“Queremos ser los músicos que están con la gente”. Entrevista con Los Musiqueros

Por Karina Micheletto. Al menos dos características distinguen la propuesta de este trío: la más notoria en el repertorio, la incorporación de ritmos del folklore de diversas partes del mundo, que junto a los temas propios conforman un abanico musical distintivo para los chicos. Y lo que más se hace notar en los shows en vivo, el uso de una cantidad de instrumentos propios inclasificables como los globinetes, el chancletófono o el roperbass, que además de aportar sus sonidos dan un color especial a la puesta.

Por gentileza y autorización de su autora presentamos la entrevista publicada en el diario Página/12 (Buenos Aires, domingo 8 de mayo de 2011) a propósito de la celebración del 25º aniversario de Los Musiqueros, el trío dedicado a la música para chicos conformado por Teresa Usandivaras, Julio Calvo y Pablo Spiller.

En nuestra sección “Música”, los lectores encontrarán información sobre la discografía del grupo y varias canciones que gentilmente ofrecieron sus integrantes para escuchar y bajar.

por Karina Micheletto

Veinticinco años es mucho en la vida de cualquier artista o de cualquier grupo que se dedique a la música. Si ese grupo se dedica en particular a la música para chicos, el cuarto de siglo cobra todavía más importancia. Es que se sabe que no es el género más fácil de encarar, ni de continuar, ni en éste ni en ningún otro país. Pero aquí están Los Musiqueros, celebrando el aniversario redondo con la misma energía y con nuevas canciones, que ahora muestran en el disco Ronda. La presentación oficial de este nuevo trabajo —y, de paso, el festejo del aniversario— se realizó el domingo 8 de mayo de 2011, dentro del tradicional ciclo gratuito que lleva adelante el Momusi (Movimiento de Música para Niños) —movimiento del cual Los Musiqueros son fundadores (1)— en el Teatro 25 de Mayo de la ciudad de Buenos Aires.

Los Musiqueros son, hoy por hoy, la antropóloga, compositora y educadora Teresa Usandivaras, el compositor y “constructor de instrumentos” Julio Calvo —ambos están desde los inicios del grupo— y el “más nuevito” Pablo Spiller. Al menos dos características distinguen la propuesta de este trío: la más notoria en el repertorio, la incorporación de ritmos del folklore de diversas partes del mundo, que junto a los temas propios conforman un abanico musical distintivo para los chicos. Y lo que más se hace notar en los shows en vivo, el uso de una cantidad de instrumentos propios inclasificables como los globinetes, el chancletófono o el roperbass, que además de aportar sus sonidos dan un color especial a la puesta (2).

 

El chancletófono.

Con tanto tiempo transcurrido, ya hay al menos una generación de padres y de tíos que pasó de “ser llevado” a escuchar a Los Musiqueros, a llevar a sus hijos o sobrinos. Y ya hay, para Los Musiqueros, cambios perceptibles —que pueden describir— dentro de la escena local de música pensada especialmente para los chicos. “Cuando empezamos había muy pocos grupos de música para chicos, estaban las canciones de María Elena Walsh, el Pro Música de Rosario, Pipo Pescador, María Teresa Corral, Walter Yonsky y no mucho más, eran contados”, señala Usandivaras.

—¿Y a qué cree que se debía esa falta de interés?

—No estaba instalada esa idea de que había que pensar cosas especialmente para los chicos. De hecho, no había música para chicos de menos de cinco años. Para mí esto tenía un aspecto positivo, y es que lo que escuchaban hasta esa edad eran los cantos de las madres y las abuelas, no eran canciones hechas para ellos, pero sí un cancionero folklórico, criollo y de inmigrantes, riquísimo. Siempre me interesó recuperar eso para la infancia, tomar muchas de esas canciones que nos acompañaron a los más grandes en la infancia. Con el tiempo se fue especializando la educación preescolar y apareció todo un universo especialmente pensado para esta edad, en lo que respecta a la música: canciones cortas, que pudieran reproducir, que tuvieran que ver con las cosas que les pasaban a los chicos. Para mí son válidas las dos cosas, el repertorio familiar y el pensado especialmente para los chicos. De hecho, la creación de Los Musiqueros tiene que ver con mis diez años de trabajo en La Escuelita, una escuela de educación por el arte que ahora está en (el barrio de) Colegiales.

—¿Cómo fue eso?

—Tenía a mi cargo el área de música. Pese a que era bastante chica, recién recibida en el Collegium Musicum, empecé a experimentar, me dieron esa oportunidad. Quería mostrar la diversidad de voces de chicos, esa rica paleta de colores que pueden dar. Los chicos cantan y lo hacen muy bien, escuchémoslos: era la idea. Llegó un momento en que los padres también querían cantar con los chicos en la casa, así que grabé un cassette casero, para que se llevaran. Ese cassette empezó a circular y después se transformó en Jugamos a cantar, que grabé como solista. En un momento me invitaron a cantar en un teatro, pero no estaba preparada, no tenía un grupo, así que convoqué a Julio Calvo, que era maestro de talleres en la escuela, y así surgieron Los Musiqueros.

—¿Qué otra diferencia nota desde que empezaron a hacer música para chicos hasta ahora?

—En estos años se jerarquizó nuestro oficio, porque todos los grupos hacemos la mejor música que podemos. Que el interlocutor sea un niño no quiere decir que la música pueda estar mal tocada, simplificada. Lo que hay que darles es calidad: ésa es una idea que pienso que ya logramos instalar. También noto que la edad de los chicos bajó: cuando empezamos, los de 11 o 12 años podían ser buenos escuchas de nuestros discos, ahora ya están para otras músicas. Y paralelamente empiezan a escucharnos desde más chiquitos.

—¿Cómo sintetizaría la propuesta de Los Musiqueros?

–Proponemos una diversidad de músicas, de ritmos, que incluye canciones tradicionales y otras hechas por nosotros. Y también nos interesa la diversidad de instrumentos, ahí la pieza clave es Julio. La conexión con el público es muy importante: la participación de los chicos y de los adultos forma parte del hecho musical que proponemos. Nosotros podemos estar arriba del escenario, pero para compartir, para cantar y disfrutar todos juntos.

En este punto es cuando se suma a la charla Julio Calvo, el luthier que se da maña para crear un bajo a partir de un ropero, o un clarinete con tubos de PVC y globos de cumpleaños, o un banjo a partir de una lata de dulce de batata y la pata de una silla. Calvo dice que tiene el registro exacto del momento en que creó el primer instrumento: fue cuando su hija, que hoy tiene 25 años, estaba en la panza de su mamá. “Era un unicordio, hecho con una caja de habanos y unos travesaños que iba a usar para hacerle la cuna. Después le agregué otra cuerda y se transformó en bicordio. Lástima, porque me gustaba el nombre…”, se ríe. “Desde ese momento empecé a jugar e investigar con cuanto elemento sonoro pudiera fabricar. Lo hacía por placer, pero terminó convirtiéndose en un sello del grupo.”

Calvo es también responsable de un segmento en el programa Toco con todos, que a partir de julio emitirá el canal infantil Pakapaka, sobre historias de chicos que estudian música. Su segmento, por supuesto, es el de armado de instrumentos. El luthier de Los Musiqueros explica que estos instrumentos tienen que ver con la idea que intenta transmitir el grupo: “Elegimos llamarnos Musiqueros porque eso es lo que queremos ser, los músicos que están con la gente. Queremos cantar y tocar con los pibes y con la gente, y mostrarles, por ejemplo, que con una pava se puede hacer música, es también una manera de decir: ‘Ey, todos podemos cantar, todos podemos tocar un instrumento. La música no es sólo una cuestión de los músicos. La música está cerca, más a mano de lo que vos creés, basta con que vos tengas ganas de acercarte’”.

—¿Cómo es eso de hacer música con una pava?

—Nuestros instrumentos son de dos tipos. Están los que surgen a partir de la transformación de elementos de uso cotidiano: el chancletófono, por ejemplo, que son tubos de PVC afinados y golpeados con chancletas. Pero también hay formas de sacarles sonidos a esos elementos sin tener que transformarlos. A la pava la lleno con un poquito de agua, la soplo por el pico y la voy moviendo para sacar distintos tonos, sería una suerte de sikus. En este último disco también hacemos la “Jota de panderas” como se hacía tradicionalmente en Castilla y Aragón, golpeando las manos sobre una mesa. Con una mesa también se puede hacer música. Y en un tema anterior, “Andá a lavar los platos”, hice todo un tema instrumental, literalmente, con todas las cosas que se fueron acumulando un día que me daba fiaca lavar los platos.

 

Julio Calvo y su aguantelagaita (gaita hecha con un guante de cocina, globinetes y un inflador a pedal).

“Con la fiaca también se puede hacer música”, podría ser uno de los mensajes que acerca el grupo. Pablo Spiller, el tercer integrante de Los Musiqueros, no acuerda del todo con esta premisa, porque, por lo que cuenta, el trabajo de training que exige coordinar los sonidos de una mesa, o hacer arreglos para cucharas, coladores y globinetes, es arduo. “Integro también el Quinteto de Teresa (con el que interpretan ritmos latinoamericanos y del mundo “para grandes”), y éste es un trabajo distinto —dice el guitarrista—. En una formación común, cada uno es especialista en su instrumento, y la preocupación se limita a ensamblar y tocar lo mejor posible, a lo sumo arreglar. Acá también hay que entrenar disciplinas que uno no maneja tanto, es todo un desafío como músico. Y también es una conexión muy distinta con el público, el contacto con los pibes es muy especial”, resalta. Spiller lleva tres años de trabajo en Los Musiqueros y ya exhibe un orgullo: que su sobrino Manolo se haya pasado todas las vacaciones cantando los temas que hace el tío. Nada menos.

 

Pablo Spiller ejecutando el bicordio.


Cualquiera puede cantar

Teresa Usandivaras comparte su trabajo “para chicos” con el Quinteto con el que aborda un repertorio sin límite de edades (3). También con su trabajo como directora de coros y como educadora musical (escribió junto a Alicia Lurá el libro De quién es la música, publicado por Ediciones Colihue, sobre esta experiencia). Y también con su otra profesión, la de antropóloga especializada en un grupo de indígenas del Africa, los bosquimanos, que vive en el desierto del Kalahari. “Hice ocho viajes, el último en 2008, y traje canciones de los bosquimanos y de grupos vecinos, pero al principio no lo veía como algo relacionado con mi actividad musical”, cuenta. “Recién con el tiempo me di cuenta de que una y otra actividad están muy conectadas. Una amiga me decía: vos sos antropóloga del canto. Me parecía lindo como imagen, pero creo que recién ahora empiezo a unir las dos cosas, al menos en forma consciente.”

—Resulta interesante comprobar que algunos folklores que proponen, como las coplas del noroeste argentino o las canciones tradicionales del Africa, conectan inmediatamente con los más chicos.

—Tiene que ver con la propuesta que uno haga con esa música. Si los hacés participar, los chicos cantan, pero somos los grandes los que tenemos que proponerles cosas. Si el folklore está dentro de su horizonte de canciones, los chicos se enganchan, pero para hacerlo tienen que tener acceso, tienen que poder elegirlo.

—Como antropóloga habrá tenido también oportunidad de comparar las infancias de culturas muy diferentes…

—En el prólogo de mi libro hablo de esa experiencia, con una cierta tristeza por comprobar cómo la cultura occidental nos ha hecho perder la música como medio expresivo cotidiano. En los bosquimanos la música está en todas las cosas que hacen: para curar, para alegrar, festejar, para amamantar, para expresar tristeza. La música está. Cuando volví de mis primeros viajes sentí ese impacto al llegar a la gran ciudad: la música no estaba cotidianamente, nos han sacado esa posibilidad de comunicarnos con ella. Esa es un poco también la propuesta que tiramos: cómo podemos hacer que la música vuelva a ser parte de lo cotidiano, para todos, no sólo para los especialistas. Si todos tenemos voz, entonces todos podemos cantar.

 

Teresa Usandivaras en concierto.


Notas de Imaginaria

(1) Los Musiqueros son parte del grupo de músicos que en 1997 crearon el Momusi (Movimiento de Música para Niños), junto con María Teresa Corral y Daniel Viola entre otros artistas. Hoy el Momusi sigue trabajando en la difusión de la música de calidad para chicos y en el desarrollo de formas de autogestión de los grupos que realizan este trabajo. Ya es un clásico de la asociación el ciclo gratuito “La Música en Domingo”, que se realiza en el Teatro 25 de Mayo del barrio de Villa Urquiza (Triunvirato 4444, Buenos Aires). Página web del Momusi: www.momusi.org.ar.

(2) Para saber más sobre estos instrumentos informales recomendamos visitar Suena que te suena, el blog de Julio Calvo.

(3) Para encontrar más información sobre la trayectoria profesional y artística de Teresa Usandivaras hay que visitar su página web: www.teresausandivaras.com.ar.


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3 comentarios sobre ““Queremos ser los músicos que están con la gente”. Entrevista con Los Musiqueros”

  1. verónica dice:

    excelente. Que los chicos se sigan mereciendo música buena, pensada para ellos, y música no especialmente dedicada pero que forma parte del acervo cultural de generaciones por gente seria capaz de reirse y encarar la tarea con humor, es para festejar con chancletófonos, bicornios y demás


  2. LIDIA dice:

    Tuve la oportunidad de ver a este grupo el año pasado, en el Patio Olmos de Córdoba.
    Por su creatividad, y su respeto a la música folklórica, me parecieron excelentes.
    Mis nietos participaron, no querían que terminara…
    Y yo disfruté más que ellos…


  3. maría Cecilia Muñoz dice:

    Me encanta el folklór, no hay nada mejor que los representa como país