Desván, un lugar secreto de la infancia, "un reducto misterioso salvaguardado de la vigilancia y la rutina". Entre los amigos de ese lugar del recuerdo transformado en espacio imaginario, el narrador destaca a Opal. Opal es el niño fascinado por la lectura, "el que más había viajado, el conocedor de los mundos más exóticos".

En el Desván se cruzan los viajes imaginarios fruto de la fantasía y los libros, también de los viejos relatos de la oralidad que persisten en el Valle, con los testimonios del espacio real, de un tiempo "culpable y sombrío", el de los niños de posguerra.

"Los niños preservábamos la inocencia, que los mayores habían malbaratado con la impiedad y el odio, en un Desván que contenía el testimonio del sufrimiento..."

Opal, nos señala el narrador, era quizá el menos imaginativo de los niños del Desván, pero su pasión por los libros le hacía vivir intensamente en un mundo de ficción que derrotaba a la realidad. Esa realidad ante la cual los demás niños, aún con su imaginación, eran más vulnerables.

La vocación de Opal, su vida de adulto surge de los libros, y su muerte real reproduce en el recuerdo de quien narra aquella otra muerte, la de las ensoñaciones literarias en el Desván.

"La luna de nuestra aventura en aquel Caribe del Desván, de la infancia, todavía brilla en una viñeta o en una página mugrienta. La de la muerte de Opal perdió el fulgor en el invierno de nuestra edad, pero la vida o, mejor, la muerte la guarda en el mismo recuerdo: el de aquellos ojos de un niño que leía tirado por el suelo."

Infancia, recuerdo y amor a los libros son las tres líneas que recorren este texto que los lectores apasionados sabrán apreciar. Un motivo más para seguir preguntándonos acerca de este fenómeno misterioso de la lectura.

Recomendado para lectores adolescentes.

Marcela Carranza


Marcela Carranza es maestra y Licenciada en Letras Modernas de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). Como miembro de CEDILIJ (Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil) participó en el programa de bibliotecas ambulantes "Bibliotecas a los Cuatro Vientos" y en el equipo Interdisciplinario de Evaluación y Selección de Libros. Forma parte del grupo de estudio "La Nuez", en el área de la literatura infantil y juvenil.


Nota

(1) Por el momento, la Serie Negra está integrada también por El pozo del alma, de Gustavo Martín Garzo, con ilustraciones de Pablo Amargo, y Cuatro cartas, de Xabier P. Docampo, con ilustraciones de Fino Lorenzo. (Ver nuestra sección "Libros recibidos".)


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