20 | MISCELÁNEA | 8 de marzo de 2000

"En busca de los lectores perdidos"

Anticipos sobre el nuevo Plan Nacional de Lectura y Escritura (Argentina)

"Casi no hay país en el que nadie se queje por la falta de lectura. Pero hay diferencias. En España, por ejemplo, sólo en la escuela, un chico lee como mínimo cinco libros por año (sin contar libros de texto). En la Argentina, uno puede atravesar exitosamente la primera escolaridad sin haber tenido jamás la oportunidad de liberar con su lectura la historia encerrada en un libro.

"En el primer mundo, aun con altos índices de lectores, las campañas de lectura se repiten con frecuencia. En la Argentina, hacía diez años —desde que en 1989 concluyó el plan coordinado por Hebe Clementi— que el problema de la falta de lectura no encontraba eco en las políticas oficiales. Los libros, entre tanto, se refugiaban en acciones aisladas emprendidas por escuelas, bibliotecas, fundaciones, editoriales y librerías.

"Ahora, el Ministerio de Educación decidió ponerle fin a diez años de vacío: a partir de abril, junto con las carteras educativas provinciales, se pondrá en marcha un programa de alcance nacional tendiente a reanimar el alicaído hábito de abrir los libros. La campaña, parte del Programa Innovaciones Educativas del Ministerio de Educación, tendrá como eje a la escuela y trabajará en forma permanente con todos los ministerios educativos del interior."

El título y los párrafos citados pertenecen a la nota central del nuevo espacio —dedicado a la literatura infantil y juvenil— que ofrece el suplemento Cultura del diario La Nación de Buenos Aires del domingo 5 de marzo (más información sobre ese espacio, aquí).

El artículo sobre la puesta en marcha del Plan Nacional de Lectura y Escritura se completa con el adelanto de algunas de las acciones a seguir por el Ministerio de Educación, resumidas en declaraciones del Coordinador del Plan, licenciado Carlos Silveyra.

"Dos alianzas buscará fortalecer este nuevo plan: la alianza con la escuela y la alianza con los padres.

"Con las aulas, porque la relación entre literatura y escuela sigue siendo, pese a muchos esfuerzos, bastante complicada. Silveyra confirma el diagnóstico: —La asociación con la escuela en tanto promotora de lectura sigue firme, aunque a veces con efectos no deseados. Si se hacen usos forzados de la literatura todo lo que se logra es desalentar lectores.

"Entre las acciones dirigidas a lograr que los mayores tomen cartas en el asunto, hay una que se realizará a través de los medios de comunicación. El Ministerio publicará un insert en los diarios de todos el país, con una serie de recomendaciones para los padres y una selección de cuentos y poemas ideales para leerles a los chicos antes de ir a dormir.

"La esperanza que alienta este proyecto es que las estrategias de seducción empiecen en la escuela pero terminen instalándose en los hogares. Que los chicos metan la lectura entre sus padres. Que las bibliotecas escolares sean una revelación que les abra el camino a las hoy casi inexistentes bibliotecas familiares."

Sobre esta iniciativa, La Nación también consultó a escritores, editores y especialistas: "¿Puede el sistema escolar despertar el amor por los libros o, acosado por las exigencias curriculares, desnaturaliza la esencia de lo literario?"

Citamos la respuesta de la escritora Graciela Montes:

"Nos hacen tanta falta los lectores que cualquier ministerio, no sólo Educación sino también Bienestar Social, Salud o Economía, podría organizar un plan de lectura. Y sería pertinente. La ventaja de que parta de Educación radica en la inserción social: la escuela sigue siendo el único entramado que —todavía— nos incluye a todos. Un plan arraigado en la escuela hace pensar en un plan para todos y eso es bueno. El riesgo de que parta de Educación radica en la escolarización excesiva, el enclaustramiento. La lectura, para consolidarse, debe independizarse progresivamente de toda forma de tutela. Un lector que no aprendió a procurarse sus propias lecturas se desvanece en el aire en cuanto sale del aula. Hay que echar mano de la biblioteca. Escolar, pública, popular o virtual, lo que se pueda. La biblioteca es la única institución cuyas reglas de juego son las del lector, a saber: muchos libros (variados, sorprendentes) para elegir, una cueva donde meterse a leer y un bibliotecario-lector estimulante. Si pasa por la biblioteca, un plan —de escuela— puede ser más revolucionario de lo que se piensa".


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