132 | RESEÑAS DE LIBROS | 7 de julio de 2004

PortadaEl teatro para niños. Del texto al escenario

Nora Lía Sormani
Rosario (Santa Fe, Argentina), Homo Sapiens Ediciones, 2004. Colección Leer y escribir.

"A pesar de su carácter efímero, el teatro no pasa sin dejar huella. Favorece en los niños una positiva formación humanista, convirtiéndose en un poderoso instrumento de combate contra el escepticismo, la ignorancia y la mediocridad propiciados por este apabullante siglo XXI."

Nora Lía Sormani

El teatro para niños es en este libro el objeto de exploración teórica, estética, artística y pedagógica, en tanto la infancia es considerada en todo momento como una etapa especial del desarrollo humano con sus características y necesidades singulares en un momento particular de la historia.

Nora Lía Sormani ha organizado en diferentes ejes temáticos su trabajo de observación y crítica del fenómeno teatral destinado a los niños y ha cubierto todos los items que habitualmente se presentan como interrogantes desde el campo artístico y docente. Presenta, con definiciones fuertes, el teatro como acontecimiento poético en el marco del convivio, ese ritual de encuentro de hombres y mujeres para entregarse a la ficcionalidad representada en un escenario. Su análisis es minucioso y está sostenido con aportes bibliográficos de reconocido valor académico; esto ubica al lector desde el primer capítulo en una obra de profundidad analítica y teórica.

Formuladas estas apreciaciones iniciales, la autora avanza hacia su objetivo: las formas que el teatro puede adquirir cuando su destinatario es la infancia. Apela para rearmar este otro campo conceptual a diferentes apreciaciones teóricas acerca de la infancia como construcción cultural e histórica y, por lo tanto, tendremos un público infantil diferente en contextos históricos diferentes.

"Creemos que el teatro para niños adquiere su entidad como tal en el acontecimiento de la recepción infantil. En el hecho de que los niños sean los receptores del texto espectacular o los lectores del texto dramático. Es el público o el lectorado infantil el que determina que una obra sea infantil o no lo sea a partir de su aceptación o su rechazo. Si los niños le dan la espalda a ciertos fenómenos teatrales, es porque estos no entran en las convenciones que cada época y cada grupo redefinen como teatro infantil."

La autora valoriza el teatro como una rica conjunción de artes diversas, la música, la literatura, la danza, el canto, el mimo, que brindan la posibilidad de sensibilización de los niños, quienes pueden vivenciar justamente una experiencia estética y reflexiva de incalculable valor en la construcción de su identidad. Desde esta visión, cuestiona las formas tradicionales, cargadas de prejuicios, que pueden considerarlo como un "arte menor" desconociendo su función generadora de valores dentro de la cultura nacional.

Estos conceptos se enriquecen con los datos de la historia del teatro para niños en Argentina y el aporte realizado por creadores de la estatura de Germán Berdiales y Javier Villafañe, quienes sentaron bases estéticas muy sólidas en sus fuentes originales. Y es también un deleite recordar la tarea de Sara Bianchi y Mané Bernardo, las dos grandes titiriteras que divirtieron y conmovieron a tantas generaciones de niños —y también de adultos— con la magia de sus creaciones que perfilaban el nacimiento de concepciones de infancia muy vanguardistas para ese momento histórico.

La galería de autores integra también a Roberto Aulés, Ariel Bufano, Hugo Midón, y desde allí el libro se abre a las innovaciones del momento presente, con rasgos salientes de una estética posmoderna de finales de siglo XX, inaugurando formas teatrales inéditas, variadas, sin cerrarse en ninguna escuela.

Pero el teatro para niños requiere de conceptos claros acerca de ese espectador tan singular. Por lo tanto, resultaba imprescindible un capítulo íntegro destinado a configurar ese campo conceptual.

De esta manera configura Nora Lía Sormani al niño espectador:

"El niño que recién asiste al teatro no tiene conciencia de la convención teatral, de que en la escena se funda un mundo paralelo al mundo y que él es un receptor de ese 'otro' mundo ficcional. Por eso cree que está en convivio con las criaturas del mundo poético, no tiene conciencia de su condición de espectador, vive el acto poético —la obra— como parte del mundo real."

Desde este punto de vista, el niño es considerado un espectador ideal porque vive el espectáculo desde sus emociones genuinas y no se ata a convenciones. Se integra o se distancia de la obra de acuerdo a sus propias convicciones, y esto lo convierte en el mejor crítico.

La escuela, más precisamente el aula, aparece en el desarrollo minucioso de espacios en los que el hecho teatral puede ocurrir. La institución educativa puede contribuir a la formación del niño espectador, apuntando a su formación crítica y sin dejarse domeñar por pautas pedagógicas convencionales y rígidas. El teatro en el aula será un fluir: movimientos, palabras, escenografías, que sostengan el placer por el espacio poético, por el convivio.

La inclusión de una entrevista a Hugo Midón dentro del libro otorga un toque vivo; de una claridad y espontaneidad saludable, un rasgo tan distintivo de este reconocido autor. Las preguntas planteadas por la autora permiten una recorrida por las diferentes puestas teatrales de Midón y, simultáneamente, constituyen una exploración de los dispositivos propios de la comedia musical con los riquísimos aportes de Carlos Gianni, un señor de la música para niños.

La obra se completa con una cuidadosa explicitación de criterios de selección en los que se pone el acento en el rol del adulto:

"La selección es una práctica por necesidad y es intransferible. Si seleccionamos espectáculos para los chicos es para orientarlos en el camino de elaboración de sus propios criterios de selección. Ya llegará el día en que podamos confrontar con ellos nuestras respectivas argumentaciones críticas, nuestras respectivas elecciones."

La inclusión del texto completo de obras teatrales infantiles refuerza estos conceptos y permite al lector ingresar a los aspectos puntuales de un posicionamiento acerca del tema desarrollado en los capítulos anteriores. De este modo, funcionan como ejemplos El niño de papel de Ana Alvarado, y dos obras de títeres de Patricia Suárez —El Talk Show de la Cigarra y la Hormiga y Oberón, rey de los elfos—, todas obras con marcada densidad ética y que se potencializan como ricas construcciones de espectáculo teatral y titiritesco respectivamente.

El cierre de la obra, exactamente el capítulo 10, es una propuesta didáctica para el docente. Se puntualiza un recorrido posible con los alumnos, y se abre una variada gama de actividades para posibilitar la acción, la reflexión y la creatividad de los participantes.

El libro de Nora Lía Sormani ha llegado en un momento oportuno de nuestra historia cultural, un momento en el que la infancia está en el centro de nuestro proyecto como país. Y el arte es el espacio de construcción de hombres y mujeres capaces de alzar su voz crítica, ejercer sus derechos democráticos, vivenciar sus emociones como parte vivificante de la identidad humana. Podemos compartir con la autora estas palabras:

"A la par que los divierte, (el teatro) va desarrollando en los niños una formación humanística que los torna seres más nobles y sensibles."

Lidia Blanco


Lidia Blanco (gelmanear@yahoo.com.ar) es Profesora de Lengua y Literatura (Universidad Nacional de Buenos Aires) en enseñanza media, normal y especial, y Especialista en Literatura Infantil y Juvenil. Fue Profesora del Seminario de Literatura Infantil en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires, desde 1988 hasta 1996.

Es coautora y compiladora de los libros Los nuevos caminos de la expresión (Ediciones Colihue, 1990), Literatura infantil. Ensayos críticos (Ediciones Colihue, 1992), Cuentos Primer nivel (Ediciones Colihue, 1978) y El puente sobre el río (Ediciones Colihue, 1980. Colección El Pajarito Remendado).

Participó en distintos congresos de Literatura Infantil y Juvenil nacionales e internacionales.

En 1998 recibió el Premio Pregonero, otorgado por la Fundación El Libro, por su trayectoria como Especialista en Literatura Infantil y Juvenil.

Actualmente es Profesora de Teoría de la Comunicación en la Escuela de Arte "Leopoldo Marechal" en La Matanza (provincia de Buenos Aires) y colabora en diversas publicaciones especializadas: Espacios de Lectura, del Fondo de Cultura Económica de México; revistas La Mancha e Imaginaria.


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