82 | LECTURAS | 31 de julio de 2002

"Demasiadas cosas prohibidas" en la literatura infantil
Entrevista con Gustavo Roldán

por Natalia Calisti

Entrevista publicada en el suplemento Cableniños (Télam-UNICEF), Buenos Aires 17 de Julio de 2002.

Foto de Gustavo RoldánEl escritor chaqueño Gustavo Roldán (foto) es el "Pregonero de Honor 2002", máxima distinción con que la Fundación El Libro homenajea a los principales difusores de la literatura infantil y juvenil por su "vocación persistente y a veces silenciosa en diferentes ámbitos de la actividad".

Roldán nació en 1935, en el monte chaqueño, donde los cuentos se narraban en las rondas de mate, en el asado o alrededor del fogón. Es licenciado en letras de la Universidad de Córdoba, hace años que vive en Buenos Aires y recibió varios premios por su obra —entre ellos, el Konex 1994— que, entre otros libros, incluye El monte era una fiesta, Cuentos que cuentan los indios y Dragón.

¿Qué significado cobran los premios para un escritor como usted, que recibió muchos y muy importantes?

Por suerte, hay cosas a las que uno no se acostumbra nunca. Uno podría suponer que después de haber recibido algunos premios, los que siguen lo van a movilizar menos, pero la verdad es que te sigue pasando lo mismo que con el primero: te llenás de alegría, no por la importancia que tengan los premios, sino porque es un

estímulo y en un país en el que faltan tanto los estímulos y tienen tan poca importancia la literatura y el arte, estos pequeños empujones sirven de mucho.

Escritor, carpintero y aprendiz de mago. ¿Cómo se combinan profesiones y oficios tan distintos?

Son combinaciones perfectas, a pesar de que hay una larga tradición en la se desprestigia el trabajo manual. La carpintería es de una nobleza enorme: transformar un pedazo de madera en una mesa, una silla, una cama es una experiencia muy linda.

¿Y la magia?

A la magia la descubrí en un circo de pueblo; yo quería ser trapecista o mago. Con los años me fui olvidando de ese deseo y lo dejé para más adelante, hasta que cumplí los 60 y me di cuenta de que ya no podía dejar nada para mañana y tenía que hacer lo que quería de chico: para trapecista se me había hecho un poco tarde, pero para mago, no, y me inscribí en una la escuela de magia.

En sus primeros cuentos, como en la mayoría de sus obras, los animales son protagonistas, sus "amigos de la infancia" como los describió en más de una oportunidad. ¿Todos sus relatos son recuerdos de su niñez?

Una parte muy importante de ellos sí: los animales aparecen una y otra vez en todos mis libros, pero las problemáticas que viven son las del hombre cotidiano. Es una mezcla entre la infancia de ayer y la realidad de hoy.

En una entrevista usted dijo que los animales pueden decir cosas que a los personajes humanos no se les permite. ¿A qué cosas se refería?

Estos personajes tienen más permisos. Vivimos en un mundo lleno de prohibiciones, con demasiadas limitaciones sobre lo que se puede o no hacer, lo que se puede o no decir. Y de pronto, un piojo, un sapo, un coatí, escapan a la censura y marcan una distancia que me es muy útil para quebrar lo prohibido. Demasiadas

cosas están prohibidas...

¿Cuáles son los temas tabúes en la literatura infantil?

El sexo, la muerte, las malas palabras, los grandes temas que les interesan a los chicos, ...la política. Vivimos en un mundo de políticos perversos que aparecen todos los días en los diarios y de eso nadie habla con los chicos.

¿Aún en democracia hay cosas que no se pueden decir?

¿Hay democracia en un mundo en el que un grupo minoritario es dueño de todo el poder y la riqueza y los pobres son cada vez más?

Eso no es democracia. Seguir llamándonos país democrático es una mentira total y a los chicos se les enseña en las escuelas que nuestro país es un país democrático...

¿Hay censura?

La censura se ejercita de maneras muy perversas, porque está oculta. Un libro que queda en el cajón de un escritorio y no puede ser ni visto ni leído por ningún niño, no existe. A lo mejor las autoridades de la escuela lo compraron por error y encontraron en él una palabra que no les gustó y lo esconden.

Y esa censura es mucho más grave que la censura pública, porque una prohibición abierta permite una reacción y aquí no se prohíbe nada sino que se esconde. Y frente lo oculto no hay defensa posible.

Hace 3 años, cuando publicó su libro de cuentos Dragón, usted dijo que estaba escribiendo historias sobre seres fantásticos, sirenas, basiliscos y personajes mitológicos. ¿Qué ocurrió con esos relatos?

Tengo el libro sin terminar; sigue en marcha. Aún sigo buscándo las formas justas. Los cuentos que yo escuchaba en el monte, contados por los peones en la rueda del mate, eran cuentos para todos: ni para chicos ni para grandes, para todos. Encantar a niños y adultos con un relato sencillo e inteligente es una de las cosas más difíciles de hacer que espero lograr alguna vez.


Natalia Calisti (natycali@hotmail.com) es periodista e integra la redacción del suplemento Cableniños.


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Autores: Gustavo Roldán

Publicaciones: Suplemento Cableniños (Télam-UNICEF)