94 | LECTURAS | 22 de enero de 2003

"Conocer es resistir"
Entrevista con Leonardo Moledo, Director del Planetario de la Ciudad de Buenos Aires

por Gisela Grunin

Entrevista publicada en el suplemento Cableniños (Télam-UNICEF), Buenos Aires, 8 de enero de 2003.

Foto de Leonardo MoledoMatemático, docente en Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Buenos Aires, investigador del CONICET, escritor y periodista científico, Leonardo Moledo (foto) dirige hace dos años el Planetario "Galileo Galilei" con una gestión que logró recuperar su vitalidad y abrió un espacio de cultura y conocimiento gratuito a sectores que antes no tenían acceso, por cuestiones físicas —ciegos, sordos, hipoacúsicos y niños internados en hospitales e institutos— o sociales —barrios pobres y sectores aislados—.

El autor de libros de ciencia para niños como La Evolución, El Big Bang y La relatividad del movimiento —que se valen de historietas, poesías y canciones populares para transmitir las leyes del mundo científico— dialogó con Cableniños sobre la actividad de la futurista esfera que se alza en los bosques de Palermo hace casi 35 años e invitó a "resistir a la crisis pensando".

En el último tiempo, el Planetario ofreció muchas actividades y espectáculos gratuitos. ¿Qué rol cumple en momentos de crisis un espacio como este?

Es curiosísimo lo que pasó este año: hubo una explosión cultural, la gente llenó los teatros y se refugió en las actividades culturales para sobrellevar todo lo que nos ocurre.

Nosotros, desde la Secretaría de Cultura porteña, acompañamos este proceso, porque creemos que se puede derrumbar todo pero las constelaciones seguirán estando ahí.

Hay historias de teatros en los guetos, de poetas escribiendo durante las guerras, o la ciudad de Leningrado sitiada y tocando la sinfonía de Shostakovich. Nos enseñan que resistir es pensar y que cuando todo parece derrumbarse, lo que nunca podrán prohibir es pensar. En Argentina estamos en un momento de exclusión, y la única manera de luchar contra eso es pensando. Conocer es pensar, así que tenemos un teorema: "conocer es resistir".

¿A qué apunta hoy la propuesta del Planetario para los niños y para los adolescentes?

Para los adolescentes todavía no le encontramos la vuelta. Sería interesante que ellos también descubran lo excitante que es el conocimiento, lo que la ciencia puede decir acerca del mundo y de ellos. Los adolescentes están buscando su lugar en el mundo, y creo que es bueno que sepan cómo es ese mundo.

Por las 130 mil personas que visitaron el Planetario en las vacaciones de invierno pareciera que resulta más fácil interesar a los niños en estas cuestiones...

Sí, con los chicos está más instalado que los padres los lleven a espectáculos. Acá tratamos de introducir una idea sobre la astronomía y la ciencia, mostrarles que el universo es complejo y hermoso, que es un mecanismo complicado, pero que está movido por engranajes muy simples.

¿Qué esperan que vivencien los niños que los visitan?

No es importante que recuerden las leyes pero sí que tengan una idea de nuestro lugar en el mundo, de la potencia del pensamiento y la imaginación, que se asombren y que se interesen por la ciencia como una de las guías exploratorias del mundo.

Queremos transmitir ese encanto y esa sensación extraña que se produce al cobrar conciencia de la pequeñez frente al mundo, porque nosotros somos una pizca en la historia de la Tierra. Nuestra especie no es ni la más importante, poderosa, ni perfecta. Al fin y al cabo, no somos la especie dominante: lo son las bacterias, que son mucho más exitosas que nosotros.

¿La divulgación científica puede convertirse en un espectáculo educativo y a la vez divertido?

Mucho de lo que se conoce como comunicación pública de la ciencia trata de disfrazarla y pasar de contrabando, por ejemplo, a la ley de gravitación. Para nosotros, la ley de gravitación es interesantísima. No hay nada que inventar. El mundo está lleno de tanta magia como El Señor de los Anillos y el espectáculo lo pone el universo, que tiene recursos mucho más grandes que cualquier teatro o efecto especial.

Además, venir al Planetario no es una extensión de la escuela; es como ir a un concierto. La idea es abrir a los chicos hacia la belleza del conocimiento como una forma más de la cultura. Se piensa que si van a la ópera se les muestra cultura. Bueno, cuando nosotros mostramos el cielo, también. La ciencia como cultura es un concepto que no está muy instalado.

Usted presenta a la ciencia como algo simple y al alcance de todos. ¿Es realmente así?

La ciencia es un gran relato que el hombre se cuenta a sí mismo sobre el mundo y que el mundo le cuenta al hombre sobre él. Para mí tiene tanta fuerza y belleza como los relatos mitológicos. Pensar que el universo empezó con una gran explosión, que se fue desplegando en gases que se concentraron en estrellas que explotaron y dieron lugar a otras, tienen un encanto muy parecido al de los mitos.

Se piensan que son cosas difíciles y complejas de entender que sólo están en manos de los científicos. Eso es falso. De hecho en el programa del colegio secundario se explica casi toda la ciencia que se conoce hoy en día, pero arrasan con todo su misterio.

Este año el Planetario organizó funciones para ciegos, sordos e hipoacúsicos, y acercó sus telescopios a nuevos públicos. ¿Cómo resultó la experiencia con estas poblaciones que antes quedaban excluidas de acceder sus actividades?

Primero, fue cumplir con el derecho que todos tenemos a conocer los resultados científicos. Por otro lado, cuando decimos que la ciencia es para todos, decimos todos: los ciegos, los hipoacúsicos, los que están en la villa, en el hospital o en el (Instituto Luis) Agote. Todos.

¿Qué rescata en particular de la visita a los jóvenes internados en el Instituto Luis Agote que realizaron el mes pasado?

Pidieron que volviéramos. Pienso que para una persona que está encerrada entre cuatro paredes asomarse al universo es una vía no prevista. Siempre digo que luego de mirar por un telescopio uno ya no es el mismo, porque vio lo que no se ve a simple vista: por ejemplo, hay momentos en que debajo de Júpiter se ven tres lunas alineadas, pero después se las ve movidas. Es impresionante, como capturar el funcionamiento del mundo. Estas leyes no tienen que ver con las leyes mezquinas que nos atan a ciertas situaciones. Son más poderosas y universales. Y se pueden llegar a entender.


Gisela Grunin (ggrunin@teletel.com.ar) es periodista e integra la redacción del suplemento Cableniños.

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