58 | RESEÑAS DE LIBROS | 22 de agosto de 2001

Ni era vaca ni era caballo...

Miguel Ángel Jusayú
Ilustraciones de Monika Doppert.
Caracas, Ediciones Ekaré, 1998.
Colección Así vivimos.

Portada de "Ni era vaca ni era caballo..."

El escritor guajiro Miguel Angel Jusayú nos cuenta sus vivencias de niño pastor y su encuentro sorpresivo con el hombre blanco. Encuentro que tendrá por protagonista al camión, que para el pastorcito espantado es el "yoluja", el diablo en persona.

El "choque" nada feliz con la cultura del "alijuna" (hombre blanco), el efecto de extrañamiento y sorpresa frente a ese objeto fascinante y aterrador, puede leerse con claridad en la descripción que del camión visto por primera vez realiza el niño guajiro:

"No era vaca ni era caballo. Ciertamente no era burro, ni era ventarrón, ni cabra. Era una cosa completamente desconocida. Tumbado en el suelo, vi pasar la tal cosa. Jamás había visto algo igual.

No tenía patas. Tenía una cabeza grande de color verde, un cuerpo grueso y pequeño, unas partes negras por debajo y por delante y unos bultos en la frente que podían ser los ojos. En un lado de la cabeza tenía unos huecos, como oídos, y la parte posterior del cuerpo era muy grande. No tenía carne y se le veían las costillas; el lomo era ancho, hueco, sin carne."

El camión, metonimia de un mundo desconocido que espanta y fascina a la vez al niño indígena, será el hilo conductor de la historia. De ser misterioso e incomprensible, pasará a objeto de maravilla, para finalmente convertirse, en el final dramático del niño entre los blancos, en símbolo cotidiano de una vida llena de miserias y sometimiento.

El relato nos va introduciendo a través de las frases sencillas del niño pastor, en el paisaje, las costumbres, el modo de vida de la comunidad guajira. La excelencia de la narración es enriquecida por ilustraciones que han sido creadas por Monika Doppert bajo el asesoramiento del pueblo guajiro. La importancia dada a la imagen en este libro es digna del trabajo que Ediciones Ekaré (editorial relacionada con el Banco del Libro de Venezuela) lleva a cabo en todas sus ediciones. Pero en este libro particularmente, Doppert ha realizado una obra de una belleza y unidad con el mundo creado en el texto, sobresaliente.

Recorrer Ni era vaca ni era caballo... con la mirada es ingresar en el paisaje, encaramarse a los "dividivis" (1) para vivir el silencio y la soledad de la guajira; dormir bajo las estrellas, y sentir la misma angustia del niño frente a la manada numerosa de ovejas que se dispersan más allá de las páginas. Es sentir en el movimiento de las acuarelas, el viento incesante que barre la vegetación y mueve los coloridos vestidos de las mujeres.

Como en otro imperdible libro, La calle es libre —perteneciente a la misma colección—, Ekaré reúne en Ni era vaca ni era caballo... un objeto de excelencia artística, a la vez que la afirmación plena de una realidad difícil, que nos cautivará por sus diferencias y también por sus no pocas similitudes con nuestra propia realidad.

Recomendado a partir de los 8 años.

Marcela Carranza

(1) Árbol mediano cuyos frutos se usan para curtir pieles.


Marcela Carranza es maestra y Licenciada en Letras Modernas de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). Como miembro de CEDILIJ (Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil) participó en el programa de bibliotecas ambulantes "Bibliotecas a los Cuatro Vientos" y en el equipo Interdisciplinario de Evaluación y Selección de Libros. Forma parte del grupo de estudio "La Nuez", en el área de la literatura infantil y juvenil.


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