10 | LECTURAS | 20 de octubre de 1999

Destinos inesperados: libros para niños adoptados por los lectores adultos

por el Comité de Selección del Banco del Libro

Ilustración de Douglas Wright, copyright del autor
Ilustraciones originales para Imaginaria
de Douglas Wright

Este artículo —publicado originalmente bajo el título "El Banco en la sombra" fue extraído, con autorización de los editores, de Espacios para la Lectura, año II, N° 3-4; México, D.F., 1996.

Librería del Banco del Libro, 4:30 p.m.:

UN JOVEN CLIENTE DE UNOS 25 AÑOS: Busco un libro como para mi novia.

LA DEPENDIENTE: Le recomiendo Sapo enamorado de Max Velthuijs, es un éxito.

EL JOVEN: Bueno, en realidad ése ya se lo regalé cuando empezamos a salir. Hace poco ella me dio uno que me encantó, El pájaro del alma.

UNA SEÑORA: Ése lo leímos el otro día en una reunión de un grupo de amigas. Es muy poético. Aunque mi preferido para las tristezas es el Té de lágrimas de Arnold Lobel; te habla de cómo a veces es rico sentirse triste. A mi esposo no le gustó nada, pero es que él es más reprimido. A él le regalé Fernando furioso, porque se parece.

Diálogos como éste se dan frecuentemente entre adultos. Pareciera que los libros para niños nos brindan la posibilidad de compartir, de enviar mensajes de manera efectiva y conmovedora. El formato, las ilustraciones y la transparencia que suele caracterizar al libro, los hacen amables y accesibles. De ahí que los adultos se los intercambien y piensen en ellos como un buen obsequio. Son de apariencia hermosa y ayudan a transmitir una idea o un sentimiento a la manera en que lo haría una tarjeta de felicitación, sólo que logran un mayor impacto en quien los recibe. Entonces da la impresión de que los grandes se están apropiando de ciertos libros de los pequeños; los hacen suyos de la misma manera en que tiempo atrás los niños tomaron por asalto Robinson Crusoe o Los viajes de Gulliver para colocarlos por siglos en sus anaqueles.

Generalmente los libros para niños son escritos, ilustrados, editados, escogidos, recomendados y comprados por adultos. Con todas estas atribuciones, sin embargo, los mayores no tienen el rol estelar pues su función es tan sólo servir de puente entre la producción y el lector infantil, el destino esperado.

Como adultos en contacto permanente con los libros para niños nos percatamos de cuáles son algunas de nuestras sensaciones más frecuentes al encontrarnos con lo que no pretende ser para nosotros.

A veces sentimos que algunos libros no funcionan muy bien como libros para niños a pesar de su intención. Nos parece que tienen un contenido muy "adulto" que busca complacer más al intermediario que al lector-destino.

Esto, por ejemplo, suele ocurrirnos con algunos libros nostálgicos. Es obvio que la nostalgia por la infancia es un sentimiento que sólo surge cuando nos hemos distanciado de ella, lo que puede suponer un alejamiento del lector infantil.

Otras veces nos sentimos agradecidos con libros que reconocen nuestra condición de adultos y nos hacen un gesto cómplice. En estos libros inclusivos, los adultos identificamos en el texto o en las ilustraciones algunos elementos clave que llaman a la experiencia del lector para reconocerlos. Éstos generan un doble discurso que, usualmente, enriquece la lectura ofreciendo variados niveles de significación. Por ejemplo, en La cocina de noche, de Sendak, el lector más rodado podrá identificar que los cocineros tienen la cara de Oliver Hardy ("El Gordo" de "El Gordo y el Flaco"). Para un lector menos informado y poco familiarizado con la comedia de los años cuarenta el personaje sigue siendo jocoso, adorable y lleno de vida.

Se trata de "guiños" para los adultos que titilan en los libros para niños buscando la complicidad del lector más experto, de ése que problablemente comparte con un lector más inexperto sentado en su regazo. Estos guiños se agradecen, generan en los adultos una grata sensación semejante a asistir a una fiesta infantil en la que también se ofrecen algunos bocadillos apreciables para el paladar experto. Pero no necesariamente los grandes sienten suyos estos libros con discursos inclusivos, en ellos el discurso se bifurca evidenciando la dualidad del receptor.

Hay también otro caso: los libros que los adultos toman para sí. En estas ocasiones sucede que el papel de intermediarios resulta insuficiente; los adultos reclaman algo más, y entonces toman por asalto la posición de destinatarios finales, sienten que esos libros tan hermosos y significativos les pertenecen. Este encuentro nos trasnforma en receptores. Nos adueñamos de ellos, se nos olvida que tal vez no fueron hechos para nosotros y nos sentimos más puerto que puente.

Por lo general, cuando esto ocurre estamos ante libros muy buenos, libros capaces de generar una reacción profunda en los lectores que lleva a apropiárselos. Pero debemos ser cautelosos al establecer esta relación entre la calidad y la capacidad de generar estos sentimientos en los adultos. Existen libros excelentes y no por ello son los que los adultos toman para sí. Hay otros de calidad discutible y, sin embargo, encabezan las listas de popularidad entre los adultos.

Tal es el caso de Te amaré por siempre, (1) de Munsch, que durante años ha estado entre los libros infantiles más leídos en Estados Unidos. Ha vendido siete millones de ejemplares y llama la atención su uso frecuente en reuniones y encuentros de adultos. La versión en español de este libro no se incluyó en las listas de recomendados del Banco del Libro pues, según los evaluadores, ni el texto ni las ilustraciones alcanzaban la calidad deseada.

Ahora bien, ¿qué características tienen estos "libros para niños para adultos"?, ¿qué hace que ocurra este adueñamiento?

Para Verónica Uribe, editora de libros para niños y especialista en el área, hay ciertas condiciones que propician este sentimiento de apropiación. Enseguida profundizaremos en sus propuestas.

Universalidad, desprevención y resonancias

Los "libros para niños para adultos" reproducen temas de alcance universal y, gracias a cierto tono y tratamiento especial, logran una sincera identificación con los lectores.

Son universales porque postulan un universo temático de situaciones afectivas que no tienen edad: la soledad, el miedo, la pérdida, la amistad, el amor, la recuperación, etc. Con ellas se nos demuestra que el mundo de los niños ni es diferente ni distante del nuestro, que muchos de sus temas nos tocan porque son también nuestros temas. En este sentido hay en la mayoría de estos libros una calidad poética, entendida ésta como la capacidad de generar múltiples lecturas, de congregar una multiplicidad de accesos. Estos libros son pues susceptibles de despertar inquietudes y vínculos afectivos en distintos receptores.

En ocasiones los libros reflejan sentimientos en los adultos que resuenan y que evocan o despiertan al niño interno. A través de ellos recuperamos una parte de nuestras experiencis infantiles, las actualizamos y vemos cuánto hemos cambiado a partir de ese momento en que nos reconocemos en el libro. Hay una inmediatez que nos desarma, una precisión para tratar aquello que a veces es inasible. En ellos existen significados que tocan la sensibilidad del lector, concentrados en una estructura lingüística y un estilo sencillo. Por lo general estos libros llegan sin aspavientos ni afectaciones al corazón.

Los libros para niños para adultos tienen la característica de ser libros inolvidables, libros de cabecera, que no pierden vigencia en cada actualización y que se pueden leer una y otra vez.

La brevedad es también una condición que favorece el adueñamiento. El hecho de que la lectura no signifique una inversión de tiempo parece obviamente favorecer estos libros frente a otros más extensos. En una cultura editorialmente diversificada, la brevedad de los libros para niños hace posible la socialización de estas lecturas. Esto, cuando viene unido a las posibilidades de generar interpretaciones, los privilegia frente a otros libros a la hora de compartir.

Hay una condición que se relaciona más con la manera como nos aproximamos a estos libros que con sus características intrínsecas. Estos condicionantes son, sin embargo, cruciales para que se produzca el adueñamiento.

A los libros para niños nos acercamos desprevenidos. pensamos que éstos no significan un reto para nuestras capacidades de comprensión. No esperamos encontrar en ellos los contenidos ni las exigencias de una lectura adulta. Nuestras expectativas nos hacen bajar la guardia y mostrarnos más dispuestos, más proclives a conmovernos con un libro para niños. Lo mismo podría decirse de las ilustraciones. No nos acercamos a ellas con ojos críticos, ni buscamos interpretarlas como quizá lo haríamos cuando visitamos una galería; tan sólo nos dejamos llevar por el poder evocador de las imágenes. Los libros para niños permiten un genuino goce estético, sin prejuicios ni análisis exhaustivos. Así nos entregamos desprevenidamente a una experiencia más cercana.

Nos parece que los libros que sabemos apropiados por los adultos están llenos de contenidos afectivos, además de rebosar de situaciones y experiencias infantiles que fácilmente se trasladan al mundo adulto. Encuentran en nosotros un destino inesperado pues en ellos resuenan nuestros rasgos infantiles actuales.

Ilustración de Douglas Wright, copyright del autor

Ésta es nuestra lista de libros para niños recomendados para adultos

  • Browne, Anthony. Gorila. México, Fondo de Cultura Económica, 1991.

  • Ende, Michael. El teatro de sombras. Madrid, SM, 1988.

  • Leonni, Leo. Frederick. Barcelona, Lumen, 1982.

  • Lobel, Arnold. El búho en su casa. Madrid, Alfaguara, 1982.

  • Nazoa, Aquiles. Fábula de la ratoncita presumida. Caracas, Ekaré, 1982.

  • Sendak, Maurice. Dónde viven los monstruos. Madrid. Alfaguara, 1977.

  • Silverstein, Shel. El árbol generoso. Caracas, Litexsa Venezolana, 1988.

  • Snunit, Mijal. El pájaro del alma. México, Fondo de Cultura Económica, 1993.

  • Thomas, Frances. El señor Oso y el oso. México, Sámara, 1994.

  • Van Allsburg, Chris. El expreso polar. Caracas, Ekaré, 1988.

  • Velthuijs, Max. Sapo enamorado. Caracas, Ekaré, 1992.

  • Velthuijs, Max. Sapo en invierno. Caracas, Ekaré, 1992.

  • Velthuijs, Max. Sapo tiene miedo. Caracas, Ekaré, 1992.

  • Velthuijs, Max. Sapo y el forastero. Caracas, Ekaré, 1992.

  • Velthuijs, Max. Sapo y la canción del mirlo. Caracas, Ekaré, 1992.

  • Vivas, Julie. Guillermo Jorge Manuel José. Caracas, Ekaré, 1989.

  1. Una interesantísima discusión acerca de los valores de este best-seller se encuentra en la revista IBBY Bookbird: World of Children´s Books, vol. 33, núms. 3-4, p. 195, 1996 (Garrell, Jeffrey: "Guilt as Accused: The Case of Munsch´s Love you Forever).


El Banco del Libro, fundado en Venezuela en 1960, comenzó siendo un programa de canje de libros de texto usados. Actualmente, es una de las instituciones más importantes en el campo de la animación a la lectura y el estudio de la literatura infantil y juvenil en nuestro idioma. Entre sus múltiples actividades analiza la producción editorial en lengua española a través de un Comité de Selección y, de ese análisis, se edita un reporte en la publicación Tres Estrellas y más. Libros recomendados para niños y jóvenes. (Email: blibro@reacciun.ve )


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