8 | LECTURAS | 22 de setiembre de 1999

Cuentos para la convivencia

por Javier Flor Rebanal

"Fábulas", fotografía de Vicente Peiro Asensio

Esta nota fue extraída, con autorización de los editores, de Vela Mayor, Revista de Anaya Educación, Año II, N° 5. Madrid, 1995. La foto de arriba es "Fábulas", de Vicente Peiro Asensio (accésit III Certamen Fotográfico "El placer de leer", Biblioteca Pública Municipal, Ayuntamiento de Salamanca, España, 1996), publicada con la autorización de los organizadores del certamen fotográfico.

Existen libros cuyas historias acaban cuando pasamos la última página: es el punto final de personajes y situaciones; otros, sin embargo, nos dejan mensajes que perduran, que abren nuestros ojos a otros mundos, que nos ofrecen la bienvenida de otras gentes, otros países, otras culturas. Estos libros son la puerta para la convivencia, la tolerancia, el respeto a los derechos del hombre y del niño, el fomento de valores en ese concepto amplio que es la educación intercultural. La literatura infantil, llena de imaginación y realidad en una combinación óptima, ofrece soluciones para un futuro mejor. Una buena formación lectora de los niños y niñas actuales puede lograr un mañana más justo y solidario.

El otro

Cuando los niños y las niñas comienzan a hacer preguntas son los años en que están escuchando cuentos, con finales donde siempre se repiten esas fórmulas mágicas de "...y fueron felices...", "...tuvieron muchos hijos..." o "...hasta el fin de sus días". Estas frases tratan de resolver los conflictos planteados y situar al lector al nivel de los protagonistas en un mundo feliz. Pero su entorno no es tan idílico, y uno puede encontrarse con niños que, a sus cuatro o cinco años, preguntan: "¿Hasta cuándo fueron felices? ¿Cuántos hijos tuvieron? ¿Cómo fue el fin de sus días?" Los cuentos logran despertar curiosidad después del final, cuando comienzan a interesar al niño por los otros, por los demás, por los que no son él mismo.

Este concepto de "el otro" designa todo lo que es exterior y ajeno al niño, pero al mismo tiempo expresa una necesidad vital, pues el niño depende del otro para la constitución de su propia imagen. Este otro imaginario, otro simbólico en terminología psicoanalítica, se desarrolla a través de los cuentos y libros infantiles.

El otro empieza siendo alguien con un cierto color de piel, rasgos curiosos o idioma diferente, para terminar abarcando hábitos y costumbres distintos de lo cotidiano en el niño: vestidos, comidas, ocios, escuelas, familias..., todo lo que, empleando un término que lo engloba, es la cultura. Los álbumes ilustrados, los libros infantiles, las novelas juveniles están llenas de "otros", de personas diferentes en culturas diferentes.

Entre culturas: libros para la convivencia

La interculturalidad implica culturas y choques culturales, discriminación e integración, prejuicios y tolerancias, racismos y humanismos. Todo ello podría resumirse definiendo la educación intercultural como aquel conjunto de creencias y valores caracterizado por un proceso de compromiso, respeto, valoración y aprecio de otras culturas, dentro de sociedades diversas y en un mundo cada vez más interdependiente.

Podemos determinar los siguientes puntos de partida:

  • cada persona constituye una confluencia integradora de diferentes culturas
  • cada cultura está influida y a la vez influye en las demás
  • la sociedad y la literatura son un producto multicultural.

Los principios interculturales pueden agruparse en varios apartados:

  • el antirracismo
  • el respeto a las minorías
  • el conocimiento de otros países y otras culturas
  • la búsqueda de las raíces culturales de un pueblo.

Pasaremos a reflexionar sobre estos principios y los libros infantiles y juveniles que los acogen y representan.

La literatura infantil y juvenil, desde los cuentos orales hasta las novelas de ciencia-ficción, ofrece a los niños actuales ejemplos de convivencia y tolerancia que no siempre observan a su alrededor. En un mundo lleno de intransigencia, con una sociedad llena de valores prácticos y una escuela rígida y competitiva, los libros son un escape a mundos imaginarios llenos de modelos interculturales, no siempre reales, pero eficaces para crear conciencia de las libertades individuales y colectivas. El dicho "conócete a ti mismo", como dijo Menandro hace 2.300 años, no es correcto en muchos aspectos; ¡sería mejor decir "conoce a los demás"!

Libros contra el racismo

El racismo designa habitualmente una agresividad voluntaria, desde las formas verbales hasta los exterminios colectivos, contra una categoría étnica —negros, amarillos, pieles rojas...— o contra una comunidad histórica que se define por una religión, una ideología o un modo de vida específico.

Los niños no son naturalmente racistas, y su percepción de lo diferente, del otro, es muchas veces una constatación natural, y el que le maraville o le aterrorice se convierte en un aprendizaje que surge de su entorno; los libros colaboran en uno y otro sentido.

El gran mundo del racismo puede combatirse con libros desde los primeros años. Niños y niñas negros conviven con otros en los álbumes ilustrados, como en Tiqui, tiqui, tac y todas las series de la ilustradora inglesa Helen Oxenbury. Peter Spier, en Gente, otro álbum ilustrado lleno de personajes diferentes, proclama: "¿Imagináis lo terriblemente triste y aburrido que resultaría nuestro mundo si todos bebieran, comieran, pensaran, se vistieran y actuaran como los demás?"

Luego puede venir un encantador niño negro al mando de una locomotora en Jim Botón y Lucas el maquinista, de Michael Ende; un muchacho de color en la Cataluña actual en El amigo Dwnga, de Rodrigo Rubio; la vida de un poblado africano en La jarra rota, de Jacqueline Cervon, o la obra militante antirracista de la norteamericana Virginia Hamilton, de la que solo se ha traducido Primos.

Los problemas de la emigración son otro gran apartado del racismo, que también tienen cabida en la literatura para niños y jóvenes. Podemos encontrarnos un emigrante español en Dinamarca en Zuecos y naranjas, de Montserrat del Amo; la búsqueda de trabajo lejos de casa en El rey Gaspar, de Gabriel Janer Manila; un niño español de doce años en Alemania en Antonio y el país del silencio, de Mercedes Neuschafer-Carlón; un emigrante portugués en Francia en María de Amoreira, o una familia portuguesa en Mallorca en La isla de las montañas azules, de Manuel L. Alonso, sin olvidar la espléndida obra de Marie Féraud Anne aquí, Sélima allí, que es la búsqueda de identidad de una joven argelina en Francia.

La xenofobia presente en todos los libros sobre emigrantes, aparece con toda su crudeza en varias novelas que se acercan a la subcultura de las bandas juveniles. Noche de viernes, de Jordi Sierra i Fabra, habla de formas extremas de divertirse con personas de otras razas y culturas; y Lobo negro, un skin, de una autora alemana —Marie Hagemann—, tuvo que publicarse con pseudónimo, pues llega a poner en boca del protagonista frases como: "Si tienes un roble en tu jardín/ quiero ver a un turco colgado de allí. Hay que matarlos sin más,/ no tiene sentido todo lo demás".

Respeto a las minorías

Tres grandes grupos humanos representan las minorías con más abundante bibliografía dentro de la literatura infantil: los judíos (15 millones en el mundo), los gitanos (13 millones) y los indios norteamericanos (2 millones). Se trata de minorías sobre las que existen múltiples estereotipos y que son víctimas también de un alto grado de racismo.

Sobre el mundo judío puede hacerse una excelente selección de obras con alta calidad literaria, presididas por Cuentos judíos de la aldea de Chelm, del premio Nobel Isaac Bashevis Singer, siete relatos bellos y originales, o por el universal Diario de Anna Frank. En un pequeño orden cronológico seguiríamos con Un hoyo profundo al pie de un olivo, de María del Carmen de la Bandera, judíos en la Sevilla del siglo XV; Ojos de gineta, de Joan Barceló, sobre el judaísmo y la Inquisición; La huida de Katrryn Lasky, judíos perseguidos en la época zarista; Rosa Blanca, de Christopher Gallaz, sobre campos de concentración alemanes (con unas impresionantes ilustraciones de Roberto Innocenti); Cuando Hitler robó el conejo rosa, de Judith Kerr, sobre la marcha de su hogar de una familia acomodada alemana; La encrucijada, de Monstserrat del Amo, sobre la vida en un kibutz israelí, y Un muchacho sefardí, de Carmen Pérez-Abelló, sobre judíos sefardíes en la Grecia actual.

Los gitanos aparecen en gran número de obras, pero son protagonistas de muy pocas. Dos obras de Marta Osorio intentan acercar las costumbres y modos de ser gitanos a los lectores infantiles: Manuela, para pequeños, y Romaníes, para mayores. Dos pequeños éxitos de bibliotecas y aulas también tienen a los gitanos como centro: Trubloff, el ratón que quería tocar la balalaica, de John Burningham, un álbum ilustrado donde el ratón protagonista se marcha con un grupo de zíngaros, y No te laves las manos, Flanagan, de Andreu Martín y Jaume Ribera, donde se acusa falsamente a un grupo de gitanos de Barcelona.

Los indios norteamericanos aparecen profusamente en las obras de dos autores franceses actuales, como Pierre Pelot —El único rebelde, sobre la miseria de los indios navajos en sus reservas— o William Camus —Un hueso en la autopista, sobre la época actual, Una india en las estrellas, sobre el futuro, o Los pájaros de fuego, cuentos de pieles rojas—. También se acercan al tema autores españoles, como Jordi Sierra i Fabra en El último verano miwok, o Manuel Alfonseca en Mano escondida, una novela histórica que describe costumbres de los hurones, los mohawh, los coyudas y otras tribus. Frederick Hettmann, escritor alemán, después de vivir entre ellos varios años, logra, con Historias de pieles rojas, todo un clásico; lo mismo que una especialista en temas indígenas, como Elisabeth G. Speare, con su libro El signo del castor. Un álbum ilustrado con cariño por Susan Jeffers, Hermano Cielo, Hermana Águila, el más bello ejemplo de esperanza humana, recoge el discurso que, hacia 1850, pronució el jefe Seattle dirigido al hombre blanco: "¿Acaso podéis comprar el cielo? ¿Acaso podéis poseer la lluvia y el cielo? Mi madre me dijo que toda esta tierra es sagrada para nuestro pueblo. Cada aguja de pino. Cada playa arenosa. Cada niebla en los bosques oscuros. Cada prado y cada insecto zumbador. Todos son sagrados en la memoria de nuestro pueblo (...) ¿Qué ocurrirá cuando la visión de las hermosas colinas esté empañada por la presencia de múltiples cables parlantes? ¿Dónde estará el bosque espeso? Desaparecido. ¿Dónde estará el águila? Desaparecida ¿Y qué ocurrirá cuando digamos adiós al rápido potro y a la cacería? Será el final de la vida y el principio de la supervivencia."

Otros países, otras culturas

Los más de 190 países del mundo (puede ocurrir que, al leer esto, se esté independizando una nueva nación) están formados por culturas muy diversas, desde las más milenarias hasta las de tradición escasa. Estas culturas tienen su reflejo en los libros infantiles y juveniles, pudiéndose ofrecer al lector actual centenares de obras con protagonistas de los cinco contienentes. ¡Qué mejor que conocer los anónimos Cuentos de la China milenaria para sentir al pueblo chino, o el Diario de Zlata, de la niña Zlata Filipovic, para vivir la Bosnia de hoy en día!

La vida del occidente europeo pocas veces queda mejor retratada que en los libros de Roald Dahl —de ambiente mayoritariamente inglés— o de Christine Nöstlinger —de espacios austriacos—. Pero podemos conocer otros lugares de la vieja Europa: el choque cultural anglo-griego (o greco-británico) en Los secuestradores de burros y otras obras de Gerald Durrell; la Rusia clásica de los Cuentos populares rusos, de Alexandr Afanasiev; la vida de un pueblo checo en Viva la República, de Jan Prochazka, o las rivalidades entre Finlandia y Suecia descritas en El amo de Seijala. Pero lo mejor y más divertido es recorrer de la mano de Goscinny y Uderzo la Europa romana de Astérix, el mejor embajador cultural francés.

África, menos representada en los libros para niños, nos ofrece unos Cuentos negros para niños blancos, de Blaise Cendrars, o toda una epopeya sahariana en Libre como el sol, de Federica de Cesco. El amor a las raíces africanas está muy presente en Kaopi, de Jordi Sierra i Fabra, y en Túnez se desarrolla el curioso cuento Un pingüino en el desierto, de Carlos Puerto. España convive también con otras culturas en libros como El abrazo del Nilo, de Montserrat del Amo, o Raisuni, de David López, ubicado en el norte de Marruecos.

Asia tiene gran tradición de leyendas, desde los anónimos Cuentos populares azerbaidjanos hasta la mezcla de narraciones mongoles y japonesas de Los ojos del dragón, de Angels Sardella. Podemos adentrarnos en una aldea de Kirguizia con Yamila, de Ychinghiz Aitmátov, vivir la estepa siberiana con Pat y Pilagan, de Wadim Netschajew, disfrutar de un niño japonés en el álbum para pequeños Al otro lado del mundo, de Michele Kahn, sentir la tolerancia entre ingleses e hindúes en El rubí del Ganges, de Manuel Alfonseca, el respeto entre hebreos y cristianos en la Jerusalem del siglo I en De Victoria para Alejandro, de María Isabel Molina, o asistir al amor a la vida en un bazar árabe a pesar de la guerra del golfo en Han quemado el mar, de Gabriel Janer Manila.

Un recorrido por las Américas empezaría por Alaska, tierra donde una niña esquimal sobrevive en Julie y los lobos, de Jean C. George, seguiría por Canadá y los Cuentos esquimales, de Maurice Metayer, para encontrarnos con el Nueva York actual de Caperucita en Mannhattan, de Carmen Martín Gaite, o Así vivimos en Nueva York, de Hanne Tierney. México es recorrido por Christa Gottschewsky en El maravilloso viaje de Nico Huehuetl a través de México; Colombia puede ser vista con otros ojos en Pulga, ayudante de camionero, de R. S. van Iterson; el profundo Brasil se nos muestra para pequeños lectores en el álbum Yaci y su muñeca. El viaje, en el que pasamos por alto decenas de libros, puede acabar en Argentina, que es descrita con toda su pampa en La travesía, de Rodolfo G. Otero. Con el enfoque de la novela de aventuras, José María Merino ha realizado una trilogía situada en la América del siglo XVI, todo un choque de culturas: El oro de los sueños, La tierra del tiempo perdido y Las lágrimas del sol. Ciro Alegría, premio Nobel y extraordinario narrador, cerraría este itinerario con su recopilación de Fábulas y leyendas americanas.

Oceanía es una parte del mundo escasamente visitada por la literatura. Pocos se atreven a ubicar en ella sus novelas infantiles. Robert Saladrigas lo hace en El viaje prodigioso de Ferrán Piñol (Oceanía), cuarta entrega de un viajero infatigable que antes ha recorrido Europa, África, Asia y América, en un periplo literario curioso. Como curioso resulta un jefe polinésico en medio de la vorágine occidental, en el divertido Los papalagi, auténtico topetazo de culturas.

Los animales también conviven

El Arca de Noé fue el primer ejemplo legendario de convivencia, con los animales como protagonistas (muy bien recogido por Peter Spier en el álbum ilustrado El arca de Noé), al que luego han seguido otros ejemplos literarios y de cuentos.

Un pequeño muestrario de libros para la convivencia tiene que comenzar con Elmer, de David McKee, un elefante distinto a los demás que logra cambiar las actitudes de su entorno; seguir con la amistad por encima de todo de Sapo y Sepo, de Arnold Lobel; la utilidad de lo diferente del ratón Frederick, de Leo Lionni; la unión que hace la fuerza del pez Nadarín, también de Lionni; el beneficioso El gentil dragón rojo, de Max Velthuijs; el travieso chivo pacificador de Las travesuras de Julio, de Úrsula Wölfel; la solidaridad de La conejita Marcela, de Esther Tusquets; la divertida e histórica ave protagonista de La gallina, el emperador y el zar, de Gommaar Timmermans; el humor y ecología de El oso que no lo era, de Frank Tashlin, o el día que los animales consiguieron que los hombres se olvidaran de la guerra con ayuda de los niños en La conferencia de los animales, de Erich Kästner. La casi totalidad de estos libros son álbumes ilustrados para los más pequeños.

Las raíces históricas

Las novelas de tema histórico, de culturas anteriores, permiten adentrarse en pueblos pasados y en sociedades con frecuencia desaparecidas. Algunos de los libros hasta ahora mencionados tienen escenarios de otros siglos, pero en ningún caso son escenarios españoles.La relación que a continuación ofrecemos se refiere a autores o temas españoles, y presenta hechos desde el inico de los tiempos hasta el todavía inacabado siglo XX.

La edad antigua, a través de un pueblo primitivo, está presente en Ut y las estrellas, de Pilar Molina, un relato sobre la marginación y la paz, o en Hispán e Iberia, dos jóvenes del tiempo de los iberos que consiguen su liberación. La edad media puede contemplarse en el nacimiento de Castilla en el siglo X en Balada de un castellano, también de Pilar Molina, o en la conquista de Sevilla en el siglo XIII entre el amor y la guerra de La espada de San Fernando, de Luis de Eguilaz. La edad moderna tiene un apasionante relato de guanches y españoles en el siglo XVI, de Tonny Von Dahmen, en A la sombra del drago; la recreación de la Barcelona de 1714 en El extraño viaje que nadie creyó, de Jaume Cabré, o la situación de finales del siglo XVIII en El amigo Malaspina, de Andreu Martín. La edad contemporánea puede estar representada en la España de 1820 con Ponle bridas al viento, de Joan Aiken; y la revolución industrial catalana con La ciudad sin murallas, de Oriol Verges. Juan Farias retrata espléndidamente la posguerra en Años difíciles, lo mismo que hace José Antonio del Cañizo en ¡Canalla, traidor, morirás!

Mención especial merece Concha López Narváez, magnífica novelista que además de ser historiadora sabe revivir ambientes y personajes. Sus obras: La colina de Edeta, sobre la covivencia de los iberos con otros pueblos en el siglo III a. de C.; Endrina o el secreto del peregrino, un paseo por el medieval Camino de Santiago; El tiempo y la promesa, la convivencia de tres culturas en la Vitoria del siglo XV, y La tierra del sol y la luna, un intercambio cultural en la Granada del siglo XVI.

La solución también está en los libros

La diversidad nos enriquece, y el niño tiene que crecer superando prejuicios, con un conocimiento crítico y respetuoso de otras culturas. Los niños y las niñas no eligen a sus amigos por razones de extracción étnica y cultural; no influyamos para que lo hagan. Démosles libros diversos, libros libres, libros desde la convivencia y para la convivencia.

La interculturalidad es algo más que una moda y, aunque pueda resultar utópica, puede ser un objetivo para nuestra sociedad. Utopías que también existen en los libros infantiles, como en la heroína de la comprensión que es Momo, de Michael Ende, que se enfrenta con paciencia y buen humor a los problemas que se le van presentando, sean tan humanos, como escuchar y dar consejos a sus amigos, o sean sobrehumanos, como su disputa con los hombres grises, personaje colectivo antagonista negativo. La amistad triunfa en un mundo donde volverán a brotar las flores del tiempo y de la vida.

La importancia de los relatos y cuentos para la educación infantil es muy amplia; que los oigan o los lean. Ya lo comentaba un anciano jefe betsi a un hombre blanco en una noche africana: "Mesó, meniamor, menvey meniamor mesé meniamorsé"; es decir: "Un hombre sensato no puede hablar de cosas serias con otro hombre sensato, sino que debe dirigirse a los niños". Un deseo final: hombres sensatos, contad a los niños las más bellas historias.


Bibliografía

  • Creus, J. (1994): Vers una educació intercultural. Barcanova, Barcelona.

  • Grupo Estel. (1994): Multiculturas en los libros españoles infantiles y juveniles. Anaya, Madrid.

  • Grupo Peonza. (1995): Abcdario de la animación a la lectura. Asociación Española de Amigos del LibroInfantil y Juvenil. Ministerio de Cultura, Madrid.

  • Lovelace, M. (1995): Educación multicultural. Escuela Española, Madrid.

  • Polanco Alonso, J.L. (1994): Los Derechos del niño en la literatura infantil. Ministerio de Educación y Ciencia, Santander.


Javier Flor Rebanal es psicólogo y coordinador de la revista de literatura infantil Peonza, de Cantabria (España).

Nota de la redacción de Imaginaria: Una de las maneras posibles con que el lector puede encontrarse con los datos bibliográficos de los libros citados por el autor de la nota, es consultando los catálogos en Internet del Centro Internacional del Libro Infantil y Juvenil de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, cuya dirección es: http://www.fundaciongsr.es/catalogos/frames.htm

Los lectores interesados en conseguir la revista Vela Mayor pueden dirigirse a:

Ediciones Anaya
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