59 | LECTURAS | 5 de setiembre de 2001

Un libro para chicos
Ingredientes y cocción

por Istvan

Tómese un libro para chicos. Los hay pequeñísimos y gigantes. De muchas hojas y de muy poquitas. En colores y en blanco y negro. Duros y blandos.

Cualquiera sea, el que más le guste (¡o tome todos si su corazón de niño se lo manda!), y déjese guiar por su instinto infantil.

Hojéelo. Véalo. Léalo. Delo vuelta. Manoséelo.

Escóndase de la mirada del librero, bibliotecario, repositor de shopping o desconcertado/a marido/esposa, según dónde esté... y huélalo y lámalo, que los libros para chicos también tienen gustito... y permítase acariciar con los dedos esa princesa rubia que lo espía por el balcón de Palacio o ese príncipe azul que la enamora desde su corcel.

Después de haber desempolvado su niñez, refrescar y alertar su mirada, y transparentar su corazón.

Después. Recién después. Acuérdese de que es docente y que puede educar a partir de él.

Ahora ubíquese como docente al lado de su ser infante, vuelva a mirarlo y reconozca sus partes:

La tapa y la contratapa usted ya sabe cuáles son... ¿sabía que junto a sus respectivas retiraciones forman la cubierta? La retiración de tapa es la parte de atrás de la tapa, la retiración de contratapa la parte de adelante de la contratapa. Todo esto está unido por el lomo del libro, que puede ser amplio o simplemente una doblez con ganchitos.

La tapa contiene el título del libro y los autores: el escritor y el ilustrador, y la mayoría de las veces también figuran el logotipo y el nombre de la editorial, la empresa que se encarga de la publicación. Estos mismos datos figuran en el lomo, cuando el espacio lo permite.

La contratapa muchas veces contiene una sinopsis del texto del libro, o una invitación a la lectura, o los datos de los autores, o una imagen significativa que también opera como sinopsis de la ilustración... o a veces contiene todo junto... o a veces nada, ¡qué le vamos a hacer... todo es relativo!

Con la cubierta ya bien manoseada pasamos al interior, ¿no le vuelve a dar un placentero cosquilleo?: es el espíritu de los libros, esa parte fundamental que se lleva tan bien con usted porque se conocen desde que los embadurnaba con dulce de leche a la hora de la tomar la leche...

A veces, en ediciones lujosas y de tapas duras, hay una guarda: una página suelta pegada a las retiraciones y continuándose en lo que pasan a ser la primera y la última hoja del libro, que a veces son un papel distinto al resto del libro o a veces están impresas a la manera de un papel estampado. La guarda es distinta al resto del las páginas del libro porque no pertenece a ningún cuadernillo.

Por cuadernillo se agrupan las páginas interiores. Cada uno tiene 16 páginas (u 8 hojas si así lo prefiere). Mire el libro desde arriba y lo va a notar sobre todo si es un libro encuadernado mediante el sistema de cosido. Note que cada uno tiene, seguramente, 16 páginas.

Esto se debe a que el libro se imprime sobre un gran papel llamado pliego, en el que entran justamente 16 páginas del libro acomodadas como para que después se plieguen y formen un cuadernillo.

Por eso la cantidad de páginas de los libros generalmente es múltiplo de 16: un libro de 16 páginas estará formado por un solo cuadernillo, uno de 32 por dos cuadernillos, uno de 48 por tres cuadernillos, etc., etc.

Las páginas interiores pueden empezar por una página totalmente en blanco o directamente por la portadilla, donde figurarán casi siempre los mismos datos que en la tapa.

Atrás de la portadilla vendrá la página de créditos, donde figuran muchos datos también importantes, como el nombre del diseñador del libro (quien hizo el diseño gráfico), el armador (quien, según las órdenes del diseñador, compaginó los textos y las ilustraciones), dónde fue impreso, la dirección de la editorial, etc., etc.

No sé qué libro haya usted elegido para seguirme pero ¡no se ponga nervioso/a si faltan o sobran cosas de las que yo enumero!, todo lo dicho se cumple en la mayoría de los casos... Pero, a veces, antes hay páginas que se agregan con otros datos (título de colección, códigos especiales que el libro tenga, ¡qué se yo!) o ¡páginas que brillan por su ausencia! (puede encontrarse los créditos impresos en la retiración de tapa, por ejemplo, como un mecanismo de ahorrar papel en ediciones rústicas)... o sea, todo es posible.

Pasados los límites de la portadilla ¡empezará el cuento! Las páginas interiores contienen el texto y las ilustraciones... pero antes de hablar de esto termino con las partes del libro, así que ¡vaya a mirar el final! (el del libro me refiero... no el del cuento): en la última página está el colofón, donde constan los datos de la imprenta y su dirección, junto a la cantidad de ejemplares impresos.


(Haga click en la imagen para verla más grande y leer los epígrafes e indicaciones.)

Supongamos que usted es una maestra de Primer Ciclo, y si a esta altura está pensando en hacerles hacer un libro a sus alumnos, estará preguntándose qué hacer con la palabra "colofón" ante sus chicos; que con toda inocencia le replicarán que algunos tienen pero otros no, otros tienen termotanque... bueno, con la palabra "colofón" no haga nada, guárdela... pero si puede, invítelos a poner en la última página los datos de la señora que hizo las fotocopias de ese libro que armarán. Y cuántos ejemplares harán.

Pero me estoy adelantando. Antes de decirle que la señora de la fotocopiadora es al libro que usted puede hacerles hacer a sus alumnos, lo que el imprentero es al libro que estamos analizando juntos (o que la fotocopiadora es el equivalente a la imprenta). Antes, digo. Debería seguir contándole de los otros ingredientes y protagonistas que forman y hacen estos volúmenes.

Estábamos en los textos y las ilustraciones de las páginas interiores.

Los primeros los hace un escritor. Las segundas un ilustrador. A veces ambos roles son cumplidos por la misma persona.

Además de estos dos protagonistas, al libro lo hacen el editor y el diseñador gráfico.

El editor se ocupa de seguir de cerca toda la edición del libro, desde el principio. Muchas veces es él quien crea la colección o tiene una idea de hacer un libro de tal o cual tema o con tales o cuáles características, y se lo encarga a los autores. Cuando estos entregan sus creaciones (casi siempre se estipula un tiempo por contrato para entregar), lee y observa detenidamente los textos y las ilustraciones y determina si se ajustan a los parámetros de esa colección o a esa idea para la cual los encargó. A veces pide correcciones. A veces el editor, el escritor y el ilustrador se embarcan en largas discusiones antes de llegar a un acuerdo que satisfaga a todas las partes. A veces no llegan a ningún acuerdo y el libro queda en la nada, pero la mayoría de las veces, siendo todos profesionales como son, saben llegar sin altercados a buen puerto.

A veces también hay autores que son muy famosos y no tienen que someterse a la corrección de ninguna otra persona, porque se sabe que sus libros se venderán muy bien y deja de importar si están bien o mal hechos... Tampoco caigamos en la inocencia de creer que el mundo de los libros para chicos es un bucólico universo de colores y juegos. Que quede claro: es un mercado.

En otras oportunidades es el escritor o el ilustrador o ambos juntos quienes llevan un proyecto de libro al editor. Puede que sea una idea de libro único, es decir, fuera de toda colección. O puede que lleven una propuesta de libro para formar parte de una colección ya creada.

Cuando los textos y las ilustraciones ya están aprobados, el editor los entrega al diseñador gráfico. Éste se ocupa de ubicarlos de manera armónica y legible dentro de las páginas, de crear códigos que faciliten la comprensión y la lectura, de distribuir a lo largo del libro los textos y las ilustraciones.

Otras veces es el texto lo primero que se crea, el editor decide publicarlo y entonces primero llama al diseñador gráfico para que lo ordene a lo largo de la cantidad de páginas que va a tener el volumen, dejando espacios en blanco en donde piensa que pueden ir las ilustraciones. Recién después de esto se convoca al ilustrador para que dibuje, ateniéndose a los textos y también al diseño.

Más posibilidades: el ilustrador puede ser también el diseñador gráfico, entonces compagina el libro a la par de hacer las ilustraciones.

La propuesta que los autores llevan al editor se llama maqueta, y está hecha sobre páginas encuadernadas o no, de tal manera que sean lo más parecido a lo que vislumbran que puede ser el libro final ya impreso.


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Los autores pueden ya tener una idea de la colección a la que el libro irá destinado, o el editor puede haberles dado indicaciones del formato del libro. Entonces la maqueta se arma sobre hojas que respetan esos códigos: tienen las medidas de páginas que tendrá el libro al editarse (esto se llama medida de corte); las medidas de alto y ancho que ocuparán los textos dentro de cada página y sus márgenes (la caja en la que irá inserto el texto y las ilustraciones... aunque a veces las ilustraciones también pueden ir al corte).


Caja y página final de "Los pájaros de Joaquín", Lanús, 1995, Ed. del Cronopio azul, colección Ocho lados. (Haga click en la imagen para verla más grande y apreciar los detalles.)

El diseñador gráfico es quien determina estas medidas, así como la tipografía y el cuerpo de las letras (hay montones de tipos de letras, puede fijarse en distintos libros que no siempre el estilo con están escritas las letras es igual, esto es la tipografía; de la misma manera, no todas tienen los mismos tamaños, el tamaño de las letras se llama cuerpo).


(Haga click en la imagen para verla más grande y apreciar los detalles.)

Casi siempre se hacen muchas correcciones antes de llegar a terminar con los originales del libro que será enviado a la imprenta para ser editado. Sobre todo se corrigen errores de tipeado y sintaxis en el texto (desde errores ortográficos hasta párrafos enteros que, una vez que se los lee dentro del diseño, se descubre que no se entienden) y errores de diseño gráfico (1). Las correcciones se hacen sobre las galeras, que son impresiones hechas en las computadora precisamente para corregir. Quizás deban corregirse tres o cuatro galeras antes de estar seguros que no hay más errores.


Galera corregida de mi libro "Ideas claras de Julito enamorado", Buenos Aires, 2000, Ed. Norma, Colección Torre de papel. (Haga click en la imagen para verla más grande y apreciar los detalles.)

A la hora de armar el libro, y para ordenar no sólo los textos y las ilustraciones, sino también las ideas, se hace una grilla, esto es un papel que tiene dibujados en pequeñísimo formato todas las páginas del libro, numeradas, una al lado de la otra y agrupadas en dobles páginas, como si fuera el libro abierto. Allí se boceta hasta dónde llegará el texto de tal o cual página, dónde irá ubicada tal o cual ilustración. La grilla es muy útil para no encontrarse con que, por ejemplo, cuando ya tipeamos todo el texto ¡nos quedamos sin espacio para las ilustraciones!


Grilla de mi libro "Federica aburrida", Madrid, 2001, Ed. SM / El barco de vapor, colección Los piratas. (Haga click en la imagen para verla más grande y apreciar los detalles.)

Usted como maestra lectora de este artículo, ya acicateada a hacerles hacer un libro a sus chicos, percibiendo que en él les hará poner en juego un montón de saberes y prácticas: escribir, dibujar, recortar, pegar, socializar con la señora de las fotocopias, preguntarle a la maestra de Actividades Prácticas cómo hacerlos encuadernar... Usted, que ya vislumbra un trabajo rico y muy factible de hacer, ya se dio cuenta del rol que deberá cumplir, ¿no? ¿El de editora, me dice?... no sé... ¿por qué no donarles todos los roles posibles como para que entre sus alumnos se los repartan y usted se ocupa de ser musa disfrutadora de verlos trabajar, equivocarse, hartarse, recomenzar, borrar, no saber qué hacer, hallar la solución, encontrar una buena idea, darse cuenta de que no sirve, encontrar otra que sí servirá, enchastrarse con el pegamento, etc., etc.? (...o sea, exactamente lo que los citados autores, editores, diseñadores vivencian todos los días, la verdad sea dicha...)

Y ahora usted me dice que en su grupo no a todos les gusta escribir, o dibujar, o recortar y pegar. Espere. Mire el libro que tiene en sus manos. Para llegar a usted no sólo pasó por un proceso creativo... vea.

Cuando el libro está finalmente corregido y se determina entre todos que ¡quedó una joyita!, se hace un original final, que generalmente se entrega digitalizado al imprentero para que lo imprima en los pliegos (¿se acuerda?).

El imprentero hace tantos pliegos como sean necesarios por ejemplar, multiplicados por los cientos o miles de ejemplares que integrarán esa edición de ese libro (o de ese título, como prefiera llamarlo).

Los pliegos son llevados al encuadernador que los plegará a los fines de hacer los cuadernillos, y los encuadernará cosiéndolos, pegándolos o abrochándolos. Luego los refilará, o sea, emparejará todos los bordes a la vez de separar todas las hojas.

Las cubiertas (que fueron hechas aparte en la imprenta, muy probablemente en un papel o cartulina o cartón siempre más duro que las páginas interiores) las pegará por el lomo.

Y enviará casi todos los ejemplares que conforman la edición al distribuidor, que se encargará de distribuirlos por librerías, comercios, shoppings... digo casi todos porque algunos cuántos irán a la editorial, donde el editor espera nervioso pensando a ver si todo salió bien o pegaron las tapas al revés o tras la primera lectura descubre erratas o que los colores de los dibujos quedaron apagados o más vivaces que en los originales... pero puede ser que todo haya salido bien, entonces llama a los autores para darles la buena nueva de que el libro ya está editado (2).

Siguiendo con la posibilidad de hacer un trabajo con su grupo en el aula, usted ya entendió que hay trabajo para todo el mundo y para todos los espíritus de sus chicos: que escriban los escritores, que dibujen los dibujantes, que se encarguen de reproducir en la casa de fotocopias los inquietos, que hagan la promoción los charlatanes (3), que encuadernen y refilen los prolijos, que lleven los cálculos de gastos y pongan precios aquellos que todo lo miden en dinero, que entre todos se ocupen de venderlo en toda la escuela, porque un libro termina su circuito cuando consigue lector, el otro gran protagonista de este proceso.

¿Y usted?

¡Usted babéese! ¡Que si consigue hacer crear y leer a sus chicos no le queda más que considerarse una buena docente!

(Y si consigue divertirse como par, no le queda más que alegrarse por no haber perdido el niño que todos tenemos en ese rincón del corazón.)


Notas

Portada de "Fefa es así. Caballito al viento"(1) Les cuento lo que me pasó con los libros de mi colección "Fefa es así" (textos de María Teresa Andruetto, ilustraciones de Istvan; Buenos Aires, Ediciones Altea, 1998). Tuve que inventar un código visual gráfico para marcar dos tipos de textos: unos eran totalmente secundarios y recreaban el "ruido" de las ilustraciones (eran onomatopeyas, o textos que supuestamente decía el televisor o la radio que había en el dibujo), otros eran los principales y hacían a la historia central de los libros. Debían quedar muy bien diferenciados para que no hubiese confusión a la hora de la lectura. Creé un sistema de letras grandes y letras chicas distribuidas en bloques que me pareció de lo más claro... cuando vimos con la editora las primeras páginas compuestas en computadora ¡no se entendía nada!... tuve que corregir todo y crear un nuevo código gráfico. Sumé un color de fondo, sobre el que se recortaban en blanco las letras del texto secundario y logré lo que queríamos... aunque la salida del libro tuvo que retrasarse... ¡siempre se aprende sobre los errores!


Página del libro "Fefa es así. Caballito al viento"

(2) Y si todo salió mal también llama a los autores para decirles la culpa de que los colores hayan salido así la tiene el ilustrador que se empeñó en usar esa técnica y la culpa de las erratas la tiene el corrector o el mismo escritor que no leyó bien las galeras... que desde la editorial se hizo hasta lo imposible para que todo salga bien, pero que la culpa la tienen otros ¡que quede claro! (¿se entiende?).

(3) Antes o durante la ejecución del libro, y tal como pasa en el mundo editorial, puede concebirse y terminarse la tapa, para hacer afiches o volantes de promoción anunciando la próxima salida del libro.


Portada de "La Obra" N° 959Este artículo fue publicado en La Obra. Revista de educación, Año 80, N° 959; Buenos Aires, mayo de 2001 y es reproducido en Imaginaria por gentileza y con autorización de su autor.

 

 


Foto de IstvanIstvan (info@istvansch.com.ar) es ilustrador, diseñador y escritor. Publicó más de 50 libros en Argentina, México y Francia. Integró la "Lista de Honor" de ALIJA (Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de Argentina) en varias oportunidades (1992, 1995, 1996 y 1999); recibió el Premio Fantasía Infantil en 1998, y la Primera Mención del mismo premio en 1999. Ganó la Primera Mención del Premio "Utopía latinoamericana", en el 27º Congreso Internacional de IBBY (Cartagena de Indias, Colombia, 2000). Fue nominado al premio "Octogonal" del CIELJ (París, Francia, 1994 y 1996). Realizó los grandes murales de la "Semana del Niño" en la Universidad Pedagógica Nacional de México (1992), y los del "Museo de los niños - Abasto" de Buenos Aires (1999). Sus trabajos fueron seleccionados en las exposiciones internacionales de ilustración de libros para niños de Bratislava, Eslovaquia (1993, 1995 y 1997); Bologna, Italia (1996 y 2000); Sàrmede, Italia (1994, 1997 y 1999) y Buenos Aires, Argentina (1998 y 1999). Realizó exposiciones individuales en México (1992), Argentina (1995 y 1997) y Portugal (1999). Algunos de sus libros, como autor integral, son: Ideas claras de Julito enamorado (Grupo Editorial Norma), Leyenda ugandesa (Tàndem Editorial), Federica aburrida (Ediciones SM), Quiero ganar este concurso, Historia para leer después de jugar todo el día, Zoológico, Trabajo de autor (A-Z Editora), Refrains sans freins (Ed. Motus).

 


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