76 | RESEÑAS DE LIBROS | 1° de mayo de 2002

La mujer vampiro

María Teresa Andruetto
Ilustraciones de Lucas Nine.
Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2001. Colección Cuentamérica.

Portada de "La mujer vampiro"

"Viejas como el miedo, las ficciones fantásticas son anteriores a las letras."

Adolfo Bioy Casares (1)

Los cuentos de miedo ocupan una buena parte de los relatos tradicionales en todas las culturas. Quizás, como señala el prólogo de La mujer vampiro, porque "las historias de miedo nacen de la necesidad de hablar de esos miedos, de enfrentarlos a través de las palabras".

Los cuentos de La mujer vampiro construyen para el lector un mundo cercano, identificable en la "realidad" (2), poblado de elementos familiares. En ese mundo cotidiano irrumpen seres sobrenaturales o fenómenos inexplicables, en muchos casos originarios del relato de la tradición oral, como sucede con El Miquilo en "Tatita, córteme las uñas". Éste y "Un viaje en taxi" tienen a Felipe por narrador. El lector se familiariza con el niño hincha de Belgrano que acompaña a su tío Manolo en el taxi, transitando lugares representativos de la ciudad de Córdoba. El tío Manolo puede predecir el destino de cada viaje, conoce su profesión y su ciudad. Pero aún en la ciudad conocida hay avenidas desiertas, y una extraña mujer vestida de blanco con un ramo de flores rojas como una mancha de sangre. En un mundo doméstico y creíble sucede un hecho increíble, irrumpe lo inexplicable, el fantasma.

"Tatita córteme las uñas" es una recreación de relatos populares con El Miquilo, un diablo autóctono de las sierras cordobesas, como personaje. Esta segunda historia de Felipe derrumba las certezas del padre escéptico que no creía en "cosas raras".

En "El guante de encaje", también basado en un cuento popular y ambientado en el paisaje de la llanura cordobesa, el fantasma de una joven deja constancia de su paso por el mundo de los vivos a través del objeto olvidado. A la inversa, en "La mujer vampiro" una persona común es confundida con un ser sobrenatural, y en torno al mito surge la leyenda popular. Se desdibujan así las diferencias entre lo real y lo imaginario.

Con el personaje de Doña Rosa la Lonera, en "Los sueños de José" ingresa la locura como otro elemento habitual del relato fantástico que nos arrastra fuera de los límites de la racionalidad. En este cuento se transgreden las fronteras entre el sueño y la vigilia a través de las marcas que los diabólicos latigazos dados en sueños, dejan en el cuerpo del niño.

También en "Una sombra negra" el sueño será el espacio del mundo fantástico. En la pesadilla que se repite cada noche, un niño al que se le ha muerto recientemente su madre, se ve atraído por una enorme sombra que no llega a revelar su identidad. La voz de su madre en el teléfono previniéndolo de las consecuencias fatales del sueño, provoca la coexistencia de planos habitualmente irreconciliables: sueño-vigilia, vida-muerte.

En "Albóndigas de pescado", el último cuento del libro, el pícaro resulta burlado por el propio fantasma. Se reúnen de este modo el humor y lo sobrenatural.

Enmarcados en la colección "Cuentamérica", en los cuentos de La mujer vampiro hallamos elementos del relato tradicional, en sus personajes sobrenaturales, en la recreación del cuento popular... Junto a estos elementos de la tradición oral el lector descubre nombres, personajes, lugares geográficos, objetos identificables con su realidad cotidiana. La irrupción de lo extraño o sobrenatural en el mundo conocido produce el efecto propio del género fantástico: la desarticulación de las seguridades a partir de las cuales percibimos la realidad. En la coexistencia de mundos irreconciliables, lo conocido, lo rutinario revela roturas y brechas por las que asoma lo desconocido, lo inquietante, lo siniestro. Los lectores se adentran así en las características propias de un género en el que miedo no se limita a la enunciación de personajes, acciones o lugares del terror.

En palabras de Ana María Barrenechea, en el relato fantástico "se postula la realidad de lo que creíamos imaginario y por lo tanto la irrealidad de lo que creemos real. Por deducción lógica o por contagio del mundo del misterio se llega a dudar de nuestra propia consistencia". (3)

Recomendado a partir de los 10 años.

Marcela Carranza


Notas

(1) Adolfo Bioy Casares. "Prólogo" en Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Silvina Ocampo, Antología de la literatura fantástica (1940), Bs. As., Sudamericana. 1996.

(2) Los cuentos de La mujer vampiro tienen por escenario explícito la ciudad capital, otros paisajes y localidades de la provincia de Córdoba.

(3) "Ensayo de una tipología de la literatura fantástica", en Revista Iberoamericana 38, N° 80, julio-setiembre 1972, pags. 391-403.


Marcela Carranza es maestra y Licenciada en Letras Modernas de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). Como miembro de CEDILIJ (Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil) participó en el programa de bibliotecas ambulantes "Bibliotecas a los Cuatro Vientos" y en el equipo Interdisciplinario de Evaluación y Selección de Libros. Forma parte del grupo de estudio La Nuez, en el área de la literatura infantil y juvenil.


Artículos relacionados: