Barba Azul. El realismo y el horror

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Por Marcela Carranza. «Son muchas las cuestiones que llaman la atención en este cuento francés de la tradición oral, que aparece escrito por Charles Perrault en los Cuentos de mamá Oca, Historias o cuentos del pasado con moralejas en enero de 1697. Para comenzar no parece un cuento maravilloso. «Barba Azul» puede resultar más cercano a Edgar Allan Poe o a cualquier relato realista acerca de las andanzas de un asesino serial que al cuento de hadas tradicional, si no fuera por aquella fatídica llavecita encantada del cuarto prohibido, cuyas manchas de sangre no podían ser quitadas por ningún medio.» Un extenso estudio del relato clásico, acompañado por ilustraciones de Gustave Doré y otros.

por Marcela Carranza

Son muchas las cuestiones que llaman la atención en este cuento francés de la tradición oral, que aparece escrito por Charles Perrault en los Cuentos de mamá Oca, Historias o cuentos del pasado con moralejas en enero de 1697. Para comenzar no parece un cuento maravilloso. «Barba Azul» puede resultar más cercano a Edgar Allan Poe o a cualquier relato realista acerca de las andanzas de un asesino serial que al cuento de hadas tradicional, si no fuera por aquella fatídica llavecita encantada del cuarto prohibido, cuyas manchas de sangre no podían ser quitadas por ningún medio.

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Ilustración de «Barba Azul» por Gustave Doré

Pero para indagar acerca de algunas de las características de este cuento debemos remitirnos al libro del que formaba parte, un breve corpus de ocho relatos que se convirtió en una de las obras más populares en la Francia de Luis XIV, trascendiendo los límites de su país de origen y de su época. Anterior a Perrault, este cuento de la tradición oral circulaba junto a otros relatos antiquísimos entre la clase campesina francesa. Se sabe que Perrault en su libro decidió descartar o suavizar aquellos elementos del cuento tradicional que pudieran ir en contra de las costumbres y la moral de la época, especialmente las de las clases sociales superiores. Perrault era un renombrado académico y su libro, firmado por Pierre Darmancour, su hijo menor (1), contiene una dedicatoria a la sobrina de Luis XIV: Elizabeth Charlotte de Orléans. «Perrault se adapta a su público, que es el de la Academia tal vez pero sobre todo el mundano de los salones, los herederos de ‘preciosos y preciosas’, que gustan de los torneos literarios, aprecian los bordados lingüísticos y la galantería.» (2) El público de Perrault es el de los salones de Versalles y estos antiguos cuentos de campesinos no podían contradecir ciertas reglas del decoro y la moral.

Se sabe que en las versiones campesinas, por ejemplo, Caperucita come trozos de carne de la abuela y bebe su sangre ofrecida por el lobo (3). También al parecer la esposa de Barba Azul, en aquellos relatos transmitidos oralmente, debía afrontar el suplicio del destierro y la muerte desnuda (4). Detalles escatológicos y groserías comunes en los relatos orales son descartados en las adaptaciones de Perrault, sin embargo algunos sentidos «poco decorosos» son conservados por el adaptador e incluso reforzados en las moralejas de su invención como sucede por ejemplo con los sentidos vinculados a la sexualidad del cuento de «Caperucita Roja». (5)

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Ilustración de «Caperucita Roja» por Gustave Doré

Perrault en el «Prefacio del autor» parece defenderse de supuestos detractores de su libro y para ello recurre a la opinión de «la gente de buen gusto» que según sus propias palabras: «…tuvieron a bien señalar que estas bagatelas no eran simples bagatelas, que encerraban una moral útil y que la gozosa narración en que esa moral estaba envuelta no había sido elegida sino para hacerla penetrar más agradablemente en el espíritu, de modo que instruyese y divirtiese al mismo tiempo.» (6) Para que esto quede más claro aún, Perrault agrega al finalizar cada uno de los relatos una o dos moralejas. Sin embargo, como veremos más adelante, éstas no siempre se muestran tan «serias» como eran de esperarse en un predicador de la moral.

Según señala Marc Soriano el trabajo de Perrault podría definirse como «una adaptación que es a la vez fiel e infiel al folklore; conserva lo esencial de los temas, los motivos y los rasgos tradicionales, pero, al mismo tiempo, es extrañamente personal. Parece guiada, de una manera a la vez ciega y certera, por ciertas preocupaciones profundas que dan al conjunto ese tono tan particular que tiene, mezcla de emoción y de ironía, de humor y de terror.» (7)

Para Graciela Montes la ironía de Perrault posee un efecto corrosivo sobre los cuentos folklóricos, de algún modo «mina los cimientos de lo maravilloso tradicional». El autor recopila y reescribe los cuentos del pasado, pero para conservarlos como reliquias de las cuales se distancia a través de la ironía (8). Parte de este proceso desmitificador en las adaptaciones de Perrault se produce a través del traslado del cuento a la cotidianeidad del autor y de sus lectores. Los cuentos, y el caso de «Barba Azul» es notorio en este aspecto, suelen situarse en época del autor. Este personaje malvado, que en otras versiones es encarnado en un ser monstruoso, diabólico o con poderes sobrenaturales (9), en la versión francesa transmitida por Perrault posee las características de un adinerado señor burgués del siglo XVIII. Un contemporáneo del autor que lleva a cabo las actividades y se desenvuelve en un mundo movido por idénticas reglas que la Francia de Luis XIV.

«Había una vez un hombre que tenía hermosas casas en la ciudad y en el campo, vajilla de oro y de plata, muebles repujados y carrozas doradas. Pero, por desgracia, este hombre tenía la barba azul y eso lo volvía tan feo y tan terrible que no había mujer ni muchacha que no huyera de su presencia.» (Cuento «Barba Azul». En: Perrault, Charles. Cuentos completos. Charles Perrault. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1982. Colección Biblioteca Básica Universal. Pág. 91. A partir de aquí se denominará: BA.)

En consonancia con el resto de los personajes y con el mundo construido por el relato en general, Barba Azul es un hombre común y corriente, con una única particularidad: el excéntrico color de su barba. Por otra parte este detalle puede tener su explicación desde un verosímil realista sin ninguna dificultad. De hecho se atribuye el personaje ficticio del cuento a un individuo real: Gilles de Laval, Barón de Rais (1404-1440); un asesino serial necrofílico, responsabilizado de la muerte de 200 víctimas: mujeres, adolescentes y niños, cuya barba muy tupida de color negro habría dado origen al nombre del personaje del cuento recopilado por Perrault.

Estamos entonces frente a un dilema. ¿Es el cuento de «Barba Azul» una ficción que tuvo su origen en la biografía de un personaje real del siglo XV, cuyas atrocidades circularon de boca en boca entre los campesinos franceses hasta convertirse en leyenda? ¿Esto explicaría el realismo del cuento? ¿O se trata simplemente de una antigua leyenda de la tradición oral que posteriormente fue asociada a un personaje histórico? Cabe destacar que las víctimas del Barón de Rais eran en su mayoría niños y jóvenes campesinos. El alto rango del criminal y la humildad de sus víctimas fue lo que dio lugar a la permisividad del poder frente a sus crímenes. Podríamos pensar en un proceso similar al ocurrido con la leyenda del Conde Drácula y el personaje histórico de Vlad III El Empalador (Vlad Draculea 1431-1476), otro poderoso señor famoso por su crueldad y sadismo, en cuya leyenda se inspiró el escritor Bram Stoker para su libro. (10)

Ahora bien, como ya señalamos, no todas las versiones de «Barba Azul» poseen el realismo del cuento de Perrault. El relato circuló por diversos países europeos, se conservan versiones alemanas, italianas, inglesas, entre otras (11). En muchas de estas versiones el personaje adquiere rasgos sobrenaturales y mágicos: un poderoso brujo, ogro, dragón o el diablo en persona. Sin embargo es posible que la imaginación popular haya investido al individuo real con características sobrenaturales. Al fin y al cabo, se trata de un ser poderoso y extraordinario en su maldad, incluso en una época donde las guerras y las condiciones de existencia hacían del horror un hecho cotidiano. No es extraño entonces que el Barón de Rais se haya transformado en un monstruo, un brujo o el mismo diablo, dentro de la leyenda que circulaba oralmente entre las clases populares. Sea esto así, o como es más probable, la leyenda hubiera preexistido al temido Barón, lo cierto es que en el cuento escrito por Perrault este individuo terrible es un hombre común, podría decirse que «un vecino» para el lector de la época, y no demasiado lejano incluso para los lectores actuales. Si, como señala Montes, esta cotidianización del cuento tradicional es producto de la ironía del autor y un modo de desmitificarlo, también es cierto que en el caso de «Barba Azul» significa un aumento ostensible del efecto terrorífico. El Mal, el Horror, encarnado en un ser sobrenatural, en un «Otro», permite de algún modo mantenerlo a cierta distancia. No así, cuando el Mal se encuentra a nuestro lado, y se encarna en un ser semejante a nosotros mismos. Cuando la apariencia del monstruo puede ser la nuestra, y ya no es tan fácil identificarlo, mantener frente a él una salvadora distancia. Un asesino serial que decide conservar, a la manera de un excéntrico coleccionista, los cadáveres de sus esposas, resulta más terrible si es de una naturaleza semejante al lector, y no un personaje igual de malvado pero perteneciente al mundo de lo sobrenatural. Siempre es preferible el mal encarnado en un ser ajeno a la realidad, aunque se trate del mismo diablo, que en un hombre común y corriente, un hombre que puede confundirse en la cotidianidad, salvo por el detalle poco relevante, al fin y al cabo, del color de su barba. (12)

Un relato de suspenso

Si puede resultarnos algo caprichoso clasificar a «Barba Azul» como un cuento de hadas, ya que su mundo se asemeja demasiado al nuestro, no cuesta tanto pensar en él como un relato de suspenso. Ya al final del segundo párrafo se advierte al lector acerca de la desaparición de las anteriores esposas de Barba Azul. Este dato más el extraño color de la barba son los únicos indicios que revelan un mundo sólo confortable y apacible en apariencia, pero bajo el cual se esconde un enigma. Especie de agujero negro a punto de entrar en acción y destruirlo todo.

Como muchos otros personajes del cuento tradicional, Barba Azul se ve impelido (luego podemos dudar de si su ausencia no fue sólo una trampa tendida a su esposa) a ausentarse. Igual que el padre de la Bella (13), y otros señores burgueses en estos cuentos debe emprender un viaje de negocios. Los consejos magnánimos del marido contrastan con lo que luego sabremos de él: «…le rogaba que se divirtiese mucho durante su ausencia, que invitara a sus buenas amigas, que las llevase al campo si quería y que las agasajara espléndidamente» (BA; págs. 91-92)

Es en este punto del relato en el que se produce la prohibición y su desobediencia; funciones señaladas por Vladimir Propp (14) dentro de las que definen al cuento popular y que aquí cumplen un rol central.«Abra todo lo que quiera, vaya adonde quiera, pero en cuanto a ese cuartito le prohíbo entrar, y se lo prohíbo de tal modo que si llega a abrirlo no hay nada que no deba usted esperar de mi furia.» (BA; pág. 92)

Las palabras de Barba Azul son extremas y contrastan visiblemente con la generosidad expresada por el personaje en párrafos anteriores.

La joven desobedece, y esto da lugar al momento central del relato: el encuentro con los cadáveres en el gabinete prohibido.

Esta escena cúlmine del cuento ha sido construida por Perrault en unas pocas líneas de un modo exquisito. El narrador, situado en la perspectiva de la protagonista, regula con estudiada sutileza la información acerca del macabro hallazgo. El modo en que el terrible descubrimiento se va revelando gradualmente a la protagonista y al lector, permite pensar (con unos doscientos años de anticipación) en el efecto de una cámara cinematográfica:

«En un primer momento no vio nada, porque las ventanas estaban cerradas. Después de algunos instantes comenzó a ver que el piso estaba cubierto de sangre coagulada, en la que se reflejaban los cadáveres de varias mujeres, colgadas a lo largo de las paredes» (BA; pág. 93)

A partir de este momento los acontecimientos se suceden en una cascada vertiginosa hasta desembocar en el instante en el que la joven está a punto de ser ejecutada por su marido.

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Imagen que formó parte de la muestra «Barba Azul. Tras las huellas literarias de un criminal en serie», realizada en el Museo Strauhof de Zürich (Suiza, 2008)

Nuevamente frente al horror, la acción se detiene. Las repeticiones, propias de los relatos orales juegan un lugar central generando una tensión extrema, que nos puede hacer pensar tanto en las preguntas de Caperucita ante el lobo a punto de devorarla (15) como en los recursos propios del cine de acción contemporáneo. La heroína es situada en una débil línea entre la vida y la muerte, el fin o la salvación. Todo pende de un hilo. Los hechos son narrados de tal manera que ese instante definitorio es demorado hasta la exasperación.

En «Barba Azul» la joven esposa llama a su hermana Ana. Existe una débil esperanza: la visita de los hermanos, y le pide a aquélla que suba a lo alto de la torre para avistar su llegada. Según nos advierte Montes (16), en la versión tradicional un animal mensajero es el encargado de ir en busca del auxilio de los hermanos. En el cuento de Perrault el desenlace feliz queda en manos exclusivas del azar, ya que si bien la visita de los hermanos ha sido anunciada, nada permite pensar que llegarán a tiempo para rescatar a la joven. Una omisión inteligente por parte del adaptador, ya que las posibilidades de salvación de la heroína se vuelven remotas, casi del todo improbables y esto favorece la tensión en el lector.

Como señalábamos anteriormente, el efecto es logrado a través de un recurso propio de la oralidad: la repetición. La pregunta es repetida en forma idéntica en cuatro ocasiones:

«-Ana, hermana Ana, ¿no ves que venga nada?»

Y la hermana Ana le respondía:

-No veo sino el sol que ciega y la hierba verde que reverbera.»

(BA; pág. 94)

Entre una pregunta y otra Barba Azul «sosteniendo una gran cuchilla en la mano» llama con todas sus fuerzas a su esposa para consumar el asesinato. La tercera respuesta difiere de las otras dos, pero se trata de una falsa alarma que hábilmente aumenta el dramatismo de la escena:

«-Ana, hermana Ana, ¿no ves que venga nada?

-Veo -respondió la hermana Ana -una gran polvareda que viene de allá…

-¿Son mis hermanos?

-¡Ay, no, hermanita! Veo una manada de carneros.»

(BA; pág. 95)

La cuarta respuesta abre la esperanza de un rescate:

«-Ana, hermana Ana, ¿no ves que venga nada?

-Veo dos caballos que vienen por allá, pero están lejos todavía… ¡Dios sea loado! -gritó un momento después- son mis hermanos. Les hago todas las señas que puedo para que se apuren.»

(BA; pág. 95)

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Ilustración de «Barba Azul» por Gustave Doré

La remota posibilidad de salvación contrasta visiblemente con la situación de la víctima que se describe inmediatamente después:

«Luego tomándola por los cabellos con una mano y levantando el cuchillo en el aire con la otra se preparó para cortarle la cabeza. La pobre mujer, volviéndose hacia él y mirándolo con ojos desfallecientes le rogó que le diera un instante de recogimiento.

-No, no -le dijo él. Es mejor que te encomiendes a Dios.

Y levantando el brazo… En ese preciso momento golpearon tan fuerte a la puerta que Barba Azul se detuvo en seco.»

(BA; pág. 96)

Las cuerdas han sido tensionadas al máximo, se ha llegado a un fortísimo en la progresión dramática de la narración. El final feliz adquiere la pasividad de un remanso en el que se vuelca toda la energía acumulada. Ya no queda mucho más por contar, tan sólo enumerar los beneficios económicos y sociales obtenidos por la viuda gracias a la muerte de su temible esposo.

lecturas-05-muerteIlustración de «Barba Azul» por Gustave Doré

Entre la moral y la ironía

La ironía de Perrault no se hace esperar. En el inicio del cuento, cuando luego de una placentera estancia en las casas de campo de Barba Azul, donde «Todo eran paseos, partidas de caza y de pesca, bailes, festines y comidas», la menor de las hermanas «empezó a pensar que el amo del lugar ya no tenía la barba tan azul que digamos y que era un hombre muy fino y cortés». (BA; pág. 88)

Hay un breve tono misógino hacia este personaje femenino que movido por el placer que otorga el buen pasar económico pierde sus reticencias hacia ese extraño hombre, incluso cuando -como nos ha advertido el narrador- la joven es conocedora del hecho de que Barba Azul ya hubiese desposado a varias mujeres y nadie supiese qué había sido de ellas. Para que al lector le quede claro que las reglas del cuento son las mismas que gobiernan su propia sociedad, nos ofrece un desenlace en el que tras la muerte de Barba Azul en manos de los hermanos de su esposa, como éste no tenía herederos, su mujer quedó dueña de todos sus bienes.

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Ilustración de «Barba Azul» por Gustave Doré

«Empleó una parte en casar a su hermana Ana con un joven getilhombre que la amaba desde hacía tiempo; otra parte en comprarles cargos de capitanes a sus dos hermanos y el resto en casarse ella misma con un hombre muy fino y cortés que le hizo olvidar los malos tiempos que había pasado junto a Barba Azul.» (BA; pág. 96)

La compra de cargos, mencionada también por el autor en «Pulgarcito», era una práctica frecuente en aquellos tiempos, como también la necesidad de una dote para el buen matrimonio de la mujer. Graciela Montes observa en relación a este punto: «¿Cómo no sonreír ante la jovencita que en cuanto Barba Azul muestra sus tesoros decide que ya no tiene tan azul que digamos la barba y que es en realidad un señor fino y cortés, y cómo no reír abiertamente cuando nos enteramos de que invierte la fortuna heredada de su marido muerto en casarse con otro señor tan ‘fino y cortés’ -se reitera idéntico el giro- como el primero?» (17)

Pero es en la segunda moraleja donde la ironía se expande en sus posibilidades corrosivas frente al discurso de la moral. Si en la primera moraleja se hace alusión a la curiosidad propia del «bello sexo» y sus catastróficas consecuencias (18), la segunda lisa y llanamente traslada la anécdota al tiempo presente de la enunciación para satirizar las relaciones matrimoniales, y en particular las relaciones de poder entre los sexos que Perrault presenta invertidas:

«Por poca sensatez que tengas
si conoces el código mundano
habrás notado que esta historia
no es sino un cuento del pasado.

Ya no hay esposos tan terribles,
ni los hay que pidan lo imposible;
por muy descontentos y celosos
son con sus mujeres amorosos
y sea cual sea el color de su barba
no es fácil saber de los dos hoy quién manda.»

(BA; pág. 97)

Como se sabe, toda moraleja que se precie de tal es pedagógica. Está destinada a la transmisión de una verdad que se presenta como incuestionable para el lector. ¿Pero ante qué clase de moraleja nos encontramos aquí? La distancia irónica propuesta por Perrault en esta moraleja no sólo desbarata cualquier afán dogmatizador del cuento, también parece tomar distancia frente a su mismo adaptador. Perrault propone una anti-moraleja, una moraleja que se invalida a sí misma al tiempo que lo invalida a él como moralista. La ironía de Perrault está por encima de toda intención pedagógica de la historia. El autor no parece tomar demasiado en serio lo que acaba de decir, y especialmente no se toma a sí mismo demasiado en serio. En medio de su supuesto rol de pedagogo y moralista, Perrault se pone a silbar. Una moraleja que se ríe de un cuento cuyo protagonista es el peor de los monstruos humanos, donde una inocente ha estado a punto de ser degollada por su esposo, es simplemente una irreverencia absoluta. Perrault se reserva el derecho de no tomarse las cosas demasiado en serio. Ni al cuento, ni a sus contemporáneos y sus costumbres, ni a sí mismo. (19)

¿Qué ha hecho Perrault con esta historia sangrienta, con este personaje que pone al descubierto los aspectos más oscuros del ser humano, su parte irracional y cruenta? De manera magistral lo ha aproximado al mundo del lector, ha puesto al monstruo a su lado, lo ha hecho su vecino, para luego de un plumazo reírse de él, burlarse de su historia y de manera irónica reírse de las costumbres, las reglas, las relaciones (en particular entre los sexos) de la sociedad a la que pertenece.

«El pájaro emplumado» y «La nariz de plata»

La historia de Barba Azul ha sido narrada en numerosas versiones a lo largo del continente europeo. En cada una de ellas se le atribuye al protagonista un aspecto diferente. En la versión italiana recopilada por Italo Calvino con el título de «La nariz de plata» (20) se trata del mismísimo diablo en persona, mientras en el cuento alemán escrito por los hermanos Grimm con el nombre de «El pájaro emplumado» el malvado es un brujo poderoso. (21)

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Ilustración de Emanuele Luzzati para «La nariz de plata»

Todas las versiones conservan una estructura similar, sin embargo existen numerosos elementos que difieren de un cuento a otro dando lugar a efectos distintos. En el «Barba Azul» italiano el diablo, bajo la apariencia de un apuesto caballero con una extraña nariz de plata, engaña a tres hermanas campesinas con el pretexto de ofrecerles trabajo en su residencia infernal. La escena se repite: el extraño señor contrata a las jóvenes de a una por vez y luego recurre al truco de tentarlas ofreciéndoles la llave de la puerta prohibida. Como la joven francesa, también las italianas abren la habitación en cuanto se produce la primera oportunidad, pero a diferencia del cuento francés, tal llave no conduce a un gabinete repleto de cadáveres, sino al infierno donde arden las almas condenadas.

Nariz de Plata descubre a las dos primeras hermanas con la estrategia de colocarles una flor en el pelo, que él descubre chamuscada por las llamas luego de haber sido desobedecida su orden. Sin demasiadas dilaciones el diablo arroja a las dos jóvenes desobedientes entre las llamas.

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Ilustración de Emanuele Luzzati para «La nariz de plata»

Pero la última hermana: Lucía, «la más pícara de todas», logra burlar al diablo. Ella también viola el tabú impuesto, pero ha tomado la precaución de colocar la flor a resguardo, razón por la cual Nariz de Plata no puede descubrirla. Lucía finge estar afligida y pide al diablo que visite a su madre para traerle noticias del hogar. El diablo acepta esta misión y en tres oportunidades carga con una bolsa supuestamente de ropa sucia. Sin embargo en cada una de las bolsas viaja una muchacha para ponerse a salvo. Lucía afirma tener el poder de ver a grandes distancias, por este motivo el diablo no se detiene en su acarreo y así no logra descubrir el engaño. Cada vez que él intenta detenerse para descansar o mirar dentro de la bolsa, la joven escondida grita: «¡Te veo! ¡Te veo!» y el diablo reemprende la marcha. Una vez a salvo las tres jóvenes reunidas en casa de su madre colocan delante de la puerta una cruz, y se liberan del diablo para siempre.

Como vemos la versión italiana no sólo encarna al personaje malvado en un ser sobrenatural, y de este modo el horror resulta más fácil de exorcizar (como lo pone de manifiesto el final de esta versión), sino que además la protagonista es digna de un relato picaresco, donde el humilde y débil (campesina y mujer) logra vencer al poderoso con sus artimañas y estrategias.

Con una estructura más próxima a la versión italiana que a la francesa «El pájaro emplumado» de los hermanos Grimm pone el acento en los elementos macabros del relato, y en esto se parece al cuento de Perrault, pero a diferencia de este último hay mayor presencia de elementos maravillosos.

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Ilustración de Maurice Sendak de «El pájaro emplumado»

Para empezar el título no hace alusión al asesino, un misterioso brujo que recurre a sus trucos para raptar muchachas, sino al disfraz con el que la última de sus víctimas logra engañarlo y librarse de su poder. Al igual que la versión italiana la escena de la prohibición se reitera en tres oportunidades con tres hermanas campesinas, y de la misma forma es la más joven de las hermanas la que logra burlar al villano. Junto con la llave, el brujo entrega a las jóvenes un huevo y será este objeto el que manchado con sangre revelará la desobediencia de las muchachas.

En «El pájaro emplumado» la descripción de la habitación prohibida y el castigo a las dos primeras jóvenes insiste en los detalles macabros:

«Entonces la puerta se abrió de golpe: ¿Pero qué fue lo que contempló al entrar? Había en el centro de la habitación un enorme recipiente ensangrentado, lleno de personas muertas y descuartizadas. Al lado había un bloque de madera y una hacha resplandeciente.»

(«El pájaro emplumado». Op. cit; pág. 80. A partir de aquí se denominará: EPE.)

(…)

«La tiró al suelo, la arrastró por los cabellos, le colocó la cabeza en el bloque de madera, la decapitó y la descuartizó, hasta que su sangre corrió por el suelo. Entonces la echó en el recipiente donde estaban los otros cadáveres.»

(EPE; pág. 80-81)

La tercera muchacha, al igual que Lucía en «La nariz de plata», resulta ser la más inteligente y astuta. Poniendo el huevo en lugar seguro, abre la cámara prohibida y ve allí a sus dos «queridísimas hermanas dentro del recipiente, miserablemente asesinadas y descuartizadas». La joven ordena las partes del cuerpo de sus dos hermanas en el orden correspondiente. «Y, cuando no faltó nada, los miembros empezaron a moverse y a soldarse unos con otros, y las dos muchachas abrieron los ojos y volvieron a la vida.» (EPE; pág. 82)

Si la versión italiana se aproxima más al humor picaresco, el cuento alemán parece superar en horror al francés. Sin embargo, aquí no hay dudas, estamos frente a un mundo que no es el nuestro, donde las reglas son otras, y los acontecimientos sobrenaturales están a la orden del día. Lejos del realismo de Perrault, el cuento de los hermanos Grimm coloca al elemento mágico y maravilloso en un papel protagónico. El Mal es extremo, pero no es de este mundo. Se puede morir de la peor manera, pero también es posible resucitar con relativa facilidad.

Como su compañera italiana, la joven alemana logra poner a salvo a sus hermanas engañando al brujo, que al no descubrir restos de sangre en el huevo pierde todo su poder sobre ella e incluso le propone matrimonio. También de igual manera, el villano irá llevando en un cesto cubierto de oro de una en una a las jóvenes rumbo a casa de sus padres. La novia para escapar recurre a un último engaño, y viste un esqueleto con adornos de boda y flores que coloca en una ventana. Disfrazada de pájaro gigante huye de la casa del brujo, pero en el camino se encuentra con los invitados y con el novio que se encaminan hacia la boda. Este momento de cierta tensión que podría descalabrar los planes de la heroína se transforma en un juego rimado de preguntas y respuestas propio de un relato de la tradición oral:

«¿¡De dónde vienes, tan emplumado?

-De casa vengo de Alón Alado.

-¿Y qué está haciendo la joven novia?

-La casa entera barrió ella sola y mira ahora desde un ventano.»

(EPE; pág. 84)

Una vez reunidos el brujo y sus amigos, los hermanos y parientes de la novia los encierran y prenden fuego a la casa con todos adentro.

El relato alemán y el italiano conservan el ingrediente maravilloso con mayor pureza que el cuento de Perrault. En el cuento recopilado por los Grimm se resalta lo ominoso y horripilante, pero en un mundo donde el horror perturba menos, ya que las soluciones llegan en manos de la magia. Como en su par italiano, el cuento alemán focaliza en la heroína, una pícara que logra burlar al poderoso y salir airosa. Un personaje muy alejado de la débil mujer de Perrault que bajo la cuchilla del asesino sólo atina a preguntar si sus hermanos se encuentran en camino.

Tres variantes de un mismo relato dan cuenta de efectos diversos: el horror y el dramatismo de «Barba Azul», la picaresca de «La nariz de plata» y el terror sobrenatural de «El pájaro emplumado».


Notas

(1) Ninguna de las ediciones aparecidas en vida de Perrault lleva su nombre. El hijo de éste: Pierre Perrault Darmancour, quien firma la dedicatoria, tenía diecinueve años en el momento de la publicación del libro. Si bien la obra ha sido tradicionalmente adjudicada a Charles, según señala Marc Soriano nadie, hasta el presente, lo ha demostrado fehacientemente. En: Soriano, Marc. La literatura para niños y jóvenes. Guía de exploración de sus grandes temas. Traducción, adaptación y notas de Graciela Montes. Buenos Aires, Ediciones Colihue, 1995; pág. 549.

(2) Montes, Graciela. «Estudio Preliminar». En: Perrault, Charles. Cuentos completos. Charles Perrault. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1982. Colección Biblioteca Básica Universal. Pág. III.

(3) «Había una vez una niñita a la que su madre le dijo que llevara pan y leche a su abuela. Mientras la niña caminaba por el bosque, un lobo se le acercó y le preguntó adónde se dirigía.

-A la casa de mi abuela -le contestó.

-¿Qué camino vas a tomar, el camino de las agujas o el de los alfileres?

-El camino de las agujas.

El lobo tomó el camino de los alfileres y llegó primero a la casa. Mató a la abuela, puso su sangre en una botella y partió su carne en rebanadas sobre un platón. Después se vistió con el camisón de la abuela y esperó acostado en la cama.

La niña tocó a la puerta.

-Entra, hijita.

-¿Cómo estás, abuelita? Te traje pan y leche.

-Come también, hijita. Hay carne y vino en la alacena.

La pequeña niña comió así lo que se le ofrecía; y mientras lo hacía, un gatito dijo:

-¡Cochina! ¡Has comido la carne y has bebido la sangre de tu abuela!…»

Versión campesina de Caperucita Roja en la Francia del siglo XVIII (fragmento); tomada de: Darnton, Robert. «Los campesinos cuentan cuentos: el significado de mamá Oca». En: La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa. México, Fondo de Cultura Económica, 2005. Pág. 15.

(4) Montes, Graciela. Op. cit; pág. II.

(5) «El Lobo, al verla entrar, le dijo escondiéndose en la cama debajo de las cobijas:

-Ponme la torta y el tarrito de manteca sobre la hucha y ven a acostarte conmigo.

Caperucita Roja se desvistió y se metió en la cama. Allí se sorprendió mucho de ver cómo resultaba ser su abuela sin ropa.

MORALEJA

Bien se ve aquí que los niños pequeños,
y las niñas sobre todo,
hermosas, gentiles y buenas mozas,
no deben prestar oídos a cualquier persona.
Y no es extraño
que sean tantas las que el Lobo coma.
Digo el Lobo pero no todos los lobos
son de la misma calaña:
los hay que muy lisonjeros,
sin ruido, odio ni saña,
dulces complacientes y amansados,
siguen a las muchachas
por las calles, a sus casas.
¿Y quién ignora que estos lobos zalameros
son el peligro más certero?»

Perrault, Charles. «Caperucita Roja». En: Cuentos completos. Charles Perrault. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1982. Colección Biblioteca Básica Universal. Págs. 88-89.

(6) Perrault, Charles. «Prefacio del autor». Op. cit; pág. 9.

(7) Soriano, Marc. Op. cit; pág. 558.

(8) Montes, Graciela. Op. cit; pág. III.

(9) «El cuento (de Barba Azul) tiene una larga tradición oral; las versiones varían entre tres hermanas raptadas por un monstruo que violan el secreto de un cuarto prohibido, la mujer que visita el cuarto prohibido y es liberada por padres y hermanos y, una forma cristianizada: la de dos hermanas raptadas por seres diabólicos y rescatadas por seres divinos.

Las versiones escritas, menos importantes en este caso como fuentes, se remontan a las Grandes Chroniques de Alain Bouchard y a L’histoire de Saint Gildas que forma parte del libro de Alberto Magno sobre las vidas de santos de Bretaña».

Nota de Graciela Montes para «Barba Azul». En: Perrault, Charles. Cuentos completos. Charles Perrault. Op. cit; pág. 141.

(10) Entre la llamada literatura de buhoneros o literatura de cordel -aquellas publicaciones económicas de las que las clases populares y los niños en particular eran asiduos lectores (desde fines del siglo XVI hasta entrado el siglo XIX)- circulaban con éxito las historias de criminales célebres. Se supone que, al igual que las historias de santos, pero de manera inversa, estos relatos biográficos cumplían un efecto aleccionador en los lectores. Sin embargo el interés que en el público ocasionaban estas historias, sin duda trascendía la intención moralizante que los justificaba desde el poder. Pero no sólo la literatura popular ha abrevado en estos individuos extraordinarios por su crueldad. Alejandra Pizarnik (1936-1972) da cuenta de las terribles hazañas de las que fue acusada por el poder político de turno Erzsébet Báthory (1560-1614) en La Condesa Sangrienta (Buenos Aires, López Crespo Editor, 1971), texto basado en La Comtesse Sanglante (París, 1963) de Valentine Penrose. Ambos relatos aluden a la tortura y el asesinato de más de seiscientas niñas por la condesa Báthory. Pizarnik comienza su Condesa Sangrienta con este epígrafe de Sartre: «El criminal no crea belleza; él mismo es auténtica belleza».

(11) La versión alemana recopilada por los hermanos Grimm lleva el nombre de «El pájaro emplumado», mientras la italiana ha sido recopilada por Italo Calvino con el título de «La nariz de plata».

(12) En su artículo «Los relatos de terror y el terror de los relatos» Carlos Rodrigues Gesualdi señala: «…¿cómo se vuelve real un terror? Y la respuesta es: porque el lector ya lo poseía, porque era su propio terror. Entonces ¿qué es el terror? La amenaza; aquello que se encuentra en nuestros límites, eso que somos pero que evitamos conocer, el precio de la normalidad, lo que ocultamos para poder ser quienes somos porque si pudiéramos mirarlo cara a cara correríamos el riesgo de desaparecer. ¿Cuál es entonces el mérito de la obra? Que el lector que poseía ese miedo, aún no lo había puesto en palabras. El relato de terror, podemos decir, es una puesta en discurso de nuestros límites ocultos.» En: La Mancha. Papeles de literatura infantil y juvenil Nº 10. Buenos Aires, noviembre de 1999; págs. 39-40.

(13) Leprince de Beaumont, Jeanne-Marie. La Bella y la Bestia.

(14) Propp, Vladimir. Morfología del cuento. Traducción F. Diez del Corral. Madrid, Ediciones Akal, 1985.

(15) Marc Soriano destaca en su análisis de «Caperucita Roja» de Perrault la habilidad del autor al conservar en su adaptación la progresión dramática en el diálogo entre Caperucita y el lobo, propia de las versiones populares, y el detalle de la omisión del término «mejor» en la respuesta definitiva del lobo:

««Abuela, ¿por qué tienes piernas tan largas? Para correr mejor, mi niña (…).

Abuela, ¿por qué tienes ojos tan grandes? Para ver mejor, mi niña.

Abuela, ¿por qué tienes dientes tan grandes?…»

El lector, por cierto, espera algo como ‘para comerte mejor’. Ahora bien, el cuentista burla esa expectativa y rompe brutalmente el ritmo que él mismo ha regulado con tanto cuidado. El texto es: «Para comerte.»

La supresión del término ‘mejor’ y la brusca reaparición del pronombre ‘te’ que precisa y especifica la amenaza del lobo bastan para reemplazar la notación etnográfica (‘esas palabras se dicen con voz fuerte…’) del manuscrito de 1695, es decir, para provocar el buscado efecto de sorpresa. Se trata verdaderamente de un gran arte, obtenido con tal economía de medios, que se tornan esto imperceptibles.» En: Soriano, Marc. «Caperucita Roja» en Los cuentos de Perrault. Erudición y tradiciones populares (Les Contes de Perrault, culture savante et traditions populaires; Paris, Éditions Gallimard, 1968; pág. 160).

(16) Montes, Graciela. Op. cit; pág. 141.

(17) Montes, Graciela. Op. cit; pág. V.

(18) «Barba Azul» comparte con «Caperucita» una moraleja especialmente destinada al sexo femenino. También otros elementos como el horror y el suspenso (ver nota 15) forman parte de estos dos relatos cuya atracción ha perdurado a través de los siglos.

Entre diversas obras de arte inspiradas en el personaje difundido por Perrault se destaca la ópera: El castillo de Barba Azul del compositor húngaro Béla Bartók. Ésta ópera muy poco convencional cuenta con un solo acto y fue estrenada en Budapest en 1918. El libreto es de Béla Balázs.

(19) Sobre el poder corrosivo de la ironía sobre el discurso pedagógico dogmático ver: Larrosa, Jorge. «Elogio de la risa. O de cómo el pensamiento se pone, para bailar, un gorro de cascabeles». En: Pedagogía profana. Estudios sobre lenguaje, subjetividad, formación. Buenos Aires, Ediciones Novedades Educativas, 2000.

lecturas-10-elpajarobelverde(20) Calvino, Italo. «La nariz de plata». En: El pájaro belverde y otras fábulas. Ilustraciones de Emanuele Luzzati. Traducción de Eva Luisa Fajardo. Buenos Aires, Ediciones Librerías Fausto, 1977. Colección La Lechuza.

Este cuento integra el volumen Cuentos populares italianos. Madrid, Ediciones Siruela, 1993. Volumen en el cual Calvino selecciona y traduce de los diferentes dialectos la tradición fabulística popular recogida por los estudiosos del folklore en todas las regiones de Italia.

lecturas-11-elenebro(21) «El pájaro emplumado». En: El enebro y otros cuentos de Grimm. Volumen I. Selección de Lore Segal y Maurice Sendak. Ilustraciones de Maurice Sendak. Traducción de H. Dumpty. Barcelona, Editorial Lumen, 1989.


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9 comentarios sobre “Barba Azul. El realismo y el horror”

  1. Leibi Ng dice:

    ¡Excelente! Los felicito. Lo he copiado y linkeado en uno de mis blogs. Un saludo.


  2. Yolanda Ramírez dice:

    Me pareció un estupendo artículo. Además de que me lleva hacia nuevas lecturas. Gracias


  3. florencia y sayana dice:

    Somos alumnas de la carrera de nivel primario.Nos pareció un artículo sumamente interesante,ya que nos interesa mucho la parte de literatura, porque el año pasado, tuvimos la oportunidad de leer el libro «Viaje hacia los cuentos» de Alicia Barberis,el cual nos despertó mucho interés acerca de la literatura y de algunos cuentos propuestos como Barba Azul..saludos!


  4. sofia dice:

    no me gusto el cuento muy pero muy malo


  5. isA dice:

    ES MUY ABURRIDO


  6. juan sanchez enriquez dice:

    Desde méxico te admiramos y para nosotros eres una tea de la literatura para jovenes y niños,tu ensayo sobre barba azul nos ayudó para construir personajes comunes y corrientes en relatos de terror, estamos creando una antologia de cuentos de terror escrita por niños y para niños de escuelas primarias. Gracias.


  7. facu dice:

    esta página esta muy buena para leer y aprender cada día más


  8. Jeimy dice:

    Gracias .Buenísima página ,me ha ayudado mucho.


  9. Nelson Echeverria dice:

    Gracias por tu magnífico ensayo y por tu página en general.