Pablo el artista

De Satoshi Kitamura. Reseña por Marcela Carranza. Pablo es pintor, y también es un elefante. Habrá una exposición en la que los artistas presentarán sus obras. Y es este evento el que origina el conflicto en la historia, ya que Pablo atraviesa un momento de crisis creativa. La frase “un sueño hecho realidad” se vuelve literal y, de manera sencilla pero efectiva, el límite entre sueño y realidad —aquí vinculado a la inspiración del artista— una vez más aparece transgredido en un libro de Satoshi Kitamura.Pablo el Artista
Satoshi Kitamura
Ilustraciones del autor
Traducción de Laura Emilia Pacheco y Marisol Ruiz Monter.
México, Editorial Fondo de Cultura Económica, 2006. Colección Los especiales de A la orilla del viento.

 
Pablo es pintor, y también es un elefante. Elefantes hay de todas clases, incluso uno cuyo cuerpo se compone de retazos de brillantes colores. Este es el caso de Elmer, el personaje creado por David McKee, eminente ilustrador para niños a quien está dedicado este libro de Kitamura. (1)

Elefantes, decíamos, hay de los más variados, pero el de esta historia tiene una particularidad: la de ser un pintor, profesión a la que su nombre quizá lo ha predestinado. Como suele suceder con los pintores, Pablo tiene amigos tan artistas como él. Con ellos se reúne en el Club de Arte de la calle Pezuña. Uno de ellos es muy hábil pintando autorretratos, es un león y casualmente se llama Leonardo. Completan el club: un hipopótamo, una jirafa y una cebra. Según muestra la ilustración a esta última parece gustarle la pintura abstracta, particularmente los dibujos hechos con rayas.

Habrá una exposición en la que los artistas presentarán sus obras. Y es este evento el que origina el conflicto en la historia. Pablo atraviesa un momento de crisis creativa. En la ilustración, agobiado y de brazos cruzados sostiene el lápiz con la trompa frente a un lienzo en blanco.

Pintar al aire libre puede ser la solución para su bloqueo, le sugieren los amigos. Pablo se dirige con sus materiales al campo y comienza a pintar. Luego, decide comer y se queda dormido. A continuación una serie de animales se acercan al lienzo, lo observan y ponen manos a la obra. Una oveja, que tanto nos recuerda a Cuando los borregos no pueden dormir (2); una ardilla; un pájaro; un jabalí y un enjambre de abejas deciden modificar los colores e incluir elementos en la pintura iniciada por el elefante. Los animales observan críticamente el trabajo realizado, pero aún no parecen satisfechos. Entonces llega el lobo, quien transforma la obra en un retrato colectivo.

“—¡Qué sueño tan extraño! Y, ¡qué cuadro tan hermoso!” —exclama el elefante al despertar— “¡Ahora sé exactamente qué hacer!”

Al reanudar Pablo la tarea, para sorpresa del lector, el lienzo ha vuelto a ser el mismo de antes, cuando los animales aún no habían intervenido en él.

En la exposición el cuadro de Pablo fue la sensación, pero los lectores sólo podremos verlo en la última ilustración. “Para Pablo éste era un sueño hecho realidad.”, señala el texto, y vemos en el lienzo la escena del lobo pintando a los animales reunidos junto a un roble.

Todo parece cerrar: lo sucedido una vez dormido Pablo, es parte de su sueño. Sin embargo hay algo que mantiene una brecha abierta: entre los animales invitados a la exposición, absortos frente al cuadro, vemos a la oveja, la ardilla, el pájaro, las abejas y el jabalí. Este último haciendo un gesto de complicidad, no sabemos si al lobo que está ingresando por la derecha, o si al propio lector.

Como sucede con aquel tigre en la ventana de la ilustración final de En el desván (3), lo que parecía ser un sueño, quizás no lo es. La frase “un sueño hecho realidad” se vuelve literal y, de manera sencilla pero efectiva, el límite entre sueño y realidad —aquí vinculado a la inspiración del artista— una vez más aparece transgredido en un libro de Satoshi Kitamura.


Notas

(1) Nota de Imaginaria: En nuestro número 160 (3 de agosto de 2005) publicamos una reseña sobre los libros de Elmer, el elefante multicolor creado por David McKee, a quien también dedicamos un amplio informe en el número 233 (3 de junio de 2008) de la revista.

 
(2) Kitamura, Satoshi. Cuando los borregos no pueden dormir. Traducción de Aurelia de Izquieta. Madrid, Ediciones Altea, 1995. Colección Historias para dormir. 

 
(3) Oram, Hiawyn (texto) y Kitamura, Satoshi (ilustraciones). En el desván. Traducción de Catalina Domínguez. México, Fondo de Cultura Económica, 1993. Colección Los especiales de A la orilla del viento. Existe una edición anterior, agotada y descatalogada, con traducción de María Elena Walsh. Buenos Aires, Hyspamérica, 1987; colección Veo-Veo, Mi primera biblioteca. Nota de Imaginaria: En nuestro número 50 (2 de mayo de 2001) publicamos una reseña sobre este libro


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2 comentarios sobre “Pablo el artista”

  1. Pablo el Artista « Corre con el Cuento dice:

    […] Reseña en Imaginaria. […]


  2. Angie Tatiana Correa Rojas dice:

    El cuento esta muy bonito y el retrato que pinto Pablo y los demas animales muy hermoso si me lo preguntan hablando de eso yo soy Tatiana en el nombre lo dise y si el libro yo ya lo
    ley porque en la viblioteca de mi colegio esta asi que si me lo preguntan si el libro esta demaciado chebre , lindo , hermaso , bonito y bacano