39 | AUTORES | 29 de noviembre de 2000

Carlos SchlaenCarlos Schlaen

La cocina del autor (opiniones de Carlos Schlaen)

Durante la 8° Feria del Libro Infantil y Juvenil de Buenos Aires, en julio de 1997, la editorial Alfaguara organizó una Mesa Redonda en la que participaron los escritores Ricardo Mariño, Graciela Cabal y Carlos Schlaen. Los autores, conducidos por las preguntas de Cecilia Fernández, conversaron acerca de su oficio de escritores. Transcribimos a continuación las palabras de Carlos Schlaen que, para esa época, presentaba su novela La maldición del virrey:

¿Cómo surgen las ideas de sus libros? ¿Hay recetas? ¿Parte de un hecho vivido?

Portada de "La maldición del virrey"Esta historia de La maldición del virrey para mí tiene que ver con mi mundo infantil. Cuando yo era chico iba a un cine que formaba parte casi de mi casa. Era un cine de barrio donde se veían tres películas por 80 centavos y tenía la virtud de traer una programación diferente cada día. Con lo cual yo tenía una variedad y una oferta para ver maravillosa, con muchas películas de aventuras. El problema era cuando se terminaba la magia, cuando salía a la calle.

Yo vivía en Santa Fe, una ciudad tranquila donde no pasaba nada. Muchos años después, leyendo los diarios, me di cuenta de que sí pasaban cosas.

El asunto era meter esa aventura en un escenario que a uno le guste. Y yo dije "quisiera correr una aventura en la época de los virreyes", porque es una época muy pintoresca (los virreyes, la nobleza, en el medio de las invasiones inglesas). Ahora, ¿cómo juntarlo con otro elemento que formaba parte también de la fantasía: el tesoro?

De esa manera inventé la historia en el tiempo presente, cotidiana, que le pasa a pibes, a medida que los personajes encuentran algunos indicios que se van desarrollando también en el pasado; y ambos se juntarán en el final, con la revelación. Es como un contrapunto entre el pasado y el presente. Hay una necesidad de aventura y de mostrar el barrio, el que uno conoce: la calle Honduras, el bar donde tomo café, la plaza que conozco y las veredas que camino todos los días.

Esa es la historia básica de La maldición del virrey. Éste es más que nada un título; aparece por supuesto el virrey Sobremonte. Y su historia tiene que ver con una versión bastante afirmada según la cual el tesoro que este virrey de triste destino se llevó a Córdoba, no llegó allí sino a Luján, donde lo escondieron y lo hundieron en una laguna. Los ingleses que venían a buscarlo lo sacaron y se lo llevaron. Pero aparentemente un pedazo de ese tesoro nunca llegó a Inglaterra y ahí es donde me engancho yo. Hay varias versiones, nadie sabe bien qué ocurrió. Lo que pasó es lo que yo cuento en este libro.

Quisiéramos saber un poco acerca de sus hábitos al escribir. Si toma mate, si escucha música, si tiene un lugar favorito para trabajar... Las cosas previas al libro...

(...) Yo antes de empezar un trabajo me organizo, planifico y sé cuántas páginas y cuánto tiempo le voy a dedicar al libro. Jamás he logrado cumplirlo, pero lo hago. Normalmente un libro me lleva seis o siete meses. (...) me siento frente a la computadora varias horas. Camino a la heladera, limpio la máquina. No puedo escuchar música ni radio, lamentablemente, tengo que estar en silencio.

La cuestión metódica de sentarse todos los días es muy importante.

¿Tiene algún maestro, algún escritor al que admire?

No tengo predilectos como maestros. Aunque seguramente debe haber influido todo lo que leí, que no ha sido demasiado porque en realidad no soy un gran lector. Fui un lector muy desordenado. A mí me ha gustado todo lo que he leído, porque lo que no me gustaba lo dejaba. El cine y el humor gráfico me han influenciado mucho: Oski, Caloi, Quino.

Para mis libros históricos me he documentado y he investigado muchísimo. Hay una serie de cosas que realmente pasaron que es necesario saber, aunque después no aparezca todo en el libro.

Fragmentos extraídos de "Conversaciones. Mesa redonda: La cocina del autor"; revista Contratapa N° 8 (Buenos Aires, Editorial Alfaguara, 2do. semestre de 1997).


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