10 | LECTURAS / BOLETÍN DE A.L.I.J.A. (Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina) | 20 de octubre de 1999

Inmadurez (Bolero)

por Istvan

Artículo publicado originalmente en Benjamín, Boletín de ALIJA, año 6, n° 17; Buenos Aires, julio de 1998.

Crítica e investigación y libros para chicos se aman como en un bolero, pero no encuentran espacio para consumar su amor.

Nosotros,
Que el amor hicimos
Un sol maravilloso
Buscando espacios estamos.

¿Por qué no existen espacios para la crítica y difusión para el aprendizaje a nivel superior, o por qué son tan escasos? Susana Itzcovich cita a Juan Cervera (1), que atribuye "la endeblez científica de la que partimos al enfrentarnos a los límites y a la caracterización del discurso literario infantil, tanto en las reflexiones teóricas como en estudios textuales" a "la corta tradición temporal del objeto de estudio e incluso de su propio concepto (hace apenas medio siglo que hablamos de la literatura infantil)".

Pienso en el cine y en la historieta, dos géneros vinculados de algún modo a los libros para los chicos, por lo que de textos e imagen tienen, y por lo tanto igualmente jóvenes y viejos.

Pienso que tanto el cine como la historieta (como la TV, si se quiere un género más joven aún) tienen esos espacios de difusión y de crítica, en los medios de comunicación y en academias. Hay hasta Universidad de Cine, hay escuelas de historietas, aparecen críticas de cine en todos los medios (de historieta menos, pero supo hacerse de sus propios y aceitados canales de difusión). Ni hablar de la TV, que logró en tan corta edad dominar y monopolizar los medios de comunicación.

Creo que todos estos géneros lograron esa exitosa presencia en la vida cotidiana por la conciencia que tienen ellos mismos de su especificidad.

Ninguno de ellos reniega o considera menos u olvida a ninguna de sus partes. Son integrales, tienen conciencia de cada zona por donde caminan y les dan la misma importancia: la historieta formada de guiones, ilustraciones y diseño; en el cine de imagen, de sonido, efectos, etc.

Nadie osaría hablar de historieta o cine sin hablar de cada una de sus partes, relacionándolas entre sí para ver el producto final: la historieta misma o el film.

En los libros para chicos no es así.

Desde siempre en nuestro país se habla impresionantemente más de lo escrito que de lo dibujado. Esto no quiere decir que no se lo considere, ni que se reniegue, ni que se menosprecien las ilustraciones y el diseño, al contrario, se nota que toda crítica (digo crítica y me refiero a todo lector como crítico, desde el especializado hasta el maestro —el niño no, de éste después hablamos—) aprecia y considera los aspectos gráficos pero en el momento de hablar del producto final: el libro, enfoca todas las luces hacia lo escrito... bueno, todas no, algunas veces hay una lamparita de 25 W que enfoca las ilustraciones (no el diseño), que generalmente se traducen en opiniones apreciativas del tipo: dibujos lindos o feos, pasteles o coloridos hecho en tal o cual técnica y que acompañan bien o mal el texto. Punto.

Eso es todo lo que se dice de la parte gráfica del libro. Eso es todo lo que se dice del 50% del producto final que representa al género.

Nosotros,
Que nos queremos tanto,
Debemos pegotearnos,
No nos desunan más.

Es cierto que los ilustradores no acostumbramos a hablar o a escribir reflexiones sobre nuestra propia producción, quizá porque nuestro lenguaje sea de imágenes, quizá porque no nos animemos o no queremos.

Pero también es cierto que generalmente no es el creador el que habla de su obra, eso es función de la crítica y la investigación. Y para hablar del libro hay que hablar del libro entero. Y cuando se habla de libro para chicos se habla de productos, casi en el 90% de la producción editorial, plagados de imágenes.

No sé de donde viene esa tradición de que los libros para chicos se piensan como textos de literatura infantil, pero desarticulémosla, y rápido, porque nos estamos quedando atrás respecto de nuestros hermanos de género (por edad de nacimiento), el cine, la historieta y la TV, y creo que esta inmadurez se nota desde afuera, desde quienes (quizás sin estar directamente vinculados a los libros para chicos) correspondería que brinden los espacios reclamados.

Porque yo no sé absolutamente nada de pedagogía o de psicología evolutiva, pero creo que un chico va madurando cuando empieza a conocerse íntegramente, como el bebé que descubre el pitito, descubre sus partes, va madurando.

Al género de los libros para chicos le falta conocer el 50% de sus partes. Y esto es responsabilidad de todos los que los hacemos: ilustradores y diseñadores gráficos, primero, críticos e investigadores segundo, escritores, editores y otros mediadores después.

Pero no de los niños, de los que todos decimos que son los mejores críticos, y ¡claro! ¡Saben ver el todo! Aprendamos.

No es falta de cariño,
Ni siquiera con el alma,
Les juro que se adoran
Y en nombre de ese amor
Y por su bien, ¡a madurar!

  1. Itzcovich, Susana. "El rol de la Crítica y la Investigación. Los medios de comunicación masiva. El docente como mediador." En: Documento del 5° Congreso Internacional de Literatura Infantil y Juvenil; Villa Giardino, Córdoba, CEDILIJ, 1997.

Istvan nació en 1968, es dibujante y diseñador. Ha publicado sus dibujos en muchas editoriales argentinas y extranjeras. Obtuvo mención en la "Lista de Honor" de ALIJA, la nominación al "Prix Octogonal Graphique", París (Francia) y ganó el Premio Fantasía Infantil 1998 por su libro "Quiero ganar este concurso" (AZ Editora).


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