134 | RESEÑAS DE LIBROS | 4 de agosto de 2004

El maestro de las marionetas

PortadaKatherine Paterson
Traducción de Magdalena Holguín.
Bogotá, Grupo Editorial Norma, 1998. Colección Zona Libre.

Jiro, un adolescente japonés, es el protagonista de esta novela. La vida de Jiro y sus padres no es fácil, el hambre acosa la ciudad desde hace casi cinco años. Osaka es un hervidero de hombres y mujeres que claman por comida muriendo en las calles de hambre y de frío. Pero su familia es más afortunada que la mayoría; su padre, Hanji, fabrica marionetas que los titiriteros compran, "porque aún había comerciantes que continuaban engordando como buitres con los cuerpos famélicos de otros hombres; de no haber sido por ellos, él se hubiera convertido en otro de aquellos cuerpos famélicos". En la narración prevalece la mirada del joven protagonista, y es a partir de esa mirada, por momentos confundida e ingenua, que los lectores iremos conociendo el contexto social y político de la ciudad de Osaka. En el diálogo de los adultos aparece un personaje próximo a la leyenda que abre una brecha en esa dura realidad sin esperanzas: Saburo, el héroe del pueblo, un ladrón con su banda que se burla ingeniosamente de los ricos y las autoridades, para entregar el fruto de sus andanzas a los pobres. Jiro escucha hablar de Saburo y se produce en él una confusión de sentimientos que van desde la admiración a la duda moral. ¿Está mal ser un ladrón, si comparte con los pobres lo que roba? A esta pregunta de Jiro su padre responde: "—Siempre es malo ser un ladrón, así tu nombre sea Furukawa, el mercader de arroz, o Saburo el forajido. Sin embargo, mientras el gobierno no considere conveniente castigar al primero, debemos esperar que no atrape al segundo".

Este contexto enmarca la historia personal de Jiro, la relación con sus padres y consigo mismo. Jiro siente hacia su madre culpa y remordimiento, ella parece odiarlo y lo maldice por haber nacido. Este sentimiento de culpa de Jiro para con sus padres y el deseo de atenuar sus desdichas económicas lo llevan al Hanaza, el teatro de marionetas. Allí Jiro se inicia como aprendiz bajo las órdenes de Yoshida, el maestro titiritero. Se abre un nuevo mundo para Jiro, la misteriosa y por momentos incomprensible vida en el teatro. El espectáculo de marionetas se transforma para Jiro en un oasis que requiere de todas sus energías y le permite evadirse de esa otra realidad puertas afuera donde sobreviven sus padres. En ese mundo Jiro aprende la compleja técnica del manejo de las marionetas. Una vida con reglas implícitas, con códigos que Jiro deberá ir descubriendo. Dentro del Hanaza Jiro conoce a Kinshi, el hijo del maestro Yoshida, y se establece entre ellos una profunda amistad.

El teatro es el lugar del misterio, la magia y la belleza, pero la violencia y el sufrimiento fluye tras las puertas y penetra en su interior. El arte y la vida se entrecruzan de manera manifiesta cuando Okada, el recitador principal, escribe una nueva obra: El ladrón del Tokaido; una historia cuyo héroe, el inteligente Joman, se asemeja de "manera incómoda" a Saburo. A las funciones asisten los espías del gobierno y el mismo Saburo, quien reclama una representación gratuita para sus "súbditos", los pobres de la ciudad. Juego de espejos entre lo sucedido con las marionetas y las vicisitudes de los hombres. En el escenario Joman es traicionado por su mujer, así como muchos de los que asisten a la representación, incluida Isako, la madre de Jiro, sienten la tentación de traicionar a Saburo. El público se involucra en la obra; arte, vida y política se confunden.

En las salidas nocturnas para ayudar a su madre, Jiro es atacado por un ronin (*) y vive la proximidad de la muerte. Pero en la mente de Jiro el peligro resulta más irreal que las funciones del Hanaza.

"La escena parecía tomada de una función de marionetas. A Jiro le parecía incluso más irreal ¿Cómo podría ser asesinado por un samurai proscrito en la primera noche del Año Nuevo? (...) Un anciano podría morir, pero no él. Su vida apenas comenzaba."

Jiro teme a los pobres, siente rechazo por esa violencia desenfrenada que el hambre ha desencadenado en quienes ya no resisten la injusticia; pero a su vez sabe que su madre está entre aquellos que blanden antorchas y quieren derribar las puertas del teatro para saquearlo. Sin embargo, no sólo Jiro vive contradicciones; el autoritario Yoshida y el anciano Okada ocultan una segunda identidad, también su padre y casi todos los miembros del teatro. Misterio, enigma en el mundo de las marionetas y en el de quienes las manipulan. Hay en el hacer de los personajes algo de teatralización, de puesta en escena. El anciano ciego, el recitador Okada, confiesa a Jiro ser el maestro que maneja los hilos de Yoshida y de todos los hombres en ese teatro. Frente a la astucia y el hacer velado de los adultos encontramos el comportamiento impulsivo de los jóvenes. Kinshi actúa guiado por su corazón, al igual que Jiro quien no duda en poner en peligro la vida por su amigo. Así como en el espacio del Hanaza prevalecen las descripciones minuciosas de la vida cotidiana en el teatro, de los ensayos, los detalles de la representación teatral y de la manipulación de las marionetas, e incluso de los argumentos de las obras; afuera, en las difíciles calles de Osaka dominan el peligro y la acción. Jiro deambula por calles oscuras rodeado de "vagos nocturnos" y, hacia el final de la historia, la búsqueda de Kinshi en medio de la revuelta social y el caos, hace del joven el héroe que logrará medir sus fuerzas y encontrarse consigo mismo. Revelar quién es Saburo, leer los indicios que los personajes van dejando a su paso, es la tarea que desempeña el protagonista y con él, el lector. Pero el enigma trasciende al astuto bandido y la pregunta se extiende a la mayoría de los personajes; saber quién es cada cual, saber quién es uno mismo. Jiro descubre la identidad de los otros, pero también su propia valentía, su honor y fidelidad, e incluso al habilidoso titiritero detrás del débil y torpe Jiro.

El maestro de las marionetas ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil de los Estados Unidos en 1977.

Recomendado a partir de los 11 años.

(*) Ronin: Samurai proscrito que se dedica al pillaje.

 

Marcela Carranza


Foto de Marcela CarranzaMarcela Carranza es maestra y Licenciada en Letras Modernas de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). Como miembro de CEDILIJ (Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil) participó en el programa de bibliotecas ambulantes "Bibliotecas a los Cuatro Vientos" y en el equipo Interdisciplinario de Evaluación y Selección de Libros. Actualmente se desempeña como docente de literatura infantil en la Escuela de Capacitación (CePA) del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.


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