“La ficción nos foguea en la emoción. Nos pone fuerte el ánimo. Nos pone fuerte la templanza, la imaginación.” Entrevista con la escritora Liliana Bodoc

Por Javier Flor Rebanal. » A decir verdad, cuando me puse a escribir “La Saga de los Confines” no pensé, no elegí conscientemente hacerlo para jóvenes. Pero parece que sí lo hice. De hecho, eso fue lo que dijo el editor, el único que se avino a “arriesgarse”, la palabra que utilizó, con la saga. A mí me puso tan contenta que empecé a pensar seriamente en la literatura infantil y juvenil, cosa que no había hecho hasta ese momento, algo que no me enseñaron a hacer en la Academia. Encontré ahí un mundo tan completo, tan impresionante y tan rico como el de la literatura sin adjetivos.» Se incluye la bibliografía de la autora.

por Javier Flor Rebanal

Fotografía de la autora: Fernando Calzada (Gentileza de Ediciones SM)

Una generación de escritoras argentinas —nacidas en las décadas de 1930 y 1940— pensaron en los niños y les dedicaron sus mejores obras. María Elena Walsh, Ema Wolf, Graciela Montes, Laura Devetach o Graciela Cabal tienen una muy estimable sucesora en una escritora santafesina —nacida en la década siguiente—que escribe desde las serranías preandinas: Liliana Bodoc.

Liliana Bodoc nació un día de julio de 1958 en la ciudad ribereña de Santa Fe. A los cinco años se trasladó a Mendoza, cerca de cordilleras y montañas, donde estudió y se licenció en Letras. Ejerció la docencia, tuvo dos hijos y con un libro bajo el brazo logró que en el año 2000 le fuera publicado Los días del Venado, la primera parte de una trilogía que cautivó rápidamente a los lectores de novelas fantásticas que esperaban ansiosos primero Los días de la Sombra (2002) y luego Los días del fuego (2004).

El éxito le llevó a seguir publicando otros libros para jóvenes, con alguna pequeña aventura literaria en los campos del teatro y los cuentos ilustrados para primeros lectores. La Saga de los Confines, título de la trilogía, cruzó fronteras, fue editada en varios idiomas y publicada en España por Edhasa. Premio El Barco de Vapor de Argentina 2008, sus libros son recomendados por el clásico “boca a boca”, ganando por este sistema miles de lectores en colegios, institutos y apasionados de la buena literatura.

Candidata al Premio Andersen 2010, podría recibirlo algún día cuando los jurados de las Tierras Antiguas sepan dónde están los confines de la fantasía, allá por el extremo sur de las Tierras Fértiles. Gran conversadora, es una escritora a la que le gusta reflexionar sobre su obra y su lugar en el mundo, un lugar que quiere llenar de historias que ayuden a entendernos.

—¿Cómo surgió en ti la escritora para jóvenes, la escritora de una saga?

—La verdad es que ambas cosas surgieron un poco por separado, porque, a decir verdad, cuando me puse a escribir “La Saga de los Confines” no pensé, no elegí conscientemente hacerlo para jóvenes. Pero parece que sí lo hice. De hecho, eso fue lo que dijo el editor, el único que se avino a “arriesgarse”, la palabra que utilizó, con la saga. A mí me puso tan contenta que empecé a pensar seriamente en la literatura infantil y juvenil, cosa que no había hecho hasta ese momento, algo que no me enseñaron a hacer en la Academia. Encontré ahí un mundo tan completo, tan impresionante y tan rico como el de la literatura sin adjetivos.

—La creación de una saga es algo difícil, largo. Tardaste casi ocho años en hacerlo. ¿Podrías contarnos cómo fue el proceso?

—Es algo complejo y también maravilloso. Si hablamos de todo lo que fue el trabajo bibliográfico previo, armar los continentes, las culturas con sus costumbres y sus modos de pensar, hasta sus “filosofías”; sí, más o menos ocho años. Es un trabajo de rompecabezas, un trabajo un poquito de demiurgo, de ir inventando un mundo. En mi caso particular debo decir que siempre estoy muy aferrada a lo histórico, a lo cultural, a lo antropológico. A veces me dicen —y lo agradezco— “¡cuánta imaginación!” y yo digo “cuánto robo”, cuánto hay tomado de lecturas previas.

—¿Fue difícil la creación de nuevos mundos?

Sí, es un trabajo meticuloso. A mí me gusta recalcar siempre que lo fantástico, lejos de carecer de lógica —un error en el que se suele caer— tiene que crear una lógica alternativa, para después aferrarse desesperadamente a esa lógica creada. Si no, caemos en las ñoñerías, en el relato pobre, mediocre, facilista. Hay que crear toda una lógica, y después guarda con apartarse. A mí eso me dio mucho trabajo pero me gustó más aún que la propia escritura.

—Se nota mucho el trabajo que tienes de localización geográfica. ¿Te esforzaste por hacer creíbles los lugares?

—Sí, por supuesto. Creo que una de las primeras cosas que hice fue armarme un mapa con sus ríos, montañas, valles, lo que fuere. Me sirvió mucho atenerme a esto cual si fuera una geografía real. Yo avanzaba en la escritura de la novela y llegaba un momento en que la montaña me molestaba prácticamente, porque tenía que avanzar un ejército y yo tenía una cordillera y… pensé: “saco a la cordillera, total…”. Después dije “no, esto no se hace; yo tengo que atenerme a la geografía que inventé”. Y doy mi palabra de que lo hice. Los ejércitos tuvieron que hacer grandes rodeos.

—La magia está ahí en “La Saga de los Confines”, magia buena, magia mala. ¿Qué es para ti la magia?

—La verdad es que para mí la magia es una cuestión seria. Quiero más o menos explayarme en esto para que no se me malinterprete. Sé que la magia cayó, en la redada del mercado, con otro montón de cosas. Sé que el pensamiento mágico, lo que ejerce la fascinación y la intuición, están muy degradados, muy malvendidos y muy mal comprados. Sin embargo, creo que el pensamiento mágico le ha aportado cosas importantísimas a la humanidad y se las sigue aportando. Pensamiento mágico en función de esto, de lo que está aún por descubrir, de lo muchísimo que la razón no puede explicar todavía, felizmente. Me parece que es una forma de conocimiento, que la razón conoce de un modo y la intuición y la fascinación conocen de otro. Y, de alguna manera, esas dos mitades van armando algo que se parece a la verdad.

—La ficción es el género que más has cultivado. Para ti tiene un potencial extraordinario. ¿Por qué lo utilizas?

—Creo que a la ficción no se le puede pedir todo. A veces se le pide que cambie el mundo, y me parece que es mucho para sus pobres espaldas. Pero sí creo que se le puede pedir mucho más. Se le puede pedir mucho más en la educación, se le puede pedir mucho más en el socorro, en el amparo de niños problemáticos, desde chicos con problemas psicológicos hasta chicos con problemas de salud; se le puede pedir mucho más en las familias; se le puede pedir mucho más en la historia individual de cada uno de nosotros. Porque a mí me parece que la ficción nos foguea en la emoción. Nos pone fuerte el ánimo. Nos pone fuerte la templanza, la imaginación; nos abre ventanas, nos hace ver cosas que de otra manera no veríamos jamás. Nos hace entender cosas que de otra manera no entenderíamos jamás. Y me parece que es muy poquito lo que se le pide en contra de lo muchísimo más que nos puede ofrecer, como individuos y como sociedades.

—¿Y qué se puede pedir a la ficción para niños?

—A la ficción para niños se le puede pedir que los apasione. Se le puede pedir que baje el dedito admonitorio de lo que se debe y lo que no se debe. Se le puede pedir que los maraville, que los deslumbre, que los asuste, que los haga reír, que los conmueva. Y se le puede pedir, básicamente, que les permita entrar en crisis. Una crisis acorde con su realidad, con sus fuerzas, con su musculatura, pero al fin, crisis. Y obviamente, transformación.

—La Historia está detrás de La Saga… y de algunos otros libros tuyos. ¿Te gusta situar en otras épocas el marco de tus novelas?

—Sí, me gusta la Historia, pero no escribo novela histórica; no lo he hecho hasta ahora y entiendo que difícilmente lo haré. En cambio, me gusta aferrarme a lo histórico para tergiversarlo. Tomar de lo histórico lo que me parece pertinente para la ficción. Sin embargo saber, aunque lo sepa yo solita, que atrás hay una carnadura histórica, a mí me conmueve más a la hora de escribir, que la pura y sola invención de mi cabeza. Me hace poner más ocupada y más seria en mi quehacer.

—Un premiado libro tuyo, El espejo africano —situado en la Argentina y en la España de hace 200 años—, incluía al general San Martín como personaje. ¿Te interesó esta época histórica?

—Sí, me interesó; porque también me interesa mucho la temática de la esclavitud, la esclavitud africana en este continente. Por ese lado apareció esta historia muy alejada del mármol y de la figura del prócer escolar. Aparece por ahí San Martín, aparece la Revolución de Mayo como generadora de revoluciones en los personajes, más que como un acontecimiento histórico. Hay quien me dice que desde “La Saga de los Confines” pasando por Memorias impuras y llegando a El espejo africano, existe una línea histórica cronológica que se puede seguir. Y por ahí tienen razón.

—En un libro tuyo —Diciembre, Súper Álbum— utilizas todos los mecanismos y estrategias del cómic. ¿Cuál es tu relación con la historieta, por qué esa inclusión tan bien entrelazada en una novela tuya?

—Esto también tiene que ver con algunas lecturas muy básicas. Mis hermanos leían las revistas El Tony y D’Artagnan. Yo leía la clásica Intervalo, que era para chicas, porque había comics amorosos. Y la verdad es que no fui demasiado más allá. Después sí, claro, leí El Eternauta, porque es obligación de un argentino que se precie, y algunas otras cosas por ahí, pero en realidad no soy cultora del género. Para este libro me fui a investigar acerca de la técnica del cómic. Hablé con dibujantes y me metí un poco en ese mundo para pasar sus códigos a la ficción narrativa.

—¿Cómo te lanzaste a escribir Cuando San Pedro viajó en tren, algo para niños más pequeños?

—En realidad me pasó que yo escribí esa historia sin tener en cuenta edades. A mí me cuesta mucho determinar este tema de la franja etaria, esta cosa que a veces para los editores es tan clara, tan matemática. Te dicen: “Pero por supuesto que esto es para niños de ocho a diez años”, y uno no entiende bien por qué. A mí me preocupaba el tema de la nostalgia, ¿qué les pasa a los chicos con la nostalgia? Me di cuenta de que los chicos tienen nostalgias, un montón de nostalgias. Conversando con ellos a propósito de esta pequeña historia, me di cuenta de que están perfectamente capacitados para interpretarla. La escribí bastante dudosa pero resultó que los niños pequeños la quieren.

—¿Cómo ves al bien y al mal en la actualidad, en tus historias y en el mundo?

—Puedo entender —y de hecho hago un trabajo por entender— que vivimos inmersos en los grises. Sé que es así, todo el tiempo es así, en mi vida, en la vida de mi vecino, en la política… Sin embargo, hay un lugar en el que a mí me gusta plantarme. Hay un tango que dice “El bien es bien y el mal es mal” y a mí me parece que es bueno que un hombre tenga un límite que no trasponga. Me preocupa mucho que el gris nos haga creer que todo es posible.

—Una frase tuya es “Hay que reconstruir las palabras”. ¿Puedes explicar un poco esta idea, sobre todo para el mundo infantil?

—A mí me parece que los adultos, y especialmente los docentes, tenemos que volver a pensar en las palabras como fundantes de la condición humana. Hay que volver a apasionarse con las palabras; las palabras pronunciadas, las palabras escritas, el origen de las palabras, el cambio de las palabras, la mentira de las palabras. Creo que nos estamos olvidando de que en realidad estamos hechos de eso, en gran medida. Y me parece que a veces uno habla de la literatura sin pensar que el paso previo, indispensable, es volver a enamorarnos de nuestra lengua y de nuestras palabras.

—Otro pensamiento tuyo: “Los niños y los jóvenes necesitan literatura”.

—¡Claro! Al niño hay que hacerlo tomar contacto con la palabra literaria, con la lectura literaria, que nada tiene que ver con la lectura utilitaria. A mí no me gusta que digan “Bueno, que lea alguna cosa, total por lo menos lee”. Me parece que no tiene nada que ver. La decodificación mecánica del código lingüístico la tenemos relativamente asegurada. Pero hay una lectura literaria que tiene que ver básicamente con desmontar barreras de sentido, con atravesar la denotación y llegar a lo profundo de la connotación, que —me parece— a los niños les hace mucha falta y que es una cosa que hay que apuntalar más en la educación.

—“La literatura posee poderes curativos”. Explícanos esta idea tuya, solución a muchos problemas humanos.

—Vamos a ir hilvanando cosas. Esto tiene que ver con el pensamiento mágico. Todo esto empezó una vez que yo, estando mal del hígado y siendo una persona propensa a asustarme mucho cuando no estoy bien de salud, tratando de apaciguarme a mí misma, además de los medicamentos, me recitaba una de las estrofas de la “Oda al hígado” de Pablo Neruda: “(…)/ de ti, / monarca oscuro, / distribuidor de mieles y venenos, / regulador de sales, / de ti espero justicia: / Amo la vida: ¡Cúmpleme! ¡Trabaja! / No detengas mi canto.” Y yo juraba y perjuraba —y sigo haciéndolo— que a mí eso me ayudó a curarme. ¿Y por qué no? Acá enlazamos con lo de la fascinación. A mí me parece que hay una curación también por fascinación. Y por belleza. Además me parece que está bastante comprobado que el arte en general —y la literatura en particular— ayuda, socorre a los enfermos, aún a los agonizantes. Yo siempre les pido a mis hijos y a mi esposo que si estoy agonizando, me lean, por favor, aunque todos les digan que no los voy a escuchar.

—Con esto llegamos a un tema que está en tus libros: la muerte. Mostrar la muerte a los jóvenes es algo verdadero, pero de la forma que tú lo haces es darles la realidad. ¿Por qué está tan presente la muerte en algunos de tus relatos y sobre todo en Los días de la Sombra?

—Se me aparece una primera respuesta, obviamente biográfica pero no por eso desdeñable; porque uno escribe también desde lo que le pasó. Tiene que ver posiblemente con la muerte de mi mamá cuando yo era muy chica. Y esto lo voy notando a medida que pasan los años. De manera que seguro que hay un momento de muerte, que fue un punto de inflexión en mi vida, como seguramente en la de cualquier niño al que le pasa eso. Pero a mí me interesa hablar de la muerte en función de apartarla de la pura individualidad. Se muere esta forma que soy, se muere esta organización molecular, pero esta organización se transforma en otras cosas. A mí me alivia mucho pensarlo de esa manera. Claro que no es un pensamiento mío, es un pensamiento milenario, que cuesta asimilar. Uno puede decirlo, pero de ahí a sentirlo… Pero me parece que hay que hacer un ejercicio en este sentido, y recordarse a uno mismo que uno es una organización transitoria, que felizmente nada nuestro, nada, se pierde. Todo va a volver de otra manera. Y me parece importante también presentar este concepto de la muerte a los chicos.

—También está un poco la Sombra, que no es la muerte pero es lo acechante.

—Claro, la Sombra es lo acechante, exactamente. De alguna manera tiene más que ver con esta concepción de la muerte como algo absolutamente indispensable para que exista la vida; es una concepción que no digo que no exista en otras culturas, pero a mí me llegó por el pensamiento aborigen americano.

—En tus novelas se nota mucho el trabajo que hay detrás, con muchos juegos de coincidencias a veces increíbles. ¿Te gusta esto de jugar con las coincidencias?

—Sí, me parece que es uno de los encantos más grandes de la literatura. En general no me dejo llevar demasiado por el instinto. La inspiración a mí no me va, no me sirve demasiado, me sirve a ratos. A mí me gusta en cambio el trabajo analítico previo, me gusta pensar, me gusta armar estas supuestas coincidencias que van a ocurrir. Me gusta entrelazar las tramas, saber que esto que digo acá en la novela va a resultar en aquello que voy a decir más allá. Y después de todo ese trabajo —que disfruto mucho— me largo a la escritura propiamente dicha. Ahí me relajo un poco más.

—¿Tienes un plan de escritura? ¿Cómo armas materialmente una novela?

—Soy bastante fóbica del orden; a mí me parece que uno va cambiando las fobias de lugar, al menos en mi caso. De hecho empezar a escribir me sacó lo fóbico de ordenar mi entorno, y por ahí me lo trasladó a ordenar mi texto. Yo compro un cuaderno; si voy a escribir esta novela, entonces compro un cuaderno para esta novela. En general empiezo esbozando el argumento; después los personajes, y los nombro. Y los pienso, y los describo muy a grandes rasgos. A veces hago toda una línea temporal, sobre todo cuando hay novelas como El espejo africano donde los tiempos se cruzan. Por ejemplo, me tocó hacerlo con Diciembre, Súper Álbum, adonde hay un diálogo permanente entre la historia del cómic y la historia de la novela. Lo hago todo de una manera bastante obsesiva. Me gusta que esté todo en un solo lugar y prolijo. Tengo que tener el dibujo de la novela. Cuando lo tengo, la entiendo. Y la puedo empezar a escribir.

—Ahora que ya tienes más de diez años de obra escrita, ¿qué quieres legar a tus lectores? ¿Una visión optimista del mundo?

—Sigo pensando que este mundo así no cierra. Que hay muchísimas posibilidades de que sea mejor, mucho más justo, mucho más humano. Y jamás dejo eso de lado a la hora de escribir. Jamás me desentiendo de este mundo, de la esperanza —utópica dirán muchos, y a mí me importa poco— de transformarlo. Jamás. Siempre pienso que escribir tiene que ver también con aportar para transformar el mundo.

—Gracias, Liliana.


Bibliografía de Liliana Bodoc

Los días del Venado. Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2000. Colección Otros Mundos. (También editado como Los días del Venado. Libro I de La Saga de los Confines. Barcelona, Edhasa, 2005. Colección: Fantasy Nebulae.)
Los días de la Sombra. Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2002. Colección Otros Mundos. (También editado como Los días de la Sombra. Libro II de La Saga de los Confines. Barcelona, Edhasa, 2006. Colección: Fantasy Nebulae.)
Diciembre, Súper Álbum. Ilustraciones de Luis Scafati. Buenos Aires, Editorial Alfaguara, 2003. Colección Juvenil Alfaguara, Serie Roja.
Sucedió en colores. Ilustraciones de Matías Trillo. Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2004. Colección Torre de Papel, Serie Torre Azul.
Los días del fuego. Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2004. Colección Otros Mundos. (También editado como Los días del fuego. Libro III de La Saga de los Confines. Barcelona, Edhasa, 2007. Colección: Fantasy Nebulae.)
Adiós a las puntillas, Portantos y Doña Cata y la gitana (teatro). Inédito (2004).
La mejor luna. Ilustraciones de Eugenia Nobati. Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2007. Colección Torre de Papel, Serie Torre Naranja.
Memorias impuras. Los padres. Buenos Aires, Grupo Editorial Planeta, 2007.
Reyes y pájaros. Ilustraciones de Matías Trillo. Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2007. Colección Torre de Papel, Serie Torre Amarilla.
Amigos por el viento. Ilustraciones de José Sanabria. Buenos Aires, Editorial Alfaguara, 2008. Colección Alfaguara Juvenil; Serie Azul.

Cuando San Pedro viajó en tren
. Ilustraciones de Valeria Docampo. Buenos Aires, Ediciones SM, 2008. Colección El Barco de Vapor; Serie Azul.
El mapa imposible. Buenos Aires, Editorial Alfaguara, 2008. Colección Alfaguara Serie Roja.
El espejo africano. Buenos Aires, Ediciones SM, 2008. Colección El Barco de Vapor, Serie Roja.
Presagio de Carnaval. Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2009. Colección La otra orilla.
El rastro de la canela. Amor y libertad en mayo de 1810. Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2010. Colección Narrativa histórica.

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20 comentarios sobre ““La ficción nos foguea en la emoción. Nos pone fuerte el ánimo. Nos pone fuerte la templanza, la imaginación.” Entrevista con la escritora Liliana Bodoc”

  1. teresa caballero dice:

    Todo excelente.
    Quisiera guardar este material en miblog titulado teresac831, no sé cómo hacerlo.
    O bien guardarlo en «Mis documentos»
    Gracias.
    Teresa


  2. Rossana dice:

    Felicitaciones a Liliana, por tener la sensibilidad para escribir y por supuesto de complementarlo con el estudio, se deja llevar por su instinto de escritora. Se nota que es muy positiva y me encantó ya que pone la literatura al servicio de la persona hasta para mejorarla como fue su caso cuando estuvo delicada del hígado.


  3. Javier dice:

    Hola, Teresa. Si quieres el texto de la entrevista te le puedo mandar en un archivo «word», pero en el archivo no está con el montaje e imágenes que ves aquí. Supongo que te pueda dar la solución Roberto Sotelo y la gente de la revista.
    Un abrazo.


  4. MARCELA dice:

    Mi admiración de siempre por Liliana Bodoc. La conocí por Los días del venado, y ya no pude dejarla. Una escritora exquisita.
    Gracias por la entrevista.
    Marcela.


  5. vicki dice:

    Hermosa entrevista! Hermosa Liliana!
    Muchas gracias.


  6. cloty dice:

    un placer enorme saber de esta mujer increible , genial ,la sigo , me emociona , me enseña, muchas gracias !!!!!


  7. Pilar Alberdi dice:

    Excelente entrevista.
    No he leído los libros de la autora pero espero que en mi próximo viaje a la Argentina pueda hacerlo.
    Un saludo.


  8. Mercedes Molina dice:

    Magnífica entrevista. Conocía a Liliana a través de mis colegas argentinas, pero este texto me ha hecho admirarla aún más como escritora y como persona.
    Un saludo.


  9. Isabel dice:

    No la conocía, pero en cuanto pueda, leeré algunas de sus novelas


  10. joel franz rosell dice:

    Nos conocimos Liiana y yo en su natal Mendoza, en una librería muy interesante cuyo nombre he olvidado. Fue eso en 2001 ó 2002, cuando yo vivía en Buenos Aires y yo acababa de descubrir su fabuloso «Los días del venado». Nos volvimos a encontrar una que otra vez en Buenos Aires, en las ferias del libro. Y una vez de regreso a Francia la recomendé fuertemente a mi editor parisino de entonces. Quiero creer que en algo contribuí a la traducción de la magnífica Saga de los Confines al francés. Pero quizás me gusta todavía más su ingeniosísina novela «Septiembre, super-album» (creo haberla comentado en mi sitio http://elpajarolibro.blogspot.com)


  11. Celeste dice:

    Hermosa entrevista!!


  12. Jaqueline González dice:

    Quiero sumarme a todos los comentarios presentes, porque realmente es una hermosa entrevista…porque hablar de Liliana Bodoc, es destacar a una prestigiosa escritora. Soy una profe de Lengua y Literatura, vivo en Hernando-Pcia. de Cba. y trabajo en nivel medio.Ya hace varios años que la Biblioteca escolar cuenta con la mayoría de sus libros. Los más chicos leen EL ESPEJO AFRICANO, una novela que toca al corazón del lector!! Con otros grupos hemos leído AMIGOS POR EL VIENTO, una serie de cuentos para leer con detenimiento, porque son para pensar, reflexionar y disfrutar!!!! Otra novela para destacar es EL MAPA IMPOSIBLE, entre otras. Creo, que en toda Biblioteca escolar no pueden faltar los libros de L.Bodoc. Toda mi admiración y reconocimiento hacia ella!!


  13. Roberto Sotelo dice:

    En Imaginaria nos sentimos orgullosos y honrados a la vez por la publicación de esta entrevista con Liliana Bodoc.

    Pasaron 10 años después de la aparición en nuestras páginas de los primeros capítulos de la novela (http://imaginaria.com.ar/05/2/venado.htm), a unos meses apenas de la edición del libro, y cuando el libro recién se difundía «de boca en boca» como comenta Javier Flor en la entrevista.

    En esa ocasión decíamos que Los días del Venado era un libro de los que no podía faltar «para llevar en la mochila a una isla desierta». Y ahora, 10 años después, seguimos pensando lo mismo; es más, pensamos que también es ideal para ponerlo al pie del arbolito. Y por eso este regalo navideño para nuestros lectores.


  14. Silvia dice:

    Le envío mis felicitaciones por La saga delos Confines. Me emocioné, me alegré, me divertí, sufrí con cada uno de sus personajes: Cucub, Kuy Kuyen, Tungur, etc. Soy abuela leecuentos y siempre llevo conmigo sus cuentos para niños. Hermosísimo Amigos por el viento. Mil gracias y Adelante


  15. andrea dice:

    Felicitaciones por la nota y gracias a Liliana por su escritura y también por sus conceptos sobre el mundo, la muerte, la vida. Me encantó lo de los «grises»
    Saludos, un abrazo para Liliana


  16. Ivan Pittaluga dice:

    Liliana es una gran escritora y una excelente persona. Siempre es un placer leer (o escuchar) sus reflexiones. Gracias por publicar este sustancioso reportaje. Un gran acierto.


  17. Cristina dice:

    Gracias Imaginaria y gracias a Liliana Bodoc por esta bella e interesante entrevista. Niños y adultos necesitamos alimentar nuestra fantasía y ver el mundo desde diferentes ventanas abiertas. Cuando nos separamos de esas ventanas , nuestra visión es otra. Eso lo logramos con Liliana Bodoc y con otros muy buenos escritores.
    Cristina


  18. Debi dice:

    Un excelente entrevistador, inteligente y a la vez documentado. Así, da gusto leer entrevistas.


  19. Silvina dice:

    Maravillosa entrevista!. Me devoré la saga de los confines, Presagio de carnaval y Memoiras impuras. Liliana Bodoq me parece una escritora exquisita. Amo sus relatos que destilan aromas, colores, sabores… me ha conmovido enormemente.
    Estoy desesperada por la continuación de Memorias Impuras!!. en la entrevista no hay ninguna referencia. ¿¡Alguien tiene alguna novedad?!. Gracias!!!


  20. juliana dice:

    Escritora que invita a enamorarse otra vez de la literatura. Sus libros, leídos minutos antes de entrar en el sueño, aseguran un buen descanso, pleno de viajes y ensoñaciones.