40 | LECTURAS | 13 de diciembre de 2000

¡Qué bestia peluda!
(La obra de Robert Louis Stevenson en el cine)

por Marcelo di Marco

El escritor y periodista Marcelo di Marco cuenta en este artículo lo fascinantes que resultaron las obras del escritor escocés Robert Louis Stevenson para ser adaptadas y llevadas a la pantalla cinematográfica. Nuestro agradecimiento a la revista Lea por permitirnos reproducir esta nota de di Marco, responsable de la sección El perro andaluz. El cine en la literatura / La literatura en el cine.

"Ante la imagen que vieron mis ojos, la sangre se trocó en algo exquisitamente fino y helado. Sí: me había acostado siendo Harry Jekyll y despertaba en el cuerpo de Edward Hyde".

Robert Louis Stevenson
El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde

Foto de Robert Louis StevensonA ciento cincuenta años de su nacimiento, edición tras edición,el gran Robert Louis Balfour Stevenson (1850, Edimburgo, Escocia; 1894, Vailima, Samoa) sigue demostrando que tiene cuerda para rato. Piensen en las extraordinarias novelas y libros de cuentos que dejó, por hablar de algunos de los casi cincuenta títulos con que supo enriquecer la perrera: Nuevas noches árabes (1882), La isla del tesoro (1883), El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (1886), La flecha negra (1888), El muerto vivo (1889), El diablo de la botella (1892), Cuentos de los mares del Sur (1896). El secreto del éxito de este genio se fundamenta en una escritura dinámica y exacta, puesta al servicio de una imaginación interesada por aquello que la pedestre literatura de su época sabía esquivar:sus historias —bueno es prevenir a quienes aún no lo han leído— ¡no se basan en hechos reales! Chumbándole a la civilización industrial, burlándose del progresismo y el racionalismo que habrían de infestar nuestro siglo, Stevenson prefería sumergirse en esa cenagosa laguna del arte que se conoce como "lo fantástico" (incómoda y rara zona que, gracias a la excelencia del actual sistema educativo, muchos cachorritos de todas las edades confunden con la ciencia-ficción y/o, peor todavía, con la ficción a secas). Encaramado en ese bastión, Stevenson narró historias en las que lo macabro y la aventura forman una combinación sólo apta para fuertes paladares. Con su tuberculosis a cuestas, bajó a profundidades temáticas a las que muy pocos escritores y lectores se atreven: el pecado, la culpa, la redención, la dualidad del ser. Y así consiguió asomarse a la miseria y a la grandeza humanas, para mostrar la verdadera cara del hombre, que tantos rasgos tiene de bestia.

Como no podía ser de otra manera, el cine, ese entretenimiento espectral, se dedicó a Stevenson con especial predilección. Y lo hizo durante todo un siglo: desde aquellas prehistóricas versiones de El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (filmadas en 1908, 1910, 1912 y 1913) y La isla del tesoro (1918), hasta The Pavilion (1999), en la que, vaya a saber por qué perrería, el bueno de Lou está ausente de los créditos, a pesar de que la película se basa en su cuento "El pabellón de hiedra". Entre los mejores —y conseguibles— títulos cinematográficos inspirados en narraciones de Stevenson citaré los siguientes, reservándome para el final los que se basan en El extraño caso...: La isla del tesoro (1934, dirigida por Victor Fleming, con el mofletudo Wallace Berry haciendo de Juan el Largo), El profanador de tumbas (1945, uno de los escalofriantes thrillers del refinado productor Val Lewton, dirigido por Robert Wise, y con los venerables Boris Karloff y Bela Lugosi repartiendo fiambres a lo loco) y La flecha negra (1948, del maestro Gordon Douglas; en 1985 la Disney se anotó también con una versión para TV por cable de este clásico medieval, dirigida por John Hough y con Oliver Reed poniendo su mejor cara de villano).

Portada de "El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde"Ahora, el plato fuerte. Más de uno de ustedes recordará la historia del médico respetable —pilar de la sociedad pero con alma "traviesa"—, que, voluntario brebaje de por medio, lograba convertirse en un ser deforme, cruel y libertino, la mismísima encarnación del vicio. Según lo confiesa, Stevenson recibió el argumento de El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde durante una pesadilla nocturna. En medio de las tinieblas, frente al genio se iba insinuando la siniestra historia del Dr. Jekyll (que, traducido, daría algo así como "Yo asesino") y de su espantoso otro yo, el Sr. Hyde (que, en inglés, suena igual que el verbo to hide, ocultar). Con esta novela imposible de dejar, el decimonónico Robert Louis Stevenson supo adelantarse en muchísimos años a los infernales autores del siglo XX que abordaron la tragedia del hombre librado a su propia degradación, esclavo de su cacareada autodeterminación. Al respecto, pienso en cuánto le deben a Stevenson, por ejemplo, el Franz Kafka de La metamorfosis, el Eugène Ionesco de El rinoceronte, el James Joyce del capítulo "Circe" de Ulises y el Julio Cortázar de "Axolotl", por nombrar sólo a algunos poetas de la bestialización, del travestismo bruto que la modernidad nos legó.

Existen cinco versiones memorables de esta novela favorita: Dr. Jekyll and Mr. Hyde (1920, dirigida por John S. Robertson y con el soberbio protagonismo de John Barrymore —¡no se pierdan la escena de la transformación, sin un gramo de maquillaje ni efectos especiales!), El hombre y el monstruo (1932, dirigida por el anticonvencional Rouben Mamoulian, y protagonizada por Fredric March, quien con esta película ganó un Oscar), El hombre y la bestia (1941, dirigida por Victor Lo que el viento se llevó Fleming y que contó con un elenco de lujo: Spencer Tracy, Ingrid Bergman, Lana Turner y Donald Crisp), El profesor chiflado (1963, parodia libérrima dirigida y actuada por Jerry Lewis, la obra maestra de un gran incomprendido). Y en último término mencionaré con orgullo a la preferida de este perro. Hablo de El extraño caso del hombre y la bestia, la maravilla que filmó nuestro Mario Soffici en 1951, acá, cuando el cine argentino se dedicaba a ser cine. El guión es de Ulises Petit de Murat, y la protagoniza el mismo Soffici junto al conocido dúo José Cibrián-Ana María Campoy. La horrenda metamorfosis ocurre —¡y cómo!— en el túnel del subte, lugar donde, bajando y bajando, el atormentado médico escapa de la visión de sus congéneres para ofrecerle al espectador una de las escenas de transformación más sugestivas de la historia del cine. No la revelaré aquí, no pienso aguarles la fiesta. Rajen de la perrera, compren el video o alquílenlo en los clubs especializados. Y el mes que viene me cuentan, mientras chupamos huesitos a lo bestia.


Portada de la revista Lea N° 2Artículo extraído, con autorización de sus editores, de Lea, Revista mensual de libros y cultura, Año 1 N° 2, Buenos Aires (Argentina), junio de 2000.

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Foto de Marcelo di MarcoMarcelo di Marco es autor de una obra literaria ampliamente difundida en diarios, revistas, programas de radio y televisión e Internet que lo hizo merecedor de varios premios y nominaciones. Actualmente coordina el Taller Literario de la Universidad de Belgrano y es columnista del programa Libros que muerden (FM Palermo, 94.7). Entre sus libros editados se destacan la novela El fantasma del Reich (Sudamericana), ganadora del concurso de la Fundación Antorchas en 1994, Taller de corte & corrección. Guía para la creación literaria y Hacer el verso. Apuntes, ejemplos y prácticas para escribir poesía (ambos editados en Sudamericana).

 


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