2 | AUTORES/LECTURAS | 30 de junio de 1999

Foto de Graciela Montes, por Aldana Duhalde
Foto © Aldana Duhalde
Graciela Montes
Actualización: 27 de diciembre de 2000

Abriendo ventanas a otros mundos

Entrevista con Graciela Montes

Extraído, con autorización de los editores, de la revista La Educación en nuestras manos, Año 8, N° 55. Buenos Aires, abril-mayo 1999.

La Educación en nuestras manos: ¿Cómo surge la idea de trabajar sobre temas como instituciones democráticas y derechos humanos?

Graciela Montes: Finalizando la dictadura militar empiezo a pensar en escribir acerca de los desaparecidos. Siempre tuve presente que la generación que venía tenía que enterarse de estos hechos. Nadie puede construir su historia personal desde el desconocimiento, tampoco un país puede hacerlo. Y es precisamente a nosotros, los adultos-testigos a quienes corresponde reconstruir lo destruido, y salvar la brecha histórica. A los adultos nos cuesta mucho no tener el papel de héroes frente a los chicos, pero esta madurez es indispensable. Es necesario hablar. En el año 1981 había personas que defendían los hechos ocurridos durante la dictadura militar. En la actualidad nadie se atreve públicamente a pronunciarse a favor de la dictadura. Y eso supone un cambio en la conciencia pública. Todos los que se animaron a hablar contribuyeron a ese cambio. De manera que yo tenía claro eso, que había que contarles esa historia a los chicos. Luego con la gente de la editorial —Libros del Quirquincho— decidimos ampliar el marco a lo cívico porque nos dábamos cuenta que no se sabía como funcionaba el sistema democrático. La colección que se llamó Entender y Participar, salió en 1986 y creo que marcó una huella.

P.: ¿Cuáles serían los temas referidos al poder hoy día?

G.M.: Uno de los déficit de la escuela en la actualidad es el tratamiento del tema del poder. En general se trabaja en el funcionamiento formal de las instituciones, pero con poca referencia a la realidad. La cuestión del poder en la actualidad está referida, a la organización de recursos del planeta, a la concentración del dinero en pocas manos, al funcionamiento del Banco Mundial, al FMI y su influencia en nuestra vida de todos los días, la destrucción de la industria nacional, del surgimiento de los hipermercados instalados a dos cuadras de la casa de los chicos y la consecuente caída del pequeño almacenero... Estaríamos hablando de la pobreza y la riqueza, de la exclusión de personas de este sistema. Creo que estas serían las cuestiones que son urticantes en este momento. Es importante encontrar el tono desde la educación para el tratamiento de estos temas, dejando de lado la variante panfletaria y buscando las mejores fuentes para informarse. Se trata de brindar la información sin ocultamientos, desentrañando lo que está detrás. Sino los chicos tienen la idea de que en la escuela les enseñan un cuento de hadas del "deber ser", pero que en el "es", lo que ven en su barrio no aparece.

"Saber siempre es mejor que no saber"

P.: En el marco de la desvalorización de las instituciones democráticas: ¿cómo ves el tema del poder?

G.M.: Todo lo que fortalezca el conocimiento en la sociedad es bueno. Siempre saber es mejor que no saber. Cuando la gente está hambreada, desamparada, sin trabajo, puede aparecer cualquier Mesías a decir lo que hace falta.

P.: ¿Qué cosas pondrías en el tapete para que los chicos hagan suyos estos conocimientos?

G.M.: Vuelvo a insistir en que hay que buscar la mejor información. Me atrevo a decir que, en ocasiones al menos, los manuales deforman los temas en su esfuerzo por hacerlos más sencillos. La escuela debería tener un recurso más directo a la información científica y social de primera mano, entablando un vínculo entre lo que los chicos conocen y lo que la escuela dice que hay que conocer. La realidad es compleja y cuando se simplifica demasiado se termina diciendo una trivialidad, o nada.

Por otro lado está la actitud frente al conocimiento, la curiosidad: debe ser fomentada desde la escuela. Porque cuanto más sabemos más preguntas nos hacemos y menos certezas de manual tenemos. La vida es problemática y hacerse problemas es una actitud sana, no enferma. El conflicto tiene que aparecer en la escuela.

El año pasado estuve haciéndole entrevistas a chicos en situaciones difíciles. Mi intención es que otros niños reciban estos testimonios. De esta manera podríamos identificarnos con elllos como personas, y no sólo con el sentimiento de "¡pobrecitos los pobres!" sino para decir: "a mí también me gusta (o no me gustaría) eso mismo", "yo también podría ser él". Me sorprendió su afán de conocimiento. En especial uno de Rosario, lo tenía muy arraigado, era increíble cómo agradecía cualquier cosa que le ayudara a entender la realidad, quería saber cosas que le eran útiles para su funcionamiento en la sociedad y entender por qué las cosas eran tal como él las veía. Particularmente recordaba una maestra que se acercó a hablar con él y lo trataba como persona. "Ella me hablaba", decía. La función del maestro es esa. El maestro que entabla un vínculo persona a persona con el otro, y es el que educa.

P.: ¿Podrías desarrollar un poco más la relación información-saber-poder?

G.M.: El saber y el poder están asociados, una persona que sabe puede más. Uno de los pilares en el que se sostiene el poder injusto es en el desconocimiento. Cuando no se sabe cómo funcionan las cosas hay más cabida para la injusticia, si uno tiene conocimiento es más difícil que lo subyuguen. Los que ejercen un poder arbitrario, no una autoridad, tendrían mucho interés en evitar ese conocimiento.

Si uno conoce el funcionamiento del poder es menos vulnerable al mismo. Por supuesto que tratarán de apagarlo, como pasa con algunos periodistas. La apuesta siempre tiene que ser al conocimiento.

P.: ¿Qué dirías como conclusión?

G.M.: Quiero reforzar el altísimo valor de la educación, su fin no es el dinero, es una persona. La educación es un vínculo personal, hay alguien preocupado en el crecimiento de otro ser humano. Tratando de que se desarrolle con la mayor cantidad de posibilidades, con lealtad a los demás. No creo que el educador sea como cualquier otro funcionario público, su papel es de un alto compromiso. La energía que tiene que poner en juego es mucha y por lo menos tendría que tener resuelta su vida cotidiana. La huella que deja un buen educador es profunda. También contando la historia de Ulises, abriendo ventanas a otros mundos. Muchas de las personas que trabajamos en la cultura vamos a estar ahí, junto a esos maestros.

Gladys Bravo


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