51 | LECTURAS | 16 de mayo de 2001

Manolito Gafotas, una lectura con gancho

por Ana Mª Rico Martín

El presente artículo formó parte de la comunicación "Una propuesta para fomentar el hábito lector a través de la obra de Elvira Lindo", presentada por la autora en el VI Congreso Internacional de la Sociedad Española de Didáctica de la Lengua y la Literatura, El reto de la lectura en el siglo XXI (Granada, 13 al 15 de diciembre de 2000).

Frente a la preocupación que padecemos padres y maestros por el desinterés generalizado de nuestros jóvenes hacia la lectura, surgen, de vez en cuando, obras que por sus temas, sus personajes y su lenguaje se acercan cada vez más al lector infantil y juvenil. En esta línea de relatos tenemos a Manolito Gafotas de Elvira Lindo en España —añadamos también Gregorio Miedo y Medio de Andreu Martín y Fray Perico de Juan Muñoz— o a Harry Potter de Joanne K. Rowling en el Reino Unido, con grandes diferencias culturales entre la obra inglesa y la española pero ambas consideradas por muchos como best sellers infantiles. Analicemos seguidamente la primera obra española mencionada y comprenderemos por qué gusta tanto a niños preadolescentes.

Portada de "Manolito Gafotas"Argumento y estructura

Manolito Gafotas es la primera obra narrativa de Elvira Lindo y tuvo su origen en guiones radiofónicos, especialidad de la autora.

Se trata de una sucesión de aventuras independientes, casi una yuxtaposición de hechos, cuya ilación se debe a los protagonistas comunes: un niño de ocho años, Manolito Gafotas, como figura principal y otros personajes que se mueven alrededor y que no por ser secundarios están faltos de una bien definida caracterización. El espacio en el que transcurre el relato cambia a la par que varían las peripecias: la casa del protagonista, el centro urbano, el colegio, el parque o el museo del Prado, pero siempre en ese ambiente de barrio de gran ciudad.

El texto está escrito de forma autobiográfica, de la mano de Manolito, y va dirigido a un igual al que cuenta todo lo que le ocurre en ese marco múltiple mencionado, con su familia o con sus amigos, y al que hace cómplice de sus pensamientos. A lo largo de la obra surge una serie de temas que abarcan la problemática del preadolescente y se manifiesta una manera de abordarla propia de esta evolución de niño a joven como son las relaciones con el sexo opuesto, la inseguridad y posterior rechazo (capítulo 6), los comportamientos superficiales reflejados en toda la obra, muy atractivos al lector precisamente por la falta de abstracción que muestran, las relaciones con la familia, la alta dosis de asco (pp. 124 y 220) y suciedad (pp. 63-64), temas estos últimos que atraen en gran manera a los niños y que, además, tradicionalmente les han sido censurados —en este sentido, pueden encontrar este texto hasta liberador— (Contreras et al., 1993, p.118).

Los temas tratados, la jerga que emplea, las situaciones cotidianas que refleja son las mismas que puede encontrar un niño de edad parecida, por ello se hace tan próximo y familiar al público juvenil, por ello gusta también a jóvenes mayores e incluso a padres que reconocen en estas aventuras las de sus propios hijos y aun las de ellos mismos muchos años atrás. Esto hace que podamos incluir esta obra en lo que se ha llamado "libros de familia" dentro de la tendencia realista de la literatura infantil (Lage, 1995, pp. 27 y ss.).

Este libro primero —la autora ha escrito algunos más con estos mismos protagonistas— consta de diez capítulos independientes pero con elementos comunes, cada capítulo es una aventura. En realidad, posee una estructura abierta donde podrían encadenarse un número teóricamente infinito de relatos.

Las historias comienzan con la presentación que hace el protagonista de sí mismo, de su familia, su amigo íntimo, Orejones López, y su barrio, Carabanchel, para seguir con las peripecias que corre Manolito, aventuras que no pierden la cotidianidad de lo narrado: desde el paseo con el abuelo hasta el centro de Madrid para hacer unas compras (cap. 2), la visita a la psicóloga del colegio (cap. 3), el atraco que sufren por parte de un joven venido del pueblo del abuelo (cap. 5) hasta el típico concurso de disfraces escolar (cap. 9) o el ochenta cumpleaños de don Nicolás (cap. 10). Éstos son algunos de los capítulos del libro que, por motivos de espacio y tiempo, sólo señalamos sucintamente. Cada uno de ellos merecería un estudio minucioso pues hay multitud de pequeños detalles que hemos dejado escapar, menudencias que son las que hacen simpático el relato y provocan la sonrisa del lector.

Personajes

Uno de los defectos que se ha achacado frecuentemente a la literatura infantil de nuestros días es la falta de personajes con la suficiente fuerza descriptiva como para envolver al lector. Sin duda, representan un elemento fundamental para que la lectura no resulte decepcionante, así el lector puede identificarse con ellos quienes podrán dejar huella en esta edad tan difícil de construcción de la personalidad. Cuando los protagonistas de un libro tienen aproximadamente la edad de los jóvenes a los que se dirige, mostrarán unos problemas y actitudes también muy parecidos, haciendo inmediata la identificación (1).

Los personajes de nuestra obra, siempre bajo la mirada del protagonista, se van repitiendo prácticamente en todos los capítulos aunque alguno esté dedicado exclusivamente a una figura. Por otra parte, en los relatos de ambiente familiar como éste podemos distinguir dos planos: el de los padres que representan a los adultos, en el que añadimos, además, al abuelo, la maestra, la psicóloga y la vecina; y el de los niños entre los que puede haber diferencias de edad como ocurre con el Imbécil. Analicemos estos protagonistas según su orden de importancia en el relato:

  • Manolito Gafotas es un niño a caballo entre la infancia y la adolescencia que, como tal, se siente constantemente incomprendido, acomplejado de "bajo, gordo, gafotas y patoso" (p. 19), es objeto de todas las riñas domésticas y de todas las desgracias del mundo mundial. Su nombre real es Manuel García Moreno pero le llaman Manolito Gafotas, apodo que lleva con orgullo, por las gruesas gafas que sufre y va rompiendo continuamente desde los cinco años.

Siente un singular cariño por su abuelo y una especial aversión hacia su hermano pequeño, el Imbécil, del que no recuerda el nombre de pila.

Como cualquier chico de su edad conoce y realiza mil y una tretas, por ejemplo, cuando viaja en metro con el abuelo pone cara de pena para que le dejen asiento y la mantiene todo el trayecto a fin de que la gente no perciba el engaño. Comete despropósitos continuamente como preguntarle a una amiga la razón de por qué está tan gorda simplemente para entablar conversación o mirar con indiscreción a una presentadora de informativos televisivos para comprobar si tenía o no piernas. Se echa novia porque todos los compañeros lo hacen emulando a los mayores. Enferma cuando tiene examen en el colegio. Y por último, está muy influido por la televisión: juega al Capitán América, se compara con el dinosaurio velocirraptor de la película de Steven Spielberg, con Rambo, Batman o con otros héroes. Los anuncios publicitarios también ejercen influencia en los jóvenes de su edad: Óscar Mayer (una marca de embutidos) es el mote de un chico de clase con el mismo nombre. Incluso algunos personajes de la prensa amarilla aparecen en boca de Manolito como los reyes Balduino y Fabiola o la princesa Lady Di.

  • La madre de Manolito es simplemente eso, su madre, sin nombre propio en esta historia pero con un fuerte carácter que emerge en todas las aventuras de su hijo. Éste nos la presenta no como una madre dulce y cariñosa sino como la ven la mayor parte de los chicos de su edad:

    "Capaz de soltar una colleja a la más mínima", nuestro Manolito asume este castigo de su progenitora como algo normal: "la colleja es una torta que te da una madre (...) en esa parte del cuerpo humano que se llama nuca" (Lindo, 1994, p. 9).

    Es previsora y ahorradora: le compra la ropa con vistas al futuro, dos o tres tallas más grandes, al mismo tiempo que "obliga" al médico a recetarle vitaminas al pequeño.

    Juega diariamente a la lotería de la ONCE (Organización Nacional de Ciegos Españoles).

    Manolito admira muchísimo su inteligencia. La considera , en repetidas ocasiones, merecedora de un puesto de espía en la CIA: "mira las manos y sabe dónde has estado, a qué hora y, a veces, hasta con quién" (pp. 92-93).

    Para él, su madre es la "máxima autoridad del planeta" (p. 120), obstinada y terca, no para mientes en regañar a cualquier miembro de la familia y por ello todos la temen. No obstante, a Manolito le fascina porque reconoce que está allí cuando se la necesita y que es una buena ama de casa, porque su madre es "como esas madres de los anuncios" (p. 132) que "todo lo deja brillante".

  • El abuelo Nicolás es el miembro familiar más unido a Manolito Gafotas. Hace tres años que dejó el pueblo y se vino a vivir a Madrid con la familia. Este personaje, como todos, asombra al lector por lo cercano y real, sus problemas y actitudes son los mismos que puede encontrar en su propio abuelo: a su edad padece de la próstata, lo que causa gran impresión al nieto quien lo repetirá a lo largo de la obra, tiene dentadura postiza con la que siempre hace mucho ruido y, además, ronca sonoramente por las noches. Con la indiscreción propia de muchos ancianos se pone, en este sentido, a la altura de Manolito como, por ejemplo, en el episodio de la presentadora de informativos.

Igual que gran parte de nuestros mayores acompaña a sus nietos al colegio, al parque, engatusa al preferido con dinero a cambio de pequeños favores y le encantan las canciones de Joselito, aunque más que las coplas le emocionan las desventuras del actor. No faltan los sabios consejos a su nieto: no dejarse llevar por las compañías o el consuelo de que "uno siempre no sabe por qué hace las cosas" (p. 101); y, lo que es más, continuamente lo defiende ante su madre y hasta hace de mediador con sus amigos porque, como sentencia, "es algo que debiera haber en todas las grandes guerras, un mediador que consiga con palabras lo que no consiguen los puños y las bombas" (p. 43).

  • El padre de Manolito aparece en pocas ocasiones, no podemos olvidar que ésta es la narración que hace un niño de su propia vida y su padre es un camionero que se ausenta a menudo de casa bien por motivos laborales o porque, como él mismo dice, es "un hombre de barra" (p. 74) y siempre está en el bar. Esta carencia afectiva lleva al pequeño a sobrevalorar los momentos que está con él.

Entre esto y el carácter reservado que tiene: "habla sólo tres veces al año, por Nochevieja, por su cumpleaños y cuando gana el Real Madrid" (p. 65), este personaje apenas se manifiesta en el libro. No obstante, a través de las palabras de su hijo podemos hacernos una idea de cómo es. Su nombre es Manolo García, igual que sus antecesores, y su actitud es la propia de un hombre sin formación que enseña a defenderse a su hijo mediante golpes y puñetazos, postura enfrentada a la que sugiere el abuelo: servirse de la palabra para ganar a sus enemigos.

  • El Imbécil forma junto a Manolito Gafotas y don Nicolás un trío muy unido, de hecho, para nuestro protagonista son sus "compañeros de jaula" (p. 74). Se trata del hermano menor, cuyo nombre desconocemos pues desde su nacimiento fue bautizado con este apodo por Manolito, lo que refleja el gran aprecio que éste le tiene. El pequeño, de tan sólo tres años, no le representa más que un estorbo, lo imita en todo provocando a veces situaciones divertidas reflejadas en los escasos fragmentos que la autora dedica a este personaje. También recibe las culpas de gran parte de las travesuras que comete su hermano.

Si nos dejamos llevar por las teorías psicoanalíticas que destacaron la rivalidad fraterna latente entre los hermanos, uno de los aspectos de ésta que se manifiesta claramente en la obra son los celos por parte del protagonista frente a la admiración y la emulación del pequeño. Esto hace que el relato pueda convertirse en catártico ante la problemática real que sufren muchos niños en el seno familiar (Zaragoza Canales, 2000, pp. 567-576).

  • Amigos de Manolito Gafotas aparecen varios pero los más significativos son el Orejones, Yihad y Susana.

El Orejones López, su mejor amigo y víctima también de las burlas de los compañeros por el defecto que manifiesta su apodo, es el típico hijo superprotegido de padres divorciados que vive con su madre quien lo lleva a la psicóloga del colegio para tratarle el trauma que, según ella, tiene.

Está muy compenetrado con Manolito: tienen los mismos gustos, se sienten muy unidos y evitan las peleas de sus compañeros porque ambos son "de los que siempre salen perdiendo". No obstante, en determinadas ocasiones, el protagonista habla de él con cierto matiz peyorativo: es un mal estudiante, "copiar del Orejones era una tontería, nunca pone nada en los exámenes" (p. 78), además considera que es de los que siempre "meten la pata".

El chulito de Yihad, más que su amigo es su terror. Definido por la maestra como "un problemático y un chulo desde que se levanta" (p. 27), sus juegos son violentos, de hecho se vanagloria de ser el "tío más bestia de la clase" (p. 37); además , copia los exámenes y es capaz, como gamberro que es, de pintar con rotulador un cuadro del Museo de Prado. Hasta Manolito le recrimina con disimulo su mala ortografía (p. 46).

La Susana es la versión femenina de Yihad, de hecho, juega con y como éste y también tiene apodo: la Susana Bragas-Sucias. Representa la antítesis del cada vez más superado estereotipo femenino donde las niñas lloriquean y juegan con muñecas. Fue novia de nuestro protagonista durante un día, el tiempo que pudo soportarla. A pesar de ser un personaje secundario Lindo le dedica un capítulo completo, "El uno para el otro", donde se analiza el porqué de su mote y se define su carácter.

  • En una historia narrada por un chico de ocho años no podía faltar un personaje muy importante a esa edad: la maestra, quien no se libra tampoco de tener apodo aunque el suyo tiene matiz cariñoso, la sita (señorita) Asunción. Cuando pierde la paciencia pronostica a sus alumnos que acabarán siendo delincuentes y no duda en golpear fuertemente la mesa para callar a sus malhablados pupilos, expulsar de clase a los que importunan o en enviar cartas a los padres. Manolito la define, a pesar del aprecio que siente por ella, como "esa vieja y despiadada de la falda negra y larga" (p. 51).

  • Un último personaje que creemos interesante señalar aunque aparece en momentos muy puntuales del texto es Luisa, la vecina. La autora nos la deja ver como una mujer entrometida e impulsiva, que uno puede encontrar siempre en la escalera o en cualquier celebración en casa de Manolito, a quien lo mismo recrimina a voces en el portal que abraza o enjuga las lágrimas.

La cotidianidad de lo narrado

La vida real constituye para Lindo la fuente de esas situaciones en las que se encuentra a menudo cualquier niño y de las que los adultos somos testigos de forma casi rutinaria, en sus líneas no hay ningún hecho de relevancia sino acciones banales. Enumerar todos estos momentos puede resultar tedioso; sin embargo distingamos algunos que se suceden en el ámbito doméstico:

  • El cerramiento de la terraza con el fin de habilitar un dormitorio para Manolito y su abuelo (cap. 1).

  • La compasión que levanta en los adultos un pequeño con gafas (cap. 1).

  • El desvelo de cualquier madre por sus hijos, manifiesto en la obsesión por comprar ropa grande para que les sirva durante mucho tiempo (cap. 2) o en el potaje de lentejas semanal y su aportación de hierro a la dieta, tan importante en la etapa de crecimiento (cap. 4).

  • El abuelo que siempre protesta de su pensión o que se quita todas las noches la dentadura postiza para dormir (cap. 2).

  • La vecina que sube a quejarse de los saltos del niño de arriba (cap. 2 y 9) o de los objetos que le lanzan desde el balcón (cap. 10).

  • El disfraz de Superman de muchos niños pequeños (cap. 9).

  • Cuidar constantemente del hermano menor (cap. 9).

  • O el típico invitado a un cumpleaños que siempre apaga las velas antes de que lo haga el homenajeado (cap. 10).

Situaciones cotidianas en el colegio son:

  • Pedir del bocadillo de los compañeros durante el tiempo de recreo (cap. 2).

  • La psicóloga del colegio y su hastío por tratar siempre a niños que, en realidad, no padecen nada pero sus madres se empeñan en que los examine (cap. 8).

  • La maestra que predice el futuro de sus alumnos, les manda hacer el dibujo de la familia (cap. 3) o los expulsa del aula (cap. 7).

  • Un hecho que provoca la sonrisa en el personal ajeno al colegio: todas las mujeres que se encuentran en el centro son sitas (señoritas) ya sean conserjes, madres de alumnos o la psicóloga, como es nuestro caso (cap. 3).

  • La opción que deben tomar los alumnos entre las asignaturas de Ética o Religión, siendo la primera la de mayores posibilidades por ser la que menos trabajo requiere (cap. 5).

  • Asistir a clases de kárate como actividad extraescolar (cap. 6).

En realidad, nos vamos impregnando de este realismo a medida que leemos los diferentes episodios. Ya en la caracterización de los personajes destacábamos lo corrientes que eran. Una frase verídica de una niña madrileña de diez años nos puede resumir todas estas apreciaciones: "Lo que le pasa a Manolito es lo que realmente nos pasa" (El País, 31 de octubre de 1999, p. 40). Y es que el niño de hoy, mediante un acto lector entendido como diálogo o recreación, dirige su mirada hacia aquellas obras que le permiten verse reflejado y poder confrontar la realidad con su realidad.

Estilo

Lindo nos muestra un texto caracterizado por el predominio de la claridad, de una sintaxis poco elaborada, de periodos cortos y oraciones sencillas. Articula de forma magistral lenguaje y vida pues se trata, al fin y al cabo, del discurso propio de un niño, donde la escritora cuida al máximo los detalles expresivos resultando, en algunas ocasiones, algo repetitivo y con procedimientos propios de la narrativa oral. Constituye el ejemplo de una obra con un nivel de elaboración lingüística adecuado a la capacidad comprensiva del público al que va dirigida.

Por otra parte, el curso de los hechos es el mismo que el de la vida, así el tiempo del relato del protagonista se ubica en el pasado, usando preferentemente el pretérito perfecto y el imperfecto, y deja el presente para sus digresiones e intervenciones.

Alternan secuencias narrativas con diálogos. De hecho, la separación entre uno y otro capítulo, entre una y otra aventura, viene marcada por la intromisión del narrador-protagonista y, como consecuencia, éste ofrece al lector una perspectiva interna de lo que gira a su alrededor inundándolo todo de subjetivismo. Esta presencia del yo narrador, provocativa, graciosa y llena de complicidad, introduce elementos discordantes, rupturas que hacen sonreír al lector. Además, el hecho de emplear la primera persona, característica común a los libros de adolescentes, favorece esa íntima relación entre ambas partes.

Los personajes que dialogan entre sí intervienen normalmente de forma directa y proceden del mismo medio, por tanto, subyace en su comunicación el mismo código, no sólo cuando la conversación transcurre entre el protagonista y sus amigos, sino también cuando el diálogo es unilateral, entre Manolito y el receptor del libro. En este caso emplea apóstrofes como: "te juro que", "no te creas que", "como te he dicho hace una hora" o "si te contara las guarrerías que hace el Imbécil no podrías volver a comer en tu vida".

Refleja la obra, por tanto, un estilo plagado de expresiones propias de la jerga juvenil del tipo de "mola un pegote", "mosquearse", "jorobarse", "tío asqueroso" o "irse la olla". Coloquialismos que utiliza Lindo para transmitir la realidad y ponerse a la altura de la comunicación habitual del niño.

En boca de Manolito tampoco faltan dichos y frases hechas populares como "el que tiene un tío en Alcalá, que ni tiene tío ni tiene ná" (p. 41), "tienen el tipo del tordo: la cabeza pequeña y el culo gordo" (p. 57) referida a Las tres Gracias de Rubens, o "culo veo, culo quiero" (p. 106) señalando a su hermano.

Asimismo encontramos reiteraciones muy expresivas y con matiz hiperbólico que aparecen en varios momentos del libro como los pleonasmos: "el cuerpo corporal", "el mundo mundial", "la verdad verdadera" o "un gigante gigantesco".

En fin, se trata de un estilo muy coloquial, fresco, asequible y fácil de interpretar por ese público infantil y juvenil al que se dirige.

Conclusiones

Retomando las palabras iniciales, la autora refleja con notas de humor y divertimento las preocupaciones y conflictos de un niño cualquiera, de "un mundo infantil seguro de sí mismo, crítico frente al adulto y coetáneo en emociones y experiencias con el lector" (Lucía Argos, "El auge de la literatura infantil también llega a España", El País, 31 de octubre de 1999, p. 40).

Sin ninguna duda podemos proponer este libro como modelo para motivar al joven a la lectura y, en este caso, sabemos de antemano que ha tenido mucho éxito entre chicos de diez a doce años, éxito que han aprovechado profesores preocupados por estimular la actividad lectora para plantearlo como lectura recomendada en los cursos sexto de Educación Primaria y primero de Secundaria, siendo tanta su aceptación que los propios alumnos han solicitado otros libros de esta serie para cursos superiores.

(1) Encontramos antecedentes de esta identificación en cuentos que tienen al niño como protagonista de situaciones normales, tales como los de Elena Fortún con Celia, de Monserrat del Amo con Chitina, Carmen Kurtz con Óscar o de Ana M.ª Matute con Paulina. Sobre esta afinidad personaje-lector véase el epígrafe "El realismo expresión de inserción social" en El protagonista-niño en la literatura infantil del siglo XX, de Mercedes Gómez del Manzano (Madrid, Narcea, 1987).

Referencias Bibliográficas

  • Contreras Rodríguez, Nicolás y otros. De la animación a la lectura y otras confusiones. Alicante, Compás, 1993.

  • Gómez del Manzano, Mercedes. El protagonista-niño en la literatura infantil del siglo XX. Madrid, Narcea, 1987.

  • Lage Fernández, Juan José. "Psicoliteratura o libros de familia". En CLIJ, N° 69. Barcelona, Fontalba, 1995; pp. 27-36.

  • Lindo, Elvira. Manolito Gafotas. Madrid, Alfaguara, 1994.

  • Zaragoza Canales, Francisca. "Modelos y valores desde la didáctica de la literatura: el tratamiento de las relaciones fraternales en la literatura infantil". En Didáctica da língua e da literatura. Vol. I. Coimbra, Livraria Almedina, 2000; pp. 567-576.

Portada de "Pobre Manolito"Los libros de Manolito Gafotas

  • Manolito Gafotas. Ilustraciones de Emilio Urberuaga. Madrid, Editorial Alfaguara, 1994.

  • Pobre Manolito. Ilustraciones de Emilio Urberuaga. Madrid, Editorial Alfaguara, 1995.

  • Portada de "Los trapos sucios"¡Cómo molo! Ilustraciones de Emilio Urberuaga. Madrid, Editorial Alfaguara, 1996.

  • Los trapos sucios. Ilustraciones de Emilio Urberuaga. Madrid, Editorial Alfaguara, 1997.

  • Manolito on the road. Ilustraciones de Emilio Urberuaga. Madrid, Editorial Alfaguara, 1998.

  • Portada de "Los trapos sucios"Yo y el Imbécil. Ilustraciones de Emilio Urberuaga. Madrid, Editorial Alfaguara, 1999.

  • Todo Manolito. Ilustraciones de Emilio Urberuaga. Madrid, Editorial Alfaguara, 2000.

Todos estos títulos se han vuelto a publicar en el año 2000 en una edición más cuidada, con pastas rígidas. Los libros de Manolito Gafotas también han sido editados por el Círculo de Lectores.

Existe una película, Manolito Gafotas, dirigida por Miguel Albaladejo, y está en marcha una segunda además de una serie de dibujos animados, pero ambos no cuentan con la aprobación de Elvira Lindo.


Foto de Ana M.ª Rico MartínAna Mª Rico Martín (amrico@platon.ugr.es) es Licenciada en Filología Española y doctorada por la UNED en 1996. Es Maestra y desde el curso 1997-98 profesora asociada en la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado de Melilla (hoy Facultad de Educación y Humanidades), perteneciente a la Universidad de Granada, donde ejerce su labor docente en el Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Es autora de diferentes trabajos relacionados con su área entre los que destacan: "La lectura en alumnos con necesidades educativas especiales", "Errores disortográficos al finalizar la Educación Primaria", "Apuntes sobre disortografía", "La situación actual de la lectura en los jóvenes", "Hacia una didáctica más lúdica de la Ortografía", "Los seres imaginarios en los cuentos populares bereberes", "Entre el libro y el niño. Actividades infantiles de acercamiento a la lectura" y "Vocabulario básico infantil español-amazige".


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